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            GIGANTES EN LA MITOLOGIA, EL ARTE, LA CIENCIA Y LA HISTORIA. MITOS

DISTINTAS TEORÍAS E HIPÓTESIS

Hombre de Cromagnon (1,60m.apróx.) Neandertal de Atapuerca (sobre los 2m.) Hombre actual (1,75m. de media)

En un intento por tratar de explicar la presencia de estos gigantes en las más diversas fuentes ha llevado al hombre desde hace mucho tiempo a proponer todo tipo de teorías e hipótesis que intentasen resolver este enigma. Con mayor o menor éxito vieron la luz hipótesis que en un exceso de imaginación y poco celo a la hora de contrastar los datos dieron como resultado "originales" propuestas como las de cierto historiador y numismático del siglo XVII, de nombre Nicolás Henrión ,  que llegó a desarrollar una "ley de crecimiento" según la cual se deducía que el hombre desde su creación hasta la actualidad seguiría un decrecimiento progresivo en estatura. Según esta "ley", desprovista de todo fundamento, Adán con sus nada menos que 49 metros de altura estaría a la cabeza de este curioso ranking. Le seguirían Noé con 31 metros, Moises de 4,5 metros de altura, Hércules con 3, Alejandro Magno con 1,80, César 1,5m...

Más recientemente, el historiador Pierre  Darcout, escribía en 1965 en Le Monde et la vie número 141, una teoría que explicaba la presencia de gigantes en el archipiélago japones:

"...los gigantes hiperboreanos tendrían actualmente una descendencia en los "sumotori", los luchadores de sumo que, en Japón, son personajes sumamente populares, situados en la jerarquía inmediatamente después de los dioses y el emperador. Al comienzo, los sumotori se reclutaban  entre los gigantes ainos de piel clara. Los ainos, son blancos, protocaucásicos que habrían emigrado a través de Siberia. Su dios "Kamu" engloba al  Sol, el viento, el océano y el oso. Esos montañeses de Hokkaido, velludos, pesados y poderosos, bebedores de alcohol caliente, eran formidables luchadores... Los demás japoneses, de tez cobriza, serían originarios de la islas polinesias, Malasia y China. Merced a su ciencia y sus armas perfecionadas habrían vencido a los dioses. Los vencedores se llevaron a la grupa, hacia el sur, a las bellas mujeres blancas (de sus adversarios), y de su unión nacieron gigantes asiáticos que se convirtieron en los primeros guardias de corps del emperador".

Intentar explicar la existencia de estos mitológicos seres en las leyendas y los extraños restos de un pasado remoto no es tarea nada fácil pero, aunque no abundan, existen propuestas para todos los gustos. Acertadas o no, cada una de las hipótesis nos ayudará a comprender mejor esa oscura parte de nuestra Historia. Las siguientes teorías debemos considerarles como el esfuerzo del hombre por comprender y tal vez entre alguna de las líneas se encuentre una parte de la verdad...

GIGANTES Y NEANDERTALES. AUGE Y DECADENCIA DE UNA ESPECIE

Por J.H. Antelo

Como quedó dicho, es posible que la mitología cuando hace referencia a esa raza de hombres gigantes esté refiriéndose a los últimos neandertales que llegaron a convivir con el hombre. Supervivientes del largo invierno de la etapa glacial, fueron testigos de  las consecuencias del cambio climático más importante en los últimos 30.000 años, inundaciones y toda suerte de catastróficos fenómenos,  provocados por el deshielo. Aquellos que lograron escapar de una muerte casi segura fueron los conocidos en toda la tierra con distintos nombres, fueron los "héroes famosos muy de antiguo", los nefilim, enaquim, titanes...  La talla alcanzada por algunos especímenes de estos enormes  neandertales llegó a ser notable, superando los 2m. de altura, para sus "hermanos" cromagnon contemporáneos se tratarían de verdaderos gigantes. Y es que el aspecto debía imponer un respeto que rozaría un verdadero terror a la hora de tener que disputar con ellos el alimento o las tierras. El propio Erik Trinkaus, especialista en neandertales, llegó a bromear en este sentido al afirmar en una ponencia que "estos tipos tenían que tener una constitución similar a la de Arnold Schwartznegger".

Pero, es natural y sostenible un crecimiento como el alcanzado por estos hombres?.

Una supervivencia, basada durante más de 180.000 años, fundamentalmente en la caza y en un entorno hostil como el clima gélido que los acompañó durante su larga existencia sería una posible explicación a esta evolución. Teorías basadas en la posible alimentación vegetariana que caracterizaría a esta espécie proponen que como resultado del consumo casi exclusivo de vegetales, el organismo se vería predispuesto a modificar el tamaño interno de sus órganos de digestión y hacerlos mucho más grandes para poder metabolizar las enormes cantidades de alimento que les serían necesarias para vivir.Como consecuencia, se obtendría el resultado de tallas muy elevadas y constituciones fuertes debido también a la combinación del esfuerzo físico que su medio de vida le exigía. Sinembargo, recientes descubrimientos en la dieta de los neandertales parecen, sino desmentir estas hipótesis ponerlas también en duda. Aunque, es sabido, que determinadas alteraciones en glándulas como la pituitaria pueden provocar un efecto similar en el  desarrollo desmesurado del cuerpo. La acromegalia es un desorden de tipo hormonal que actua sobre las gándulas cuya función es el conrtrol del crecimiento entre otras. Un crecimiento anormal de extermidades, manos y pies, es común en este tipo de  disfunciones, precisamente las mismas características que denotan los esqueletos de los neandertales. Estos destacan precisamente por un tamaño donde llama la atención el grosor y longitud de los huesos de estos órganos. El alto índice de roturas óseas encontradas entre los restos de estos hombres hace suponer que fuesen debidos a la brusca actividad física a que estaban sometidos para sobrevivir, sin dejar pasar por alto que las disfunciones de las que hemos estado hablando se caracterizan también por una degeneración de la osamenta que se hace notar en descalcificaciones, artrosis, artritis... favoreciendo la frecuencia de roturas óseas. Otro rasgo físico que acentúa esta enfermedad son los rasgos faciales, destacándose los huesos de la frente y mandíbula, alargándose el hueso nasal y el espacio entre las piezas dentales, recordándonos claramente el aspecto de nuestro antepasado. Otra explicación referente a  la desproporción de su apéndice nasal, es que  puede relacionarse con la necesidad de adaptación al medio, la forma y tamaño de su nariz debió modificase de esta forma consiguiendo de esta manera calentar lo sufiente el aire frio que debia respirar. Sea como fuere, el aspecto general de un hombre con estas características bien puede encajar en la descripción que se hace de los gigantes en  las leyendas de origen americano y a los que se les bautizó como Quinametzin hueytlacame, "Enormes hombres deformes" o "Gigantes monstruosos".

Uno de los pocos detalles característicos de los gigantes que nos hacen llegar del pasado los textos bíblicos es la referencia que hacen a su piel. Algo en su piel debía llamar la atención y hacerlos diferentes cuando en Isaias 18, 1y 3 se hace alusión a éstos como:"...pueblo de elevada talla y piel brillante...". Y es que, otro de los síntomas de la acromegalia es precisamente la de provocar la aparición de una piel espesa, tosca y acietosa, tendiendo al oscurecimiento. Haciendo que la piel pudiese dar la sensación de ser brillante en contacto con la luz del sol.

Otro rasgo diferenciador lo encontramos en la descripción en 2 Samuel, 21,18, donde describe a un gigante hijo de Rafa y en cuyas manos y pies aparecían 6 dedos. Este rasgo llamativo lo encontramos catalogado como polidactilia, malformación provocada por la mutación o degeneración de genes. En el norte de Afríca y concretamente en razas de tipo negroide suele aparecer con cierta frecuencia. En antiguos amuletos como La Mano de Fatma, propio de Marruecos, aparece una variante de ésta con una mano de 6 dedos. Demuestra este hecho que la polidactilia es conocida desde antiguo y no fue algo extraño en la zona. Si fuese un rasgo común a éstos tendríamos que pensar que algo extraño, a nivel genético, en la evolución de esta raza de hombres gigantes estaría ocurriendo.

El hecho de que estos gigantes también se conociesen con el nombre de zomzomín no debe tratarse de una simple casualidad. La traducción es la de "los murmurantes". El significado nos hace pensar que la forma de hablar o expresarse de éstos debía ser por fuerza distinta a la nuestra o cuanto menos característica. Y una vez más la acromegalia puede tener una explicación; las deformaciones en las cavidades nasales, lengua  y cuerdas vocales hacen que quien la padezca sufra en su voz una pérdida de tono haciéndola más profunda y ronca. Aunque, otra explicación nos la puede dar el análisis de los cráneos que   recientemente se ha descubierto. Los neandertales poseían la capacidad del habla como lo demostraron los huesos encontrados precisamente en Oriente Medio y vienen a confirmar que éstos tenían formados todos los mecanismos del habla. Por sus características se supone que podrían tener ciertas dificultadoes para articular sonidos  nasales y velares,la pronunciación de determinadas vocales y consonantes parece que les sería imposible de emitirlas correctamente, haciendo que su voz nos resultase extraña a nuestro oído. De todas formas, el hecho de que tuviesen una forma verbal de comunicación se ha hecho patente después de analizar determinados   comportamientos en distintas  funciones y tareas,  que debían llevar a cabo en común, como la caza organizada, y que serían de toda forma imposible de realizarse sin una fluida y clara comunicación entre los miembros participantes.

Por todo lo visto,   podríamos estar ante unos seres humanos cuya evolución pudo provocar que ciertas características que les ayudasen a sobrevivir en un entorno tan hostil como les tocó vivir también provocasen cambios o mutaciones en sus organismos que acabasen por volverse contra ellos. Aunque parezca una paradoja esto puede suceder en el momento en que una adaptación extrema al entorno hiciese evolucionar sus cavidades nasales, forma craneal, etc, deformando su estructura interna y provocando,  la extrangualción u opresión de ciertas glándulas de control de crecimiento desembocando en síntomas que recuerdan malformaciones provocadas por enfermedades como la acromegalia. Otras razones relacionadas quizá con el tipo de alimentación o el desarrollo de tumores próximos a estas glándulas que provocasen disfunciones en éstas podrían ser otra explicación. La disfunción en este tipo de glándulas, a la larga,  puede  provocar como consecuencia problemas entre otros como: cardiopatías, hipertensión, artrosis, alteraciones en la menstruación, impotencia en los varones,  y toda una cadena de desareglos metabólicos. Una carga importante de enfermedades y una vejez prematura que haría de un neandertal de 40 años un verdadero anciano serían el precio que deberían pagar por su alto grado de evolución y adaptación al medio. Podríamos estar entonces ante una raza en declive, con problemas incluso para su  sostenimiento y perpetuación en el tiempo, es decir, su propia supervivencia como especie. En este sentido recordemos que en determinados pasajes bíblicos y escrituras del Nypur se hace referencia a como algunas mujeres son raptadas o tomadas por esposas de gigantes. Problemas en la reproducción, degeneración genética y metabólica, pudieron llevar a estos gigantes neandertales a tomar las mujeres de "los hijos de los hombres" en un intento de salvar su raza y así sus costumbres, sus dioses, su cultura... Un dato curioso como es la escasa presencia de mujeres de talla elevada tanto en textos sagrados (exceptuando determinados pueblos descritos en los primeros libros de la sagrada biblia) como en las leyendas nos recuerda el problema con el que se encuentran algunas tribus del Amazonas. La escasa tasa de nacimientos de varones en otras tribus, desde hace incluso generaciones, llega a ser de 1 por cada 100 mujeres. Incluso hoy día, en la civilización occidental esta tasa es de 3 a 1 a favor de las mujeres en algunos países. Problemas que derivan de anomalías genéticas como éstas obligan desde tiempos inmemoriales a algunas tribus a buscar "sangre fresca" mediante el rapto de niños o niñas entre los poblados vecinos. Esta práctica se viene llevando a cabo desde tiempos remotos y en lugares muy distintos como lo demuestra  un relato en escritura cuneiforme procedente de Nypur, traducido por N. S. Kramer, donde se nos narra lo que pudo ser aquel contacto entre los hijos de Dios con las hijas de los hombres, como resultado del rapto de mujeres por cierta raza de gigantes:"Mi vagina es demasiado pequeña, no entiende la cópula; mis labios son demasiado pequeños, no saben besar..." .Dejando de lado las razones por las que se viesen forzados a tal motivo, el hecho es que el intercambio genético entre neandertales y cromagnones sigue siendo una asignatura pendiente para la ciencia y según los resultados de los estudios que se van realizando, cada día parece más posible que éste se llevase a cabo.

El problema de la coexistencia e intercambio genético viene de muy atrás. Concretamente en Palestina, entre los años 1925 y1935, se hicieron varios hallazgos que venían a demostrar que incluso hubo convivencia de hombres de Neandertal con otras razas de hombres en ocasiones más antiguas que ellos pero con unas características  claras de  un hombre moderno. El investigador Falkenburguer llegó a preguntarse: "¿Es que en esta región se produjo una evolución del hombre de neandertal que no ocurrió en Europa o bien se trata del cruce entre neandertales y otras formas humanas pertenecientes a la serie moderna del Homo sapiens?. Si fuese así, habría que aceptar la existencia simultánea de estas formas de tipo moderno, junto a las de tipo neandertal...". Esta misma pregunta tendría que volver a  hacérsela un poco después porque a estos hallazgos les siguieron otros similares en Inglaterra, Francia...

Creo que una de las últimas noticias aparecidas recientemente  en una revista nos puede poner al corriente de lo poco que hemos avanzado en este punto y de cómo todavía tenemos que replantearnos muchas de nuestras viejas ideas: "...Hace unos años eran cosiderados poco más que bestias amorfas sin inteligencia que aparecieron en Europa hace 300.000 años adueñándose del Viejo Continente. Hoy las cosas han cambiado. Según han averiguado investigadores de la Universidad de Oxford, los neandertales no comían frutas o vegetales sino que obtenían todas las proteínas de su alimentación de los animales que cazaban...Basándose en los restos croatas han reabierto la vieja polémica sobre sobre la existencia o no de intercambios genéticos con los homo sapiens con quienes convivieron durante miles de años...han concluido que estos hombres de casi dos metros y sin duda los más poderosos humanos que hayan existido sobre la faz de la Tierra, eran diestros cazadores y mostraban un nivel de organización superior al pensado hasta el momento...Además habrían tenido la capacidad de soportar condiciones ambientales muy adversas... no existen razones para creer que los neandertales fueran explotadores del ambiente menos eficaces que el hombre moderno...". (Más Allá nº138, noticias de Paleoantropología).

¿Cuales serían, por lo tanto, las cuasas de la desaparición de esta humanidad que tanto prometía en el panorama de la evolución?.

Catástrofes climáticas, degeneración genética, luchas fraticidas con sus nuevos hermanos cromagnon por la supremacía en la creación...Todas, cualquiera o ninguna pueden ser las razones. Interrogantes como éste son aplicables a otros animales que poblaron la tierra, son miles las especies enteras que se extinguieron "de la noche a la mañana"  en distintos períodos de tiempo.

¿Pero es tan importante saber las razones?.

Lo es en el sentido  en que cuanto mejor conozcamos nuestro pasado sabremos más del futuro que nos espera... Y, en el "imposible e hipotético" caso de la desaparición de nuestra espécie, ¿cuando transcurriesen cien o trescientos mil años nos convertiremos también los homo sapiens sapiens del siglo XXI en  una mítica raza de semi-dioses poseedores de los más avanzados conocimientos en ciencia, medicina, arte, tecnología, recordados también como sangrientos y constantemente dispuestos a la guerra, constructores de míticas ciudades y templos...?.

NOTA: En la actualidad las autopsias realizadas en EEUU arrojan una cifra que ronda el 25% en donde se encontraron tumores en la zona glandular de la pituitaria. Afortunadamente tan solo 3 personas de cada millón desarrollarán por completo la enfermedad. El tamaño de los tumores, responsables de la acromegalia, encontrados no es lo suficientemente grande como para alterar el funcionamiento de la glándula.

LA TEORÍA DE LAS CUATRO LUNAS de Hans Herbirgger.

A comienzos del siglo pasado, después de salir a la luz más interrogantes en forma de fósiles, hombres de ciencia como Hans Herbigger, en un intento por desvelar las enigmáticas pruebas que el remoto pasado nos iba arrojando, dejando asomar los cuerpos ya petrificados de animales "imposibles" con  formas y tamaños más propios de la imaginación de un demente que de seres de carne y hueso que hubiesen caminado alguna vez por la tierra, este hombre, haciendo uso de los escasos conocimientos y avances de la época y con la ayuda de su imaginación, propuso en una teoría (conocida como la de las cuatro lunas), una explicación que no llegó a convencer a sus camaradas científicos contemporáneos.

Ahora, más de 75 años después de su publicación, se reconocen determinados hechos que Herbigger planteó en su momento y que fueron rechazados o ignorados sin más. La ciencia, hoy día, es capaz de "entender" mejor ciertos aspectos de esta singular teoría que hace 80 años. Por su carácter " romántico" y de "cruzado"  que me inspira este divulgador creo que bien merece la pena que sus opiniones sean recogidas en este rincón. Y, a groso modo, el contenido de esta teoría sería como sigue:

"A lo largo de toda la Historia del planeta Tierra, ésta ha contado hasta con cuatro satélites, siendo la Luna que hoy conocemos la última de ellas. De forma que la Tierra ha pasado periódos de tiempo sin contar con la compañía de satélite alguno. La Tierra conforme iba perdiendo su satélite esperaba captar con su fuerza de gravedad otro que lo sustituiría más adelante. El proceso sería el siguiente, captura de un satélite que orbitaría el planeta describiendo una trayectoria espiral hasta que las fuerzas de atracción y repulsión hiciesen que la luna se precipitase sobre la tierra, explotase en el espacio o se alejase para siempre perdiendose en la inmesidad del cosmos. Más adelante, las mismas fuerzas de atracción terrestre se encargarían de capturar en su orbita otro satélite que daría comienzo a otro nuevo ciclo.

Hans Herbigger atribuye a las cuatro Eras que van desde el Cámbrico hasta el  Cuaternario una luna diferente para cada una. Principalmente, la existencia o no de un satélite, su tamaño y la distancia a la que se encontrasen en un momento dado estas lunas podían interacturar en las formas de vida existentes en ese momento en la Tierra. De manera que la fuerza de gravedad en la Tierra se vería considerablemente alterada afectando incluso al tamaño que los seres vivos pudiesen alcanzar debido al peso que éstos deben de soportar. En la Era Primaria son los gigantescos vegetales y enormes insectos los que hacen aparición. Al final de la Segunda Era aparecen los campeones en altura, Diplodocus, Iguanodontes, etc... que llegan a alcanzar hasta 30 metros de altura. En este punto podemos citar un dato curioso que si bien no dá por sentado que la teoría sea correcta sí que le confiere un alto grado de acierto cuando afirma que la gravedad tenía que ser diferente en aquellos tiempos; y es que según los cálculos realizados por físicos, se ha llegado a la conclusión de que las aves prehistóricas como el pterosaurio no podrían levantar el vuelo con una gravedad como la actual, que es de aproximadamente de 9,8 m/s2. Según esta teoría o bien la distancia del satélite tendría que ser por fuerza mucho mayor o el tamaño de ésta considerablemente menor...

La existencia del satélite y sus características de tamaño y cercanía, según esta teoría, determinaría a su vez la altura  de los mares siendo la responsable de graves inundaciones y bruscos descensos en el nivel de los océanos. Testigos mudos de estos cambios son ciudades como Tiahuanaco, localizada hoy a más de 4000 metros de altura sobre el nivel del mar y que posee un gran puerto con varios muelles enormes para el atraque de naves,¿ cuanto tiempo atrás tendríamos que remontarnos para situar el nivel del mar a esa altura?, ¿a qué fenómeno achacar ese aumento y descenso del nivel general de las aguas, deshielos, catástrofes capaces de elevar miles de metros el terreno, cambios en la órbita lunar...?. Cualquiera que fuese su causa apunta muy lejos en el tiempo...

Por último, Herbigger, sitúa la aparición de hombres de gran talla, gigantes, en la Era Terciaria, asociándolos a los gigantes que aparecen en los escritos que forman parte de las tradiciones judías y musulmanas. Un poco antes de los umbrales de la Cuarta Era   situa la aparición de las razas que darían aparición al hombre contemporáneo, defendiendo la hipóteis de la convivencia, el intercambio de culturas y también las luchas entre ambos. Entre la aparición de unos y otros apunta la posibilidad de la existencia de otras razas intermedias, responsabilizando del auge y declive de todas ellas a la desaparición de la tercera  y la aparición de la cuarta y última luna, por lo menos hasta el momento..."

 

HIPOLITO UNANUE, ESTUDIOSO DE LOS GIGANTES

Por el profesor Sandro Patrucco

"Hoy lo llamaríamos un hombre polifacético. Humanista y científico peruano de vocación universal, abierto a los progresos de la ciencia. Había nacido en Arica el 13 de agosto de 1755. Estudió teología y luego medicina. Como poseía un notable talento, destacó en los estudios de matemáticas, física y anatomía. Fundó el Anriteatro Anatómico en 1792 y dirigió el Colegio de San Fernando, precursor de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos. Participó en los debates de la Sociedad Amantes del País, editora de la revista Mercurio Peruano, en la que colaboró con el seudónimo de "Aristio". En la época independiente fue el primer ministro de Hacienda del general San Martín. El Congreso Constituyente de 1823 lo declaró Benemérito de la Patria en grado eminente."

Corrían los tibios días de abril de 1792, cuando al doblar el último folio de papel periódico titulado Mercurio Peruano, los suscriptores de la entrega 135, pudieron leer una corta noticia procedente de Nueva Granada, en la que se mencionaba que:

"El excmp. Señor Virrey de este Reyno remite a S.M. un mozo Socarreño llamado Pedro Cano, de 21 de edad, que hasta los quince fue creciendo regularmente, y desde esa época he echado un cuerpo gigantescode siete pies, cinco pulgadas, tres y media líneas Españolas; todavía no se ha calzado por falta de medias, que es menester hacerlas al propósito; pero pero se le hen hecho ya los zapatos que tienen cerca de media vara."

La nota terminaba señalando que el Mercurio daba "con gusto esta noticia, como que podrá servir de preliminar a la Disertación que pensamos dar sobre la proceridad de los americanos". Hoy esta acotación aparentemente intrascendente, puede revelarnos un interesante trasfondo como más adelante veremos. Los lectores de tan llamativa noticia quedaron cautivados pues los gigantes habían alilmentado la imaginación de los americanos y europeos. Este tipo de informaciones siempre encontraron un público interesado que se hacía oídos de las leyendas indígenas, las evidencias de los restos de la paleofauna americana y las obras portentosas de los antiguos habitantes andinos. Cada descubrimiento suscitaba la esperanza de comprobar la esquiva existencia de estos seres. Tanto más rara como excitante resultaría entonces la aparición de un gigante vivo y tangible. Estos seres de desmesurado tamaño, cuya estatura atribuimos hoy a desórdenesde origen  hormonal, no eran desconocidos en la época. Un siglo y medio antes de la información del Mercurio Peruano ya se habían encontrado individuos de características similares. El polifacético Antonio de León Pinelo relataba la existencia de un muchacho llamado Juan Núñez, que el Conde de Chinchón, virrey del Perú quiso enviar a España para ser estudiado por los especialistas. Pinelo refiere que en 1635 se "imbiaba a S.M. Un Mancebo de diez y ocho años hijo de un español y una india por su notable estatura; de que sólo llegó el retrato que como cosa admirable se guardó en Palacio, porque el hombre murio en Lima" (León Pinelo 1943: t I, p 209). El cronista Antonio de la Calancha añadía que el mencionado Juan Núñez, había sido traido de Hamanga en 1630 y "tenía más de media vara de pie, y aora murió en Pizco" (Calancha, 1976 (1636): t II c XI, 844).

 

El interés que despertó el descubrimiento del desproporcionado Pedro Cano en Bogotá y del que se hace eco el Mercurio, se vio reforzado por el hallazgo de otro gigante. A los pocos días del mismo otoño de 1792 fue publicado un informe sobre la existencia de un caso similar. El autor de la nueva nota, era nada menos que el culto Aristio, seudónimo bajo el que se escondía el naturalista Hipólito Unanue. En la edición del 29 de abril del Mercurio Peruano (1792: t IV, núm. 138, p 293 y ss) podía encontrarse "La descripción del Gigante que acababa de ser conducido a esta ciudad de la de Ica". Aristo, comentaba lo siguiente:

"habitando nosotros ersta parte del globo, poblada en otros siglos de gigantes... parecería oportuno que... exercitásemos nuestra pluma en la resolución del problema sobre su existencia. Pero como la materia... no puede tratarse sin un crecido número de nuevos monumentos, sbre los que puedan adelantarse las reflexiones y las conjeturas que necesitan algún tiempo de incubación, por no defraudar al público del placer de lo maravilloso, le adelantamos al número 135 la noticia de Pedro Cano, y por la misma razón vamos a describirle en el presente a Basilio Huaylas de enorme corporatura...".

De esta manera al neogranadino Pedro Cano se sumaba el indio Huaylas que era natural de Castro-Virreyna. El nuevo gigante tenía 24 años de edad, y fue traído a Lima por algún empresario que pretendía comerciar con la curiosidad de los moradores de esta ciudad, presentándolo en la Plaza de Acho. Las actuaciones del enorme indio debieron  tener gran éxito pues hasta se le pintó un retrato. La biografía de este singular habitanteandino sería recogida osteriormente por el bibliófilo Manuel de Mendiburu, quien en su Diccionario Histórico-Biográfico del Perú comentaba:"... no sabemos el fin que tuvo este hombre notable, que en sus alimentos no excedían a los demás. Varias veces representó en el teatro el papel de giagnte Galafre en la Comedia la Puente Mantible..." (1937: t VI, 278).

Por algún azar del destino una copia de su retrato, fechado en 1815, llegó al Kirby´s Wonderful Museum, inspirado en la pintura original en donde aparecía acompañado de un arpista, de modo que era posible tener una idea comparativa de su extraordinaria estatura (Wood 1868: 194).

Al margen de ka aécdota, la curiosa historia de Basilio Huaylas creó un clima de cierto sensacionalismo que llevó a Aristio, es decir a Hipólito Unanue, a informar de la presentación del gigante en la plaza de toros el primer día del mes de mayo. Pero no contento con ello se permitió realizar un exhaustivo estudio de aquel suceso clínico.

Los hallazgos de presuntos gigantes fueron moneda corriente desde los primeros momentos del descubrimiento. Los conquistadores eran herederos de una variada tradición cultural. Algunos, los más instruidos, no eran ajenos a las lecturas de los clásicos y la patrística. Otros, casi la mayoría, preferían las novelas de caballería, los relatos de tradiciones populares y estaban sumergidos en un mundo de fantasías y temores medievales. Gigantes insulares, crecidos patagones, osamentas calcinadas de los nefandos gigantes de la Punta de Elena, y abundantes y desmesurasdos huesos dispersos por el continente, conmocionaron a los cronistas y autores del seiscientos, haciendolos volver una y mil veces sobre este transitado tema.

Durante la centuria del setecientos, el tema de los gigantes fue abordado de manera distinta. La historiografía y la bibliografía barroca, prefirieron enfretar el estudio de llos descomunales seres sustentándose en comentarios de informantes cercanos testigos, contrasstándolos con abundantes citas de autores clásicos, cada vez más rebuscados y eruditos. A pesar de algunos esfuerzos interesantes de tratadístas que dedicaron libros enteros a temática tan controvertida, los gigantes parecían condenados al olvido. Incluso las antiguas colecciones de curiosidades fueron perdiendo interés, dejando paso a los gabinetes de historia natural. Los cuernos de unicornios se transformaron en dientes de narvales, las sirenas en manatíes, y los huesos de gigantes en esqueletos de animales prehistóricos: la mítica existencia de los gigantes -carente de evidencias físicas- empezaba a desvanecerse.

No obstante, la aparición de la ciencia moderna no hizo decaer la atención por los gigantes y más bien daría un nuevo auge a estos seres mitológicos. Científicos y expertos naturalistas como Buffon o De Pauw tratarían de organizar el conocimiento del mundo natural. América les parecía sorprendente pero también un continente joven, demasiado mutable e inferior. Para demostrarlo recurrienron a forzadas categorizaciones, sugiriendo por ejemplo que los seres americanos eran de menores proporciones y a la vez sumamente inestables. Los postulados de Buffon serían resumidos por el propio Unane unos años más tarde en "Clima de Lima" (1806) de manera sintética:

"El sabio Conde Buffon estableció las cuatro proposiciones siguientes: 1ª, los animales que son comunes al antiguo y nuevo continente son más corpulentos en el primero que en el segundo; 2ª, los animales indígenas del nuevo hemisferio son menores que los aborígenes del antiguo; 3ª las especies de animales domésticos trasplantados de la Europa, han degenerado en América; 4ª esta parte de la tierra ofrece pocas familias que le sean peculiares" (Unane 1974, t 1, v 8, p 87).

Tales argumentos generaron como es lógico suponer una tremenda polémica y la animaversión de muchos estudiosos, promoviendo que la mayoría de los americanos y no pocos europeos impugnaran sus teorías. Las cartas, las comunicaciones científicas y los memoriales de los americanos se sucedieron, tratando de probar la veracidad de la existencia de los gigantes indianos como respuesta definitiva y contundente a los prejuiciosos argumentos de los naturalistas eurocéntricos. En esta confrontación los antiguos esqueletos, los restos de Santa Elena y los esquivos patagones se erigieron en pruebas incontrastables no sólo de la igualdad, sino de la supremacía de la naturaleza americana. Los detalles de esta larga discusión han sido ampliamente tratados por Antonello Gerbi en su obra "La disputa del Mundo Nuevo" (1982). Esta misma polémica sería el telón de fondo, y una de las motivaciones que llevaron a los redactores del Mercurio Peruano a comentar la noticia de la aparición del gigante Pedro Cano como una inocultable satisfación. No es casual que señalaran que el descubrimiento "podrá servir de preliminar a la Disertación que pensamos dar sobre la proceridad de los americanos", pues los mercuristas se enfrentaban a las posiciones de De Pauw y Buffon y pretendían desmentirlos con sus hallazgos. Lamentablemente este debate nunca llegó a consumarse debido a la extinción del Mercurio Peruano, y únicamente las anotaciones de Aristio abordaron el asunto.

Pero regresemos a las reflexiones de Unane. El médico peruano centró su árticulo en la descripción del cuadro clínico que Basilio Huaylas presentaba:

"Tiene de largo 7 pies castellanos, 2 pulgadas y algunas líneas. La distribución de sus miembros no está proporcionada. De la cintura para arriba son monstruosos. Tiene una tercia de cara, cinco sesmas de ancho de la espalda, y tan largos los brazos que, estando de pie derecho, las puntas de los dedos de las manos tocan las rodillas. De la cintura para abajo, se halla un poco desmedrado. La pierna derecha tiene una pulgada menos de longitud que la izquierda. Cuenta que en su niñez sufrió un golpe en la primera, y que de allí le proviene este defecto... No obstante lo delgado de sus piernas, sus pies pueden apostar con los de Pedro Cano. El peso total de su cuerpo es de 14,5 arrobas".

Luego de una descripción tan objetiva, concluyó el examen ocupándose de la alimentación de Huaylas. Por entonces, la gente creía que los frutos de la tierra no podrían abastecer una nación de gigantes, pues no habría territorio capaz de de mantenerlos satisfechos. Para hombres tan grandes "una manzana sería una guinda, y un melón una manzana". Sin embargo, el gigante peruano no era precisamente un glotón, pues "come regularmente y menos que la mayor parte de la infinidad de golosos que habitan en esta capital". Unanue sin embargo deja traslucir sus prenociones al aseverar que "es indio, y que ésta es la gente más parca del universo, cuando se mantiene a su costa. No sabemos lo que será, si se acostumbra ejecutarlo a la ajena; porque entonces, el indio más pigmeo, suele comer como un gigante".

Pero dejando atrás la simple descripción del fenómeno y las curiosas reflexiones que suscitaba, es interesante el estudio de las anotaciones de Aristio. Ellas nos permiten indagar el conocimiento de un estudioso que estaba a la vanguardia del pensamiento científico de finales del siglo XVIII. Unanue que en 1792 tenía 37 años, se había doctorado eb 1786, y tres años más tarde había ganado por oposición la Cátedra de Anatomía en un célebre debate con el doctor Tafur, que "revistió los contornos de un gran torneo científico por la calidad de los contenedores". Los jurados consideraron "justo premiar con (la cátedra ) las estudiosas tareas con que tan distinguido maestro ha acreditado su más fino e ilustrado talento" (Lastres, 1951, 46).

Pero además el nóvel catedrático se mantenía al tanto de las últimas obras europeas en temas científicos y médicos, imbuyéndose en los pricipios de la ilustración y participando en diversas tertulias filosóficas de la capital. Destacaba sobre todo la que se reunía en casa de Don José María Egaña, donde se comentaban y discutían las últimas novedades. Los tópicos curiosos no faltaban en estas discusiones ilustradas como se evidencia por otra colaboración presentada por Unanue en un número anterior al Mercurio, titulada "Descripción de un ternero bicípite seguida de algunas reflexiones sobre los monstruos" (1792: t IV, n 126, p 183). No sólo se trataba de estudiar el mundo físico sino también las deformaciones y monstruosidades que la naturaleza permitía. Unanue contiuaba de este modo los estudios sobre teratologías de Rivilla y Bonet.

No parece extraño que un académico de la talla del futuro prócer, que acostumbraba apoyarse en citas latinas tanto en sus discursos políticos, como en sus observaciones meteorológicas y estudios médicos, hiciera gala de una gran erudición en la temática de los gigantes. Remontándose a la tradición clásica, refería el caso del sobredimendionado emperador Maximino, que según la leyenda necesitaba hacer uso de sus rentas imperiales "para pagar su comida ordinaria que era de 40 libras de carne y 36 azumbres de vino". De esta manera se acogía a la antigua narración latina que aseguraba que sus emperadores Maximino y Joviano habían sido gigantes )Patrucco 1995:21). También mencionaba en el colofón de su artículo al mítico y crecido Tifón, intentando adornar su estudio con cierto sabor literario:

"hijo de Juno, que tocaba con la cabeza el cielo; con la una mano el Oriente y con la otra el Occidente; y de fuerzas tan desmedidas, que para oprimirlo, fue necesario le echasen encima todos los promontorios de Sicilia como lo cantó Ovidio".

Unanue concluía su artículo, incluyendo una traducción del ilustre poeta Ovidio:

"Se esfuerza muchas veces y se anima   Por levantarse; mas su diestra mano    Todo en Peloro Ausonio tiene encima.      Tu, Oh Paquino En  izquierda estás ufano. En sus rodillas Lilibea cima      Y en su cabeza Etnade Vulcano".

Las citas anteriores se explican dentro de la necesidad de presentar un artículo de sesgo científico a un público amplio pero cultivado. Era menester aportar ciertos visos literarios a los textos científicos, recurriendo a autores de extenso conocimiento público. Por el mismo motivo se pertía acotar el texto con jocosas verbigracias, como la del glotón Albín que participaba en la tarasca disfrazado de gigante y que comía sin descansar "cien melocotones, diez melones, quinientos higos y doce docenas de ostras" durante la celebración de una fiesta.

Retornando a la seriedad y el rigor propios de su estilo académico, prosigue su disertación afirmando que "los gigantes y los enanos son naciones antípodas cuya existencia es todavía un problema para los físicos y naturalistas". Considera que si bien las montañas de Madagascar son habitadas por pequeños quimios, es en la América meridional donde la naturaleza ofrece mayores pruebas sobre la existencia de los gigantes. De este modo Unanue se declaraba partidario de la tesis de la superioridad de la naturaleza de América sobre la europea, y pretendía enfrentar los equívocos de Buffon y De Pauw. En ello coincidía con los esfuerzos contemporáneos de Jefferson, quien desde su embajada en París, emprendía una labor ideológica semejante. El patricio norteamericano estcribió sobre la materia, estableció tablas comparativas donde se demostraba la falacia de las tesis despreciativas y recolectó y transportó desde su nativaVirginia elocuentes restos de gigantes, entre los que no faltaron osamentas de mastodontes y dinoterios.

Aristio en la noticia sobre "El gigante que acababa de ser conducido a esta ciudad", también refería la célebre y difundida leyenda de los gigantes de la Punta de Santa Elena, (situada en tierras al norte del virreinato peruano), lugar en la que habitó "cierta raza de hombres que de rodilla abajo tenían tanta longitud cuanta tiene en todo su cuerpo el hombre de más alta estatura". Esta fábula, mencionada por las más tempranas crónicas y publicitada hasta el cansancio en la literatura posterior, había surgido tras el descubrimiento de los huesos de antiguos animales de grandes proporciones, ennegrecidos por la brea de los cercanos yacimientos. Obviamente los observadores occidentales se basaron en una antigua leyenda indígena que intentaba asociar la aparición de los enigmáticos restos, con la llegada de hombres desconocidos de enorme estatura. Pero los españoles añadieron también lo suyo, dotando a los gigantes de costumbres sodomíticas, por lo que fueron castigados con fulminantes y angélicos rayos de fuego que los calcinaron en el acto (Patrucco, 1992; 113 y ss). Tal vez sea Acosta el cronista que más someramente relata el acontecimiento:

"Hay en el Perú unos gigantes que vivieron en aquellas partes, cuyos huesos se hayan hoy en día de disforme grandeça cerca de Manta en Puerto Viejo y en proporción debían de ser aquellos hombres más que tres (veces) tanto mayores que los indios de agora. Dicen que aquellos gigantes vinieron por mar, y que hicieron guerra a los de la tierra, y que edificaron edificios soberbios, y muestran hoy un pozo hecho de piedras de gran valor. Dicen más: que aquellos hombres, haciendo pecados enormes fueron abrasados y consumidos con fuego que vino del cielo..." (Acosta 1985 (1590):I, XIX, 53).

Unanue no desestimó la antigua narración, pero consideró necesario apoyar la difundida letenda con evidencias palmarias. El descubrimiento de unos gigantescos sepulcros en la zona de Chichas y Tarija, pareció brindarle indicios "que al parecer acreditan aquellas narraciones". Coincidentemente en aquel mismo año, Joseph de Corral y Norro había elevado un "Dictamen... sobre las osamentas de desmedida magnitud que se hallan en la Punta de Santa Elena, jurisdicción del gobernador de Guayaquil". Desconocemos si dicho informe fue consultado por nuestro articulista, aunque pudo haber tenido noticia de los hallazgos ocurridos durante la expedición de Corral y Norro.

Además el académico peruano había organizado un gabinete de historia natural, agenciándose algunos restos óseos entre los que destacaba "una muela de una momia descubierta en Tarija que pesa libra y media". A partir de lamuela infirió que el tamaño final de aquella osamenta constituiría el hallazgo de restos de gigante más importante de su tiempo. Se señalaba que "...por consiguiente, la momia de que se arracncó debía de ser de mucho mucha mayor estatura que el esqueleto desenterrado por Habicot, quien asegura que tenía 25,5 pies de alto". Nicolas Habicot era el autor de la "Gigantosteologie o discours des os d'un geant" (1613) obra en la que estudiaba y elogiaba el descubrimiento de un gigante encontrado en el Delfinado francés, ed 25 pies de largo. Por entonces se creía que tales huesos pertenecían a Teotobocus, el rey de los Cimbrios, contrincante legendario de Mario y Cátulo. Supuestamente había sido encontrado en un sarcófago con las inscripciones de Teotobucus Rex y rodeado por cincuanta medallas con la efigie de Mario.

La publicación de la Gigantosteologie... sería el comienzo de un largo debate que involucró a una serie de físicos y naturalistas franceses de la época de Luis XIII, monarca que acogió los restos y terció en la discusión. Unanue estaba al tanto de esta histórica polémica pues en las notas a su descripción de la estatura de la momia de Tarija, mencionaba también a Riolan, el principal detractor de Habicot, su apologista, acusándoles de falsificadores. Parecía de mucha osadía atribuir los restos a un personaje legendario. Riolan asumió que estas "piedras oseas o juegos de la naturaleza" eran meras formaciones calcáreas por medio de las cuales, se pensaba, la naturaleza se burlaba del hombre dándole forma de seres u objetos conocidos. Abundando en la materia, Riolan publicó más tarde la "Antigigantosteologie " (1618), con la cual cerró el célebre cíclo de dsicusiones luego de las cuales los huesos de Teotobocus cayeron en el más absoluto descrédito.

Pero si la discusión sobre Teotobocus era historia antigua, Unanue también estaba al tanto de publicaciones más modernas. Al referir en sus anotaciones científicas que la mencionada muela había sido arrancada a la momia encontrada en Tarija y enviada a Madrid por el marqués de Valle Umbroso, añadía "que en la navegación fue hecha presa de los ingleses que la llevaron a Londres". No sin cierta dosis de ingenuidad señalaba que "...si el Mercurio llegase por allá, podrán esos señores hacer cotejo, y ver si es cirto que el gigante pillado le falta la muela referida, dignándose avisarnos por medio de las 'Transacciones filosóficas'".

Las Transacciones filosóficas eran el órgano oficial de la Real Sociedad de Ciencias de Londres que había sido reactivado por Hans Sloan. Lo cual nos demuestra que Unanue y su círculo eran ávidos lectores de sus páginas. No en vano en otra parte del artículo mercurista, Aristio mencionaba a Sloan, tambie´n médico y naturalista, muerto unos años atrás, en 1753. En el "fin de sicle", los descubrimientos en historia natural del inglés todavía tenían vigencia y su célebre y citada colección de antiguedades, libros y piezas paleontológicas constituyó el fondo inicial del Museo Británico.

En el artículo sobre el gigante iqueño, Aristio hace gala de un amplio conocimiento bibliográfico sobre el tema, afirmando que se ha ilustrado con los textos de Jancourt, Buffon, Haller, Torrubia y Dauberton. Estas fuentes nos permiten seguir indagando sobre sus lecturas. Por ejemplo el mencionado Caballero Jancourt fue el redactor de la voz "Geant" en la Enciclopedie de 1757, la famosa obra francesa, en la cual apareció un extenso artículo donde las alusiones mitológicas eran abundantes, pero interpretadas de una manera alegórica y no literal. El espíritu racionalista postulaba que de aquellos relatos se podía deducir el valor, las hazañas y el temor que aquellos personajes habían inspirado pero nada más. También se enumeraban bajo la voz "geant" los principales descubrimientos contemporáneos, pero generalmente se desvirtuaba la validez de ellos, concluyendo que la mitología sobre gigantes era la manera como los pueblos engrandecían a sus héroes. Este argumento lo desarrollaría en "El Clima de Lima" (Patrucco 1995: 135). Sobre Jorge Luis de Leclerc, Conde de Buffon podemos mencionar sus teorías sobre la degeneración americana, pero hay poco que podamos añadir. Tanto su "Historia natural" como la obra de algunos de sus epígonos era ampliamente conocida y comentada en el medio, como lo comprueban las muchas críticas que estas obras produjeron en el nuevo continente.

Albert von Haller era en cambio un riguroso médico y naturalista suizo, que realizó hasta su muerte en 1777, importantísimos hallazgos en el campo de la anatomía y la fisiología. En sus obras "Iconoes Anatomicae" (Gotinga 1750), "Opuscula anatomica minora" (Lausana 1768) y muy especialmente su "Opuscula patalogica" (Lausana 1755) analizaba los comportamientos anómalos del ser humano y debieron ser de gran interés para el ilustrado peruano y su círculo. En su artículo del Mercurio, Unanue se declaraba adláter del renombrado científico diciendo que "por lo común los huesos de las piernas (de los gigantes) no engruesan en proporción; así no pudiendo sostener la grave mole de la caja del cuerpo se encorvan y debilitan...".

Sería muy extenso proseguir la disertación de Unanue, que se dedica a explicar la flacura de los miembros de Basilio Huaylas comparándoloo con otros hallazgos citados por Haller: "por eso según testifica Haller el gigante Macgrat era estevado y flojo y el nuestro no tiene cara de ser valiente". Pero también se toma la libertad de discrepar en algunos puntos de detalle, aunque concordaba con las opiniones de Haller sobre las proporciones de los seres que habitan a diferentes alturas y las locaciones en los que estos hallazgos debían realizarse:

"Como los lugares de la América meridional en que se encuentran todos estos despojos son las tierras llanas y no hay noticias de haberse descubierto en las sierras elevadas y quiebras del Perú, parece que ellos confirman la opinión de Alberto Haller de ser más corpulentos de los que habitan los llanos que los que pueblan los montes".

Unanue se adelantaba dos siglos a la moderna fisiología de la altura, que busca comprender los cambios orgánicos que se producen cuando se vive en las zonas cordilleranas de nuestro país. Su espíritu racionalista lo llevaba también a cubrirse las espaldas de cualquier crítica entorno a la presunta naturaleza no humana de estos seres. Siguiendo a Haller, formulaba las siguientes afirmaciones:

"Pero se dirá que no son despojos de racionales sino de irracionales, no terrestres (porque no hay memoria de que hubiese corpulentos antes de la conquista hecha por los españoles) sino marinos, restos del diluvio universal. Abrazamos desde luego la esta opinión; pero preguntamos ¿por qué no se encuentran en las profundas quebradas de la sierra, en que era más natural se empozasen y pereciesen, al retirarse las aguas?"...

El franciscano español José Torrubia, fallecido en 1768, también era nombrado en el repertorio consultado por Unanue. Este naturalista andaluz publicó el "Aparato para la historia natural española" (1754) y reunió una larga serie de "disertaciones phisicas" sobre estos desmesurados seres, que apareció bajo la forma de opúsculo. De este modo las casi cincuenta páginas del capítulo décimo de su obra , fueron editadas bajo el título de "Gigantología Española" (1754). Torrubia revisaba los textos de cronistas al tiempo que se mantenía informado de las más modernas gacetas científicas del momento. Rebatía al propio Sloan y combatía las teorías de Benito Fejoo y Montenegro, autor del "Teatro crítico universal o dicursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes" (1740). Tanto Feijoo como Sloan suponían que los huesos americanos no eran humanos sino provenientes de elefantes, a lo que Torrubia respondía que era difícil sostener tal argumento, pues en América abundaban los gigantes y en cambio no se conicían los paquidermos. El franciscano recolectó todas las evidencias posibles sobre la existencia de estos desmesurados habitantes de Indias y se erigió en defensor de la superioridad natural del nuevo orbe y en apologista de su mítica grandeza. Su gigantología española debió circular profusamente en los virreinatos de América y fue lectura obligada de los estudiosos de ciencias. De esta menera ayudó a extender la variada bibliografía sobre los gigantes americanos, recopilando literatura médica de los más renombrados científicos europeos de la época y hasta informes de los médicos de la corte de los Borbón.

Lo que sí parece extraño es que Unanue no mencionara la obra de Rivilla y Bonnet, aunque deja constancia de su conocimiento por una mención hecha en un artículo previo sobre monstruosidades animales. Tal vez un sesgo excesivamente escolástico al abordar a los gigantes, restó interés a dicho tartado de teratología impidiendo que fuera utilizado como fuente de primera mano. No ocurrió lo mismo con las obras de Luis Juan María Dauberton, muerto en 1799, quien trabajaba con Buffon en la "Historia natural". Correspondió al primero realizar la tediosa tarea de las disecciones y descripciones anatómicas de los especímenes. El médico trabajó co tanto ahínco y logro tal celebridad con sus estudios que Buffon pronto lo apartó de las investigaciones, temeroso de que pudiera opacarlo, llegando al extremo de intentar ridiculizarlo públicamente. Recién cuando Dauberton asumió la dirección del Gaitnete de Historia Natural, pudo continuar sin contratiempos sus apasionantes estudios, cuyos resultados aparecieron sucesivamente en las gacetas de la Sociedad de Medicina y de la Academia Francesa de Ciencias. También participó en la redacción de la "Encilopdia", haciéndose cargo de la introducción de la Historia Natural de Hombr, que se puede ubicar en el tomo primero. Dauberton era bastante conocido para Unanue, quien recurría a él para sustentar algunas precisiones sobre el estudio de las proporciones de Basilio Huaylas. Recuerda las opiniones de Dauberton en torno del falaz hallazgo de Teotobocus, rey de Cimbria, ya bastante olvidada desde un siglo atrás, aunque disentía de algunas importantes conclusiones del sabio francés, a propósito del caso del gigante indígena.

"...se diría también ser falsa la relación que nosotros hacemos de Basilio Huaylas; pues dándole cerca de tres pies de latitud a sus espaldas, no debería corresponderle siete pies de alto sino más de doce. Ysi las medidas hubiesen de deducir de sus manos y dedos, apenas se le podría dar de 5 a 5,5 de altura; pues ni la palma de la mano corresponde a lo largo de sus brazos, ni menos sus dedos que aunque gruesos, son bien cortos."

La escrupulosisdad de Aristio lo llevaba a revivir una vieja polémica, y oponerse a Dauberton, uno de los pro hombres de la ciencia moderna occidental, cerrando filas momentaneamente con el desprestigiado Habicot, que sostenía la asimetría de los seres desproporcionados. Contrariando a Dauberton, Aristio anotaba:

"En los gigantes, así como en los enanos, no se ha de buscar aquella sabia y hermosa simetría que sigue la naturaleza en el resto de los hombres. Son aquellos unas variedades, o unas producciones monstruosas, que se aparten por lo común del orden regular; y así como no sería racional negar la existencia de los bicípites, porque todos los hombres tienen una sola cabeza, tampoco se podrá la de los gigantes, porque noo guerdan la proporción de sus miembros."

De esta manera Don Hipólito Unanue se unía a los ideales de los mercuristas, quienes desde el comienzo de su publicación habían propugnado que "más nos interesa el saber lo que pasa en nuestra nación que lo que ocupa al canadiense, al lapón o al musulmano" (Prospecto Y, p. 5). El todavía ignoto universo americano exigía no cerrar los ojos a cuanto fenómeno o hallazgo pudiera producirse. Todo debía ser pensado y esstudiado, incluso la posibilidad de la existencia de seres como los gigantes. Si bien el Mercurio se había interesado principalmente por el " homo oeconomicus", productor de la riqueza y la vitalidad de estos reinos de ultramar, la revista no era agena a las preocupaciones del hombre común, que también se dejaba seducir por todo lo desconcertante y maravilloso. Desde los ojos de hoy los mercuristas a través de Unanue no desdeñan aprehender este cosmos americano desde una presepectiva minimalista, enfatizando también los desvios de la naturaleza, los rasgos atípicos que conviven con las regularidades. El bagaje intelectual del que Unanue disponía para acometer sus estudios y descripciones científicas vinculaban a un mismo tiempo los conocimientos clásicos, la producción intelectual colonial y los más modernos aportes extranjeros. La afirmación de una conciencia criolla requería borrar las barreras impuestas por el pacto colonial,, que entre otras cosas impedía la universalización del espíritu científico. Los propios mercuristas anunaciaban esn sus principios editoriales:

"La escasez de noticias que tenemos del país mismo que habitamos y del interno, y los ningunos vehículos que se proporcionan para hacer cundir en el orbe literario nuestras naciones, son las causas de donde nace que un reino como el peruano, tan favorecido de la naturaleza en la benignidad del clima y en la opulencia del suelo, apenas ocupe un lugar muy reducido en el cuadro que nos trazan los historiadores" (Prospecto, I, 3).

Los mercuristas pretendían suplir la falta de información en que se debatía el nuevo continente. La España americana ya no pidía entenderse desde una cultura eurocéntrica de tres siglos de duración. Unanue representaba de esta forma la eclosión del pensamiento criollo, que consideraba su misión principal el dscubrimiento del reino de Perú. Sólo el cabal "descubrimeiento del país que habitamos" permitiría entender un "nosotros" todavía incipiente pero promisorio y de esta manera integrarnos al cuadro de las naciones de la época, al universo conocido. No es casual que dentro del espíritu rebelde de la época, Jefferson y Unanue coincidieran en sus afanes emancipatorios y en la reivindicación de la historia natural del nuevo mundo. La gigantomaquia esbozada por el prócer peruano respondía a una inquietud racionalista. Pero también constituía una pieza más del mosaico de la aún inescrutadanaturaleza americana.

Nota sobre la obra El Clima de Lima: Unanue  escribía "A pesar de la distancia en la que hoy moran diferentes naciones de la tierra, se encuantra en sus tradiciones que sus antepasados vieron un mismo objeto, cuya descripción o imagen fueron después aplicando, según las ocurrencias análogas que les ofrecían sus opiniones, religión  o costumbres. Yehová en medio del magestuoso aparato de los relámpagos y tuenos desciende a la cima del Sinaí a intimar la ley a los hebreos. Esta augusta imagen del poder y la grandeza divina, es luego aplicada a Júpiter, vibrando rayos contra el ejército griego desde la cúspide del Ida, y el grande hombre, no aparece de otro modo sobre los montes de Ohio para exterminar con sus dardos un feroz animal que asolaba las campiñas. Así también bajó en otro tiempo el Angel Celeste sobre la Punta de Santa Elena, en la América meridional, para arruinar una raza impura y feroz de gigantes que habiendo aportado allí de regiones desconocidas asolaba el país. Los indios de uno y otro hemisferio comprueban la verdad de sus tradiciones con las grandes muelas que se hallan enterradas en los sitios indicados. En el Perú se encuentran igualmente con otros huesos de enorme magnitud en la provincia de Chichas, cerca del trópico de Capricornio y no fatan rastros de ellas en el reino de Chile (Unanue, 1974 (1806): t 1, v 8, 98-9)".


 

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© Jesús H. Antelo. A Coruña, julio de 2000

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