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            ESOTERISMO

Masonería Universal. Familia Gallega. Una Forma de Sociabilidad. Exposición 1814-1996.¿QUÉ ES LA MASONERÍA?

Qué es la Masonería?. Ante todo no olvidemos nunca que se trata de una asociación de personas, de seres humanos de carne y hueso, con sus debilidades y defectos, motivados mucho más que por unos intereses comunes a unirse y trabajar desinteresadamente por mejorar tanto la sociedad como al propio individuo. La Masonería, como ocurre en toda libre asociación o institución está reglada, contiene normas por las que los que sus miembros se rigen y forjan el ideal masónico. En un intento más de que personas con distintas creencias religiosas, culturas, inclinaciones políticas, etc se sienten a dialogar y trabajar por un ideal común en un marco de respeto muto, libertad y tolerancia, la Masonería pone los medios necesarios para que ésto pueda ser posible. Solo es responsabilidad de cada individuo el que los ideales sean respetados para que la Masonería tenga realmente sentido, de lo contrario, el ideal masónico nunca abandonará el papel en el que está escrito. La Masonería es poner en práctica un ideal, ni más ni menos. Algo tan simple y tan complicado a la vez... La Masonería, es pues, la suma de los comportamientos individuales de todos y cada uno de sus integrantes. No cabe esperar, por lo tanto, encontrarnos con ningún "milagro sociológico", no esperemos de ella, como institución, más de lo que podamos esperar de las personas que la componen. (Her:. J.H. Antelo.)

La Masonería es un fenómeno histórcio que está presente constantemete a lo largo de estos tres últimos siglos. Y sin embargo pocos temas, incluso hoy día, se manifiestan tan polémicos y controvertidos. El famoso contubernio judeo-masónico-comunista llegó a hacerse familiar, si bien muy pocos sabían   de hecho lo que significaba o intentaba camuflar. La masonería se había convertido en un recurso fácil sobre el que echar la culpa de todo lo malo, tanto en el terreno político, como en el religioso, social, e incluso histórico.

Hoy  día ya empiezan a ser numerosas las publicaciones que se ocupan con un crterio científico, histórico y objetivo de esta asociación más discreta que secreta, a pesar de que la Real Academia de la Lengua le haya definido, en 1979, como una "Asociación secreta de personas que profesan princicios de fraternidad mutua, usan emblemas y signos especiales y se agrupan en entidades llamadas lógias". Definición que ha venido a sustituir a la que quizá, excesivamente simplista, se recogía en el diccionario de la misma Real Academia, donde la masonería se definía como "una asociación secreta en que se usan varios símbolos tomados de la albañilería, como escuadras, niveles, etc".

HISTORIA Y LEYENDA

BIBLIA.gif (60856 bytes)Pero, ¿es en verdad una asociación secreta?, ¿su fraternidad es exclusiva?, ¿cuál es la ideología o el credo masónico?. Y sobre todo, ¿cuál es su verdadero en nuestra historia?, ¿hasta dónde llega el mito, y dónde empieza la realidad?.

Se habla poco de la masonería medieval operativa, constructora de catedrales y se ha novelado demasiado la nueva masonería especulativa o filosófica, nacida en Londres, en 1717. Se insiste mucho en el anticlerialismo masónico, y a veces se olvida el antimasonismo clerical. Se ha insistido en la importancia de la masonería en el siglo XVIII español, cuando de hecho apenas existió al estar severamente prohibida y perseguida, desde 1738, por la iglesia católica, a través del Tribunal de la Inquisición, y por los reyes de la época en especial por Fernando VI y su hermano Carlos III cuya obsesión antimasónica tan solo se puede comparar a la que en el siglo XIX tuvo Fernando VII, o en el siglo XX el general Franco. Se habla del influjo masónico-liberal en la elaboración de la Constitución de 1812, y se silencia que las cortes de Cádiz, por medio del Consejo de Regencia, prohibieron la masonería en 1812.

Se repite hasta la saciedad la vinculación masónica de los próceres de la independencia de la América española, en especial la de Bolivar, olvidando que, en 1828, el mismo Bolivar prohibió la masonería en Bogotá. Se confunden logias masónicas con logias patrióticas, o si se prefiere se identifican las sociedades patrióticas con las sociedades secretas, y a éstas sin más, con la masonería. Se dan listas interminables de ilustres políticos, militares, itelectuales y artistas masones que nada tuvieron que ver con la masonería como Floridablanca, el conde de Aranda, Jovellanos, Urquijo, Daoiz y Velarde, Palafox, Espoz y Mina, Castaños, Porlier, Torrijos el empecinado, Mendizabal... y tantos otros y sin embargo se silencian otros personajes ilustres que sí fueron masones como Santiago Ramón y Cajal, Tomás Bretón de los Herreros, Juan Gris, Arturo Soria, Juan de la Cierva, etc. También se insiste en la importancia de la masonería en la preparación de la revolución de 1868 y en advenimiento tanto de la primera, como de la segunda República cuando lo correcto sería preguntarse si más bien no fue la masonería la que se benefició de esas situaciones políticas que implantaron una libertad antes inexistente. Se identifica la masonería con el comunistmo, cuando hoy en día en los únicos países donde está prohibida la masonería -junto al Irán del Ayatolá Jomeini- son los países comunistas, según decisión adoptada ya en 1921 en el Tercer Congreso de la Tercera Internacional.

Sin embargo la masonería, o si se prefiere el ideal masónico, sí tuvo algo que ver con la difusión de ciertas ideologías más o menos conexas con el mundo de la educación, como la escuela moderna de Ferrer y Guardia, con la Institución libre de la Enseñanza, con la escuela única, con los librepensadores, con el laicismo en la enseñanza... ya que una de las máximas preocupaciones de la masonería ha sido siempre todo lo relacionado con la formación del hombre en sus distintas etapas de la vida.

Nos movemos, pues, en un terreno histórico-polémico y resbaladizo-, en muchos casos por hacer, dode los datos y las contradicciones son frecuentes tanto en los apologistas de la masonería, como en sus detractores. La masonería que cuenta hoy en todo el mundo con más de siete millones de miembros, a la que han pertenecido y pertenecen grandes figuras del campo de la historia mundial, de la milicia, de la política, de la ciencia... sigue siendo en gran medida algo desconocido y misterioso -cuando no tenebroso- para el gran público. Frente a una asociación iniciática, filantrópico-cultural, conocida y respetada en no pocas naciones, como Inglaterra, EE.UU., Holanda, Alemania, Suecia, Brasil, etc., donde se conocen sus miembros y sus obras, en otros países más típicamente latinos, como el nuestro, la sola palabra masonería es casi sinónimo de mal o insulto. Viene a ser una materialización de los poderes de las tinieblas, algo demoniaco e infernal en el mejor de los casos se piensa en un arribismo sin escrúpulos y sin freno.

       REFLEXIONES PREVIAS

Sería interesante hacer un análisis del porqué y cómo se ha llegado a esa situación en España, pero nos llevaría muy lejos, ya que habría que realizar un análisis no solamente histórico, sino de sociología religioso-política. En cualquier caso tres parecen ser los factores o grupos ideológicos que han contribuido a ello: la Historia, la Política y la Iglesia; si bien los tres suelen ir, en muchas ocasiones, entrelazados, resultando difícil dslindar terrenos, y saber donde termina uno y empieza el otro.

Frente a los antiguos masones o albañiles de la Edad Media, constructores de catedrales de piedra en las que dar culto al Gran Arquitecto del Universo, la masonería contemporánea se presenta como una asociación defensora de la dignidad humana y de la solidaridad y fraternidad, siendo su objetivo conseguir el perfeccionamiento moral y cultural de sus miembros mediante la construcción de un templo simbólico dedicado a la virtud.

La masonería actual utiliza un lenguaje y rituales simbólicos tomados de los gremios y logias de albañiles (masones) medievales, de los que han guardado sus emblemas y terminoligía dándoles un sentido ético espiritual. Así, por ejemplo, el triángulo equilatero, cuyos tres lados representan la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, que deben reinar entre los masones. Viene a ser, pues, una declaración abreviada de los derechos y deberes humanos fundamentales, y se coloca siempre, de modo que la Libertad y la Igualdad descansen sobre la Fraternidad. Por su parte la escuadra y el compas significan respectivamente la rectitud con que debe marchar el masón por la vida, y la equidistancia que debe guardar respecto a todos los hombres. El masón debe colocarse siempre "entre la escuadra y el compas", lo que equivale a decir que debe esforzarse por ser justo en sus apreciaciones y en su conducta, sin dejar nunca de ser fraterno con todo el mundo.

A modo de sístesis, que nos sirva de punto de partida, podríamos decir que la masonería no es un partido político, ni un sindicato, tampoco es una religión, ni una secta, y ni siquiera es en la actualidad una sociedad secreta, aunque naturalmente tenga sus secretos como cualquier otra institución. Por supuesto tampoco tiene nada que ver con toda esa serie de leyendas con que -en algunos países como el nuestro- se le ha rodeado, y donde solo el nombre de masón evoca misas negras, culto a Satanás, venganzas sangrientas... y todo un cúmulo de fábulas que en no pocos casos han llegado a cobrar consistencia y ser creídas sin más desde la más tierna infancia.

ORÍGENES DE LA MASONERÍA

Si nos atuviésemos a los que ciertos escritores han dicho sobre el particular nos encontraríamos con más de cuarenta opiniones diversas. Desde los que hacen fundadores de la Masonería a Adán, Noé, Enoch, Moisés, Julio Cesar, Alejandro Magno, Jesuscristo, Zoroastro, Confucio etc, etc., hasta los que atribuyen dicha paternidad a los Jesuitas, RosaCruces, Templarios, Judíos, etc, pasando por los magos, maniqueos, labigenses, esemios, terapeutas, etc.

Sin embargo la realidad, y en este caso la verdadera historia, es mucho más sencilla. Las sociedades del orden que sea, religiosas, políticas, profesionales, económicas o comerciales, observaban antaño un ritual durante sus reuniones; tenían símbolos, programas y palabras de orden o contraseñas. En la antiguedad y en la Edad Media, normalmente lo que se aprendía se tenía escondido. Así se comprende por qué era tan difícil, sino impposible, el pasar de una clase a otra, o incluso el cambiar de oficio. Estas asociaciones o sociedades correspondían a grupos o categorías sociales, y unos y otros, por interés o por miedo, solían guardar celosamente sus secretos. Asociaciones semejantes se formaron en todos los cuerpos de oficios. Y asociaciones de este tipo han existido siempre, y siguen existiendo en nuestros días, con gran variedad de colores, matices e ideologías, tanto políticos comoo religiosos.

Pero pocos gremios del medievo han tenido tanto influjo y repercusión en la historia posterior como el de los constructores, hoy día señalado de forma inequívoca como originario de aquella masonería operativa, que posteriormente, a comienzos del siglo XVIII, daría paso a la actual masonería especulativa, tan distante en sus fines, pero tan igual en sus ritos y ceremosnias de iniciación, en su nomenclatura y organización.

El gremio de los albañiles era uno de los mejor organizados y más exclusivos de la Edad Media. Alcanzar el puesto de maestro albañil equivalía a convertirse en una de las figuras más importantes del país. En Europa existió, con varias formas, una organización sumamente desarrollada de este oficio.

La logia era un obrador y un refugio, y en ocasiones podía ser incluso un edificio permanente. De ordinario era una casa de madera o piedra donde los obreros trabajaban al abrigo de la intemperie, pudiendo contener de doce a veinte canteros. En realidad, desde el punto de vista laboral, era una oficina de trabajo provista de mesas o tableros de dibujo, en la que había un suelo de yeso para trazar los detalles de la obra. Desde el punto de vista administrativo, la logia era también un tribunal, en el que el grupo de hombres que en ella se reunía estaba bajo la autoridad del maestro albañil, quien mantenía la disciplina y aplicaba las normas del oficio de la construcción.

La construcción de grandes edificios públicos establecía vínculos de estrecha relación entre los artistas y los operarios durante el largo lapso de tiempo en que habían de convivir. Y así surgía una comunidad de aspiraciones estable y un orden necesario por medio de una subordinación completa e indiscutible. La cofradía de los canteros estaba formada por aquellos operarios hábiles que abarcaban por una parte los obreros encargados de pulimentar los bloques cúbicos, y por otra los artistas que los tallaban, y los maestros que eran los que dibujaban los planos.

Allí donde se acometían obras de alguna importancia se construyeron logias, y a su alrededor habitaciones convertidas en colonias o conventos, ya que los trabajos de edificación duraban varios años. la vida de estos trabajadores estaba reglamentada por estatutos, cuyo fin principal era lograr una concordia completamente fraternal, porque para realizar una gran obra era indispensable que se convergiera la acción de las fuerza unidas.

      MASONES MEDIEVALES

Como todos los gremios medievales, también los albañiles tenían sus patronos protectores, que eran honrados con solemnes fiestas. Estos eran los dos San Juan, el Bautista y el Evangelista, más conocidos con el nombre de San Juan de verano y San Juan de invierno, y en especial los Cuatro Santos Coronados, quienes figuran en lugar destacado en los correspondientes Estatutos de los Picapedreros de la época.

No cabe duda que los albañiles medievales disfrutaban de una situación social relativamente elevada, y tendieron hacia la creación de una profesión arquitectónica cuyos miembros eran considerados como individuos que ejercían un arte liberal, más bien que un oficio básico. Su encumbrada posición se percibe también en la iconografía medieval de dios padre, como Creador, dibujando el universo con un compás. El concepto de "Gran Arquitecto del Universo" se remonta, por lo tanto, mucho más allá de la moderna expresión de la idea.

Con cierta frecuencia se reproduce en las biblias ilustradas y en cuadros posteriores en los que la nota dominante es el gran compás con el cual Dios traza el límite del Universo. Compás, que es un instrumento típicamente medieval, y no -como podría creese a primera vista- demasado grande. Con él, el maestro albañil podía trasladar el diseño de un croquis previo más pequeño al tamaño real, en un suelo cubierto de yeso.

En Inglaterra, en 1350, aparece por primera vez la denominación de Francmasón o de free-stone-mason, es decir, del albañil libre que trabaja la piedra de adorno, para distinguirlo del rough-mason, trabajador tosco, comunmente aplicado a los canteros ingleses.Se encuentra en un Acta del Parlamento, correspondiente al año veinticinco del reinado de Eduardo III. Posteriormente, por abreviación, se llegará a la expresión hoy día conocida de freemason.

INICIACIÓN MASÓNICA

Tanto los picapedreros alemanes como los obreros libres ingleses, al reunirse en logias, formaban verdaderos gremios (gildes) de los oficios, que eran a la vez entidades reconocidas oficialmente con derechos políticos, y cofradías o corporaciones libres que poseían la doctrina secreta del arte. Fallou y Heideloff describen y comentan los usos de los masones, canteros y carpinteros de Alemania, en lo relativo a la recepción o ingreso en la entidad, el derecho de logia, los exámenes y el ejercicio de hospitalidad, usos y costumbres que se han perpetuado con gran fidelidad hasta nuestros días en los ritos de iniciación masónica.

Terminado el período de aprendizaje, el neófito solicitaba el ingreso, al igual que en las gildes, previa presentación de la prueba de honrradez y legitimidad de su nacimiento. Considerábase deshonroso el ejercicio de determinadas profesiones, que impedían que el solicitante fuerra admitido, extendiéndose la prohibición a sus hijos. El neófito recibía un signo (los célebres signos lapidarios de los edificios románicos y góticos) que debía reproducir en todas sus obras y era su marca de honor.

El hermano que le había propuesto se ancargaba especialmente de su dirección. En un día determinado se presenta el aspirante en el lugar en que se reunía el cuerpo del oficio, una vez dispuesto por parte del maestro de la logia el salón destinado a tal objeto. Por considerarse ese lugar consagrado a la paz y concordia, efectuaban los cofrades su ingreso desposeidos de armas. Acto seguido, el maestro declaraba abierta la sesión.

 

El compañero encargado de la preparación del neófito, siguiendo una costumbre pagana, le obligaba a adoptar el aspecto de un mengigo. Despojábasele de las armas y de los objetos metálicos; se le desnudaba el pecho izquierdo, y con una venda en los ojos se le conducía a la puerta que daba acceso al salón, la cual se abría después de haber llamnado en ella dando tres fuertes golpes. El segundo presidente guiaba al recipiendario hacia el maestro y éste le hacía arrodillarse mientras se eleveba una plegaria al Altísimo. Luego el candidato daba tres vueltas alrededor del salón, y situándose ante la puerta ponía los pies en ángulo recto, y daba tres pasos hasta llegar al sitio que ocupaba el maestro, quien tenía una mesa delante, y encima de ella se hallaba colocado el libro de los Evangelios abierto, y además la escuadra y el compás. El candidato extendía la mano derecha jurando fidelidad a las leyes de la cofradía, aceptar todas las obligaciones y guardar el más absoluto secreto acerca de lo que sabía y de lo que aprendiera en lo sucesivo. Terminadas las ceremonias del juramento, se quitaba el neófito la venda, mostrándole la triple gran cruz. Se entregaba un mandil nuevo, se le daba a conocer la palabra de paso, designándole el sitio que debía ocupar, y finalmente el saludo y el toque que posteriormente usasban los aprendices francmasones.

MASONERÍA MODERNA

El paso de la masonería medieval de los constructores de catedrales (masonería operativa) cuyos miembros se obligaban a ser buenos cristianos, a frecuentar la iglesia y a promover el amor de Dios y del prógimo, a la masonería moderna (masonería especulativa) puede seguirse a través de una serie de documetnos que permiten apreciar la transición. Estos se encuentran, sobre todo, en la famosa Gran Logia de Edimburgo, que tenía sus reuniones en la St. Mary Chapel. Precisamente la St. Mary Chapel Lodge de Edimburgo ha conservado sus archivos completos desde 1599. Estos archivos nos permiten constatar que poco a poco a lo largo del siglo XVII aparecen en los procesos verbales, al lado de los verdaderos operarios que trabajaban la piedra, otros personajes de los que consta ejercían una profesión totalmente diferente: abogados, mercaderes, cirujanos, etc.

En aquella época asistían a las reuniones masónicas los aficionados al arte de la construcción, a título de accepted masons o miembros honorarios. más conocidos por el nombre de "masones aceptados". Solía tratarse de aquellos personajes de la alta sociedad que patrocinaban a los gremios, y les prestaban ayuda. Por regla general éstos salían de los que financiaban las catedrales o monasterios. En el siglo XVI las construcciones de este tipo de edificios llegaban a su término, y los masones se dedicaron más bien a la construcción de edificios profanos.

Por otra parte la aparición de las Acacdemias de Arquitectura -en especial en Italia- quitó razón de ser al sistema gremial de aprendizaje de la construcción, con todo lo que esto lleva de ritual y transmisión de los secretos del oficio. Al cesar, pues, la edificación de las grandes catedrales, las hermandades y logias masónicas fueron paulatinamente quedando en manos de los miembros adoptivos. De ahí que aquella organización profesional de los constructores de catedrales derivara hacia esa otra masonería, no ya operativa, sino especulativa, que tomó cuerpo a partir de 1717, y en especial con las Constituciones de Anderson en 1723.

El período de transición abarca fundamentalmente de 1660 a 1716, época de transtornos civiles, y que había concentrado en Inglaterra a la mayor parte de los masones operativos europeos a fin de reconstruir la cuidad de Londres prácticamente destruida a raíz del incendio de 1666. El proceso se cierra en 1717, fecha que señala convencionalmente el nacimiento de la franc-masonería moderna, cuando cuatro logias de Londres, cuyos miembros eran exclusivametnte "especulativos" o adoptados, fundaron la Gran Logia de Inglaterra, y esbozaron una Constitución a base de ceremonias y reglas tradicionales de las antiguas logias operativas.

A partir de entonces se verificó un camino en la orientación de la hermandad masónica, pues, aunque se conservó escrupolosamente el espíritu de antigua cofradía, con sus principios y usos tradicionales, se abandonó el arte de la construcción a los trabajadores de oficio, si bien se mantuvieron los términos técnicos y los signos usuales que simbolizaban la arquitectura de los templos, aunque a tales expresiones se les dio un sentido simbólico. Apartir de aquel período, la masonería se transformó en una institición, cuya característica era la consecución de una finalidad ética, susceptible de propagarse por todos los pueblos civilizados.

Desde un punto de vista jurídico, fue una victoria del derecho escrito sobre la costumbre, naciendo un nuevo concepto: el de obediencia o federación de logias. En adelante es aquí donde residirá la soberanía, ya que únicamente la Gran Logia de Inglaterra tendrá autoridad para crear nueva logias, con lo que, de hecho, surge una legitimidad masónica llamada masonería regular.

LAS CONSTITUCIONES DE ANDERSON

La redacción de las Constituciones que en adelante iban a ser la pauta a seguir por la Orden del Gran Arquitecto del Universo corrió a cargo de dos pastores protestantes: John Th. Désanguliers y James Anderson. El nombre de este último es el que figura en el frontispicio de las Constituciones, o por lo que en adelante serán conocidas por el nombre de las "Constituciones de Anderson". La primera edición apareció en 1723.

De una forma simbólica se hace constar en ellas que a partir de entonces ya no será la catedral un templo de piedra a construir, sino que el edificio que habrá de levantarse en honor y glolria del Gran Arquitecto del Universo será la catedral del Universo,es decir, la misma Humanidad. El trabajo sobre la piedra bruta destinada a convertirse en cúbica, es decir, apta a las exigencias constructivas, será el hombre, quien habrá de irse puliendo en contacto con sus semejantes a través de una enseñanza en gran parte simbólica. Cada últil o herramienta de los picapedreros recibirá un sentido simbólico: la escuadra, para regular las acciones; el compas, para mantenerse en los límites con todos los hombres, especialmente con los hermanos masones. El delantal, símbolo del trabajo, que con su blancura indica el candor de las costumbres y la igualdad, los guantes blancos que recuerdan al francmasón que no debe jamás mancharse las manos con la iniquidad; finalmente la Biblia, para regular o gobernar la fe.

La Masonería se convertirá, pues en un lugar de encuentro de hombres de cierta cultura con inquietudes intelectuales interesados por el humanismo como fraternidad, por encima de las separaciones sectarias, que  tantos sufrimientos habían acarreado a Europa la Reforma, por una parte y la Contrarreforma, por otra. Les animaba el deseo de encontrarse en una atmósfera de tolerancia y fraternidad. El artículo fundamental de las Constituciones de 1723 los subraya claramente al exigir a todo masón la creencia en Dios como medios de conciliar una verdadera amistad entre sus miembros.

Otro artículo precisa que ningún ataque o disputa serán permitidos en el interior de la logia, y mucho menos polémicas relativas a la religión o a la situación politica.

ESCUELA DE FORMACIÓN HUMANA

La Masonería se puede considrar, pues, desde su nacimiento, como una escuela de formación humana, en la que, abandonadas completamente las enseñanzas técnicas de la construcción, se transformaba en una asociación cosmopolita que acogía en su seno a hombres diferentes por la lengua, la raza, e incluso por sus convicciones políticas, pero que coincidían en el deseo común de perfeccionarse por medio de una simbología de naturaleza mística o racional, y de la ayuda a los demás a través de la filantropía y la educación.

Las Constituciones de Anderson pretender comprometer al francmasón a la construcción de un templo de amor o fraternidad universal basado en la sabiduría, la fuerza y la belleza, que constituyen los tres pilares o las tres luces de dicha organización. Sus adeptos se consideran hermanos, practican una democracia interna que lleva consigo la rotación de cargos, mantienen un cierto secreto en cuanto a las personas, y adoptan una particular simbología que llega a constituir un auténtico lenguaje dirigido no solo al entendimiento, sino también al sentimiento y a la fantasía, comprometiéndose a practicar la tolerancia, a luchar contra el fanatismo religioso y contra la ignorancia. Y debido a las condiciones ambientales y culturales, desempeñaron una notable actividad en el terreno filantrópico y educativo.

El fin de la masonería, a la luz de sus Constituciones, consiste en la cosntrucción de un templo de amor o fraternidad univesal basado en la sabiduría, en la fuerza, en la belleza, en la práctica de la tolerancia religiosa, moral y política, en la lucha contra todo tipo de fanatismo y en el ejercicio de la libertad.

Por lo tanto el francmasón de la Ilustración estará marcado por una doble finalidad: el perfeccionamiento del hombre, y la construcción de la Humanidad. Doble objetivo que está intimamente ligado, pues, al desarrollarse el individuo, se desarrolla la Humanidad a través de un mutuo perfeccionamiento. y de una continua interacción educativa. Tarea intelectual y civilizadora al mismo tiempo, realizada a través de la filantrtopía o de la moral pura, de la discreción y del gusto por las artes y el humanismo.

DIVISIONES Y DESVIACIONES

Pero si del siglo XVIII pasamos a épocas más recientes observamos que la Masonería de obediencia inglesa mantuvo una estructura fiel a sus Constituciones. Sin embargo, algunos sectores de la francesa y de la alemana en especial, derivaron a ciertos grupos más o menos heterodoxos que facilitaron la aparición de aventureros como el famoso Cagliostro y su masonería egipciaca, de políticos como Weishaup, o de místicos como Maistre, Martínez de Pasqually, Saint-Martin, Willermoz, etc. En no pocos casos llevaron consigo la proliferación de obediencias, y la introducción de grados, con la consiguiente multiplicidad de ritos y ceremonias de iniciación.

Al sentimentalismo y la filantropíase iba a unir un gusto por lo misterioso, una mística de la Razón, que produciría toda esa serie de grados iniciáticos con nombres tan extraños como "caballeros de Oriente", "caballeros de la espada", "caballeros Kadosch", "caballeros del Temple", etc, etc., que dotaron a cierta masonería de la Europa occidental de un aire menos sólido y respetable del que mantuvo en el mundo anglosajón, y que explican el mito que a su alrededor se formaría, sobre todo,debido a la confusión surgida al proliferar las sociedades secretas, y al identificarse erróneamente a los masones con los iluminados bávaros, los jacobinos, carbonarios y otros por el estilo.

Hoy día parece más anacrónico el hablar de la masonería en un sentido unívoco ya que existen muchas masonerías independientes unas de otras, y dentro de estas mismas se da una variedad extraordinaria de ritos. No obstante, entre los tratadistas de la masonería, ha habido una tendencia -no siempre bien aceptada o compartida- a establecer una división entre una masonería anglosajona y otra latina.

La primera es también calificada de regular en el sentido de que es aquella que puede válidamente reivindicar este derecho de una Orden concebida en un momento de la historia, fundándose en fidelidad a los principios y a las reglas dictadas por los fundadores. Es decir, se trataría de una masonería que, entre otras cosas, sólo admite como miembros a varones que creen en Dios y en la inmortalidad del alma y de los que recibe fidelidad a los compromisos sobre el Libro Sagrado de una religión.

La masonería latina, es decir, la de los países latinos, a lo largo del siglo XIX, debido a las incidencias político-religiosas que afectaron a estos países, experimentó algunas variaciones ideológico-prácticas, que se manifestaron en una fuente de laicismo y anticlericalismo, que en algunos derivó hacia un sentimiento antirreligioso o hacia un profundo agnosticismo. En algunas obediencias se llegó a la supresión de la antigua invocación masónica "A la gloria del Gran Arquitecto del Universo", borrando de sus estatutos la obligación, hasta entonces exigida para ser un verdadero masón, de la creencia en Dios, en la inmortalidad del alma y el tomar el juramento sobre la Biblia, considerada como expresión de la palabra y voluntad de Dios.

Esta declaración ocasionó en algunos medios masónicos una manifestación de rechazo, sobre todo en Inglaterra y EE.UU. Las obediencias de estos y otros países rompieron todas las relaciones con las obediencias masónicas que a su vez habían roto la tradición masónica. En adelante fueron consideradas irregulares.

Existen, pues, varias Masonerías en el mundo totalmente independientes, pero, sin embargo, con distintos matices, el espíritu masónico es único.

Las Obediencias tienen distintas inspiraciones. Algunas, hemos visto, bajo la infleuencia de la Gran Logia de Inglaterra son teístas. Sólo admiten en su seno a los que (cristianos, musulnanes, judíos, hindúes...) reconocen un Dios como principio creador -el Gran Arquetecto del Universo- y una fe en la verdad revelada, tal como se encuentra en la Biblia y otros libros sagrados, como el Corán, los Vedas, etc.

Otras Obediencias -en especial algunas de las llamadas masonerías latinas- son de inspiración racionalista o liberal (como algunos prefieren hoy calificarlas) y rechazan como el Gran Oriente de Francia, la referencia al Gran Arquitecto del Universo y prefesan un estricto laicismo, suprimiendo de su rituales incluso la Biblia. Entre ambos extremos hay posiciones intermedias, que, sin exigir la creencia en el G.A.D.U., sin embargo, lo admiten como un símbolo interminado, un poder tutelar y desconocido. La Biblia tampoco tiene un caracter de libro revelado sino el de un libro sagrado entre los demás, que atestigua la sabiduría del hombre. Respetan la tradición sin tratar de saber lo que en realidad significa, lo que en ella se esconde.

Esta diversidad de Obediencias no impide, sin embargo, que el espíritu masónico tenga una profunda unidad. Todos los masones del mundo buscan la verdad, y exigen tolerancia, libertad y fraternidad, dentro de un marco de igualdad.

El masón en cualquier caso puede vivir en la logia la experiencia reconfortante de la solidaridad y del saberse escuchar mutuamente, y experimenta la importancia del ritual. Que el acento propiamente litúrgico, a veces esotérico, sea más marcado en unas Obediencias, o que sea mitigado por un aspecto más simplemente cultural o social de otras, el hecho es que la Masonería no abandona sus signos, siglas, ritos y símbolos. A través de esta solidaridad, estos intercambios, estos rituales, un hombre nuevo nace o, tomando la terminología masónica, la "piedra bruta" accede a la dignidad de "piedra tallada".

Para comprender de qué hombre se trata aquí es preciso evocar la visión del mundo que cada Obediencia tiene. Según las diversas interpretaciones, ya apuntadas, es logicamente natural que se formarán hombres bien diferentes. En cualquier caso siempre será requerido el esfuerzo moral, si bien en un sentido de perfeccionamiento de todas las virtudes del humanismo laico, en unos casos, y en un sentido de iniciación espiritual en otros.

HACIA UN INTENTO DE DEFINICIÓN

Se puede afirmar que, a pesar de la variedad de Obediencias y matices todas las Masonerías son coincidentes en la definición recogida en el Diccionario Encilopédico de la Masonería. Dice así: "La Masonería es asociación Universal, filantrópica, filosófica y progresiva; procura inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y las artes, desarrollar en el corazón humano los sentimientos de abnegación y caridad, la tolerancia religiosa, los deberes de la familia; tiende a extinguir los odios de raza, los antagonismos de nacionalidad, de opiniones, de creencias y de intereses, uniendo a todos los hombres por los lazos de la solidaridad, y confundiéndoles en un tierno afecto de mutua correspondencia. Procura, en fin, mejorar la condición social del hombre, por todos los medios lícitos, y especialmente por la instrucción, el trabajo y la beneficiencia. Tiene por divisa Libertad, Igualdad, Fraternidad".

Por José Antonio Ferrer Benimeli-Universidad de Zaragoza


 

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© Jesús H. Antelo. A Coruña, julio de 2000

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