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            GIGANTES EN LA MITOLOGIA, EL ARTE, LA CIENCIA Y LA HISTORIA. MITOS

GIGANTES;  GREMIO DE CONSTRUCTORES

Como hemos visto hasta ahora son numerosos los testimonios en forma de leyenda los que acercan   los míticos gigantes a las construcciones pétreas más antiguas y a toda una cultura lítica poseedora de inquietantes conocimientos; agricultura, astronomía, metalurgia, contrucción...

           Rafael Alarcón Herrera, en su  interesante artículo; "Las tumbas de los brujos templarios" publicado en la revista Año Cero nos revela la fascinante posibilidad de la conexión entre la mítica raza de gigantes conocidos como "gentiles" y el gremio de constructores, arquitectos del Arte Sacro.

"...También hay ejemplos de mitos hispánicos célticos reflejados en las leyendas de ciertas tumbas templarias. Es el caso de los Gentiles, que hallaron la imagen de la Mare de Deus dels Angels y levantaron su santuario en Horta de Sant Joan (Tarragona). Cuando en 1177, los templarios se instalaron en el Castell d'Horta y la zona estuvo libre de ataques musulmanes, lo primero que hicieron fue convertir el cercano Puig del Gegant en centro de devoción maraina... Cuenta la leyenda que allí reposan los huesos del primer Comendador de Horta, frey Bertrán Aymerich, y de los gigantes Rotlá y Farragó... Una tradicón afirma que si en la noche de San Juan alguien de corazón puro cogía rayaduras de piedra de aquellas tumbas y las tomaba disueltas en agua, antes de dormir, durante el sueño, se le aparecía el fantasma de frey Bertrán para ayudarle a descifrar las figuras de los sarcófagos. Éstas indicarían la forma de entrar a cierta cripta secreta donde los templarios habían ocultado sus libros sobre el arte de construir de los gigantes...Según el mito, Roltlá y Ferragó habitaban en este lugar desde la más remota antiguedad. Eran laboriosos artesanos, que dominaban el arte de la construcción y organizaban desafíos de fuerza para divertirse. Cierto día que estaban arrancando peñascos para ver quien los arrojaba más lejos, encontraron una imagen de la Virgen y disputaron sobre su propiedad. Pasaba por allí el templario fray Bertrán, quien les propuso lanzar una peña y el que llegase más lejos sería dueño de la escultura. Ganó Rotlá y la Virgen les acabó diciendo: Esta piedra será llamada Puig del Gegant, aquí me construiréis casa y viviréis. Así lo hicieron durante siete años, hasta que vinieron más templarios para formar comunidad, y los gigantes se retiraron a lo alto del Puig.

Lo que aquí subyace es el viejo mito de la Edad de Oro, donde se entremezcla el recuerdo de unos genios paganos de la naturaleza y un pueblo de artesanos de la piedra que convivió con los primeros cristianos, sin convertirse a la naciente fe hasta ser absorvidos por la nueva sociedad. Se trata de los gentiles, jentillak o jakinak, cuyo espíritu sobrevivía en los ermitaños constructores, primero, y en los gremios de Compañeros Constructores, después. Ambos son herederos de unos secretos de oficio, que expresarán mediante el esoterismo plasmado en los símbolos de sus construcciones.

A través de estos grupos y del Camino de Santiago, el mito de los gigantes gentiles, los desplazadores de montes, constructores de megalitos y luego de iglesias, símbolo de pervivencia de la vieja religión dentro de la nueva, se expandió a lo largo de los siglos para acabar siendo asumido por el sincretismo templario, cuando su esencia se estaba diluyendo irrenediablemente. Unos jakinak cuyo patrón, Jacques o Santiago, dominaba de tal modo la piedra -la cual derritió con su cuerpo para enterrarse en ella-, que no sabemos si considerarlo como el primer Maestro Constructor o el último Jentillak."

Otro ejemplo de cómo los arcanos conocimientos de arquitectura estaban en posesión de pueblos prehistóricos de apariencia gigantesca lo tenemos en Egipto.Las construcciones en territorio egipcio más antiguas, los hipogeos, esconden uno de los misterios más apasionantes... anteriores a la época dinástica gozaban de una acabado y técnicas de construcción muy avanzadas  inexistentes todavía en la región. Tanto la calidad como la súbita aparición de esas construcciones hizo pensar enseguida que por fuerza los maestros constructores tenían que haber llegado de fuera de Egipto, con una cultura y técnicas de construcción depuradas durante siglos de experiencia. ¿Quienes eran esos compañeros constructores y donde habían adquirido esos conocimientos?.

En la obra "Antiguo Egipto. Mito e Historia" (Geddes and Grosset, 2001) podemos hallar una respuesta, los autores suponen que se trata del mismo pueblo que construía y habitaba las cuevas en la antigua región de Palestina, el pueblo de alta estatura, diestro en la guerra, constructor de pueblos y ciudades amuralladas... el gigantesco pueblo de piel y ojos claros que aterrorizó al pueblo de Isrrael, se trata posiblemente de los hijos de Enac, del reino de Gog, los zomzomin, los enaquim... Números 13, 32-33 y Det: "Es una tierra que devora a sus habitantes, y todos cuantos hemos visto en ella eran de gran talla. Hasta gigantes hemos visto allí; ante los cuales nos pareció a nosotros que éramos como langostas; así les parecíamos nosotros a ellos"...

El pueblo que habita la tierra que se traga a sus moradores. Este término puede venir dado por el hecho de que sus habitantes construían y moraban en las gigantescas cuevas escavadas en roca caliza. Los motivos ornamentales y las técnicas empleadas por estos gigantes cananeos fueron aplicadas más adelante en la época dinastica por los arquitectos egipcios con resultados asombrosos como lo demuestran muchas de las construcciones prehistóricas ubicadas en la zona de Jerusalén. La estructura de las gigantescas cuevas artificiales y tumbas excavadas por estos pueblos prehistóricos posiblemente hayan servido de base para que siglos más tarde maestros constructores en posesión de estos conocimientos levantasen las obras que aún hoy podemos admirar en la tierra del Nilo. 

Este pueblo de elevada estatura, de aspecto nórdico, conocido primero por el pueblo de Isrrael por muchos y diferentes nombres (emitas, enaquitas, zomzomin...) ha dejado huella en Egipto  tanto en su arquitectura como en sus leyendas y religión... Tanto Osiris como Seth tenían el aspecto de dioses nórdicos, rubios, de piel clara y una elevada estatura. Por los relatos de las leyendas puede adivinarse que sus estaturas los convertían en auténticos gigantes para sus contemporáneos.

El cronista de los conquistadores españoles, Pedro Cieza de León (1518-1560), en su incompleta obra Crónicas del Perú, reproduce lo que le contaron sus guías aymaras: "Tiahuanaco se edificó antes del diluvio, en una sola noche, por gigantes desconocidos. Ellos vivieron aquí en soberbios palacios, pero por no hacer caso a una profecía de los adoradores del Sol, fueron devorados por sus rayos y sus palacios se vieron reducidos a ruinas".

Es interesante reflexionar sobre lo que escribe José Herrera Peña (México) acerca de la fantástica ciudad de Tiahuanaco, sobre sus misterios e hipótesis ¿Estaríamos de nuevo ante un gremio de constructores de origen incierto?:

"De todos los vestigios que quedan de esa misteriosa edad en que coexistieron hombre y gigantes -mencionada por el Códice Vaticano y registrada por el Calendario Azteca- niguno más impresionantes que el de la enigmática civilización de Tiahuanaco, en América del Sur.

En este lugar existen rastros geológicos de una gran inundación, a pesar de su gran altura sobre el nivel del mar. Ocurrida hace ya cientos de miles de años, dejó su profunda huella no sólo en la memoria de los aterrados sobrevivientes sino también en el rostro mismo de la tierra 

En efecto, sobre la cordillera de Los Andes, a casi cuatro mil metros de altura, se encuentra una línea de sedimentos marinos con una extensión aproximada de setecientos kilómetros de largo.

Dicha línea no es quebrada sino continua, lo que deja suponer que se trata de una marca dejada por el antiguo nivel del mar. Y una de dos: o el mar llegaba a cuatro mil metros de altura, o la tierra estaba cuatro mil metros más abajo.

A pocos kilómetros del lago Titicaca yacen las ruinas de la misteriosa y monumental ciudad de Tiahuanaco. Diríase que está en el fin del mundo. No se relaciona con nada. Sus caminos no van a ninguna parte. Nada tampoco llega a ella.

Sin embargo, el lugar se convirtió en el asiento de una poderosa y antiquísima cultura, aparentemente marítima.

Partiendo desde Cuzco, Perú, se llega a Tiahuanaco tras un día de trayecto ferroviario y fluvial. La altiplanicie semeja el paisaje de otro planeta. Cualquier esfuerzo físico tortura al visitante. Allí, la presión atmosférica es cincuenta por ciento más baja que al nivel del mar. El aire contiene una proporción mínima de oxígeno. Es inverosímil que allí pudiera desarrollarse una ciclópea civilización.

Los geólogos aseguran que en una época antiquísima, en la época de la formación de la tierra, el continente súbitamente se elevó de las aguas y la cordillera de Los Andes se formó.

Pero esto se refiere a la época en que aún no existía el hombre. Por otra parte, algunos investigadores aseguran que Tiahuanaco nunca fue una ciudad de cordillera sino un puerto de mar. Existen allí restos de lo que pudo haber sido un gran muelle y que no conduce a ninguna parte. En épocas remotas pudo haber conducido al mar. El lago Titicaca, cerca del cual está situada, no existiría. No sería lago sino prolongación del océano.

Si se eslabonan estos hechos con la teoría de Hoebiger, podría entenderse el pasado bajo una forma muy poco ortodoxa.

El austríaco sostiene que antes de caer la luna terciaria sobre la tierra -durante su proceso de acercamiento- su fuerza de atracción provocó no sólo el alzamiento de los mares y de los continentes sino también el crecimiento desmesurado de los seres vivientes, vegetales y animales, así como el de las diversas especies inteligentes, es decir, los gigantes y el hombre. O el antepasado del hombre.

La fuerza de atracción se mantuvo estable durante un largo periodo de tiempo, suficiente para crear esa gran civilización, posiblemente la primera que haya existido sobre la faz del planeta: la legendaria Atlántida.

Tiahuanaco no sería más que una de las colonias periféricas de dicha civilización. En este caso, la ciudad no estaría abajo, junto al mar, sino al contrario, el mar ascendería arriba de su nivel actual y llegaría hasta los pies de la ciudad.

El satélite terciario provocaría durante siglos la poderosa marea que dejó su marca en la cordillera de Los Andres.

Al caer el satélite, cesaría la fuerza que levantó a los mares, desencadenaría su furia y provocaría al cataclismo universal. El diluvio.

Si Tiahuanaco está verdaderamente emplazado a manera de puerto y después de su establecimiento se elevó la cordillera, su antigüedad sería mucho más remota que la que hasta ahora se le ha concedido. Tan remota, que los historiadores se niegan a darle crédito: fines de la Era Primaria.

Pero si lo que subió fue el mar hasta las cimas de la cordillera y luego se fundó la ciudad, como lo sugiere la explicación derivada de la teoría de Hoebiger, su existencia no sería tan antigua, aunque tampoco tan nueva como lo sostienen arqueólogos e historiadores: fines de la Era Terciaria.

Cuando los incas llegaron a este lugar, las ruinas de Tiahuanaco ya estaban en el estado en que hoy se hallan. Es una ciudad hecha por gigantes o, por lo menos, con la ayuda de gigantes.

Las dimensiones de los bloques de piedra con que se hicieron los edificios son colosales. Sobre ellos se grabaron signos que no existen en ninguna otra parte del mundo.

Una de las estatuas de Tiahuanaco, de una sola pieza, mide más de siete metros de altura y pesa más de diez toneladas. Por aquellos contornos hay docenas de estatuas monolíticas del mismo tipo, todas transportadas desde grandes distancias.

En la Isla de Pascua, a cinco mil kilómetros de Tiahuanaco, prosigue el desfile de estatuas. Pero sus rostros parecen de otra raza.

¿Quiénes cortaron esos grandes bloques de piedra? ¿Quiénes los tallaron? ¿Quiénes los transportaron hasta sus actuales emplazamientos? ¿Cómo fue posible moverlos sobre kilómetros de terreno abrupto y pedregoso?

¿Con qué finalidad se erigieron? ¿Por qué fueron colocadas a lo largo del contorno insular? ¿Por qué ni una sola ve hacia el interior? ¿A quiénes esperan? ¿Son retratos de algunos gigantes que allí se desplazaron?

Las puertas y ventanas de Tiahuanaco son también de una sola pieza. Son monolitos a los que se les tallaron las aberturas deseadas.

La técnica de horadar y pulir esos bloques no se repitió en ninguna otra civilización. El esfuerzo es enorme. Un esfuerzo que no sería posible repetir a cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar, ni siquiera con técnicas más evolucionadas.

Tiahuanaco no tiene sino tres kilómetros cuadrados aproximadamente; pero sus vestigios permiten vislumbrar lo ciclópeo de sus construcciones.

Los grandes circos no aparecen cubiertos sino rodeados de murallas. Dice Marius Leget que fueron hechos para que los reyes gigantes pudieran sentarse ante sus súbditos y discípulos: los hombres.

Nuestras grúas pueden mover monolitos de cincuenta toneladas y recientemente se han diseñado cabrestantes capaces de levantar cientos de ellas. Sin embargo, nuestros remotos antepasados ya hacían esto en América. Y en Asia, en el Oriente medio, en Europa. La pregunta es cómo.

Uno de los más impresionantes monumentos de Tiahuanaco es la majestuosa y enigmática Puerta del Sol.

Sólo hasta 1937 se consiguió descifrar su mensaje. Es un calendario. No un calendario normal, porque mide el tiempo de otra manera.

Mejor dicho, mide otro tiempo."

 Leyendas y mitos similares los encontramos por todo el orbe... desde los gigantes constructores de pirámides en México, hasta los levantadores de dólmenes en Europa. ¿Pero qué misteriosos conocimientos poseían?. ¿Son los los gremios de constructores medievales los depositarios de esos conocimientos?.


 

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                                                © Jesús H. Antelo. A Coruña, julio de 2000

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