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            GIGANTES EN LA MITOLOGIA, EL ARTE, LA CIENCIA Y LA HISTORIA. MITOS

LEYENDAS, TRADICIONES, HISTORIA Y MITOLOGIA DE GIGANTES  EN LA CULTURA GRECOROMANA.

La Historia de Roma se confunde a menudo con tradiciones y extrañas leyendas salpicadas de legendarios y mitológicos seres. La aparición de Gigantes en los antiguos textos de historiadores, estudiosos y filósofos romanos no es nada extraño. A su propia tradición como pueblo deben sumarse la cantidad de culturas pertenecientes a otros países, religiones y creencias que el imperio romano asimiló en su afán por extender su dominio más alla de las colinas que rodean la ciudad de Roma.

La antigua Grecia y su religión influyó en la cultura de Roma y fundió muchos de sus mitos y dioses dando origen a una rica mitología. Así, la creencia de que seres mitológicos como los gigantes fuesen los encargados de la formación de gran parte de la tierra conocida por los griegos y romanos dieron lugar a que surgiesen bellas historias donde los gigantes y titanes, en su lucha contra los dioses dan como resultado la formación de buena parte de la geografía mediterranea. Son historias como la del gigante Atlas, hijo de Jápeto. En castigo por revelarse con el resto de los Titanes contra los dioses del Olimpo fue condenado a sostener sobre sus hombros la bóveda del cielo. Perseo lo petrificó convirtiéndolo en lo que hoy es conocida como la cordillera del Atlas, en África. Según esta misma mitología, la isla de Sicilia fue creada como consecuencia de un proyectil lanzado contra el gigante Encélado por Atenea, el gigante aplastado dió lugar a la formación de esta isla del Mediterraneo. Otro de los gigantes, Polibotes, atacado por Poseidón muere aplastado dando lugar a la vecina isla de Nisiros. Gigantes, como Tifón, en su lucha contra los dioses del Olimpo fueron los responsables de la destrucción de reinos enteros y la aparición de volcanes y otras catástrofes que asolaron la Tierra. A Tifón se le atribuye la desaparición de la paradisíaca isla de Santorín mediante el fuego vomitado por la boca del gigante y de la vecina Creta cuyo civilización desapareció en una sola noche por los temblores de tierra y violentos vientos provocados por Tifón. Pero a este gigante también se le atribuye la aparición del archipielago de las Cícladas como consecuencia de haber vomitado enormes peñascos miéntras cruzaba el mar Egeo. Otra leyenda atribuye a la lucha entre Zeus y Tifón la formación de la isla de Sicilia y los ríos que jalonan la orografía que va desde Grecia a Siria, las garras del gigante arañaron la tierra con sus enormes uñas provocando la aparición de muchos de los lechos de los rios. Aprovechando la caida de Tifón sobre el mar Jónico, Zeus, arrojó un enorme peñasco sobre el gigante dando lugar a la isla de Sicilia. La leyenda dice que el gigante sigue vivo y que su aliento puede verse en las bocas del volcán Etna arrogando humo y lava. En la tradición popular del pueblo romano se representaba también como un gigante barbudo y de gesto feroz a Orcus, demonio de la muerte.

Una característica de los Césares es la de atribuirles el papel de dioses aunque en el caso de los emperadores Maximino y Joviano fueron tenidos por gigantes como cuentan las crónicas, una forma más de la notable influencia de la mitología en la cultura romana. Más tarde, la costumbre de atribuir una estatura gigantesca a reyes, héroes y mandatarios puede verse reflejada en culturas donde la inflencia de Roma dejó su huella durante mucho tiempo. En la península ibérica fue relativamente común asociar una elevada estatura con un signo inequívoco de pertenecer a la realeza. Posiblemente esta tradición tenga su origen en la conquista y posterior asentamiento de la cultura romana en el territorio peninsular. En este sentido, podemos destacar la historia que recoge el cronista Pellicer de Tovar quien cuenta que en la ermita románica de la Virgen de la Torrentera, en el pueblo castellano conocido como Villalaín, está enterrado el cuerpo del juez de Castilla, don Laín Calvo. La tradición cuenta que cuando se desenterró el cuerpo pudieron comprobar que se trataba de un auténtico gigante y asombrados descubrieron que el cuerpo se encontraba aparentemente entero e incorrupto pero al contacto con el aire se deshizo convirtiéndose en cenizas casi al instante. Otro ejemplo similar es el de Sancho el Fuerte de Navarra, enterrado en Roncesvalles a quien se le atribuyen más de dos metros de altura o Jaime I de Aragón (1213-1276) a quien las crónicas lo recuerdan como un hombre de elevadísima estatura.

Otras historias, a caballo entre la leyenda y la tradición histórica narran acontecimientos ocurridos en tiempos cuando el imperio romano se extendía por gran parte del mundo conocido hasta ese momento. En su afán de expansión los romanos han tenido roces con muchas culturas y pueblos primitivos y aislados por Europa, Asia y África. De aquellos tiempos llegan narraciones tanto por parte de los pueblos conquistados como de los invasores, hasta nuestros días nos llega la historia de un gigante de nombre Mandronius, conocido también como el gigante de Garós. Este gigante tenía su morada en el Valle de Arán (Pirineos), en una cueva próxima al pueblo de Betlan y se cuenta que llegó a hacerse famoso por la valerosa lucha de que hizo gala frente al ejercito de ocupación romano. Su enorme estatura, cercana a los tres metros, hacía de éste un guerrero temido por los romanos. Éstos llegaron a tomar como rehenes a su mujer y a su hija llevándoselas consigo a su campamento. Mandronius, comandando a los hombres del valle se dirigió al campamento romano asaltándolo para rescatar a su familia. Las mujeres fueron rescatadas , el campamento romano fue arrasado y los supervivientes hechos prisioneros. Con el fin de demostrar a Roma la intención de luchar contra cualquier invasor que osase adentrarse en aquellos valles mandó cortar una oreja a cada prisionero romano e hizo llevar el sangriento presente al César de Roma. Pero la violencia de este gigante se hacía extensiva a otros habitantes del valle y en una ocasión los hombre de la región se unieron en gran número para dar caza al gigante. Después de la lucha consiguieron sujetarlo, atarlo y llevárselo con ellos. Mandronius, humillado ordenó a un sirviente que lo matase atravesándole con un clavo la nuca. La calavera oradada se llegó a conservar durante mucho tiempo en la iglesia de Garós. Con el tiempo, el cráneo se convirtio en una verdadera reliquia y se creía que tenía el poder de curar y fortalecer a los niños. Pero la presencia de hombres de elevadas estaturas en estos valles no es patrimonio del pasado. En pleno siglo XX aún se pudieron escuchar narraciones y testimonios de gigantes en estos parajes.

En Sallent de Gállego (valle de Teñia) nació en 1870 un hombre que llegó a alcanzar los 2,20m. de altura. Se dice que en cada comida ingería el equivalente a lo que comerían 7 personas y cuentan que en 1905 logró dar muerte a un oso con la sola fuerza de sus brazos. Este hombre llegó a ser conocido en Holanda y fue considerado por la universidad de Munich como el hombre "más alto y proporcionado de su tiempo". Fue conocido en gran parte de Europa mediante una gira que lo hizo famoso hasta que murió en 1913 a la edad de 43 años.

Sin embargo, no sería ésta la única ocasión en que el ejército romano tendría que enfrentarse a pobladores de colosales dimensiones y fiereza. Plinio (79 a.C.), apodado el Viejo, cuenta en sus crónicas -Oceanus Gaditanus- como en Andalucía (España) habitaban unos hombres de gran estatura y fuerza que se dedicaban al pillaje y la piratería. En más de una ocasión parece que uno solo de ellos podía hacer zozobrar una pequeña embarcación tan solo con la fuerza de su peso. El mismo historiador recuerda que en Creta apareció flotando por el río el cuerpo inerte de un gigante de cuarenta y seis codos de altura y que Lucio Flaco y Metelo se desplazaron desde Roma para comprobarlo. La mismísima ciudad de Roma,   dicen los escritos recogidos por Alfonso de Villegas, fue testigo de la aparición del cuerpo del gigante Palas (Palante) del que se decía que su altura superaba la de los muros de la ciudad. Sigue narrando A. de Villegas que en Sicilia, cerca de la ciudad de Deprano, fue descubierto el cuerpo de un gigante que al poco tiempo se deshizo en polvo y del que solo quedó una pierna como testimonio, calculándose la altura de éste en unos doscientos codos...

La supuesta existencia de hombres de elevada estatura en la península ibérica antes de los tiempos de la conquista romana puede venir dada por la creencia de los pueblos conquistados en que sus orígenes no fueron menos augustos que los del invasor romano. Así, antes de la llegada de Roma al archipiélago Balear, ya circulaban leyendas en las que los antiguos pobladores de las islas, poseedores de una fuerza y estatura muy superiores a lo normal se encargaron de elevar los monumentos megalíticos que se extienden por las islas. Según la leyenda, unos gigantes de origen caldeo llegaron a las islas después de un devastador diluvio hace miles de años. En la isla de Menorca (Baleares, España), existe un tipo de monumento megalítico único en su género y exclusivo de la zona. Conocido como Taula en el idioma local, este monumento está generalmente formado por una piedra vertical de forma rectagular como base y otra horizontal incrustada sobre la primera rodeado normalmente por un recinto en forma de herradura y otros menhires que rodean el complejo, su forma recuerda una gran T. Según las leyendas, las Taulas, "mesas" en la lengua catalana hablada en el archipíelago, tienen su origen en la creencia de que se trataba de mesas construidas por antiguos gigantes moradores de la isla.

También en las islas más occidentales de la península y próximas al continente africano, las Canarias, existen muestras de una cultura muy antigua en el tiempo, además de pirámides de las que todavía se discute sobre su procedencia y función podemos encontrar en el desierto de Grandilla unos grabados antropomorfos exculpidos en roca viva de importantes dimensiones. La tradición cuenta que se trata de un matrimonio de gigantes guanche -antiguos pobladores de las islas- , el hombre, de 2.94  y la mujer de 2.67 metros han dejado su impronta en la piedra para testimonio de los tiempos venideros.

La creencia de los romanos en las leyendas mitológicas más como en un hecho real e histórico que como simples fábulas llegó a hacer que cronistas como Plinio dedujesen que la tumba del gigante Anteo -muerto en combate por Hércules, Herakles- debía situarse en Lixus. Llegó incluso a calcular el tamaño que debía tener la tumba del gigante que cifró en sesenta codos -17 metros-. Cuando el ejército romano llegó a Tingitania recibió la orden de su general de buscar la tumba del gigante Anteo. Las legiones romanas llegaron a excavar la cima de la Charf por este motivo y parece que su esfuerzo se recompensó cuando sacaron a la luz una considerable cantidad de huesos. Antes de la llegada del ejército romano a este punto de África el lugar ya era conocido y tenido por sagrado por los romanos. Conocido como Fretum, las montañas de Marruecos eran consideradas como lugar santo. Los montes del Atlas fueron tenidas como sagradas por tribus bereberes mucho antes de la llegada de los romanos y es curioso que los invasores romanos escuchasen de boca de los antiguos moradores de estas tierras la historia del combate de Herakles (Hércules) y Anteo... un mito, pues,  no exclusivo de la cultura griega. Tenemos que creer que la osamenta rescatada por los romanos pudiese pertenecer a fauna ya desaparecida miles de años atrás donde animales de colosales dimensiones poblaron una vez la tierra.

La mezcla de antiguas creencias y las historias de los propios legionarios que han tenido que luchar con pueblos de una talla sensiblemente más elevada que la del pueblo romano han tendido a mitificar al enemigo. Así, guerreros pertenecientes a pueblos como los galos, germanos y etíopes de estatura superior fueron descritos por las legiones de Roma como fieros gigantes a los que lograron vencer en batalla. Quizá esos pueblos con tallas más elevadas que las legiones del César recordasen a los romanos sus antiguas creencias en gigantes mitológicos pero sea como sea parece que lejos de ser una extraña excepción en la naturaleza esta raza de hombres "gigantes" fueron una étnia conocida en muchos lugares del continente Europeo y Africano. Durante la época imperial, el reclutamiento de legionarios exigía a los candidatos a pertenecer al ejército romano entre otros requisitos alcanzar una estatura no inferior al metro setenta y cinco centímetros por lo que tendremos que deducir que para que un enemigo fuese tenido por un gigante, la estatura de éstos debería alcanzar y en ocasiones superar los dos metros... determinadas subrazas africanas como la nilótica cuyos integrantes alcanzan una media de 1,78m. llegando a superar los 2m. de estatura. Frente al número elevado y a la fuerza bruta aportada por sus enemigos en batalla, el ejército romano exhibió una estrategia y disciplina en la lucha que pocos pueblos enemigos fueron capaces de superar.

Por parte del emperador Marco Aurelio, desde su destierro en la isla de Sicilia, nos llega su testimonio en forma de escrito dirigido a su amigo Antígono en el que entre otros asuntos trata de hacerle llegar las historias y leyendas que ha tenido ocasión de escuchar y narra la historia del gigante Milón. Este gigante según cuenta la leyenda tenía por costumbre ejercitar sus fuerzas dando caza a un toro. Después de  retar a cualquier joven a ganarle en una carrera llevando el gigante el toro a cuestas continúa narrando que le daba muerte con la sola ayuda de un cuchillo y más tarde comia su carne en un solo día.

El cronista Homero cuenta a su vez el origen de contar el tiempo por olimpiadas, es decir de cuatro en cuatro años, asociando dicho hecho a la leyenda del gigante de origen griego Cerastes quien luchó con más de cincuenta mil hombres en el monte Olimpo sin que ninguno pudiese ganarle en combate.

La cosntante de la lucha contra gigantes por pueblos más o menos organizados en sus incursiones por nuevas tierras la podemos observar en el antiguo pueblo hebreo o en los colonizadores europeos a su llegada al nuevo continente, tanto en éstos como en el caso de la Roma Imperial, los testimonios de cronistas de la época, ancestrales mitos y leyendas se mezclan para formar una amalgama de hechos difícil de evaluar en su justa medida. En todos los casos se mezclan realidad y ficción con el fin de engrandecer las gestas militares y enoblecer tanto el origen del pueblo invasor como el conquistado.

Nota: Si conoces alguna historia sobre gigantes en los tiempos de Roma o puedes ampliarme algún dato que aparece en esta página te agradecería que me la hicieses llegar.

Bibliografía: Destacan, "Gigantes y dragones" de E. Brasey, "Los gigantes y sus orígenes" de Louis Charpentier. "Guía de la España Mágica" de Juan Gracía Atienza. "Fructus Sanctorum y Quinta parte del Flut sanctorum" de Alfonso de Villegas.


 

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© Jesús H. Antelo. A Coruña, julio de 2000

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