JULIO BRACHO DIANA BRACHO
San Felipe de Jes�s     (1949)
JESUS BRACHO
Ernesto Alonso en San Felipe de Jes�s
Producci�n: CLASA Films Mundiales; Salvador Elizondo; Productor ejecutivo: Fernando Marcos.
Direcci�n; JULIO BRACHO.
Argumento: Sobre una idea de Rafael M. Saavedra; adaptaci�n: JULIO BRACHO y Salvador Elizondo; di�logos: Xavier Villaurrutia.
Fotograf�a: Raul Mart�nez Solares.
M�sica: Raul Lavista.
Sonido: Rafael Ruiz Esparza y Jos� de P�rez.
Escenograf�a: Jes�s Bracho; maquillaje: Sara Mateos.
Edici�n: Jorge Bustos.
Filmada: a partir del 21 de enero de 1949 en los estudios CLASA y en locaciones de Tequesquitengo, el Tepozteco y la hacienda de Villahermosa.
Estrenada: 5 de agosto de 1949 en el cine Orfe�n.

Int�rpretes: Ernetsto Alonso (Felipe de las Casa), Rita Macedo (Rosal�a/Mar�a), Julio Villareal (fray Pedro Bautista), Rodolfo Acosta (pr�ncipe Chokozabe), Jos� Baviera (don Alonso), Francisco Jambrina (capit�n Mat�as de Landecho), Jos� Morcillo (don Lupe, padre de Rosal�a), Luis Aceves Casta�eda (emperador Iriyoshi Taikosama), Maruja Griffel (madre de Felipe), Dolores Camarillo (Marijuana, criada negra), Antonio Bravo (Crist�bal de Villahermosa), Eugenia Galindo (Teresa, criada de Rosal�a), Humberto Rodr�guez (platero),  Ram�n Gay (soldado), Ernesto Finance (don Garc�a), Jes�s Valero (fray Juan), Isamel Larumbe (fray Carlos), Juan Orraca (soldado), H�ctor Mateos, Diana Bracho (hermana de Felipe)
Ernesto Alonso y Francisco Jambrina en San Felipe de Jes�s
Sinopsis: M�xico, siglo XVI. Don Alonso de las Casas espera el nacimiento de su hijo durante  una noche de tormenta, en compa��a del capit�n Don Mat�as de Landecho y de Fray Pedro Bautista. El viento hace que las ramas de una higuera seca que est� frente a la casa, forme una cruz en la ventana, lo que Fray Pedro toma como un buen augurio para el reci�n nacido Felipe. Don Alonso se preocupa por los nav�os que viajan en el Pac�fico pues �l comercia con la Nao de China. Felipe se convierte en un chico travieso que hace desatinar a su nana Marijuana; Fray pedro lo reprende por sus travesuras y le cuenta como cuando naci� la higuera form� una cruz; seg�n el fraile, cuando Felipe sea un santo, le higuera reverdecer�. Fray Pedro dice a Felipe de su deseo de ir a tierras de infieles, como Manila, a predicar el cristianismo. Felipe expresa que le gustar�a acompa�arlo. Al crecer, Felipe ingresa como novicio a un convento franciscano, a donde Fray Pedro le presta el libro �Gu�a de Pecadores� de Fray Luis de Granada. Mientras Felipe lee en la huerta algunos pasajes del libro, se encuentra con Rosal�a y queda prendado de ella, quien le pide al novicio que no la olvide en su oraci�n. Fray Pedro nota la inquietud de Felipe y lo exhorta a resistir la pasi�n que lo atormenta. En otro encuentro con Rosal�a, ella se espina la mano y �l se la besa.  Rosal�a es hija de don Lope y est� comprometida para casarse con el rico don Crist�bal. Felipe los ve juntos desde lejos y siente celos y deseos de matar por lo que pide a Dios no  lo deje caer en la tentaci�n. Sin embargo decide salirse del convento y env�a con Fray Pedro una carta a sus padres explicando sus razones. Su padre se molesta y su madre se angustia. Rosal�a se casa con Crist�bal y dice a su padre que su matrimonio ha sido una farsa. Exige a su criada Teresa que le diga donde se esconde Felipe. Lo encuentra en la plater�a donde trabaja. �l le reprocha que se haya casado y ella lo invita esa noche a su casa y compra un pu�al de plata en forma de cruz que Felipe ha tallado. La madre de Felipe tambi�n lo vista en la plater�a y le pide que vuelva a su casa. Esa noche, Felipe visita a Rosal�a en la rec�mara de ella en donde la joven le declara su amor; �l duda, pero ella le asegura que su matrimonio con Crist�bal ha sido una farsa y �l termina aceptando que tambi�n la ama. Llega Crist�bal y descubre a Felipe en la habitaci�n. Rosal�a mata al marido clav�ndole el pu�al de plata en la espalda. Felipe se echa la culpa y va a dar a la c�rcel. Fray Pedro lo visita en la prisi�n para despedirse pues se va a cumplir un viejo deseo: ir� a Manila como misionero. El virrey indultar� a quienes se enrolen en el tercio que ir� a Filipinas, para proteger las embarcaciones. Felipe se enrola y es indultado. Durante el trayecto a Filipinas conoce a unos soldados que dicen lo invitar�n a un fumadero de opio, pero Fray Juan Pobre le hace ver lo da�ino que puede ser la droga. Ya en Manila, Felipe encuentra en una taberna a Mar�a, una prostituta nativa que es id�ntica f�sicamente a Rosal�a.  La sigue hasta su habitaci�n en donde le confiesa querer tocarla. Ella le muestra una llaga en su piel: tiene lepra. Felipe le dice que Dios ha puesto ante sus ojos su carne enferma para mostrarle el camino que debe seguir y se hace fraile e el convento donde est� Fray Pedro. Felipe pide limosna en la calle para los leprosos y ante la llegada de un nav�o siente nostalgia por su patria y su familia. El capit�n del nav�o es don Mat�as de Landecho, amigo de su padre. Landecho le dice a Felipe que sus padres est�n muy avejentados. El capit�n llevar� en su nav�o de regreso a la Nueva Espa�a a los novicios para que profesen all�; entre ellos ir� Felipe quien no quiere dejar a sus leprosos. Fray Pedro le dice que debe obedecer.  Ante el llamado de una enferma moribunda , Felipe y Fray Pedro acuden al Valle de los Leprosos. La moribunda resulta ser Mar�a, quien despu�s de que Felipe la toca, cree estar curada y va a buscarlo al convento, en donde le dicen que se ha embarcado rumbo a la Nueva Espa�a.  En el barco, Felipe dice a Fray Pedro que siente que su prop�sito de cuidar a los leprosos y de predicar el cristianismo entre los infieles, se ha desvanecido. El viejo fraile le contesta que no se adelante a la Providencia. El capit�n Landecho dice temer a los mares tranquilos pues signo de tif�n. Baja la niebla y aparece en el barco como polizonte, Mar�a, a quien los hombres de la tripulaci�n toman por bruja y est�n a punto de quemarla, de no ser por que Felipe interviene. El fuerte viento arroja el nav�o a las cosas de Jap�n, en un territorio gobernado por el pr�ncipe Chokozabe. El emperador Iriyoshi Taikosama dice a los frailes que los dejar� alojarse en un monasterio franciscano abandonado, cuyos  frailes fundadores fueron muertos por orden del propio emperador, pero les advierte que no deber�n predicar su doctrina. Sin embargo Felipe sale a predicar; auxilia a un moribundo, y entierra cruces por doquier. Pronto los dem�s frailes lo imitan. El emperador dice a Landecho que deber� llefarse a los doce frailes al d�a siguiente o de lo contrario los mandar� crucificar. Todos los frailes deciden quedarse y sufrir su martirio. Felipe es azotado  mietras abraza una cruz y Mar�a trata de cubrirlo con su cuerpo. Los doce frailes son crucificados, incluidos Fray Pedro y Felipe. Un soldado japon�s cruza el cuerpo de Felipe, clavado en la cruz, con una lanza. Al morir Felipe, la higuera seca, en el patio de su casa, reverdece.
Diana Bracho en San Felipe de Jes�s
Comentario (Jes�s Ibarra):  Aunque provoc� opiniones encontradas en su �poca, San Felipe de Jes�s es sin duda  otra de las obras de arte de Julio Bracho. Una bella pel�cula que narra la vida del santo mexicano, estupendamente fotografiada y mejor ambientada por Jes�s Bracho, a pesar de los pocos recursos con que se contaba. Destacan tambi�n los bellos di�logos de Xavier Villaurrutia, como por ejemplo la descripci�n que hace de Manila el viejo Fray Juan (Jes�s Valero): �Virgen, primitiva y salvaje, como una ni�a ind�gena; en sus calles oyes hablar las m�s diversas lenguas; las casas son peque�as, con techos de paja, y a lo lejos surge surge la espada�a de nuestra Iglesia. Todo es sencillo pero inesperado y tan diverso a nuestras ciudades que de pronto te parece estar frente a una misteriosa decoraci�n�. Mientras lee un pasaje del libro Gu�a de pecadores de Fray Luis de Granada, Felipe (Ernesto Alonso) conoce a la mujer que despertar� su pasi�n: �Los ojos son como puerta por donde recibe el alma las vanidades y muchas veces suelen ser ventanas de perdici�n por donde nos entra la muerte. Ernesto Alonso luce magn�fico, m�stico, piadoso; Rita Macedo bell�sima, primero como la joven, objeto del amor de Felipe, y luego como la prostituta de Manila, enferma de lepra. Excelente Julio Villarreal como Fray Pedro, el consejero espiritual de Felipe, aunque su personaje recuerda al del fraile prior de El monje blanco, tambi�n de Bracho. Hermosas las escenas entre Alonso y Rita, primero en la habitaci�n de Rosal�a y luego en el cuarto de la leprosa, ambas en m�sticos claroscuros. Julio Bracho siempre caracteriz� sus pel�culas por los estupendos close-ups de sus estrellas femeninas. Curiosamente San Felipe de Jes�s carece de close-ups para Rita Macedo, excepto por un perfil cuando la tocan las manos de Fray Pedro (escena captada en las gr�ficas anteriores). Casi todas los acercamientos a las caras son desde abajo. Esto no le resta m�rito a la belleza de Rita.  San Felipe de Jes�s contiene la primera escena de Diana Bracho para el cine, con una m�nima participaci�n como la peque�a hermanita de Felipe. Otro gran logro de Julio Bracho.
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