LA ENSANGRENTADA CAMISA DE MAT�AS ZURITA Y LA BANDERA DE TELDE

Jos� Manuel Erbez

Art�culo publicado originalmente en: Banderas, Bolet�n de la Sociedad Espa�ola de Vexilolog�a, n� 74, marzo 2000

En el Bolet�n Oficial de Canarias n� 31, de 12 de marzo de 1999, aparece publicada la Orden, de 9 de febrero, por la que se aprueba la bandera del municipio de Telde (Gran Canaria). La resoluci�n, en su parte dispositiva, reza como sigue:

"Pa�o rectangular de seda, tafet�n, raso, lanilla o fibra sint�tica, seg�n los casos, cuya longitud es vez y media mayor que su ancho; compuesto de dos franjas horizontales de igual tama�o. La primera o superior de color rojo, y la segunda o inferior de color azul. (...)

Se justifican tales colores por ser los utilizados tradicionalmente como bandera del municipio en recuerdo del primer estandarte blandido desde la Alameda de San Juan hasta la Plaza de los Llanos y que consist�a en la ensangrentada camiseta azul que perteneci� al lider teldense Mat�as Zurita, fusilado en la misma plaza; y s�mbolos de la nobleza, gallard�a y valent�a de los hijos de Telde"

Los acontecimientos a que hace referencia el texto de la Orden, y en los que se inspira la bandera de Telde, tuvieron lugar en 1823, en el marco de la reacci�n absolutista contra el r�gimen constitucional instaurado por el pronunciamiento de Riego.

El 7 de abril de 1823 el Duque de Angulema, al mando de los llamados Cien Mil Hijos de San Luis, cruza el Bidasoa para derrocar el r�gimen constitucional y devolver a Fernando VII sus poderes absolutos. Al tener conocimiento de la invasi�n, los sectores contrarios al liberalismo promovieron en los pueblos y ciudades alzamientos y motines para favorecer la acci�n de la Santa Alianza.

En Canarias, como en el resto de Espa�a, los m�s poderosos, as� como la mayor�a del clero, se alineaban con el bando absolutista y estaban en relaciones con la junta apost�lica que hab�a preparado la contrarrevoluci�n. Por otra parte, entre los campesinos tambi�n provocaba rechazo la naciente legislaci�n agraria liberal, as� como lo que percib�an como ataques a la religi�n y al orden tradicional. Y en el caso de la isla de Gran Canaria, a ello hay que a�adir las fuertes tensiones que desde tiempo atr�s exist�an entre la capital y el resto de los pueblos y ciudades, que ve�an como una amenaza a sus derechos tradicionales y a su misma supervivencia la cada vez mayor influencia de Las Palmas; esto se agravaba con las medidas centralizadoras de los liberales, m�s proclives a favorecer a las ciudades y a la burgues�a comercial e industrial que a los pueblos dependientes de la agricultura. De hecho, a lo largo de todo el siglo XIX se suceder�n los motines y revueltas de los pueblos contra la capital, en defensa de sus fueros y derechos o privilegios.

La fecha de la sublevaci�n en Gran Canaria se fij� para el 8 de septiembre, con el objetivo de asaltar la capital, destituir a las autoridades y proclamarse independientes de Tenerife. Para ello contaban con el apoyo de algunas fuerzas de la milicia provincial y de algunas familias nobles de Las Palmas. La escasa guarnici�n de la ciudad, as� como la milicia c�vica, se sinti� alarmada por los rumores y conatos de levantamiento, hasta el punto de que el jefe pol�tico de Canarias, Rodrigo Fern�ndez Casta��n, se traslad� desde Tenerife con una columna de granaderos, desembarcando en Las Palmas el 30 de agosto de 1823. En aquellos momentos la victoria absolutista ya era casi total en la Pen�nsula, y s�lo C�diz resist�a

En los pueblos del sur de la isla, la rebeli�n estaba encabezada por Jos� Urqu�a, Juan Gordillo y Mat�as Zurita. �ste, nacido en Telde el 13 de diciembre de 1751, ya se hab�a destacado por dirigir en 1808 una marcha contra la capital. Al amanecer del 7 de septiembre, fuerzas provenientes del centro y norte de la isla se concentraron al pie de la monta�a de Tafira. Ante la noticia, Casta��n se puso al frente de la milicia ciudadana, la columna de granaderos y algunas piezas de artiller�a de monta�a. La masa de los sublevados la compon�an campesinos sin dirigentes cualificados, preparaci�n ni armamento, de modo que no es de extra�ar que cuando Casta��n orden� disparar algunas balas al aire huyeran en desbandada por los campos.

Pero al d�a siguiente los absolutistas se reorganizaron y, reforzados por algunas milicias provinciales, se dirigieron hacia Telde con Jos� Urqu�a y Mat�as Zurita a la cabeza, acampando en la llanura de Cendro que domina el cauce del barranco de Telde. Las fuerzas gubernamentales no tardaron en salirles al encuentro, formando en orden de batalla frente a los amotinados. Antes de comenzar la lucha, Casta��n envi� parlamentarios ofreciendo a los rebeldes un perd�n generoso si se retiraban a sus casas, lo que tuvo como efecto que los soldados y oficiales de las milicias provinciales se pasaran con armas y bagajes a los liberales. Los campesinos, al verse sin el apoyo de los milicianos, y ante el sonido de los primeros disparos, volvieron a huir por cerros y barrancos sin oponer apenas resistencia. Aquella misma tarde la columna liberal entr� en Telde y acamp� en la plaza principal.

Dado que Mat�as Zurita se hab�a destacado como cabecilla de la sublevaci�n, los liberales salieron en su busca, lo capturaron y en juicio sumar�simo lo condenaron a muerte, a pesar de su avanzada edad (contaba 72 a�os). El 13 de septiembre fue fusilado en la Plaza o Alameda de San Juan de Telde por los granaderos de Tenerife, ya que los milicianos de Las Palmas no quisieron participar en tan injusta acci�n y regresaron a la capital la tarde anterior. Se cuenta que Zurita demostr� gran entereza al llegar al lugar de la ejecuci�n y exclam�: "�Cu�nta gente para ver morir a un hombre!".

Hasta aqu� lo que nos dice la historia escrita, fundamentalmente la Historia General de Canarias de Agust�n Millares Torres.

Pero el pueblo de Telde conserva la tradici�n oral de lo que sucedi� a continuaci�n, y seg�n el cronista oficial de la ciudad, don Antonio Gonz�lez Padr�n, se trata de una historia que con ligeras variantes se ha venido teniendo como cierta durante generaciones.

As�, se cuenta que tras producirse la descarga del pelot�n de fusilamiento el hijo de Mat�as Zurita corri� junto a su padre, y �ste, con su �ltimo aliento, le dijo algo as� como "�sta es mi bandera" o "toma mi bandera", probablemente refiri�ndose a la causa por la que hab�a luchado y muerto, y que ahora correspond�a continuar a su hijo. Pero �ste decidi� tomar al pie de la letra esas palabras, y cogiendo la blusa o casaca azul del cad�ver, empapada con la sangre del viejo absolutista, (seg�n otras versiones, un pa�o azul con el que habr�a sido cubierto el cuerpo sin vida) la iz� a modo de estandarte sobre una especie de pica usada para faenas agr�colas, y la llev� en alto desde la Alameda de San Juan hasta la Plaza de Los Llanos, la plaza del mercado, donde permaneci� plantada durante varios d�as como homenaje al l�der muerto y como protesta por el b�rbaro acto.

Y el hecho cierto es que desde que se tiene noticia el pueblo de Telde ha venido usando un pa�o dividido horizontalmente de rojo y azul como ense�a propia, hasta el punto de que cuando en 1967 se decidi� adoptar escudo her�ldico para el municipio, se eligieron como esmaltes principales los colores de la bandera, y as�, por Decreto del Consejo de Ministros 2.602/74 de 30 de agosto, es escudo de Telde es:

Escudo cortado: primero, de azur, el sol, de oro, acompa�ado de llave y b�culo del mismo metal; segundo, de gules, el castillo de plata. Al timbre, el lema, de plata y con letras de sable, "Fortunatarum prima civitas et sedes" y corona real abierta

(Ver imagen)

Tanto los elementos del escudo como el lema recogen el hecho de que en Telde se crease el primer obispado de Canarias (posteriormente trasladado a Las Palmas), as� como el primer enclave de penetraci�n de los conquistadores castellanos (la Torre de Gando).

Y ha sido ahora cuando el Ayuntamiento ha decidido dar sanci�n oficial a una bandera de larga tradici�n, inspirada en el sacrificio de un hombre que dio su vida por una causa. Y aunque desde la perspectiva actual nos pueda parecer chocante el que se rinda homenaje a alguien que defendi� el absolutismo contra la Constituci�n, hay que comprender que la verdadera causa por la que luch� Mat�as Zurita y las gentes que como �l se rebelaron en esta y otras ocasiones no era Fernando VII o la uni�n del Trono y el Altar, sino la defensa de los fueros, derechos y privilegios �y en definitiva, de las se�as de identidad- de los pueblos de Gran Canaria, frente a lo que percib�an como la amenaza centralizadora y uniformizadora de la gran ciudad que ya se iban perfilando. En ese sentido, la bandera de Telde cumple plenamente la finalidad de reflejar una importante parte de su historia y de su lucha por conservar sus se�as de identidad.

 

 

 

Hosted by www.Geocities.ws

1