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 10 - 11 y 12 de Marzo 2017


Colección "Serrat Personal" de El Periódico de Catalunya (2007)

 1970 - Mi niñez (6)

 
Vídeo montaje con imágenes extraídas del documental "Serrat el último trovador" del canal temático "People Arts".
La evolución de Joan Manuel Serrat desde su niñez hasta su 24 años, la escuela, sus veranos en Viana, su paso por la Universidad de Tarragona, la mili, con los amigos que formaron el primer grupo musical, su primer Radioscope, o su primer concierto en Cornella de Llobregat, su primer paso por TVE, hasta su primer Palau de la Música Catalana.
Que lo disfruten.

Joan Manuel Serrat.
Mi niñez, en un ensayo de Serrat antes de un concierto.
Con subtítulos en sueco.

"Serrat vuelta al ruedo."

Diario 16 - Suplemento
Número 310
30 de Agosto de 1987
Texto de Gloria Díez
Fotos: Antonio Melero

Una plaza de toros. Cualquier plaza de toros. Sobre el escenario un perito agrícola, charnego por más señas, entusiasma al respetable con la historia de un príncipe que se convirtió en rana. La Luna se asomaría al borde del albero casi con la medianoche. Los ojos asombrados, como mares redondos. Para entonces Joan Manuel Serrat confiesa una debilidad: estrena algunas canciones de su disco "Bienaventurados" antes de tiempo, «porque francamente se las estaba cantando encima». Y las gradas repletas, ríen, aplauden o asienten con un silencio cómplice, manejadas por la magia de un lenguaje cotidiano que juega a volver el mundo al revés para averiguar —bajo sus faldas— si es chico o chica. Verano. La vieja Iberia. Y al final la apoteosis de los gritos y las palmas. Joan Manuel Serrat, vuelta al ruedo. El día 4 será en Madrid.

“Esto es como el toro”

«He pasado años sufriendo por tener que subirme a un escenario. Todavía ahora tengo mi cosquilleo y mis preocupaciones, pero subo con una gran tranquilidad. Lo que sí te puedo asegurar es que esto es como el toro, el que le pierde la cara, la cogida es segura. El escenario es muy serio y hay que respetarlo, al mismo tiempo que hay que andar por él lo más cómodo y seguro posible. Pero sin perderle la cara, porque si no, te pilla.»

El concierto está a punto de empezar. Serrat tiene un pie en el estribo. Y ha elegido este momento de tensión para la entrevista. Está sentado bajo una pared que se encaló hace tiempo y de la que cuelgan símbolos de ganaderías. En algún rincón, un arbusto que los malagueños llaman «dama de noche», expande un olor dulzón.

Joan Manuel lleva una camisa amarilla. No ha perdido la antigua sonrisa de golfillo del Poble Sec, el barrio barcelonés donde está esa calle con cuesta de sube y baja que él recordará dentro de media hora cuando envíe: «La zorra pobre al portal, la zorra rica al rosal y el avaro a sus divisas.» ¿Una calle idealizada? «No, una calle adorablemente vulgar. El Poble Sec, donde nací, es un barrio obrero. ¿Por qué le llaman seco? Pues no sé. Está al lado del puerto y es un sitio muy húmedo. Quizá hubo en algún momento problemas con el abastecimiento de agua.»

Naces en un barrio obrero y eras un charnego. «Y lo sigo siendo. Ser charnego no es algo peyorativo a no ser que se emplee como tal. Un charnego es, sencillamente, el producto de un catalán y una mujer no catalana. Mi madre es de Belchite, provincia de Zaragoza.»

«Mi educación, lo mismo que la del resto de los muchachos de mi edad y mis condiciones pasó por tres pies. La escuela fue el menos importante, era una escuela deformada, llena de ese oscurantismo de los colegios de curas.» ¿Te educaron los curas? «Educarme, no. Yo fui a un colegio de curas. Educarme me eduqué en la calle y en mi casa. La calle era el lugar ideal para jugar, entre otras cosas porque era el único. Piensa que las casas tenían cuarenta o cincuenta metros cuadrados, como la mayoría de las casas de los obreros y normalmente estaban muy ocupadas. Yo recuerdo grandes ocupaciones de mi casa como consecuencia de la problemática del resto de la familia. Antes la relación familiar era muy propensa a este tipo de solidaridad que hoy escasea tanto.»

Ahora los niños de las ciudades han perdido las calles. «Hoy los niños tienen otras ventajas y otros inconvenientes. Sobre todo, los niños de la ciudad tienen un contacto escaso con el medio rural y el ver una gallina viva o un conejo montando a una coneja son para ellos actos sublimes que les causan asombro. Nosotros los teníamos en los balcones de nuestras casas, que se utilizaban, entre otras cosas, para criar todo tipo de animales que sirvieran para llenar la olla.»

Serrat juega con las palabras. Adora la polémica. A pocos metros está el Mediterráneo. Su mar. Quizá pudiéramos oírlo si se apagara el zumbido de las motos. «Soy mediterráneo, pero no quisiera catalogarme en ningún sentido. A lo mejor tengo grandes coincidencias con unos artistas mediterráneos y puedo tener grandes discrepancias con otros. El Mediterráneo no da unidad.»

Joan Manuel está pendiente de los mínimos detalles.
Y todo el mundo tiene muy claro quién es el jefe ¿De qué te sientes heredero entonces? «De lo que me dejó mi padre. Y era lampista. O sea, que poco. Lo que sí creo es que antes que yo ha habido otros, que han dejado sus huellas por ahí, que nos han enseñado cómo se deben hacer las cosas y cómo no se deben hacer las cosas, que de todo ha habido en la viña del Señor. Y yo me siento heredero de ambos.»

Su padre. Un hombre que se sentía orgulloso de Joan Manuel. También le recordará esta noche. Y en catalán previamente traducido, para que nadie se quede sin entender «por mi falta de delicadeza», dirá Serrat, el poema.

«Mi padre nos ha dejado lo peor que tenemos, y es su ausencia. Le echamos mucho a faltar todavía, después de siete años. Yo he conocido a un hombre que era, como decía Machado, "en el buen sentido de la palabra, bueno". Y he tenido la suerte de tenerlo en mí casa.»

Quién diría que este hombre, que no quiere ser llamado poeta «porque la poesía en estos momentos anda por otros caminos», ni «cantautor», porque es una palabra que se ha sobado demasiado y parece aplicarse a una época determinada, es un perito agrícola que terminó su carrera con premio extraordinario y habría sido biólogo si un catedrático de Zoología no se hubiera cruzado en su camino.

«Pues sí, si no fuera por la irresponsabilidad del profesor Gadea quizá estaría haciendo otra cosa. Seguramente habría terminado Biología, porque me gustaba mucho. Pero este hombre todavía en activo (por cierto, espero que lea esto y sepa lo que pienso de él), sabiendo que yo estaba trabajando en Jaca, en un centro de investigaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, me exigía que bajara cada día a las nueve de la mañana para hacer las prácticas en su laboratorio, lo cual quería decir que me echaba de la Universidad.»

Volvamos atrás, a eso de «sigo siendo un charnego». «Sí, pero no es una cuestión de voluntad, a mí me parieron en estas condiciones y bien contento estoy de lo que me ha tocado en suerte.» En todo caso el problema del bilingüismo a ti, hijo de catalán y maña, te cogió como una bisagra.

''Los fantasmas del Roxy'' es uno
de los mejores temas del álbum No está de acuerdo. Pero empezaré a preocuparme cuando esté de acuerdo con algo que le pregunte un periodista. «No, de ninguna manera, yo siempre he sabido que soy catalán, siempre he tenido muy clara mi conciencia de catalán, y cuando el catalán ha estado reprimido como fórmula cultural, he actuado de formas muy radicales sin ser nunca anticastellano o anticastellanista, pero sí en defensa del patrimonio cultural de mi pueblo.»

Sin embargo, a raíz del desdichado asunto de Eurovisión, tú por un lado sufres vetos y, por otro, se te ataca por utilizar el castellano. «Yo no entro a discutir.» (¿Es posible?) «Lo que sí puedo es aclarar la historia. Y decir que están equivocados los que me han atacado por cantar en castellano. Yo nunca dije que no lo haría. En cambio, hay gente que sí se comprometió y no ha cumplido. O que ha cumplido porque la casa grabadora no le aceptó el proyecto. Pero a lo mejor a los que me atacan a mí no les interesa remover estas historias.»

Joan Manuel, tú siempre te has declarado contrario a las dictaduras. Has soportado la censura. (Junta las manos en gesto de súplica.) «No la he soportado, me la han impuesto.» Digamos que la has soportado lo mejor que has podido. «Sí, he aguantado como un hombre.» (La sonrisa se hace ancha, por un instante feliz.) «Pero no la he soportado.» (Vuelve a jugar con las palabras.) «No la podré soportar nunca. Es horrorosa la censura, siempre me ha parecido terrible. Y aún más terrible la autocensura. Esta censura que uno se impone para ganarle un paso a la censura, porque siempre he pensado que autocensurarse para poder mostrar algo es como cortarse la mano para poder enseñar el muñón.» Ahora se queda pensativo, resistiéndose a abandonar el tema. «Y la autocensura es como la heroína. Crea hábito.»

Hace algún tiempo dijiste que, en líneas generales, estabas de acuerdo con la política del PSOE. ¿Sigue siendo verdad? «En líneas generales sí, en líneas generales no tengo por qué modificar mi actitud. Lo que pasa es que se puede entrar mucho en el detalle. Y de cualquier forma, lo que sí voy a manifestar es que todo lo que tenga que hacer en este sentido lo haré siguiendo los cauces de democracia interna, mientras ésta funcione. Si en algún momento deja de funcionar... me dirigiría a Diario 16.» Y, sin embargo, no es militante socialista, dice que nunca lo fue. A pesar de ser miembro fundador del PSC, no tiene carnet de militante. «Es que en eso de los carnets, a mí, con el de identidad, ya me sobra.»

Me dirás que tampoco eres ecologista. «Mira, cuando un ser humano se manifiesta ecologista a mí me preocupa bastante, porque es como manifestarse persona. Es imposible ser humano y no ser ecologista.» Ya, y ¿cuántos seres no humanos calculas tú que habrá sobre la Tierra? «Lo que ocurre es que hay mucha ignorancia, vivimos en un mundo sumamente ignorante donde las normas morales no pasan por el individuo, sino que pasan más cerca del dinero, del poder, de todas esas cosas. Y la información que recibimos revaloriza esos conceptos de vida. La información que se nos da está en favor de esos conceptos morales. Lo cual es sumamente duro. Yo pienso que el entorno es lo único de que disponemos, que destruir el entorno es destruirnos. Y esto no son palabras. Es cierto.»

Hablando de palabras, se diría que Serrat tiene miedo a las palabras, sobre todo a las grandes palabras. Necesita reducirlas para que resulten a la altura de lo cotidiano. «Yo creo que más que miedo a las palabras lo que ocurre es que hay palabras que han perdido su sentido por el mal uso, por las ambigüedades, por las contradicciones. Creo que nos veremos obligados a encontrar, cada uno en su medida, un nuevo lenguaje para que las palabras vuelvan a tener sentido. Hay otra cosa mala para las palabras, y es el escaso uso que se hace del lenguaje. Alrededor de uno se usa a veces más el cuerpo que las palabras para hablar.» ¿Te parece malo? «Malo para las palabras (sonríe pícaro), a lo mejor para las relaciones es muy bueno.»

Serrat en el estudio de grabación,
posando ''de mentira'' para las fotos A Serrat no le gusta la especie «periodista». Alguna vez ha dicho que son unos tipos que se emborrachan y no pagan. Me interrumpe. «Yo tengo muchos amigos periodistas y sería un canalla si dijera de ellos algo general.» Otras veces ha dicho que son «falleros». Gente que no va a ver a un personaje, sino que busca su propio personaje de cartón-piedra. Y una vez creado lo quema. Como en una falla. «Bueno, haberlos, haílos. Y los primeros que lo sabéis sois vosotros.» Y tú nunca has querido ser un «ninot». ¿No?

Mira con unn atisbo de perplejidad. En torno a él hay una malla difícilmente penetrable. Mantiene a cal y canto su vida privada. Cada vez concede menos entrevistas. No quiere hablar ni siquiera de sus fetiches. «Mira, yo creo que nadie quiere entrar en ese juego. Pero hay mucha gente que, para conseguir otras cosas, consiente en ser un "ninot". Y de mis fetiches no hablo porque mi mundo íntimo lo conservo para mí, porque es que si no perdería todo el sentido.»

Hay personas capaces de luchar contra corriente, pero que luego se desmoronan o se endurecen ante el triunfo. ¿Qué tal te ha tratado a ti? «Yo creo que el triunfo puede ser muy malo, igual todo lo que tiene de agradable y de laminero, lo tiene también de engañoso, de una apariencia eterna o al menos duradera a algo que es eventual y pasajero. Pero sabiendo esto, uno gana bastante. A mí me ha ido bien, porque he tenido pequeños fracasos provocados por el éxito que me han ido educando. Y porque he tenido la suerte de que la vida me respetara en general y no me diera un garrotazo de esos que deja sentado a cualquiera. Me ha dado golpes, pero me he podido levantar.»

Joan Manuel, eres todavía un poco titiritero. «Ya lo ves, somos unos completos titiriteros. Ahora vamos con camiones...» Ya lo veo. Si hasta llevas el oso ahí detrás. (Gracias, oh, dioses, esta vez le he pillado. Ha mirado a su espalda. ¿Qué esperaría ver?) Pero tienes una coraza realmente difícil de traspasar. «Todo el mundo la lleva. Yo diría que es la única posibilidad de sobrevivir y de poder abrirte plenamente cuando la vida te da una oportunidad. Ir de otra forma sólo lleva al desastre.»

Va a cambiarse. La camisa amarilla es sustituida por otra de color rosa o malva, que con tanto foco no hay quién se aclare. Va a presentar algunas de las canciones de su nuevo álbum, «Bienaventurados». El tema central es una invitación a vivir aprovechando el menor resquicio. Recuerdo aquella invitación de Benedetti también cantada por Joan Manuel: defender la alegría.

Joan Manuel desgranó viejas canciones y las mezcló con las nuevas. Con una sabiduría que sólo da el tiempo, alternó los temas intimistas con otros que hacían reír o bramar a las gradas. Utilizó su banqueta (esa que no es un fetiche) como si fuera un as de corazones, para ponerse a la altura del oído y cantar bajito. Y ya desde el comienzo el público estaba rendido y se dejaba llevar por una risa infantil cuando Serrat les contaba el cuento del príncipe transformado en rana. «Es difícil su reinserción social / no se adapta a la vida de los batracios / y la servidumbre como es natural / no le permite la entrada en palacio. / En el jardín frondoso de sus papás / hay un príncipe menos y una rana más.» Joan Manuel se metió al público en el
bolsillo desde que comenzó el recital

El mismo tono jocoso empleó Joan Manuel para el que es posiblemente el tema más original y divertido del álbum: "Los fantasmas del Roxy". El texto se inspira en un cuento de Juan Marsé y cuenta las peripecias de un banco, instalado en los antiguos locales de un cine, donde, de pronto comienzan a aparecer fantasmas. El ritmo de la canción podría calificarse de trepidante si se compara con el habitual en Serrat.

Joan Manuel empezó a escribir los textos en el mes de noviembre, «cuando nació mi Candelilla». Y fueron creciendo a fuerza de disciplina, «dentro de la disciplina que yo soy capaz de soportar» y de enormes bocatas de embutidos. «Yo soy un gran partidario de los embutidos mientras los médicos no me lo impidan y, si me lo impiden, ya veremos...»

Al final, los «bises» fueron casi tan largos como el mismo concierto. Las trece mil personas se resistían a marcharse. Joan Manuel, tú has escrito hermosas canciones de amor... «Y de desamor. El amor es exactamente eso sin lo cual.., supongo, que se podría vivir, pero entonces la vida no tendría ni sabor, ni olor, ni color. Pero el amor no sólo es euforia, es depresión, no sólo es esperanza, es frustración. Lleva de todo. Y es como el escenario o como el éxito, no hay que perderle la cara, porque te pilla.»

Material extraído y recopilado de la antigua página de Paco Martín.


Serrat visto por otros.

RUBÉN JUÁREZ (Bandoneista)(EPD)
«A Serrat le conocí en el año 70. Yo estaba haciendo temporada en el verano en Mar del Plata, con Osvaldo Pugliese. Las recaladas se hacían siempre en la vereda del "Re Fa Si" y nos íbamos a un café que estaba al lado. Ahí siempre aparecía Pichuco para juntarse con nosotros. Una noche estábamos sentados y vimos un Fiat 600 que se paró en la puerta del "Re Fa Si" y un flaco se bajó a empujarlo. Me mira Troilo y me dice "Pero mirá vos qué talanca el flaco, la basura que se fue a comprar..."
En el 70 un Fiat 600 era un autazo. Yo le dije a Pichuco: "Maestro, ese auto es muy lindo". Y siguió Pichuco con su diálogo: "Mirá, encima viene a pedirte que lo ayudés a empujar...". Y Serrat estaba ahí empujando un 600. Lo estacionó en un costado y se vino a tomar algo con nosotros. Me miró Pichuco y me dijo: "Usted se tiene que hacer amigo de este tipo, porque va a ser un grande y usted también". Desde ahí somos muy buenos amigos.
Cuando volvió con el espectáculo "El gusto es nuestro", el flaco me llamó para decirme que en Buenos Aires quería hacer un tango conmigo. Cuando llegó le mostré "No hago otra cosa que pensar en ti" en tiempo de tango. Se murió el gallego... Es muy porteño, camina como porteño. Por eso puso el bandoneón, porque ama el tango. Le chorrean los bandoneones, como dice Cacho Castaña.»


Joan Manuel Serrat en postales.


Joan Manuel Serrat en pósters. (16)


Joan Manuel Serrat ha sido, es y será, para varias generaciones de hispanohablantes de uno y otro lado del Atlántico, una parte fundamental de la banda sonora de nuestras vidas.
Joan Manuel Serrat ha estat, és i serà, per a diverses generacions de castellanoparlants d'un i altre costat de l'Atlàntic, una part fonamental de la banda sonora
de les nostres vides.

© Pere Mas Pascual (1997-2017)