Culpabilidad y resistencia:

la sanación de almas en la Nueva España

Jaime Muñoz Vargas

El doctor Óscar Martiarena, autor de Culpabilidad y resistencia. Ensayo sobre la confesión en los indios de la Nueva España, ha escrito un libro digno de lectura y de elogio. Atrincherado en un amplio caudal de fuentes documentales, Martierena examina minuciosamente los mecanismos articulados por el poder español para mantener quietos a los demonios que ebullían en la conciencia del indígena y que obstaculizaban la denominada “conquista espiritual”.

Desde la llegada de aquellos doce franciscanos que en 1524 entraron cruz en ristre a la Nueva España con la tarea de evangelizar a los nativos, el Nuevo Mundo fue escenario del torrencial esfuerzo hispano que buscaba imponerse no sólo en el terreno material, físico, “temporal” (como decían ellos), sino también y con especial énfasis en el otro, en el del espíritu que suele ser mucho más difícil de domeñar en toda empresa de conquista. ¿Cómo lograr que el alma de los indios no se hunda en idolatrías que lo alejen de la verdadera fe? ¿Con cuáles armas luchar contra las erráticas creencias del aborigen? ¿Cuántos misioneros son necesarios para evitar que los paganos reincidan en la superstición inspirada por el ángel malvado? Éstas y otras preguntas intenta responder Culpabilidad y resistencia... y para lograrlo nos plantea un examen completo de todas las aristas que implicaba el gigantesco proyecto de evangelización.

Entre los instrumentos más usados para frenar las prácticas paganas estaba el de la confesión, y su empleo fue habilitado gradualmente por franciscanos, primero, y después por dominicos y agustinos. Martiarena observa que la impresión de manuales bilingües, entre otras armas, no fue capaz de abolir los hábitos religiosos del indígena, y eso quedó de manifiesto en los comentarios de los evangelizadores que habían empeñado su vida en tal empresa.

Óscar Martiarena, doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona y profesor de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, se interesó en este tópico, básicamente, por su encuentro con el Confesionario mayor en lengua castellana y mexicana de fray Antonio de Molina (1565). El autor, guiado por su interés en las “tecnologías del yo”, emprende esta investigación y propone que la confesión auricular “buscó la constitución de cierto tipo de individualidad en los indios de la Nueva España”. A compulsar ese aserto se encamina todo el ensayo.

Para lograr su objetivo, en la primera parte del libro el investigador reconstruye lo que fueron la confesión y la penitencia en el occidente cristiano, desde la iglesia antigua hasta el siglo xvi. Luego de esto, Martiarena detiene su mirada en el examen de la confesión introducida a los indígenas y en sus más recurrentes dificultades; al final analiza las publicaciones que buscaban apuntalar el éxito de dicha costumbre y las inquietudes mostradas por los misioneros que muy temprano percibieron las dificultades para desarraigar la reiterada idolatría.

Un largo camino recorrió la expiación de los pecados hasta llegar al engranaje confesional que se empleó en el Nuevo Mundo. Las más antiguas fueron la bautismal y la postbautismal, que rigurosamente escamoteaban el perdón a los pecados de alto calibre como el adulterio, la apostasía y el homicidio. Esto en los dos primeros siglos del cristianismo; después es introducida una segunda penitencia llamada exomologesis, que exigía al pecador una penitencia larga, pública, severa y que no borraba del todo las faltas cometidas.

En el camino se encuentran otras formas de penitencia, como la canónica —ingreso a la penitencia, expiación y absolución—, la monástica —“verbalización permanente de los pensamientos” y guía de un “maestro”—, la arancelaria —“conmutación de la pena por una suma de dinero”—, hasta llegar a la confesión auricular, “una práctica interior que reclama la responsabilidad del pecador”, que trata de un examen de sí e “incorpora como objetivo principal la contrición”.

Por supuesto, ya para este momento la letra acompaña con profusión el esfuerzo de imponer la penitencia a los infractores de la moral cristiana. Surgen en tal coyuntura los Manuales de confesión y las Sumas para confesores, obras cuyo propósito era aleccionar a los curas de almas y/o a los feligreses y proporcionarles los lineamientos básicos para distinguir bien los pecados y aplicar los correctivos indicados. No fueron pocas las obras de esta índole, y “la proliferación tanto de las Sumas como de los Manuales es muestra de que, entre los siglos xiii y xviii, Occidente tuvo la obsesión de pensarse bajo el signo de una culpabilización incesante, de buscar la más mínima huella del pecado en el alma y de juzgarse ‘con la convicción de que un Dios acreedor lleva una cuenta exacta de cada pecado y de cada deuda’”.

Culpabilidad y resistencia... observa que la llegada de los españoles al Nuevo Mundo se da cuando la confesión auricular es ya un instrumento totalmente asimilado por el cristianismo occidental. Las crónicas testimonian que la confesión y su respectiva penitencia fueron puestas en práctica inmediatamente por los misioneros. Motolinía, Mendieta, Torquemada, Basalenque, Sahagún, Landa, Acosta, todos dedicaron buena parte de sus vidas y de sus obras escritas a ponderar la necesidad y las dificultades de la confesión en el ámbito indiano, y Martierena examina con escrúpulo los lugares donde aquellos adelantados del espíritu reflexionaron sobre la culpabilidad y la resistencia.

La tercera parte del volumen está dedicada íntegramente a comentar el corpus bibliográfico que se imprimió con materiales encaminados a lograr el “buen gobierno” de las almas indígenas. Un copioso número de confesionarios y manuales se redactaron para doblegar la terquedad del aborigen y someterlo a la férula del poder hispánico, todo con la certeza de que el nativo era refractario a la sanación de su alma descarriada, “Al menos así lo muestra —citemos a manera de ejemplo— la publicación de Luz y método de confesar idólatras, publicado en 1692 por Diego Jaymes Ricardo quien afirma que el mayor mal de los que han existido en el mundo es la idolatría”.

Luego de este amplio recorrido, Óscar Martiarena concluye que mientras “Europa se ilustraba y se afanaba por garantizar la formación de individuos autónomos, en la Nueva España los confesores perseguían a los indios por sus costumbres y su indolencia; por renunciar a constituirse como conciencias individuales culpables”. En este sentido, el libro de Martierena revalora la necesidad de abrir nuestros oídos a una confesión indígena que hasta la fecha sobrevive: el deseo de lograr que su otredad sea respetada.

 

Culpabilidad y resistencia, ensayo sobre la confesión en los indios de la Nueva España, Óscar Martiarena, uia-Departamento de Historia, México, 1999, 228 pp.

002, Torreón, 85 pp.

 

 
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