Vitrina de autores contemporáneos

Jaime Muñoz Vargas

Por mucho que el Internet nos haya vuelto el mundo una canica, por mucho que podamos tener el aleph al alcance del teclado, siempre hará falta un cáñamo que engarce lo universalmente desparramado, un eje que arracime como brocheta lo que de otra manera se nos presentaría disperso, inasible. Por eso la necesidad de los libros antológicos y de las compilaciones, más cuando el objeto del compendio no puede ser hallado con facilidad en un solo costal. Eso ocurre, por ejemplo, en esas raras antologías que recogen en pedacería la narrativa joven alemana, o la nueva poesía feminista de Colombia, o la producción de un casi desconocido grupo literario de Letonia. Sin ese tipo de libros, muy difícil sería hacerse de una idea global que permita por lo menos escudriñar un milímetro de las literaturas ajenas al ámbito del castellano.

Tal es el valor de Guía de las letras y autores contemporáneos, gordo volumen de la colección Lengua y estudios literarios editada por el fce. Su compilador, John Sturrock, es editor asesor de la London Review of Books y ha trabajado también para el Times Literary Supplement, lo que de entrada hace confiable su pesquisa de ensayistas capaces de echar, cada uno por su lado, redadas a las numerosas y variadas literaturas que pueblan el planeta.

Así, en un solo manojo —por cierto un abultado racimo de 640 páginas— se reúnen críticos de aquí y de allá para que ante los ojos del lector desfile el ejército de escritores más representativos en nuestro zarandeado mundo durante los últimos cuarenta años. La Guía..., entonces, tiene un fin totalizador, un propósito acorde a los tiempos de globalización que nos ha tocado vivir.

Son 28 los ensayos que pueblan esta Guía..., cada uno de los cuales se refiere a un segmento específico del globo, sea un país o una región demarcada a partir de la lengua o de la geografía; naciones como Inglaterra, Francia, Japón, China y muchas otras —la mayoría— son asediados en su particularidad, y zonas como “América de habla española”, “Los países africanos”, “Escandinavia”, “Los países árabes” y “Los países de habla alemana” reciben un tratamiento más pulverizado. La intención de los estudios —en promedio de 25 páginas cada uno— es mostrar lo que se ha escrito en cada porción del planeta desde 1960 a la fecha, según lo explica el compilador.

El tratamiento, dadas las características del volumen, no puede aspirar a la profundidad, sino al sobrevuelo. Por encima, sin el afán de examinar al árbol sino al bosque, cada ensayista pasa revista a los hombres y a los títulos que a su juicio son los más representativos de su jurisdicción literaria. La exploración, pues, da una idea general y en ningún caso se detiene demasiado en autores u obras determinados. A lo mucho, cada escritor “analizado” recibe una página de comentario y a pincelada veloz se describen sus características más generales y sus títulos más significativos, sin ahondamiento pero sí con la eficacia del dato puntual y numeroso.

Luego entonces, el valor de la Guía... radica en el cúmulo de información que contiene, y por ese rasgo enciclopédico sirve sobre todo como texto de referencia, como mapamundi de la literatura que puede ser útil a los especialistas y a los amateurs, dado que nadie es capaz, por sí solo, de recorrer las repúblicas de las letras con su propia pupila.

La mayoría de los ensayos ha sido escrita por ingleses o por extranjeros asentados en universidades inglesas. Independientemente de lo que se afirme sobre la literatura húngara o neozelandesa o de cualquier otra parte, la visión que se ofrece sobre lo que a nosotros nos interesa más, la literatura surgida en la “América de habla española”, quizá pudo recibir una mirada menos general. Michael Wood —profesor del Departamento de Inglés de la Princeton University— se aproxima a las figuras más salientes, a Neruda, a Cortázar, a Monterroso, a García Márquez, a Puig, a Roa Bastos, a Carpentier, a Vargas Llosa y a cinco nombres más, así que quedan fuera muchísimos autores que acaso merecen, por lo menos, una mención mínima. Suponemos que un polaco o un israelí opinarían lo mismo de los segmentos que se refieren a sus países, pero la Guía..., por su propia complexión, no puede albergar, aunque se lo proponga, a todo el mundo. Pese a esa limitación, el libro es de suma utilidad y nos recuerda que, querámoslo o no, el mundo es ya una aldea y la literatura vive en ella.

 

Guía de las letras y autores contemporáneos, John Sturrock (compilador), fce, México, 2001, 640 pp.

2, Torreón, 85 pp.

 

 
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