Un estudio

sobre el Saltillo transgresor

Jaime Muñoz Vargas

 

El pasado es un universo lleno de recovecos, de pliegues, de fisuras y de lagunas. Nadie que no sea especialista —los que saben del oficio, como don Luis González, siempre recomiendan erudición al historiador— puede, pues, hundir su mirada en el pretérito y extraer de allá alguna verdad que valga. En otras palabras, el instrumental y las pericias que se exigen a un científico de la historia son hoy tan variadas y complejas que han terminado por convertir a esta actividad en un territorio dominado por el conocimiento interdisciplinario. El historiador actual, hombre que asume como tarea la generación de conocimiento científicamente válido, debe ser historiador, sin duda, pero también un poco antropólogo, sociólogo, lingüista, economista y, si no es mucho pedir, de vez en cuando literato.

La prueba de lo necesaria que es tal vocación poliédrica podemos encontrarla en Sociedad y delincuencia en el Saltillo colonial, obra en la que Carlos Manuel Valdés escudriña un fenómeno —el de la delincuencia, por supuesto— apoyado en herramientas que lo delatan como historiador moderno, como investigador capaz de sumergirse en la Colonia y bucear con pericia en aquellas brumosas profundidades, todo para añadir nuevos y macizos datos (aunque nunca indestructibles, lo cual es un a priori del conocimiento científico) a la inteligencia que hoy tenemos sobre el pasado del ámbito que ahora ocupan los estados de Coahuila, Durango, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas y buena parte del sur usamericano (¿puedo recordar que este oportuno neologismo se lo debemos a Adolfo Castañón?).

Carlos Manuel Valdés Dávila (Saltillo, Coahuila, México, 1944) es un reconocido especialista en la historia india y negra en el contexto colonial novohispano. Estudió Humanidades Grecolatinas, Filosofía e Historia. Creó el Centro de Documentación Regional de la Universidad Autónoma de Coahuila. Durante ocho años fue director del Archivo Municipal de Saltillo. Entre sus publicaciones destacan, además de numerosos artículos para revistas especializadas y divulgativas, el libro de texto Coahuila. Historia y Geografía (1998), La gente del mezquite. Los nómadas del noreste árido (1995), y, en colaboración con Ildefonso Dávila, Los tlaxcaltecas en Coahuila (1999), Esclavos negros en Saltillo. Siglos xvii a xix (1989). Apretada, sintéticamente, ésa es la vinculación de Valdés Dávila con dos de los flancos más importantes de la historia: como organizador de fondos documentales y como lector/investigador que desde hace algunos años ha dado a la prensa textos de suyo necesarios para comprender con mayor certidumbre el pasado coahuilense.

Uno de los temas que más apasionan al maestro Valdés Dávila es el de los grupos o los personajes que habitaron en la marginalidad, como es el caso de los negros que ya le dieron materia para un volumen. Precisamente allí donde existe más silencio documental, precisamente allí donde sólo susurros se pueden escuchar de los que —además de otras cosas menos etéreas— fueron despojados de la palabra, el investigador saltillense escudriña con mayor celo en busca de los mecanismos que den cuenta del entramado cultural que posibilitó la imposición de una cultura y la violenta aniquilación de otra, la nativa. Con Sociedad y delincuencia en el Saltillo colonial, Carlos Manuel Valdés confirma entonces que su trabajo es uno de los más serios y enriquecedores en el contexto de la exploración histórica del norte mexicano; esto permite vislumbrar, así sea lejano, un cambio en la forma de historiar, de suerte que por estos rumbos el anecdotismo y la historia de los prohombres sean sucedidos por el estudio de los grupos, de la sociedades y sus comportamientos.

Sociedad y delincuencia... —libro bellamente editado, dicho sea de paso—, contiene seis segmentos: un prefacio, tres capítulos, una conclusión y una copiosa bibliografía. Se trata de la traducción al castellano de Aux Marges de l’empire: société et délinquance à Saltillo à l’époque coloniale (1995), libro que originalmente fue una memoria escrita por Valdés Dávila para obtener su Diplôme d’Études Approfondies en la Universidad de Perpiñan, en Francia. Ubicada a caballo entre lo académico y lo divulgativo, “Se trata de historia local, aunque me figuro que no es localista. Podrá comprobarse que tampoco ha sido planeada como eco de lo que se denomina historia nacional”, afirma el autor en el prefacio, sitio donde también plantea sus hipótesis iniciales, a saber:  “¿Cómo se forjó la gente de Saltillo un esquema ético de referencia en los siglos coloniales? ¿Es posible encontrar un cambio conceptual en sus planteamientos sobre el sexo o la propiedad hacia finales del xviii? ¿De qué manera fueron sistematizadas sus experiencias para enfrentar ‘legalmente’ las ‘desviaciones’ respecto a las reglas establecidas? ¿Jugó un papel importante la guerra contra los nómadas en lo anterior? ¿Tenían una visión del mundo igual o diferente las diversas etnias, castas o clases? ¿Quién hablaba a través de los jueces y escribanos cuando establecían culpabilidades y dictaban sentencias?”

Nutrido por una cuantiosa masa documental de fuentes primarias y secundarias, el historiador saltillense procede en el capítulo primero a describir, grosso modo, “La sociedad en que se cometieron los delitos”; ésta es, para los lectores no especializados, una sección jugosa en tanto boceto general de Saltillo y sus alrededores. La aproximación al entorno se da en varias parcelas, todas eficazmente delineadas por el autor: “Generalidades” (históricas, en éste caso) le sirve para ubicar el cómo y el dónde de la fundación de Saltillo; “Los cazadores-recolectores” nos habla de los grupos que desperdigadamente poblaban, con pleno dominio de la realidad geográfica y climática, el semidesierto; “Los conquistadores” describe a los españoles que comenzaron el asentamiento, “Los tlaxcaltecas” alude a la inyección de vitaminas que recibió Saltillo con la llegada, en 1591, de ese importante contingente de indígenas ennoblecidos por la corona; “Los esclavos negros” recuerda la importancia que tuvo la presencia africana en el contexto colonial saltillense. Prosigue la panorámica con “El mestizaje saltillense”, “Geografía política”, “Producción y sociedad” y una sección breve, pero fundamental, sobre la “experiencia cotidiana” de “La guerra” entre los colonos contra “los bárbaros”, punto de capital interés dado que la atmósfera de violencia y zozobra permanentes propiciada por esa pugna provocó que muchísimos delitos encontraran allí —los documentos así lo testimonian, como lo exhibe Valdés Dávila— su razón de ser, su pretexto o su coartada.

El capítulo intermedio, “La moral en el Saltillo colonial”, establece las coordenadas jurídicas y teológicas sobre las que pudo ubicarse la percepción de lo bueno y de lo malo entre los primeros habitantes de Saltillo. Las siete partidas de Alfonso X y la Summa del Aquinatense, explícita o implícitamente, son los ejes en los que gira la moral de los cristianos europeos. A partir de cuatro tipos de información —la que proporcionan los delitos, los juicios, los testamentos y las crónicas franciscanas— el investigador trata de reconstruir los basamentos en los que se apoyó la moral saltillense. En los cuatro casos, Valdés Dávila extrae los datos necesarios que le permitirán al lector hacerse una idea aproximada de la moral en el Saltillo de la Colonia y de las acciones mediante las cuales los individuos contravenían la noción impuesta de bien común.

“Crímenes y delitos saltillenses”, último capítulo de esta obra, nos lleva a los casos concretos de conducta criminal o delictiva (según las leyes y los intereses de quienes “hablan” en la documentación que ha sido escudriñada). Con un caudal de ejemplos, nombres, fechas y apellidos, pero también con un formidable torrente de juicios y preguntas personales donde se nota su prudencia a la hora de afirmar, el autor arma el fresco histórico —muy doloroso, por cierto— de un Saltillo en el que no escasearon los crímenes de sangre, los delitos contra la propiedad, las infracciones sexuales y demás transgresiones. En esta sección pasamos del boceto general (como proyecto de ubicación para el lector), al examen riguroso de documentos que con multidisciplinaria solvencia analiza Valdés Dávila. Las historias de caso (albergadas en mil papeles viejos) pueblan esta parte del libro y nos obligan a pensar que la organización archivística en Coahuila (de primer orden) tiene ya lúcidos y tenaces usuarios, investigadores que, como el autor del Sociedad y delincuencia en el Saltillo colonial, le están dando forma a los estudios profesionales de la historia regional con el fin de rebasar las fronteras de la anécdota y avanzar al conocimiento profundo de las sociedades que, afantasmadas en los documentos hasta que alguien se atreve a corporizarlas, conformaron esta zona de nuestro país sobre la cual hay todavía mucho, muchísimo por investigar y por escribir.

Sociedad y delincuencia en el Saltillo colonial, Carlos Manuel Valdés, Procuraduría General de Justicia del Estado de Coahuila-Archivo Municipal de Saltillo, Saltillo, 2002, 126 pp.

 

 
Hosted by www.Geocities.ws

1