El último de los planetas del Sistema Solar es completamente distinto a sus cuatro predecesores, calificados de “planetas gigantes”. Plutón es pequeño, con un diámetro de 2 300 km, o sea, menor que el de la Luna. Siendo tan poco notable y estando 38 veces más lejos de lo que lo está el Sol de nosotros, se comprende que sea muy difícil de estudiar y que apenas se conozcan sus características ya que no ha ido ninguna sonda hacia él.

Plutón gira en torno al Sol siguiendo la órbita más excéntrica de todos los planetas; tanto es así que buena parte de su recorrido lo hace más próximo al Sol que Neptuno, convirtiéndose, durante este tiempo, en el penúltimo planeta. Además, su plano orbital es el más inclinado (17º), con una especial disposición que hace que nunca pueda llegar a chocar con Neptuno. Este hecho y su pequeño tamaño resultan difíciles de explicar, lo que ha generado que se barajen diversas hipótesis entre las que destaca la que supone que Plutón fue en otro tiempo un satélite de Neptuno que escapó de su campo gravitacional por la posible influencia de algún cuerpo externo.

Características:

 

Plutón es un cuerpo frío, con una atmósfera de nitrógeno y metano que se precipita sobre su superficie en forma de hielo cuando se halla más lejos del Sol y hace más frío, pero que se sublima (se evapora) para formar una delgada atmósfera temporal durante unas pocas décadas, cuando Plutón está más cerca del Sol. Bajo el hielo de metano hay, según se cree, una capa de agua helada y un gran núcleo rocoso.

En 1977 le fue descubierto un satélite, denominado Caronte, que tiene un tamaño considerable en proporción a su planeta (1 200 km de diámetro), o lo que es lo mismo, más de la mitad del diámetro, así como una quinta parte de la masa de Plutón y se halla muy cerca de él. En realidad, ambos vienen a formar un sistema doble, lo cual aún le otorga mayor rareza a tan peculiar planeta: Caronte describe en torno a Plutón una órbita de 18 400 km cada 6,4 días. Igualmente giran sobre sus ejes cada 6,4 días, de tal modo que cada cuerpo le presenta al otro siempre la misma cara.

Plutón también tuvo anécdota en su descubrimiento, ya que, como Neptuno, se pretendió hallarlo gracias al cálculo previo. Una vez estudiados los elementos orbitales de Neptuno, se vio que este astro estaba afectado por alguna perturbación desconocida hasta el momento y, emulando las suposiciones hechas años atrás con Urano, se concluyó acertadamente que podrían ser debidas a la interacción gravitacional de otro planeta. El astrónomo Percival Lowell fue uno de los que más trabajaron en el empeño de hallar al nuevo astro, llegando incluso, a fines del siglo pasado, a sufragar de su propio erario un importante observatorio en Flagstaff, Arizona (USA), para especializarlo en este tema y en la búsqueda de vida en Marte. Lowelll falleció sin haber podido cumplir sus objetivos y tuvo que ser bastantes años después, el 23 de enero de 1930, cuando el joven aficionado Clyde Thombaugh, que ayudaba en las tareas del centro, descubrió al planeta en una placa fotográfica obtenida de una región próxima a donde debía hallarse según los cálculos de Lowell; si antes no había sido encontrado fue sencillamente, porque era menos brillante de lo que creían los astrónomos.

Sin embargo, la anécdota tiene una segunda parte. No hace mucho tiempo se rehicieron por método informático los cálculos de Lowell y se vio que eran erróneos. De ello se deduce que si Plutón en 1930 fue hallado cerca del lugar previsto fue por pura casualidad.

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