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BIBLIOGRÁFICOS
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LA
MASONERIA – POLITICA Y SOCIEDADES SECRETAS EN LA
ARGENTINA
Dr.
JORGE FRANCISCO FERRO - CONICET (Argentina) Investigador
Científico - Especialista en Masonología
La
Masonología, es decir el estudio científico
de la Masonería, se encuentra aún en pañales
en nuestro medio por lo cual todo estudio sobre la misma
resulta útil e importante para la mejor comprensión
del fenómeno.
Es
imposible agotar el tema masónico en un libro,
ni en una colección de ellos, por lo cual es natural
que cada autor, como en el presente caso, se ciña
a algunos aspectos principales o a cierta perspectiva
especializada. La elección recayó, evidentemente,
en la cuestión filosófico-política,
fuertemente asentada en el análisis y la crítica
sociales, sobre todo en los tres últimos siglos.
El
esfuerzo heurístico desplegado por el autor lo
ha llevado a exhumar documentos y testimonios que, de
otro modo, habrían quedado ocultos en los meandros
de la Historia, particularmente los archivos de la Gran
Logia de la Argentina y de otras Obediencias Masónicas
ya desaparecidas.
A
pesar de la elección de un enfoque especial, el
mérito de la obra consiste en que la totalidad
del fenómeno masónico es liberado de muchos
errores, omisiones y fantasmagorías, muchas veces
malintencionadas. Valgan algunos ejemplos: hasta hace
unas décadas, era una verdad indiscutible que la
Revolución Francesa había sido planificada
y ejecutada por “la Masonería”; hubo
que esperar hasta el Bicentenario de dicha Revolución
( 1989) para que una revisión desapasionada de
la historia gala mostrara un cuadro casi diametralmente
opuesto de los hechos con Logias masónicas asaltadas,
archivos y mobiliarios quemados y eminentes masones exiliados
o guillotinados ... Qué había ocurrido?
Aviesamente o por ignorancia, se había atribuido
a las Logias masónicas la acción de los
“Clubs de la Pensée” o de Libres Pensadores
– como el importante “Club de l’ Entresol”
- o de organizaciones pseudomasónicas revolucionarias
tales como los Iluminados de Baviera fundados por Adán
Weishaupt, ex – alumno de los Jesuitas del Colegio
de Ingolstadt. Un mero análisis sociológico
habría demostrado que casi la totalidad de las
Logias masónicas prerrevolucionarias estaban integradas
por miembros de la alta nobleza y algunos pocos burgueses
distinguidos en ascenso, justamente el blanco preferido
de los “ciudadanos” ( sinónimo estricto
de “burgueses”) que aplicarían el Terror
jacobino. También había, en las Logias,
un buen número de sacerdotes masones tal como el
beato Jean-Marie Gallot , mártir de la Vendée
guillotinado en 1794 , miembro de la oficialidad de la
Logia “L’ Union” de Laval, elevado a
los altares hace unos años por Juan Pablo II ...
Es
correcto, además, el hecho señalado por
el autor de la participación masónica en
la Comuna de París (1848 y 1871) pero ya con una
variación – algunos dirán “desviación”
– totalmente distinta de la mentalidad, hecho éste
que podría ser motivo de un estudio especial. Al
respecto acotemos, fuera del tema de este Comentario,
una cuestión etimológica que ha confundido
a muchos estudiosos extranjeros y argentinos: cuando,
en el siglo XVIII, los Masones se refieren a “las
Luces” no aluden a las “Luces de la Razón”
sino que, por el contrario, se referían a la Iluminación
Espiritual, a la búsqueda de la “Luz Tabórica”
, a la Luz del Sello del Angel, como decía Martines
de Pasqually – juntos con muchos otros – tal
como figura indiscutiblemente en muchos epistolarios,
rituales, catecismos masónicos, etc.. Otro tanto
ocurre con la palabra “Filosofía” la
cual, en el vocabulario masónico usual del siglo
XVIII y anteriores, de ninguna manera alude a una “filosofía”
universitaria y académica sino que explícitamente
se refiere a la “Filosofía del Fuego”
o “Filosofía Hermética” . Recién
en el siglo XIX, las palabras “Luces” y “Filosofía”
adquirieron el sentido moderno, pero no siempre ha sido
así.
Otro
punto clave que el autor no vacila en aclarar es que la
Masonería no posee una conducción única
mundial que ordene a los miembros actuar en tal o cual
sentido. Efectivamente, a diferencia de algunas de las
grandes religiones mundiales o de algunos partidos políticos
internacionales, la Masonería no es monocéfala
sino, por el contrario, es policéfala lo cual puede
aparecer como incomprensible a individuos cuya única
experiencia del orden se obtiene por medio de la obediencia
o de la “disciplina partidaria”. A pesar que
alguna Potencia Masónica se autocalifique como
Logia-Madre de las restantes, ello no impide la existencia
mayoritaria de otras Obediencias Masónicas que
no responden a ella.
Otra
cuestión importante que el autor puntualiza es
la referida a la actividad masónica en la Argentina
donde, por ejemplo, se constata que había masones
tanto en el bando unitario como en el federal (José
Roque Pérez, Lucio V. Mansilla, José Hernández,
entre los más renombrados eran federales) los cuales,
si bien se enfrentaban políticamente, se hermanaban
en las Logias; que ciertos mitos fantasiosos de algunas
corrientes historiográficas vernáculas tales
como la pertenencia a la Masonería del fallecido
almirante Isaac F. Rojas, del poder masónico dentro
de la Armada, tildada por lo mismo de anglófila
por lo mismo, etc. solo son fábulas sin apoyatura
en los hechos ni en evidencias de ninguna clase utilizadas,
quizás, como cortinas de humo en la política
de aquellos tiempos. En efecto, investigaciones actuales,
efectuadas con seriedad y desapasionamiento, han demostrado
que la inserción masónica ha sido mucho
más amplia y profunda en el Ejército que
en la Armada, que el almirante Rojas jamás fue
masón y que, por el contrario, existen fuertes
posibilidades que el general Perón sí haya
sido iniciado masón ... Al respecto, es muy interesante
el documento publicado por el autor debiéndose
acotar que del texto se desprende, evidentemente, que
los títulos de “Sovrano Gran Commendatore
e Gra Maestro Honorario a vita ...” atribuidos al
general Perón son honoríficos lo cual no
implica necesariamente que el Grado 33, Soberano Gran
Inspector General, también lo sea pues una cosa
es un Grado iniciático y otra distinta una función
de dignatario. Según ciertas fuentes, la iniciación
masónica de Perón debería rastrearse,
como bien lo indica el autor, en Logias militares cubiertas
, es decir, fuera de las Logias civiles, como podría
haber ocurrido en caso de haber sido iniciado por su amigo
el general Ibáñez del Campo o tal vez en
la “Loggia” del Regimiento de Alpinos del
Ejército Italiano donde Perón fue a perfeccionarse
durante la primer parte de su carrera militar...
Situándose
en una perspectiva filosófico-política,
el autor deja trasuntar su postura ideológica,
de sesgo socialista-marxista, que lo lleva a incursionar
en el análisis político-ideológico,
con exposición frecuente de sus conclusiones e
ideas personales en dicho campo. De este modo, el objeto
de estudio enunciado como principal – la Masonería
– se va a menudo sobrepasado por las preocupaciones
socio-políticas personales del autor. Precisamente,
la perspectiva especializada aludida es la causante que
la obra aparezca, de algún modo, un tanto unidireccional,
“one-sighted” diríase en inglés,
lo cual se aclararía inmediatamente si, desde el
principio, se hubiese aclarado metodológicamente
que se refería a un cierto tipo de Masonería,
a una de las tantas variantes existentes pues, de lo contrario,
se corre el riesgo de tomar la parte por el todo y considerar
que las conclusiones del autor son válidas para
todos los masones y todas las Masonerías lo cual
dista de ser así.
De
este modo, se puede cometer el error de creer que “la
Masonería” “apoya la forma republicana
de gobierno, es filosóficamente “progresista”
y laicista en materia religiosa, por ejemplo. Cuando,
en realidad, ello es parcialmente cierto y válido
para cierto tipo de Masonería pues, de otro modo,
sería inexplicable la existencia de otras Masonerías
unidas inextricablemente a la monarquía (Suecia),
conservadoras y tradicionalistas (Inglaterra) y cristianas
(Rito Escocés Rectificado), Orden de Heredom de
Kilwinning).
Finalmente,
puede que la importancia atribuída al filósofo
Karl Christian Friedrich Krause, iniciado en Abril de
1805 y luego Orador, en 1806, de la Logia “zu den
drei Schwertern”, sea excesiva desde el punto de
vista estrictamente masónico pues, en realidad,
este filósofo introdujo en las Logias las ideas
que traía del mundo exterior lo cual, para la Ciencia
Masónica, es técnicamente una “profanación”
que ignora el valor específico de la leyenda y
el mito en el método iniciático, que considera
al racionalismo una limitación. Lo cual no implica
desconocer y menos justificar las inicuas persecuciones
que sufrió pero, las buenas intenciones unidas
a errores de concepto suelen producir catástrofes
... Otro tanto ocurre con la búsqueda funguífera
de Wasson, Kramrish, Ott, Ruck, etc., por la cual la utilización
de sustancias alucinógenas podría explicar
las creencias religiosas, los ritos iniciáticos
y la vida espiritual; como una incomprobada existencia,
dentro de la Masonería, de vestigios de un “culto
a la fertilidad” (especie utilizada hace algunos
años por un anti-masón vernáculo)
no son sino reduccionismos poco felices que constituyen
la parte más endeble de una obra cuyos méritos
son muchos; entre los cuales debe mencionarse la selección
de la bibliografía la cual, en todos los casos,
(salvo en uno, debido a inmerecidos halagos) es excelente.
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