La Jornada viernes 26 de febrero de 1999

Julio Boltvinik
Sin autonomía

El rector de la UNAM confirmó, hace algunas semanas, lo que ya había anticipado en diciembre: el aumento de las cuotas en la institución. La discusión sobre este aumento ha girado en torno a tres aspectos. En primer lugar, sobre el hecho evidente de que éstas son absurdamente bajas. Resultaría más barato para la UNAM no cobrar veinte centavos, pues se ahorraría el trámite de pago. En segundo lugar, ha habido una discusión de tipo jurídico en torno a si el cobro de cuotas viola la Constitución. En tercer lugar, mientras los defensores de la medida han insistido en lo inconveniente que resulta subsidiar a quienes pueden pagar, los detractores han puesto en duda que la mayoría de los universitarios pueda pagar las nuevas cuotas.

Lo que no se ha analizado suficientemente es que el aumento de cuotas puede ser apenas la punta del iceberg de un diseño de política más amplio. Si uno quiere ver todo el iceberg, basta con bucear en los documentos del Banco Mundial (BM) sobre política educativa. Esta institución no sólo ha venido imponiendo sus políticas económicas en todo el mundo subdesarrollado, sino de manera creciente también sus políticas sociales. Como he insistido en este mismo espacio (20/02/98; 04/12/98 y 18/12/98) existe una fuerte presión por parte del BM para que el gobierno federal deje de subsidiar la educación superior en el país. El estudio Education and Earnings Inequality in Mexico, circulado por la oficina del BM en México a principios del año pasado, señalaba la conveniencia de privatizar no sólo la educación superior, sino toda la educación: ``la mejor respuesta es que el gobierno reduzca su rol directo en la asignación de recursos a la educación... Tal traspaso de responsabilidades al sector privado se recomienda especialmente en el caso de la educación superior''. En el documento de la sede del BM titulado Mexico: Enhancing Factor Productivity Growth. Country Economic Memorándum (agosto, 1998), se retoma el asunto así: ``Haciendo a un lado la posibilidad de más recursos públicos, la única opción para expandir la inversión en educación superior... es atrayendo una mayor participación del sector privado'' (p. 110). El documento continúa tirando línea: ``Hay muchas opciones para una mayor participación del sector privado en la educación superior... en el financiamiento de los servicios educativos o en la provisión directa de los mismos''. Al menos, continúa el BM, hay un argumento muy fuerte para aumentar el nivel de recuperación de costos en la educación superior'' (léase aumento de cuotas). Aquí se requeriría, añade, un programa de préstamos educativos o becas para los carentes de recursos, programa para el cual el BM anuncia que ya está trabajando con el gobierno de México.

Esta línea primero fue adoptada por las autoridades federales en la iniciativa de Presupuesto de Egresos de la Federación para 1999, donde se recortó el gasto a las universidades públicas alegando, en primer término, que el gasto por alumno es seis veces más alto que el de la educación básica, para luego sostener que ``el acceso a los niveles educativos superiores por parte de jóvenes provenientes de familias extremadamente pobres es especialmente bajo, con lo que el subsidio federal beneficia en gran proporción a población con posibilidades de ingresos para cubrir parcial o totalmente el costo de la educación (es decir, tirando línea, a su vez, para que las universidades aumenten sus cuotas) (p. IV. 35). La presión tuvo ya sus resultados al proponer Barnés el aumento en las cuotas de la UNAM. Sin embargo, debe notarse que a Barnés se le pasó la mano: la línea del BM y del gobierno federal se refería sólo a educación superior, y él propone aumentar también las cuotas de las preparatorias.

La medida del rector, lejos de expresar la autonomía de la institución, refleja su ausencia. En el futuro, para profundizar esta reforma (hasta que los estudiantes paguen 100 por ciento del costo de la educación, directamente o mediante préstamos) las autoridades sólo tendrán que recortar más el presupuesto de la UNAM, ya que ésta responderá con incrementos de cuotas. Pero la acción gubernamental, recortar el presupuesto de la UNAM, es también un reflejo de su falta de autonomía. Responde a los designios de política del BM. En un año en el cual el gobierno federal necesita nuevos préstamos del Fondo Monetario Internacional, las presiones son todavía mayores. No sería de extrañar que la iniciativa de privatización eléctrica tuviese también un origen similar.

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