n Luis Javier Garrido n

Las cuotas

La decisión de las autoridades de establecer altas cuotas de inscripción y de colegiatura en la Universidad Nacional Autónoma de México, anunciada el 11 de febrero y publicada en la Gaceta de la UNAM del día 15 (núm. 3254), es a todas luces violatoria de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y constituye un paso determinante en el proceso de privatización de la UNAM, por lo que no es de sorprender el movimiento de oposición que está suscitando.

1. Las actuales autoridades universitarias no han mostrado hasta ahora tener cordura al pretender modificar en abierta violación al orden constitucional del país el Reglamento General de Pagos de la institu- ción y establecer cuotas elevadísimas para los estudiantes de nuevo ingreso, como lo muestran sus seudo argumentaciones legales, económicas, políticas y educativas, y por lo mismo no les está quedando más remedio que pretender imponer la medida por la fuerza de un sistema autoritario que sobrevive en la UNAM en virtud de la ausencia de mecanismos democráticos en la toma de decisiones.

2. El principio constitucional consignado en el artículo 3º en el sentido de que toda la educación que imparta el Estado será gratuita, no puede desde luego violen- tarse por una decisión de las autoridades burocráticas de una Universidad, y resulta por lo mismo patética toda la campaña que están haciendo para tratar de trasgredir este principio.

3. Los seudo argumentos de las autoridades están dando pena, pero uno de ellos es el más vergonzoso: el que se podría llamar "del cinismo", según el cual las nuevas cuotas "no van a generar a nuevos excluidos", porque la mayor parte de los mexicanos ya están excluidos de la educación superior.

4. El establecimiento de altas cuotas para los estudiantes de nuevo ingreso en la UNAM, no es como se sabe más que otro paso más en la escalada de los tecnócratas neoliberales contra el proyecto histórico de lo que ha sido la Universidad Nacional, que está ya seriamente amenazado por la reducción de la matrícula, las modificaciones a los programas de estudio y el creciente control del gobierno y de las grandes empresas a los programas de docencia e investigación. La tentativa actual entraña, sin embargo, un significado trascendente para las fuerzas sociales del país, pues el principal intento que se hizo en el pasado fue detenido por las movilizaciones históricas del CEU en 1986-1987, y la implantación de esta medida significaría ahora un triunfo claro de las fuerzas del capital sobre la inteligencia y la resistencia de académicos, estudiantes y trabajadores.

5. Las decisiones que afectan a la vida de la UNAM son desde hace ya varias décadas de interés estratégico para el régimen y por lo mismo no se toman en la Torre de la Rectoría sino en Los Pinos. Carlos Salinas de Gortari, por ejemplo, según una revelación publicada hace poco en La Jornada, tras ordenar en 1992 el alza de las cuotas en la UNAM, dio marcha atrás por temor a las movilizaciones estudiantiles, y el rector le siguió con docilidad en sus vaivenes. La decisión de elevar ahora las cuotas no es obviamente de las actuales autoridades universitarias, aunque éstas así lo pretendan con fanatismo neoliberal. Es del gobierno "de Ernesto Zedillo", que les dio la orden y, aunque no vaya a asumir la responsabilidad de la iniciativa ni sus costos políticos, les está brindando todos los apoyos logísticos del "sistema".

6. La manipulación de los medios que desde hace tiempo han estado haciendo el gobierno y las autoridades de la UNAM para imponer la medida ­buscando lo que los manuales neoliberales llaman "el calentamiento de la opinión pública"­, no se distingue en nada de la que se hace a fin de lograr la privatización de la industria eléctrica. Lo más significativo de esta campaña es, sin embargo, el hecho de que las autoridades universitarias estén buscando alentar a las fuerzas más oscuras del país: desde la ultraderecha empresarial hasta los intereses trasnacionales, pasando por los intelectuales del salinismo y la prensa oficialista, que actúan con todo el apoyo logístico de Bucareli. Un oscuro abogado priísta, famoso por sus argumentos fascistoides, se jactaba por ejemplo en El Sol de México del 17 de febrero, que el rector Barnés en persona le había solicitado escribiese a favor del alza de las cuotas. No es de extrañar por ello que, carente de argumentos, esta campaña sólo busque descalificar como "porros" y "marxistas" a quienes se oponen a la descabellada iniciativa.

7. El movimiento de rechazo a las cuotas ante este escenario está demandando por lo mismo no sólo que se detenga el actual proceso de privatización de la UNAM, sino que se abra una amplia discusión en el campus universitario ­y en el país­ en la que se planteen de manera abierta los principales problemas de la institución. La Universidad Nacional no puede seguir siendo patrimonio de una burocracia que usurpa funciones académicas en nombre de sus complicidades con el gobierno. La Universidad es un patrimonio de todos los mexicanos porque de ella depende en buena medida el porvenir de la nación.

8. El principal problema de la UNAM no hay duda que lo constituye la burocracia que la gobierna que, carente de principios universitarios, ha dispuesto durante décadas de manera patrimonial de la institución, en función de sus intereses políticos: a espaldas de los universitarios y del país. Es urgente por ello discutir el manejo patrimonial que las autoridades hacen de los recursos de la nación que constituyen el presupuesto de la UNAM, sin controles ni fiscalización alguna, lo que no acontece en ninguna entidad pública, y todo ello como consecuencia de la falta absoluta de vida democrática en facultades, escuelas e institutos.

9. El país no requiere de una Universidad Nacional al servicio de los intereses de las grandes empresas, proveedora de cuadros profesionales acríticos y domesticados: para eso están las universidades públicas. Eso lo saben los mexicanos, y quienes pretenden destruir el proyecto histórico de lo que ha sido la Universidad Nacional van a encontrar sin duda más resistencias que las imaginadas.

10. La UNAM es una institución patrimonio de todos los mexicanos, y no un botín de unos cuantos, y la sociedad mexicana no va a declinar de su responsabilidad de defenderla: porque se estará defendiendo a sí misma.

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