La hora de los pequeños

Primera parte: El regreso de...

Para Don Emilio Krieger, que estuvo con los pequeños siempre.
Para los niños de "El Molino" (del Frente Popular Francisco Villa) que perdieron sus casas en un incendio.  

"En el buzón de tiempo hay alegrías
que nadie va a exigir / que nadie nunca
reclamará / y acabarán marchitas
añorando el sabor de la intemperie
y sin embargo / del buzón de tiempo
saldrán de pronto cartas volanderas
dispuestas a afincarse en algún sueño
donde aguarden los sustos del azar".

Llueve apenas una brisa húmeda y fría. Sin embargo, tanto y tan fuerte ha sido el golpeteo de la lluvia sobre la montaña en los días anteriores, que le ha dejado no pocas abolladuras y hay cicatrices que le arruinan toda la falda. Pero bueno, después de tormenta tanta, esta llovizna se agradece. Es tiempo de lluvia. Tiempo de los pequeños.

Un hombre bueno ha muerto. ¿Qué se dice cuando un hombre bueno ha muerto? Unos niños, que sin miedo ayer abrieron sus casas para recibir a mil ciento once sin rostros, han perdido su casa. ¿Qué se dice cuando un niño pierde su casa? Nada se dice, sólo se calla. Porque muchas veces los dolores son para callarse. Sin embargo, intentando un alivio, los pequeños de este lado del cerco tienden sus puentes como manos hasta donde falta el hombre bueno y hasta donde faltan puertas y ventanas para abrirse al otro olvidado y pequeño, al otro digno y rebelde. Para acompañar se tienden, para estar cerca, para no olvidar. Tal vez por eso, sin prisa, la sombra afila con ternura el primer dos de la cuarta epístola, buscando que arranque una sonrisa entre tanto dolor como allá se duele.

Allá abajo la vela reitera su vocación de faro para ese marinero en la montaña que, extraviado, navega las sombras de la madrugada. Sí, vayamos, pero tenga usted cuidado con el lodo y esos charcos. ¿Va usted despacio? Bueno, me adelanto y desde allá dentro le voy avisando. Bien, aquí estoy. Sí. Está de nuevo la sombra sola. No... Un momento... Parece que hay alguien más... ¡Esa vela que no deja de agitarse! No, no alcanzo a ver quién más está, pero es evidente que hay alguien porque la sombra le habla. No, más bien le niega, porque no hace sino repetir "no, no y no". Deje y me voy a aquella esquina para ver mejor. Ya está. Mmhh. Creo que nuestra sombra predilecta ha enloquecido. ¡No se ve nadie alrededor! Y él con su "no, no y no". En fin, era de esperarse, tanta lluvia y tanta madrugada acaban por enloquecer a cualquiera. ¿Qué? ¡Pero si ya le dije que no hay nadie! ¿Que me acerque? ¿Y si me ve? Bueno, sí, despacio y con discreción. No, le insisto, no hay nadie. ¡Un momento! ¡Espere! Sí, ya distingo algo... ¡Ahí, en un rincón! ¡Sí! ¡Que alivio! No se ha vuelto loco, no. Lo que pasa es que era tan pequeño que no lo notaba... ¿Qué? ¿Que con quién habla? Bueno, pues... verá usted... ¿de veras quiere saberlo? ¿Si? Pues... pues... ¡con un escarabajo!

 

¡Durito!

Carta 4a.

-¡No, no y no! -le digo a Durito por enésima vez.

Sí, Durito ha regresado. Pero antes de explicarles mi "no" reiterado, debo contaros la historia completa.

Cuando la otra madrugada la lluvia formó un arroyo que se metió justo en medio de la champa, llegó Durito a bordo de una lata de sardinas que tenía un lapicero en medio y, en él, un pañuelo o algo así, que después lo sabría, era una vela. En la parte más alta del palo mayor, perdón, del lapicero, ondeaba una bandera negra con un cráneo feroz reposando sobre un par de tibias cruzadas. No era propiamente un barco pirata, pero sí, al menos, una lata de sardinas pirata. El caso es que el barco, o sea la lata, fue a dar justo al pie de la mesa, y lo hizo con tal estrépito que Durito salió volando y fue a aterrizar justo en mi bota. Como pudo se recompuso Durito y exclamó:

-El día hoy... el día de hoy... -voltea a verme y me dice: -¡Eh tú, nariz de zanahoria! ¡Decidme presto la fecha!

Yo titubeo, un poco por las ganas de darle un abrazo a Durito pues ha regresado, otro poco por las ganas de darle una patada por lo de "nariz de zanahoria", y otro más por... por... ¿la fecha?...

-¡Sí! La fecha. Es decir, día, mes y año en curso. ¡Despierta mentecato, que parece que estás en el debate de los presidenciables! ¡Dadme la fecha!.

Yo miro el reloj y digo: -12 de octubre de 1999

-¿12 de octubre? ¡A fe mía que la naturaleza imita al arte! Bien. El día de hoy, 12 de octubre de 1999, declaro descubierta, conquistada y liberada esta hermosa isla caribeña que responde al nombre de... de... ¡Rápido, el nombre de la isla!

-¿Qué isla? -pregunto yo aún desconcertado.

-¿Cómo que qué isla, so mentecato? ¡Pues ésta! ¿Y cuál va a ser? No hay pirata que se precie de serlo sin una isla para esconder el tesoro y las penas...

-¿Isla? Yo siempre pensé que era un árbol, una ceiba para ser más preciso -digo mientras me asomo a la orilla del tupido copete.

-Pues te engañas, es una isla. ¿Dónde se ha oído que un pirata desembarque en una ceiba? Así que decidme el nombre de esta isla o tu destino será servir de almuerzo a los tiburones -dice Durito amenazando.

-¿Tiburones? -digo yo, tragando saliva. Y alego tartamudeando: No tiene nombre...

-"No tiene nombre". Mmh. A fe mía que es un nombre harto digno para una isla pirata. Bueno, el día de hoy, 12 de octubre de 1999, declaro descubierta, conquistada y liberada la isla de "No tiene nombre" y nombro a este individuo de obvia nariz mi contramaestre, primer oficial, grumete y vigía.

Yo trato de obviar tanto el insulto como la multitud de cargos conferidos, y digo:

-De modo que... ¡ahora eres un pirata!

-"Un pirata". ¡Que no! ¡Soy EL PIRATA!

Hasta ahora reparo en la figura de Durito. Un parche negro le adorna el ojo diestro, una pañoleta roja le cubre la cabeza, en uno de sus múltiples brazos un alambrito retorcido la hace de garfio, y en otro reluce la varita que hace tiempo era Excalibur, ahora no estoy seguro, pero debe ser una especie de espada, sable, o lo que sea que usen los piratas. Además, amarrado a una de las varias patitas lleva un pedacito de rama como si fuera... como si fuera... mmh... ¡una pata de palo!

-Y bien, ¿qué te parece? -dice Durito mientras se da media vuelta para que se aprecien todas las galanuras que se ha confeccionado para su traje de pirata.

Con cuidado le pregunto: -¿Así que ahora te llamas...?

Black shield! -dice Durito pomposo, y agrega:- Pero puedes poner Escudo negro, para los que no están globalizados.

-¿Escudo negro?, pero...

-¡Claro! ¿No hubo un Barbarroja y un Barbanegra?

-Bueno, sí, pero...

-¡No hay pero que valga! ¡Yo soy Escudo Negro! ¡Comparado conmigo Barbanegra con trabajos llega al gris, y el tal Barbarroja queda más desteñido que tu viejo paliacate"

Durito ha dicho esto blandiendo espada y garfio al mismo tiempo. Parado ahora en la proa de su lata de sardi..., perdón, de su embarcación, empieza a declamar la canción del pirata...

-"Con diez cañones por banda..."

-Durito.... -trato de llamarlo a la cordura.

-"Viento en popa en toda vela..."

-Durito...

-"No corta el mar sino vuela..."

-¡Durito!

-¿Qué? ¿Algún galeón real se encuentra a nuestro alcance? ¡Pronto! ¡Desplegad velas!

¡Preparad el abordaje!

-¡Durito! -grito ya desesperado.

-Calma, no grites que pareces bucanero desempleado. ¿Qué te pasa?

-¿Podrías decirme en dónde has estado, de dónde vienes, y qué te trae por estas tierras, perdón, islas? -pregunto ya más tranquilo.

-He estado en Italia, en Inglaterra, en Dinamarca, en Alemania, en Francia, en Ginebra, en Holanda, en Bélgica, en Suecia, en la península ibérica, en Islas Canarias, en la Europa toda -Durito ha dicho todo repartiendo ademanes a diestra y siniestra.

-En Venecia comí con Dario una de esas pastas que tanto entusiasman a los italianos y que a mí me dejan i-n-a-m-o-v-i-b-l-e.

-¡Un momento! ¿Qué Dario? ¿No querrás decir que estuviste comiendo con Dario...?

-Sí, Dario Fo. Bueno, comiendo, comiendo, no. El comía, yo lo miraba comer. Porque mira, esos espaguetis a mí me dan dolor de estómago, y más cuando les ponen "pasto".

-Pesto -le corrijo.

-"Pasto" o "pesto", pero sabe a zacate. Como te decía, llegué a Venecia procedente de Roma, después de escaparme de uno de los "Centri di Detenzione Temporanea (per Immigrati)", que son una especie de campos de concentración, donde las autoridades italianas aíslan, antes de expulsarlos del país, a todos los que provienen de otros países y, por lo tanto, son "otros diferentes". Salir no fue fácil, hube de encabezar un motín. Claro que fue fundamental el apoyo de esos hombres y mujeres que en Italia están en contra de este racismo institucionalizado. Bueno el caso es que Dario quería que le ayudara con algunas ideas para una obra de teatro y no tuve corazón para decirle que no.

-Durito...

-Después me fui a la marcha contra la ONU por la guerra en Kosovo.

-Será contra la OTAN...

-Es lo mismo. El caso es que, luego de una serie de peripecias, me embarqué rumbo a la Isla de Lanzarote.

-¡Un momento! ¿La Isla de Lanzarote? ¿No es donde vive José Saramago?

-Sí, bueno, yo le digo Pepe. El caso es que Pepe me invitó un café para que le comentara sobre mis experiencias en la Europa del Euro. Fue magnífico...

-Sí, me imagino que habrá sido magnífico platicar con Saramago...

-No, me refiero al café que nos preparó la Pilarica. Realmente hace un café magnífico.

-¿Te refieres a Pilar del Río?

-La misma.

-De modo que un día comes con Dario Fo y otro día tomas café con José Saramago.

-Sí, en esos días me codeaba con puros premios Nobel. Pero te decía que con Pepe tuve una fuerte discusión.

-¿Y el motivo?

-Pues el prólogo ese que escribió para mi libro. Me pareció de muy mal gusto que a mí, el grande y ecuánime Don Durito de La Lacandona, me redujera al mundo de los coleópteros lamelicórneos". (Durito se refiere al prólogo de José Saramago al libro Don Durito de La Lacandona. Ed. CIACH A.C.)

-¿Y en qué quedó la discusión?

-Bueno, pues lo reté a duelo, tal y como mandan las leyes de la andante caballería.

-¿Y...?

-Y nada, que vi que a la Pilarica se le rompía el alma, pues era obvio que yo habría de vencer, y lo perdoné...

-¿Tú perdonaste a José Saramago?

-Bueno, no totalmente. Para que olvide yo la afrenta, deberá él venir a estas tierras y declarar a voz en cuello el siguiente parlamento: "Escuchad todos. Temblad tiranos. Suspirad doncellas. Alegraos infantes. Regocijaos los tristes y menesterosos. Escuchad todos. Que anda de nuevo sobre estos suelos el siempre grande, el portentoso, el inigualable, el bien amado, el esperado, el onomatopéyico, el más mejor de los andantes caballeros, Don Durito de La Lacandona".

-¿Tú obligaste a José Saramago a venir a México a decir esas... esas... esas cosas?

-Sí, a mí también me parece un castigo ligero. Pero después de todo es un premio Nobel, y tal vez necesite alguien que haga el prólogo de mi próximo libro.

-¡Durito! -lo reconvengo, y agrego: -Bueno, pero cómo fue que te convertiste en pirata, perdón en EL PIRATA.

-La culpa la tuvo el Sabina... -dice Durito como si hablara de un compañero de juerga.

-¿O sea que también viste a Joaquín Sabina?

-¡Y claro! Quería que le ayudara con los arreglos musicales para su próximo disco. Pero no me interrumpas. El caso es que estábamos el Sabina y yo correteando bares y féminas en Madrid, cuando llegamos a Las Ramblas.

-¡Pero eso está en Barcelona!

-Sí, ahí está el misterio. Porque unos momentos antes estábamos en una Tasca en Madrid, embobados con una hembra de piel de aceituna, andaluza de Jaén para más señas, y entonces tuve que ir a satisfacer una de las necesidades biológicas que llaman "primarias". He aquí que me equivoco de puerta y, en lugar de la del water, abrí la de la calle. Y resulta que estaba en Las Ramblas. Sí, ya no había ni Madrid, ni Sabina, ni tasca, ni piel aceitunada, pero yo seguía necesitando un "water", porque un caballero no puede andar haciendo esas cosas en cualquier rincón. Ergo, busqué un bar, tratando de acordarme de cuando anduve callejeando con Manolo...

-Imagino que te refieres a Manuel Vázquez Montalbán -pregunto ya dispuesto a no asombrarme de nada.

-Sí, pero es un nombre demasiado largo, así que yo le digo sólo Manolo. Entonces buscaba yo angustiado, inquieto y afanoso, un lugar con un water, cuando aparecen frente mío, en una oscura callejuela, tres sombras gigantescas...

-¡Bandidos -interrumpí sobresaltado.

-Negativo. Eran tres botes de basura, a cuya sombra yo calculé que podía hacer, con intimidad y discreción, lo que pensaba hacer en el water. Y así lo hice. Ya con la satisfacción del deber cumplido, encendí la pipa y escuché con toda claridad las 12 campanadas del Big Ben.

-Pero Durito, eso está en Londres, Inglaterra...

-Sí, a mí también me pareció extraño, pero ¿qué no lo era en esa noche? Caminé hasta que llegué frente a un letrero que decía: "Piratas. Se necesitan. No se requiere experiencia previa. Preferencia a Escarabajos y Caballeros andantes. Informes en el bar de "La Mota Negra" -Durito enciende su pipa y continúa:

-Seguí caminando, buscando el letrero de "La Mota Negra". Caminé a tientas, apenas adivinando esquinas y muros, tan cerrada era así la niebla que caía esa madrugada sobre los callejones de Copenhague...

-¿Copenhague? ¿Pero no estabas en Londres?

-Mira, como me vuelvas a interrumpir con obviedades, te mando a la plancha y de ahí a los tiburones. Ya te dije que todo era muy extraño, y si el letrero solicitando piratas lo leí en Londres, ya estaba buscando el bar "La Mota Negra" en Copenhague, Dinamarca. Me perdí unos momentos en los jardines del Tívoli, pero seguí buscando. De pronto, en una esquina, lo encontré. Una luz mortecina destilada de un solitario farol, apenas rasguñaba la niebla e iluminaba un letrero que anunciaba: "La Mota Negra. Bar & Table Dance. Descuento Especial para Escarabajos y Caballeros Andantes". No sin antes apreciar la alta estima y simpatía que tienen en Europa por los escarabajos y los caballeros andantes...

-Será porque no los padecen... -murmuré apenas.

-No creas que se me escapa la ironía de tus murmuraciones -dice Durito-. Pero en bien de tus lectores, continuaré con mi narración. Ya habrá tiempo de ajustar cuentas con vos.

Decía que, después de apreciar la grande inteligencia de los europeos para reconocer y admirar la grandeza que algunas seres poseemos, entré en este bar del barrio de Montmartre, cerca del Sacré-Coeur...

Durito guarda silencio un momento, esperando a que yo lo interrumpa diciendo que eso está en el París francés, pero nada digo. Durito asiente con satisfacción y continúa:

-Ya dentro una neblina morada invadía el ambiente, me senté en una mesa en el rincón más oscuro. No pasó ni un segundo para que un mesero, en perfecto alemán, me dijera: "Bienvenido a Berlín Oriental" y, sin decir más, me dejó lo que supuse era la carta o menú, lo abrí y una sola sentencia lo componía: "Piratas en ciernes, segundo piso". Subí por una escalera que estaba justo a mis espaldas. Llegué a un largo pasillo flanqueado por algunas ventanas. Por una de ellas se podían apreciar los canales y los 400 puentes que levantan Amsterdam sobre las 90 islas. A lo lejos se apreciaba la Torre Blanca, que les recuerda a los griegos de Salónica los extremos de la intolerancia. Siempre por el pasillo, más adelante, otra ventana daba vista al curvado copete del Matterhorn suizo. Más allá, se adivinaban las piedras milagrosas del irlandés Castillo de Blarney, que dan a quien las besa el don de la palabra. A mano izquierda, se alzaba el campanario de la Plaza Mayor de Brujas, en Bélgica. Siguiendo el pasillo, antes de llegar a una puerta desvencijada, una ventana miraba hacia a la Piazza dei Miracoli, y alargando un poco la mano se podía tocar el desfallecido inclinarse de la Torre de Pisa.

Sí, ese pasillo se asomaba a media Europa, y no me hubiera sorprendido que en la puerta hubiera un letrero que rezara "Bienvenidos al Tratado de Maastricht". Pero no, la puerta no tenía ni un letrero. Es más, no tenía ni picaporte. Toqué y nada. Empujé la pesada hoja de madera y ésta cedió sin problema. Un lúgubre rechinido acompañó el abrirse de la puerta...

Entré así a un cuarto que se encontraba parcialmente a oscuras. Al fondo, sobre una mesa llena de papeles, un quinqué mal alumbraba la cara de un hombre de edad indefinida, un parche le cubría el ojo diestro y un garfio hacía de mano que le mesaba las lenguas barbas. La mirada del hombre estaba fija en la mesa. No se oía nada y el silencio era tan denso, que se pegaba como polvo en la piel..." -Durito se sacude el polvo de su traje de Pirata.

-He ahí un pirata, me dije, y avancé hacia la mesa. El hombre ni se inmutó. Yo tosí un poco, que es como los caballeros educados hacemos para llamar la atención. El pirata no levantó la vista. En lugar de eso, un lorito (que hasta entonces noté sobre su hombro izquierdo) empezó a declamar, con tan notable entonación que hasta Don José de Espronceda aplaudiría, esa que dice: "Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela, un velero bergantín".

"Siéntese", dijo, no sé si el hombre o el lorito, pero el pirata o el que yo suponía pirata me extendió un papel sin mediar palabra alguna. Lo leí. No aburriré a tus lectores ni a ti, así que en resumen te digo que se trataba de una solicitud de ingreso a la "Gran Confraternidad de Piratas, Bucaneros y Terrores Marinos, A.C. de C.V. de R.O.". La llené sin dilación, no sin antes subrayar mi condición de escarabajo y caballero andante. Entregué la hoja al hombre y éste la leyó en silencio.

Al terminar, despacio me miró con su único ojo y me dijo: "Lo esperaba Don Durito. Sepa usted que soy el último de los piratas verdaderos que vive en el mundo. Y digo lo de "verdaderos" porque ahora hay infinidad de "piratas" que roban, matan, destruyen y saquean desde los centros financieros y los grandes palacios gubernamentales, sin tocar más agua que la de la tina. Aquí está su misión (me entrega un legajo de pergaminos viejos). Encuentre usted el tesoro y póngalo a buen recaudo. Ahora discúlpeme, pero tengo que morirme". Y al decir esto último, dejó caer la cabeza sobre la mesa. Sí, estaba muerto. El lorito levantó vuelo y se salió por una ventana diciendo: "Paso al exiliado de Mitilene, paso al hijo bastardo de Lesbos, paso al orgullo del mar Egeo. Abrid vuestras 9 puertas temido infierno, que allá va a descansar el grande Barbarroja. Ha encontrado quien le siga los pasos y duerme ahora quien hizo del océano apenas una lágrima. Con Escudo Negro navegará ahora el orgullo de los Piratas verdaderos". Bajo la ventana se extendía el puerto sueco de Göteborg y a lo lejos un nyckelharpa lloraba...

-¿Y tú qué hiciste? -pregunté, ya metido de lleno en la historia (aunque un poco mareado por tantos nombres de sitios y localidades).

-Sin abrir siquiera el legajo de pergaminos, volví sobre mis pasos. Recorrí de vuelta el pasillo y bajé al bar-table dance, abrí la puerta y salí a la noche, justo en el paseo de Pereda, en Santander, en el Mar Cantábrico. Enderecé hacia Bilbao, entrando a Euskal Herria. Vi a jóvenes bailar Eurresku y Ezpatadantza al compás del txistu y el tamboril, cerca de Donostia-San Sebastián. Monté sobre los Pirineos y retomé el río Ebro entre Huesca y Zaragoza. Ahí me las ingenié para hacerme de una embarcación y seguí hasta la delta en la que el Mediterráneo recibe al Ebro, en medio del rugido del Vent de Dalt. A pie remonté a Tarragona y de ahí a Barcelona, pasando por donde se dio la famosa Battla de Montjoïc. -Durito hace una pausa como para tomar impulso.

-En Barcelona embarqué en un carguero que me llevó a Palma de Mallorca. Enrumbamos al sureste, bordeando Valencia y, más al sur, Alicante. Avistamos Almería y, lejos, Granada. En la Andalucía toda, un cante flamenco rodaba palmas, guitarras y tacones. Una zambra gigantesca nos acompañó hasta que, después de doblar por Algeciras, cruzamos Cádiz y en la desembocadura del Guadalquivir, "voces de muerte sonaron" viniendo de Córdoba y Sevilla. Un cante jondo llamaba "Duérmete ya, Durito, hijo dilecto del mundo, deja tu andar sin rumbo, y para tu paso bonito". Todavía alcanzamos a avistar Huelva, y después nos dirigimos a las 7 islas mayores de las Canarias. Ahí recalamos y junté un poco de sabia del árbol que llaman Drago, buena, dicen, para males de cuerpo y alma. Así fue como me llegué a la Isla de Lanzarote y tuve con don Pepe el altercado que ya te referí.

-¡Uff! Largo has andado -digo, cansado por el solo relato del periplo de Durito.

-¡Y lo que me falta! -dice él, ufano.

-Yo pregunté: Entonces, ¿ya no eres caballero andante?

-¡Claro que sí! Lo de pirata es pasajero. Sólo mientras cumplo la misión que me encomendó el difunto Barbarroja.

Durito se me queda viendo.

Yo pienso: "siempre que Durito se me queda viendo así es porque... porque...".

-¡No! -le digo.

-¿No qué?, si no te he dicho nada -dice Durito fingiendo sorpresa.

-No, no me has dicho nada, pero nada bueno significa esa mirada. Lo que sea que me vayas a decir, mi respuesta es "no". Bastante problemas tengo como guerrillero, como para que ahora me meta de bucanero. ¡Y no estoy tan loco como para embarcarme en una lata de sardinas!

-"Pirata", y no "bucanero". No es lo mismo, mi querido y narizón grumete. Y no es una lata de sardinas, es una fragata y se llama "Pon tus barbas a remojar"

Yo obvio el insulto y replico:

-¿Pon tus barbas a remojar? Mmh, extraño nombre. Pero en fin, "Bucanero" o "Pirata", lo que sea significa problemas.

-Como quiera, antes de cualquier cosa, debes cumplir con tu deber -dice Durito solemne.

-¿Mi deber? -pregunto bajando la guardia.

-Sí, debes comunicar a todo el mundo la buena nueva.

-¿Cuál "buena nueva"?

-Pues que he regresado. Y no ha de ser uno de esos largos, densos y aburrido comunicados con los que torturas a tus lectores. Es más, para no correr riesgos, aquí traigo redactado el texto -dicho esto, Durito saca de una de sus bolsas, un papel.

Yo leo y vuelvo a leer. Volteo a ver a Durito y empiezo con el "no, no y no" que inicia este relato.

Para no aburrirlos demasiado, les diré que Durito pretendía que yo sacara una carta o comunicado, con la sociedad civil nacional e internacional como destinatarios, anunciándoles que Durito estaba ya de regreso.

Por supuesto que me negué, pues tenía yo que responder la carta que nos mandan quienes participan en la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos (Ccidoldh), solicitando que les otorguemos la misma confianza que les dimos en 1998, que los recibamos y que les demos nuestra palabra, pues vendrán a una nueva visita en fecha próxima. Va pues:

 


Ejército Zapatista de Liberación Nacional

México, octubre de 1999.

A la Comunidad Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos.

Hermanos y hermanas:

A nombre de los niños, mujeres, hombres y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y de las comunidades indígenas en resistencia, les comunicó que será un honor para nosotros que visiten estas tierras. Tienen nuestra confianza, serán tratados con el respeto que merecen como observadores internacionales y no tendrán, de nuestra parte, ningún impedimento para su labor humanitaria. Tendremos también mucho gusto en platicar con ustedes. Los esperamos.

Vale. Salud y os recuerdo que acá, además de la dignidad, abunda el lodo.

Desde la isla "No tiene nombre", perdón. Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos
Subcomandante Insurgente Marcos

México, Fragata "Pon tus barbas a remojar".
Octubre de 1999.

Ojo: siguen posdatas.

P.D. Que da su mano a torcer. Resulta que, después de mi reiterada negativa, Durito me convenció ofreciéndome una parte del tesoro. Sí, hemos revisado los pergaminos y viene un mapa del tesoro. Por supuesto que falta que los descifremos, pero la perspectiva de aventura es irresistible.

¿Y el texto de Durito? Después de una ardua negociación, acordamos que vaya como posdata. Ergo, sigue la...

P.D. Para la sociedad civil nacional e internacional.

"Señora:

"Es para mí un honor comunicarle la super-duper (así dice el texto de Durito) buena nueva, el regalo que hará el regocijo de chicos y grandes. ¡Que tiemblen los grandes centros financieros! ¡Que llegue el pánico a los palacios de los grandes y falsos señores! ¡Que festejen los de abajo! ¡Que las más bellas doncellas preparen sus mejores galas y suspiren las primaveras de sus vientres! ¡Que se descubran la cabeza los buenos hombres! ¡Que bailen alegres los infantes! ¡Ha regresado el más grande y mejor de los piratas (tachado en el original), perdón, de los andantes caballeros que en el mundo han sido! ¡Don Durito de La Lacandona! (copyrights reserved) (así dice el texto de Durito). ¡Albricias para la humanidad! Nuestro más sincero pésame para el neoliberalismo. Está aquí, ha regresado el grande, que digo 'grande', el gigante, el maravilloso, el superlativo, el hiper-mega-plus, el supercalifragilísticoespialidoso (así dice el texto de Durito), el único, el inigualable, él. EL, ¡Don Durito de La Lancandona! ¡Sííííí! (así dice el texto de Durito)".

Fin del texto de Durito (del cual me deslindo totalmente).

Bueno pues. Ya regresó Durito. (Suspiro). No sé por qué me empezó a doler la cabeza.

Vale. Salud y ¿alguien tiene una aspirina?

El Subpirata (guapísimo con su parche en el ojo derecho) (albureros, abstenerse).


 

Segunda Parte: Los otros de abajo

Para todos los pequeños y diferentes.

"pronto vendrán los locos del poder
refinados / desleales / un poquito caníbales
dueños de las montañas y los valles
de las inundaciones y los sismos
esos abanderados sin bandera
caritativos y roñosos
traje cartas favores exigencias
para envainar en el buzón de tiempo"

 

Ahora afloja un poco la tormenta. Los grillos aprovechan que escampa y vuelven a aserrar la madrugada. Una gran capucha negra cubre el cielo. Otra lluvia se prepara, aunque abajo los charcos se anuncian ya llenos. La noche anda ahora sus propias palabras y de su costado saca historias aparentemente olvidadas. Esta es la hora de la historia de los de abajo, la hora de los pequeños.

Allá abajo el largo ulular de un caracol llama, sombras le responden en silencio, apretado el hierro y apresurado el negro que les cubre el rostro. Las guardias intercambian santo y seña, y al "¿Quién vive?" la esperanza invariablemente responde "¡La Patria!" Vela la noche el mundo de los olvidados. Para ello ha hecho soldados sus recuerdos y los ha armado de memoria, para que se alivie el dolor de los más pequeños.

Llueva o no, allá abajo sigue la vela de la sombra sin rostro. De seguro sigue escribiendo, o leyendo, pero como quiera fumando esa pipa cada vez más rabona. Bueno, nada hay que hacer acá arriba, así que visitemos de nuevo la casita. Así, si de nuevo llueve, bajo techo estaremos. Aquí llegamos. ¡Vaya! Ahora el desorden está más extendido. Papeles, libros, lapiceros, encendedores viejos. Se afana en escribir la sombra. Llena cuartillas y cuartillas. Vuelve a ellas. Algo les quita, les agrega algo. En la grabadorita un sonido muy otro, como la música de una tierra muy lejana, en una lengua igualmente distante.

"Muy otro", dije. Sí, en la hora de los pequeños tiene también su lugar lo otro, lo diferente. Y en eso debe estar pensando nuestra sombra visitada, porque he alcanzado a leer que "Lo Otro" encabezaba una de las cuartillas.

Pero démosle tiempo que termine o a que defina más el puente entre lo que piensa y siente y esa coqueta escurridiza que es la palabra. Bien, parece que ha acabado. Despacio se levanta y despacio va al rincón que le sirve de lecho. Tenemos suerte, ha dejado la vela en vela. Sí, sobre la mesa han quedado acomodadas algunas hojas. Es en la primera, donde se lee...

 

Otra carta.
Otro silencio roto.

Carta 4b.

Para las víctimas de sismos
e inundaciones.

La carta que ahora sigue no la escribí yo, la recibí. Dando tumbos en un barquito de papel, un arrollo de agua de lluvia trajo hasta mi champa las hojas mojadas y las húmedas letras.

Ahí termina la carta. Quiero decir, lo que se puede leer. El resto está emborronado por el agua y con lodo.

Durito, colgado de una mis carrilleras gracias a su garfio, ha seguido atento la lectura.

­¿Qué te parece? ­le pregunto.

­No es la criminal irresponsabilidad del gobierno la que sorprende. Cierto que no son culpables de terremotos y lluvias, pero es asqueroso cómo han enfrentado la situación. La desgracia de los de abajo sólo les sirve para aparecer en las primeras planas y en los encabezados de los noticieros electrónicos. Pero no es eso lo que llama la atención, era de esperarse. Lo verdaderamente fuerte y grandioso es ese "No nos vamos a dejar. Ya no".

­Sí ­le digo­, como que otro silencio se ha roto.

­Habrá más... ­dice Durito descolgándose hasta mi bota.

Vale. Salud y de acuerdo, "ya no".

Subcomandante Insurgente Marcos
El Sup callando con respeto.


 

Tercera Parte: Los otros indocumentados

Para las y los cafés en Estados Unidos

"somos los emigrantes los pálidos anónimos
con la impía y carnal centuria a cuestas
donde amontonaremos el legado
de las preguntas y perplejidades".

Cuenta Durito que, cruzada la línea fronteriza, una oleada de terror te golpea y persigue. No es sólo la amenaza de la migra y los kukuxklanes. Es también el racismo que llena todos y cada uno de los rincones de la realidad del país de las barras y las turbias estrellas. En las plantaciones, en la calle, en los comercios, en la escuela, en los centros culturales, en la televisión y las publicaciones, hasta en los baños, todo te persigue para que reniegues de tu color, que es la mejor forma de renegar de cultura, tierra, historia, es decir, rendir la dignidad que, siendo otros, andan en el color café de los latinos en Norteamérica.

"Esos brownies", dicen los que esconden detrás de la tipificación de seres humanos, de acuerdo al color de su piel, el crimen de un sistema que tipifica de acuerdo a la capacidad de compra, siempre directamente proporcional al precio de venta (mientras más te vendas, más podrás comprar). Si los cafecitos sobreviven a la campaña de blanqueadores y detergentes del Poder en la Unión Americana, ha sido porque la comunidad latina "café" (no sólo mexicana, pero también mexicana, y puertorriqueña, y salvadoreña, y hondureña, y nicaragüense, y guatemalteca, y panameña, y cubana, y dominicana, por mencionar algunas de las tonalidades en las que el color café latinoamericano pinta Norteamérica) ha sabido construir una red de resistencia sin nombre y sin organización hegemónica o producto que la patrocine. Sin dejar de ser "los otros" en una nación blanca, los latinos levantan una de las historias más heroicas y desconocidas de este agonizante siglo XX: la de su color dolido y trabajado hasta hacerlo esperanza. Esperanza en que el café sea un color más en el arcoiris de las razas del mundo, y ya no sea más el color de la humillación, el desprecio y el olvido.

Y no sólo lo "café" padece y es perseguido. Cuenta Durito que, a su condición de mexicano, hay que agregar el color negro de su caparazón. Era así "café y negro" este valiente escarabajo, y fue perseguido por partida doble. Y por partida doble ayudado y apoyado, pues lo mejor de la comunidad latina y negra de Estados Unidos lo protegió. Pudo así recorrer las principales ciudades norteamericanas, que así llaman también a estas pesadillas urbanas. No caminó la ruta del turismo, el glamour y las marquesinas. Anduvo Durito los caminos de abajo, donde negros y latinos construyen las resistencias que les permiten ser sin dejar de ser otros. Pero, Durito dice, eso es historia para otras páginas.

Ahora Durito Black Shield o Durito Escudo Negro (si usted no está globalizado) se ha empeñado en que es importante que anuncie yo, con bombo y platillo, su nuevo libro, al que ha llamado Cuentos de Vela en Vela. Ahora me ha entregado un cuento que, dice, escribió recordando esos días cuando anduvo de wetback o mojado en Estados Unidos.

"El Arriba y el Abajo es relativo...
relativo a la lucha
que se haga por subvertirlo"

Carta 4c. (va incluida en el cuento).

--Es un título muy largo --le digo a Durito.

--No te quejes por el cuento o nada de tesoro --amenaza Durito con su garfio. Va pues.

"Había una vez un suelito que muy triste se estaba porque todos le pasaban encima y todo estaba arriba suyo. '¿Por qué te quejas?', le preguntaban los otros suelos. ¿Qué otra cosa podría pasarle a un suelo? Y el suelito callaba que su sueño era volar ligero y enamorar aquella nubecita que, de tanto en tanto, se asomaba, y que no le hacía caso. Más y más triste se puso el suelito, y tanto era su dolor que empezó a llorar. Y lloró y lloró y lloró y lloró..."

--¿Cuántas veces vas a poner "y lloró"? Con dos o tres bastan --interrumpo a Durito.

--Al grande Durito Escudo Negro nadie lo va a censurar, mucho menos un grumete narizón y, para colmo, agripado --me amenaza Durito al mismo tiempo que señala la terrible plancha sobre la que los desgraciados caminan rumbo a la panza de los tiburones. Yo cedo en silencio. No porque le tema a los tiburones, sino porque un chapuzón sería letal para mi perenne gripa. Sigo pues el cuento...

"Y lloró y lloró y lloró. Tanto lloró el suelito que todo y todos se resbalaban si encima de él se estaban o caminaban. Y nadie ni nada tenía ya encima. Y tanto lloró el suelito que muy delgado y ligero se fue poniendo. Y como ya no tenía nadie ni nada encima, empezó a flotar el suelito y alto voló. Y se salió con la suya y cielo le llaman ahora. Y la nube en cuestión se hizo lluvia y ahora está en el suelo y le escribe cartas inútiles diciéndole 'cielito lindo'. Moraleja: No desprecies lo que tienes abajo porque el día menos pensado te puede caer en la cabeza. Y tan-tán".

--"¿Tan-tan?" ¿Se acabó el cuento? --pregunto inútilmente. Durito ya no me escucha. Recordando sus viejos tiempos, cuando trabajaba de mariachi en el East End de Los Angeles, California, se ha colocado un sombrero de charro y entona, desafinado, ésa que dice "Ay, ay, ay, ay, canta y no llores, porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones" Y después un grito destemplado de ¡Ay Jalisco, no te rajes!

Vale. Salud y creo que tardaremos en zarpar: Durito se ha empeñado en hacerle modificaciones a la lata de sardi..., perdón, a la fragata, para que parezca de low raider.

Subcomandante Insurgentes Marcos><BR>
<FONT SIZE=3>El Sup Orale Essse</FONT>
<P>
<FONT SIZE=3><B>PD de wacha bato:</B> ¿Alguien puede ayudar?
Durito se ha empeñado en que el menú de a bordo incluya
<I>chilli hot dogs</I> y burritos. ¡Ah, qué carnal
éssse!</FONT>
<P>

<P>
<HR NOSHADE>
<P>
 
<P>
<FONT SIZE=5><B>Cuarta parte: lo otro...</B></FONT>
<P>
<FONT SIZE=3><I>
Had the essence but in one,
Two distincts, Division none,
Number there in love was slaine".

("Así se amaron, siendo en amor dos
Mas teniendo la esencia sólo en uno;
Distintos dos, sin división alguna;
Enamorada cifra allí fue muerta").

La verdadera historia de Mary Read y Anne Bonny

Para lesbianas, homosexuales, transgenéricos y travestis, con admiración y respeto

Revisando los pergaminos, encontré una historia que Durito me pide que incluya en su nuevo libro "Cuentos de Vela en Vela". Se trata de una carta de remitente desconocido (la firma es ilegible). El destina- tario es también un enigma, aunque es nombrado claramente, no es claro si es un él o una ella. Mejor que la veáis vosotros mismos. A fe mía que la indefinición entre masculino o femenino se explica por sí sola en la epístola. La fecha está emborronada y acá carecemos de la tecnología para averiguar cuándo fue escrita. Pero también me parece que igual pudo haber sido escrita hace siglos o hace semanas. Ya me entenderéis. Sale pues.

 

Carta 4d

"Tú:

Cuentan las historias de piratas que hubo dos mujeres, Mary Read y Anne Bonny, que se disfrazaron de hombres y como tales surcaron los mares en compañía de otros bucaneros, rindiendo plazas y embarcaciones, enarbolando el pendón de la calavera y las tibias cruzadas. Corría el año de 1720 e historias distintas llevaron a una y a otra a vivir y luchar el accidentado navegar de esos tiempos. En un barco pirata, comandado por el capitán John Rackam, se encontraron. Cuentan que, pensando una que la otra era hombre, floreció el amor y, al saber la verdad, todo volvió a la normalidad y cada cual para su lado.

No fue así. Esta que te escribo es la verdadera historia de Mary Read y Anne Bonny. Confiada fue a la otra historia, la que no aparecerá en libros porque éstos aún se empeñan en hilar sólo la normalidad y sensatez del que todo tiene, y la normalidad de "otro" no va más allá del silencio reprobatorio, la condena o el olvido. Esta es parte de la historia que camina los puentes subterráneos que los "otros" tienden para ser y saberse.

La de Mary Read y Anne Bonny es una historia de amor y, como tal, tiene partes visibles, pero lo más grande siempre está oculto, en lo profundo. En la parte visible está un barco (una balandra para más señas), y un pirata, el capitán John Rackam. Ambos, barco y pirata, fueron protectores y cómplices de este amor tan "otro" y "diferente", que la historia de arriba hubo de maquillar para ser escuchada por las generaciones posteriores.

Mary Read y Anne Bonny se amaron sabiendo que compartían también la misma esencia. Algunas historias refieren que eran mujeres las dos, que vestidas de hombre se encontraron sabiendo que eran mujeres y, como tales se amaron bajo la cariñosa mirada de Lesbos. Otros dicen que las dos eran varones que escondían, detrás de las ropas de pirata, la atracción que hacia el mismo sexo tenían, y que ocultaron su amor homosexual y sus apasionados encuentros detrás de la complicada historia de mujeres piratas disfrazadas de hombres.

En un caso o en otro, sus cuerpos se encontraron en el espejo que descubre lo que por obvio, es olvidado, esos rincones de la piel que contienen nudos que, al desatarse, alientan suspiros y tormentas; rincones que a veces sólo los iguales conocen. Con labios, piel y manos levantaron los puentes que unieron los iguales haciéndose diferentes. Sí, en uno u otro caso, Mary Read y Anne Bonny eran travestis que, en la mascarada, se descubrían y encontraban. En ambos casos, siendo iguales se develaban diferentes y el dos perdía toda división y se convertía en uno. A la originalidad de su ser piratas, Mary Read y Anne Bonny sumaron la de su amor "anormal" y maravilloso.

Homosexuales o lesbianas, travestis siempre, Mary y Anne superaron en valentía y arrojo a quienes la "normalidad" ponía cadenas. Mientras los varones se rendían sin presentar resistencia, Mary y Anne pelearon hasta lo último antes de caer prisioneras.

Fueron así consecuentes con lo que dijo Mary Read. Ante la pregunta de si no temía morir: "Ella contestó que en cuanto a morir en la horca no lo consideraba demasiado rudo, porque si no fuera por eso todos los cobardes se harían piratas e infestarían los mares a tal extremo que los hombres de valor se morirían de hambre: que si se dejase a los piratas elegir castigo, no tendrían otro que la muerte, porque su miedo a ella mantendría honrados a algunos ladrones cobardes; que muchos de los que ahora estafan a viudas y huérfanos y oprimen a sus vecinos pobres que no tienen dinero para obtener justicia saldrían a la mar a robar, con lo que el océano estaría lleno de ladrones como lo está la tierra (...)" (Historia General de los Robos y Asesinatos de los más Famosos Piratas, Daniel Defoe, Editorial Valdemar, Madrid, 1999, traducción de Francisco Torres Oliver).

¿Homosexuales o lesbianas? No lo sé, la verdad se la llevaron John Rackam, a la tumba cuando fue ahorcado en Port Royal (el 17 de noviembre de 1720), y la balandra que les sirvió de lecho y cómplice, al naufragio que la partió. Como quiera, fue su amor muy "otro" y grande por diferente. Porque resulta que el amor sigue caminos propios y es, siempre, un trasgresor de la ley...

Cumplo con relatarte la historia.

Adiós".

(sigue una firma ilegible).

Ahí termina la historia... ¿o sigue?

 

Dice Durito que los diferentes en preferencia sexual son doblemente "otros", pues son "otros" dentro de los que de por sí son otros.

Yo, un poco mareado por tanto "otro", le pregunto:

--¿No puedes explicar más eso?

--Sí-- dice Durito. Cuando luchamos por cambiar las cosas, muchas veces olvidamos que eso incluye cambiarnos a nosotros mismos.

Arriba la madrugada hacía por cambiarse y hacerse "otra" y diferente. La lluvia seguía, también la lucha...

Vale de (setenta y) nueve. Salud, y no le digan a nadie, pero no he podido averiguar cómo diablos voy a caber en la lata de sardinas (suspiro).

Subcomandante Insurgente Marcos

El Sup, achicando el agua de la fragata porque, como ya se imaginan, empezó a llover de nuevo y Durito dice que achicar el agua es uno de los "privilegios".


 

X parte: los otros estudiantes

A las jóvenes universitarias en huelga

"El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas..."

Toda la noche lloviendo. Llega la madrugada y la lluvia aún ahí, lavando caminos, cerros, milpas, potreros, champas. Hay como un palpitar de gotas apresurado y sin orden alguno, cayendo en techos, en árboles, en charcos ya llenos y, finalmente, en el suelo. Porque así anda la hora de los pequeños, desordenada, ansiosa, multiplicada.

Allá abajo... Habrá que esperar para saber qué pasa allá abajo, porque ahora no se puede dar un paso sin que el lodo te seduzca y acabes besándolo con todo el cuerpo. Sí, es algo complicado el definir así una caída, pero llueve tanto que hay tiempo para eso y más. Una caída... Hay veces que uno cae y hay veces que a uno lo caen. Quiero decir, hay de caídas a caídas.

¿Qué? ¿Sí? ¿Ya aminora la lluvia? Sí, pero el lodo no. Bueno, vamos, pero despacio. Está oscuro. Tal vez no haya nadie o tal vez al fin se durmió la sombra de nuestra atención. ¿Nos asomamos? ¿Tiene usted una lámpara? Bien. Mmh. No, no hay nadie.

El desorden sobre la mesa es el de costumbre. Pero ahora hay una hoja distinta sobre ella. A un lado un ejemplar del periódico La Jornada, fecha del 15 de octubre de 1999. Las ocho columnas declaran "Granaderos y paristas chocan en el Periférico". Media plana la ocupa una foto. ¿Qué? ¿Quiere usted que se la describa? Bueno, acerque más la luz... Así... Bien. Es en blanco y negro. En el primer plano hay una muchacha tirada en la calle, con la cara ensangrentada. Junto a ella, alguien recibe las patadas de 3 granaderos (2 en primer plano y un tercero, entre estos dos, semioculto por el escudo y usando su mano derecha para apoyarse en la patada que da).

El pie aporta más datos: la foto es de Rosaura Pozos, la muchacha en el suelo se llama Alejandra Pineda, y quien se encuentra a su lado bajo las botas de los granaderos es su hermano, Argel Pineda, uno de los representantes al Consejo General de Huelga; la escena es en Periférico Sur. En la foto, el resto de los granaderos (cuando menos 6 más, si se observa con atención el número de cascos) mira hacia la derecha de la fotografía, sólo el último en cuadro voltea hacia la pareja de estudiantes, dudando entre seguir adelante o sumarse a los que tunden al joven en el suelo.

¿Más detalles? Bueno, al fondo de la acción de los golpes contra Argel y Alejandra se distinguen perfectamente 5 hombres. Tres de ellos apuntan sus lentes (dos traen cámaras fotográficas y uno una cámara de video) hacia la derecha de la foto. Otros dos miran hacia la escena de las patadas, uno de ellos de camisa a cuadros se rasca la oreja o se lleva algo al oído, el otro simplemente mira. Más atrás, en tercer plano, se distinguen apenas dos vehículos: un automóvil cuyo conductor es tapado por las piernas del hombre que sólo mira, y la cabina de otro vehículo (probablemente una camioneta) cuyo chofer mira hacia su frente, es decir, hacia a la izquierda de la foto. En cuarto plano, a la derecha, tres "espectaculares", cuyos textos no se alcanzan a leer (el de la extrema derecha parece anunciar un programa noticioso). En el mismo plano, a la izquierda, hay algo que parece una torre, de esas que llevan reflectores o espectaculares en su parte más alta.

Bueno, pues creo que eso es todo. ¿Diga? ¿La hoja escrita? ¿Qué dice? Sí, le leo...

 

Carta a una foto.

Carta 4x.

Doña Foto:

Usted disculpará, pero no la pude ver hasta la madrugada del día 17 de octubre. Jueves 14 de octubre,
Periférico Sur. Foto: Rosaura Pozos No, no crea que se lo reprocho. Entiendo que, con tanta lluvia, se haya usted retrasado. Además, el peso que usted lleva no es nada ligero. ¿Sabe?, cuando la vi a usted sentí un dolor aquí. Si, yo ya sabía que hay fotos que duelen, sólo quería que supiera que usted es una de esas.

Si vamos de la mano del reportero (Roberto Garduño), tenemos más elementos para leerla a usted. La muchacha, Alejandra Pineda, es estudiante de la Preparatoria 5, y su hermano, Argel, lo es de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, ambas de la UNAM. Después de la foto (así suponemos por la narración), es decir, después de los golpes de los granaderos, Argel trata de ayudar y calmar a Alejandra, "quien preguntaba por sus compañeros: ¿Cómo están? ¿No les pegaron a más? A mí me duele mucho la cabeza, no queremos más represión, queremos educación gratuita". (La Jornada, 15 de octubre de 1999, p.66).

Según este reportero, y algunos testimonios recogidos por el mismo periódico, los estudiantes se estaban retirando ya hacia Ciudad Universitaria cuando fueron atacados por los granaderos.

Lo que usted habla con su imagen, y lo que describen las crónicas, reportajes y testimonios, me dicen algunas cosas. Pero ¿Sabe usted?, hay otros cuestionamientos que no responden ni su imagen ni las páginas interiores. Entonces yo quisiera que usted, señora foto, me permitiera hacerle algunas preguntas. ¿Vale?

1.- ¿Cuántos años tenía Alejandra antes de la golpiza? ¿17, 18? ¿Y Argel? ¿Cuántos años tienen ahora?

2.- Si no me engaña la vista, ¿Los granaderos están golpeando a Alejandra y a Argel en la lateral del Periférico y no en los carriles centrales (que son los que iban a "desalojar")?

3.- Los granaderos que miran hacia la derecha de la foto, ¿Están mirando hacia allá para no ver lo que hacen sus compañeros? ¿O están protegiendo a los 3 que golpean a Alejandra y Argel, para evitar que alguien llegue a rescatarlos? ¿Allá adelante (a la derecha de la foto) se desarrolla otra golpiza? ¿Se retiran los estudiantes?

4.- El gobierno del DF ¿Golpea a Alejandra por el delito de ser hermana de Argel? ¿Golpea a Argel por el delito de llegar a socorrer a Alejandra? ¿Golpea a ambos por el delito de ser "ultras"? ¿Los golpea porque los autos demandan libre tránsito? ¿Los golpea por el silencio que proliferó allá arriba después del 4 de agosto? ¿Los golpea porque así lo mandan las encuestas? ¿Los golpea para concitar el aplauso de Televisa y TV Azteca? ¿Los golpea por jóvenes? ¿Los golpea por estudiantes? ¿Los golpea por universitarios? ¿Los golpea porque así se demuestra que se es firme para gobernar? Perdone usted, señora foto, pero no entiendo, ¿Por qué golpean a Alejandra y Argel?

5.- Las mujeres que felicitaron a Rosario Robles por haber llegado a jefa de Gobierno del DF, ¿También la felicitaron por mandar golpear a Alejandra? Ellas, ¿Le mandaron a Alejandra una palabra amable? ¿Callaron? ¿O se dijeron a sí mismas "se lo merece por revoltosa"? ¿Qué? Sí, perdón, eso no tiene por qué saberlo usted...

6.-Usted, señora foto, presenta a cuando menos 3 granaderos pegándole al estudiante. ¿Por qué son sólo dos los policías consignados?

7.- Esa macana que el granadero de la extrema derecha lleva ¿Es una exhortación al diálogo? ¿Una muestra de que el gobierno actual del DF es "diferente" a los anteriores? ¿O es sólo la medida de la distancia que separa las palabras de los hechos?

8.- ¿Con quién habla el hombre de la camisa a cuadros, si es que es un teléfono celular lo que se lleva a su oído izquierdo?

9.- El conductor del carro que circula más atrás, y que no es visible en la foto, ¿Aplaudiría la golpiza que los policías le dan a Alejandra y Argel?

10.- ¿Qué es lo que Alejandra tiene bajo su cuerpo, quiero decir, además de la sangre? ¿Una manta? ¿Un suéter? ¿Un paño? ¿Una chamarra?

11.- El conductor de más al fondo, que circula viendo hacia su frente, ¿Nos invita a hacer lo mismo? ¿A pasar de frente a la foto de Alejandra ensangrentada y Argel caído sin mirarlos, sin mirarla?

12.- En la página 69 del periódico en el que usted es primera plana, hay otra foto (también de Rosaura Pozos, con el pie: "Escena previa al desalojo policiaco en Periférico Sur"). En ella se ve, en primer plano, a un joven, camisa a cuadros, de rodillas frente a una línea de granaderos. El joven tiene su mochilita frente a las rodillas y le muestra a los granaderos un libro. En los escudos de los policías se puede leer claramente: "Seguridad Pública, Granaderos. Distrito Federal". En segundo plano, una mujer con sombrero. Más atrás un camarógrafo. Al fondo, árboles, y edificios. Van preguntas...

12a.- ¿Cuál es el título del libro que el joven muestra a los granaderos?

12b.- ¿Les dice algo a los granaderos el joven de rodillas?

12c.- ¿No era el punto 3 del pliego petitorio de Consejo Nacional de Huelga en el movimiento de 1968 (cito textualmente): "Extinción del Cuerpo de Granaderos, instrumento directo de la represión, y no creación de cuerpos semejantes" (Parte de Guerra, Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, p. 161)?

12d.- ¿Es constitucional la existencia y operación del Cuerpo de Granaderos?

  ¿Qué dice usted? ¿Qué eso se lo pregunte a la otra foto? Bueno, tiene usted razón. Permítame unas últimas preguntas:

¿Se acuerda usted que el motivo de la marcha de los estudiantes era protestar por el manejo informativo que TV AZTECA y TELEVISA daban al conflicto universitario?

Si usted, señora foto, no hubiera hablado, ¿Nos hubiéramos quedado sólo con la versión que los medios electrónicos y el gobierno del DF dieron la noche del 14 de octubre de 1999, en la cual los estudiantes eran los agresores, la policía que habría intervenido era sólo la femenil, y sólo una estudiante estaba lesionada ("nada grave") por "un vehículo que la arrolló"?

¿Teníamos derecho a esperar que un gobierno encabezado por el PRD actuaría diferente?

¿Debíamos quedarnos callados y no preguntar nada?

Sabe qué, señora foto, usted le da la razón a la "Carta 3 bis". Pero viera cuánto hubiera deseado que no le diera la razón a esa carta, sino a quienes, frente a un espejo vano, se precian de ser "orgullosos funcionarios de un gobierno democrático como el del DF".

¿Y sabe qué?, cada que la veo a usted, señora foto, no sé por qué, pero me entran unas ganas irresistibles de tomar una piedra y arrojarla lejos y romper para siempre ese silencio que allá arriba, cómplice, se calla.

¿Qué? Sí, vaya usted, señora foto, siga su camino y siga preguntando. Tan incómoda usted, señora foto, tan preguntona.

Vale. Salud, y yo creo que lo que tiene Alejandra bajo su cuerpo es una bandera. Y además creo que se levantó junto con ella.

 

Subcomandante Insurgente Marcos
El Sup acumulando preguntas como si de lluvia se tratara.

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