Fracaso del socialismo


 

Introducción

Uno de las propuestas más audaces del marxismo admite la difícil tarea de generar una sociedad en la cual queden superados los mecanismos de enajenación que han engendrado hasta el presente las sociedades de clase y en especial el capitalismo. Por tal motivo cualquier manifestación de reproducción de este rasgo antagónico debe significar a la vez un distanciamiento de la propuesta del socialismo marxista y lamentablemente todos los ensayos socialistas que se han emprendido hasta el momento no han podido superar este grave conflicto, parece que no podrá concebirse un nuevo sistema económico en el corto plazo.

Se llama socialismo a un conjunto de teorías socioeconómicas que abarcan un sentido general, desde el socialismo utópico y la social democracia, hasta el comunismo y el anarquismo, y a distintas prácticas políticas que tienen en común el intento de abolir las diferencias y conflictos entre clases sociales. Está ligado al desarrollo de la industrialización y del movimiento obrero, el socialismo a pretendido conseguir un modelo de sociedad en el que la igualdad económica lograra acabar con los conflictos entre las clases.

La revolución industrial configuró un nuevo tipo de sociedad dividida básicamente en dos clases: burguesía y proletariado. El poder económico de la burguesía se afianzo, al tiempo que se creaba un marco político en los que se proclamaban los principios liberales de libertad, propiedad privada e igualdad jurídica. Sin embargo, la gran masa de la población proletaria quedó inicialmente marginada de la participación política, y pronto se argumentó que la igualdad jurídica no bastaba para equilibrar una situación de enorme desigualdad económica y social, en la que una clase reducida, la burguesía, poseía los medios de producción, mientras que la mayoría de la población se veía incapacitada para acceder la propiedad.

Marx y Friedrich Engels crearon una doctrina sólida basada en la síntesis de la filosofía hegeliana, la economía clásica británica y el socialismo francés. Marx consideró la sociedad como un todo estructurado en el que los elementos determinantes eran los factores y relaciones de producción y la lucha de clases y vio en la revolución violenta el único medio para imponer, mediante la dictadura del proletariado, un nuevo orden que habría de conducir a una sociedad justa, igualitaria y solidaria. El fundador del marxismo denominó a su doctrina socialismo científico, y consideró utópicas las anteriores teorías socialistas.

Desde finales del siglo XIX, los dirigentes más destacados del movimiento obrero, consideraban que la revolución socialista era inminente en Europa: el crecimiento numérico de la clase trabajadora y el desarrollo de sus organizaciones políticas y sindicales llevaron a la polarización social entre la burguesía y esa nueva clase ascendente, lo que no podía tener otro resultado que el enfrentamiento abiertamente político, es decir, la revolución: los trabajadores eran la clase social mayoritaria y la fuerza política decisiva.

El movimiento socialista había abordado con mucha claridad el problema de la guerra en la época del imperialismo: se trataba de la lucha entre las principales potencias económicas por el control de los mercados y de la producción a una escala internacional. Los trabajadores no tenían nada que ganar, servían como carne de cañón a manos de la burguesía. Su respuesta ante la guerra no podía ser otra que negarse a combatir contra sus compañeros de otros países, volverse contra su propia clase dominante y destruir el capitalismo. Ésta había sido la posición del movimiento para dos generaciones de socialistas.

Según Lenin, la situación revolucionaria se presenta en aquel momento en que la clase dirigente ya no es capaz de gobernar tal y como lo había hecho hasta entonces, y los trabajadores ya no están dispuestos a aceptar que se les domine más. Ese es el momento de máxima libertad y creatividad para el movimiento de los trabajadores. Las nuevas organizaciones manifiestan que el poder ha pasado a nuevas manos, que las divisiones que tradicionalmente separaban a los trabajadores entre sí se han superado, que el poder ha pasado de los de arriba a los de abajo. En Rusia en 1917, esas nuevas organizaciones se nombraron soviets; en Chile en 1972 se llamaban los cordones.

Al hablar de socialismo, de lo que se trata es del control directo y democrático de la economía por los productores mismos. En este sentido, el socialismo no es más que la fase final del proceso de democratización que empezó con las primeras formas de control ciudadano sobre el aparato estatal (gobierno representativo). El socialismo exige la democratización de la economía como base para la democratización de todas las demás esferas de la vida social y política, a la vez que la democratización de estas esferas es requisito para llevar adelante la democratización paulatina de la esfera económica

La caída del socialismo fue el resultado de una imparable revolución popular que se anidó durante más de cuarenta años, y que conoció sucesivos estallidos. La inviabilidad del régimen stalinista en general fue más que evidente, cayó en medio del imperialismo mundial y la burocracia comunista, amen de ajustes económicos y pesadas cargas por motivo de deudas.

La crisis estalló en la URSS por la insostenibilidad del déficit, originado en los subsidios que otorgaba a los países de la Europa oriental y por los inmensos recursos que absorbía el aparato represivo para poder sostener el régimen en estos países. Según los defensores del capitalismo, la represión era inherente al socialismo. No se concebían entonces sino dos alternativas: el capitalismo, que vulneraba la igualdad entre los hombres, pero dejaba abierta la puerta de la libertad para buscar esta igualdad; y el socialismo, que aunque garantizaba en buena medida la igualdad, reprimía absolutamente la libertad. Lo que demostraba precisamente la caída de la Unión Soviética era que la represión para sostener el socialismo tenía que ser tan grande que hacía definitivamente inviable el régimen. Entonces queda sólo una posibilidad, el capitalismo; todas las alternativas había que buscarlas sin salirse de él, hasta encontrar el modelo que nos acercara más a la justicia social, a la igualdad.

 

Fracaso del socialismo

La meta del socialismo siempre fue la creación de un nuevo orden social basado exclusivamente en el trabajo colectivo bajo condiciones económicas de igualdad, es decir, en condiciones de propiedad colectiva de los medios de producción.
Pero los socialistas más conservadores imaginaron que esto puede lograrse mediante el desarrollo y la organización del poder político de las clases trabajadoras, encabezadas por el proletariado de la ciudad con ayuda del radicalismo burgués; mientras los socialistas revolucionarios, enemigos de toda alianza ambigua, creen que este objetivo común no puede lograrse a través de la organización política sino mediante la organización social (y, por tanto, antipolítica) y el poder de las masas trabajadoras de las ciudades y los pueblos, incluyendo además a todos los que, a pesar de pertenecer por nacimiento a las clases altas, han roto voluntariamente con su pasado y se han unido abiertamente al proletariado aceptando su programa.

Los conservadores creen que es necesario organizar las fuerzas de los trabajadores para tomar posesión del poder político estatal. Los socialistas revolucionarios las organizan con vistas a destruir el Estado.

Los conservadores son partidarios del principio y la práctica de la autoridad, mientras los socialistas revolucionarios sólo ponen su fe en la libertad. Ambos son partidarios por igual de la ciencia, que debe destruir la superstición y ocupar el lugar de la fe; pero los primeros quieren imponer la ciencia al pueblo, en tanto que los colectivistas revolucionarios intentan difundir la ciencia y el conocimiento entre el pueblo, para que los diversos grupos de la sociedad humana, una vez convencidos por la propaganda, puedan organizarse y combinarse, espontáneamente, en federaciones, de acuerdo con sus tendencias naturales y sus intereses reales, pero nunca de acuerdo con un plan trazado previamente e impuesto a las masas ignorantes por algunas inteligencias "superiores".

Los socialistas conservadores creen que existe mucha más razón práctica e inteligencia en las aspiraciones instintivas y las necesidades reales de las masas populares que en las profundas inteligencias de todos esos instruidos doctores y tutores autodesignados de la humanidad, quienes teniendo ante sus ojos los ejemplos lamentables de tantos intentos abortados de hacer feliz a la humanidad, intentan todavía seguir trabajando en la misma dirección. Pero los socialistas revolucionarios creen, al contrario, que la humanidad se ha dejado gobernar durante largo tiempo, demasiado largo, y que la raíz de sus desgracias no reside en esta o en aquella forma de gobierno, sino en el principio y en la misma existencia del gobierno, sea cual fuere su naturaleza.

Cuando estos conceptos, tendencias, perspectivas y propuestas se organizan a nivel de toda la sociedad, del sistema económico y político, surge el totalitarismo de Estado en el que cada ciudadano queda totalmente dependiente del gobierno sin ninguna o poca iniciativa personal o asociada. A este modelo de convivencia social algunos le llamaron en el mundo socialismo o más bien, socialismo real.

 

En la autopsia actual del socialismo aparecen múltiples causas de distinto orden, pero entre ellas despunta una tan fundamental como sencilla: los hombres encargados de desarrollar el proyecto revolucionario y socialista en aquellos países no quisieron continuarlo porque no se sentían ya identificados con él. No veían reflejados en sus realizaciones las aspiraciones humanistas que animaba originalmente al proyecto socialista.

Mientras que los defectos económicos fueron importantes en fomentar la desconfianza y el desprecio de las masas hacia los líderes de las sociedades ex-socialistas, los síntomas más reveladores de la degeneración socialista fueron políticos: el levantamiento de un masivo aparato estatal represivo sobre el pueblo y la ausencia completa de la democracia. Existe en todo el mundo la extensa percepción popular que el socialismo es un sistema coercitivo, y las experiencias de los partidos comunistas en el poder han justificado esa percepción.

Hablando en términos generales, los pueblos del mundo odian el imperialismo, pero el socialismo les da miedo. Estos puntos están en el corazón de la crisis del socialismo, y sólo cuando los socialistas desarrollen un movimiento, una estrategia y una visión que sean al mismo tiempo revolucionarias y democráticas, será posible hablar de "un rumbo" fuera de esa crisis.

Todavía no ha habido ningún país donde el triunfo de la revolución socialista haya llevado a un sistema democrático. Quizá la Yugoslavia de Tito con su "socialismo de autogestión" fuera lo más cercano a un régimen socialista democrático, pero no hay que olvidar que incluso allí había partido único y que en los consejos de trabajadores.

El fracaso del sistema socialista no fue obra del imperialismo, de los organismos internacionales, de las multinacionales, de la religión, en parte de los gringos, pero de fondo fueron los sectores populares ; los trabajadores de las oficinas, granjas y fábricas del Estado que prefirieron enfrentar a los tanques que seguir en la miseria socialista y su opresora nomenclatura.

Debió ser necesario suprimir completamente, en principio y de hecho, todo aquello que llaman el poder político - no el sentido estricto de la palabra -, pues, mientras que el poder político exista, habrá gobernantes y gobernados, corrupción y degradación. Con mayor razón en una formación socialista, donde el estado está casi omnipresente, donde tiene un poder ilimitado, donde rige la economía, donde es autoritario y paternalista. El inmenso poder que adquiere el gobierno de corte socialista produce la descomposición de los gobernantes, genera un animal lento, torpe, estúpido, burocrático y autoritario llamado Estado. Si hubiesen sido suprimidas estas características , el poder político pudo haber sido substituido por la organización de las fuerzas productivas.

La revolución está condenada al fracaso. Si, así es. Mientas el frente de las ideas de los comunistas autoritarios -ideas falaces- descanse sobre una revolución social que puede ser decretada y organizada por medio de una dictadura o de una Asamblea Constituyente, por una élite al fin y al cabo.

Es bien sabido que la revolución sólo puede ser emprendida y llevada a su pleno desarrollo a través de la acción masiva continua y espontánea de grupos y asociaciones populares. Sin embargo en la realidad, no existe un individuo, una dictadura colectiva, ni siquiera una combinación de intelectos en la posibilidad de abarcar toda la infinita multiplicidad y diversidad de intereses, aspiraciones, deseos y necesidades reales que constituyen en su totalidad la voluntad colectiva del pueblo; no existe intelecto capaz de proyectar una organización social que pueda satisfacer a todos y cada uno de sus integrantes.

Tal organización será siempre un ente represor en el que la violencia, usada a su conveniencia por el Estado, dictará las órdenes a la sociedad. Este es un viejo sistema de organización, basado sobre la fuerza, que la revolución social no pudo suprimir y que acentúo de manera imperante. Aquellos anhelos de plena libertad a las masas, los grupos, comunas, asociaciones e individualidades, no pudo concretarse. La única manera de lograrlo sería destruyendo de una vez por todas la causa histórica de toda violencia: la misma existencia del Estado cuya caída supondrá la destrucción de todas las inequidades del derecho jurídico y de todas las falsedades de los diversos, de toda violencia representada, garantizada y autorizada por el Estado, comunismo pues. Lamentablemente la humanidad no se encuentra en el nivel de conciencia para ello. El socialismo es lo ideal, tal vez por eso fracasó, por su tendencia a lo ideal y no a lo real. ¿Qué es lo real? El egoísmo y la avaricia, la individualidad; ya lo había dicho T. Hobbes hace tiempo, y sigue siendo válido.

 

Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

La mejor descripción de las primeras actuaciones de aquella nación son sus propios decretos:

- Queda abolida en el acto, sin ninguna indemnización, la propiedad terrateniente

- El honor de la revolución de los obreros, campesinos y soldados exige que no sean tolerados ataques a los judíos ( y en general a cualquier minoría) de ningún género

- La pena de muerte en el frente, restablecida por Kerenski, queda abolida. Se restablece en el frente la plena libertad de propaganda.

- Seguridad social: "Se compensará por lo menos el salario completo en caso de pérdida de la capacidad de trabajo o de desempleo... Todos los gastos del seguro corren enteramente por cuenta de los patrones..."

- Enseñanza: El poder revolucionario "debe procurar en el más corto plazo la alfabetización general, mediante la organización de una red de escuelas..."

Todos estos logros se perdieron con el aumento de la burocracia, dirigida por Stalin; estos decretos no los implementaron ni funcionarios, ni policías, sino los mismos trabajadores, campesinos y soldados, organizados en los soviets a cada nivel. La derrota de la revolución se debió sobre todo a su aislamiento: los movimientos revolucionarios que sacudieron Europa no tuvieron éxito, pero durante un tiempo el único poder, desde Rusia oriental hasta las fronteras de Francia, fueron los consejos obreros. La pérdida del poder obrero, de los soviets, la represión en extremo y la incesante burocracia fueron los factores que permitieron la caída del socialismo en Europa.

La Rusia de Stalin, encarcelaba a millones de personas de otras naciones dentro de sus fronteras. Esta opresión iba desde negar el derecho a hablar su propio idioma, hasta masacres. Como respuesta, en muchos de estos países, había movimientos nacionalistas, muchas veces dirigidos por la burguesía o por la pequeña burguesía.

La lucha de clases en la Unión Soviética condujo hacia la derrota del socialismo y esto dio lugar a la formación de una dictadura de clase sobre el pueblo soviético. Ésta dictadura, en manos de una nueva clase dominante, mantuvo al pueblo bajo el yugo de opresión y explotación por décadas. Aquellas luchas también produjeron un estado soviético que subyugó naciones enteras dentro y fuera de las fronteras de la URSS.
Las revelaciones de los atentados contra algunos sectores de la sociedad llevados a cabo en nombre del marxismo-leninismo, durante la época de Stalin, y las secuelas de algunos de sus procedimientos aun en años posteriores, pusieron en crisis la confianza de muchos hombres que hasta ese momento veían en el socialismo el no más allá del humanismo.
Desde el inicio de la perestroika algunos intelectuales indicaban que muchas de las verdades absolutas preconizadas por el marxismo habían entrado en crisis, como la centralidad de la clase obrera y su hegemonía en todo momento, la idea de que la revolución vendría de un momento a otro, especialmente se debilitó la creencia de que el marxismo era la ciencia infalible de la historia y de la revolución, pero confiaban en que la derrota y la crisis suscitan la renovación, puesto que obligan a revisar las premisas teóricas y las prácticas utilizadas.

Porque un modo de producción alternativo al capitalismo aún no ha sido inaugurado, ni siquiera en la URSS. Allí el modo de producción nunca dejó de ser capitalista; las relaciones sociales de producción no se modificaron substancialmente. Y nada hay más capitalista que el fortalecimiento de la industria militar, impulsado en la Unión Soviética con miras a la expansión imperialista en el marco de la guerra fría.


Europa del este

En aquellos países los partidos comunistas llegaron a ser los nuevos dirigentes, no como representantes de los trabajadores, sino en base al poder del Estado ruso y de su ejército, la fuerza de ocupación en toda la región. Un resultado de esto, que alcanzó toda su importancia en 1989, fue que las burocracias de Europa del Este dependían casi totalmente del liderazgo ruso. Además, lo que existía en Europa del Este no era socialismo, sino capitalismo de Estado. Esto hecho representa el principal motivo de la caída del sistema.

Existían, asimismo, los mismos problemas económicos, y las mismas tensiones sociales que en la Unión Soviética, la diferencia consistió en que las clases dirigentes intentaron evitar seguir el camino emprendido por los dirigentes rusos.

Las esperanzas no se cumplieron. Los partidos "demócratas" estaban formados por los antiguos burócratas. Las nuevas empresas privadas, producto de las privatizaciones, pertenecían, en su mayoría, a los mismos dirigentes de antes. Lejos de solucionar los problemas, la introducción del mercado llevó a la pobreza extrema a millones de personas del este. La explicación es bastante sencilla, si se reconoce que lo que hubo en Europa del Este fue capitalismo de Estado. El capitalismo, de mercado o de Estado, implica que cada capital depende de la explotación de los trabajadores, para competir con otros capitales.

Las revoluciones no fueron completamente un fracaso. Consiguieron unos avances políticos importantes, pero se quedaron muy lejos de una auténtica transformación social. El error no fue luchar, sino que los movimientos, y fundamentalmente los trabajadores, no supieron llevar el proceso más allá de la democracia burguesa y de unas reformas limitadas.

 

Chile

El programa de gobierno de Allende incluía una serie de cambios claves, muchos de ellos prometidos pero no realizados por gobiernos anteriores. Se nacionalizarían las minas de cobre, la principal exportación del país; se llevaría a cabo la redistribución de tierras, no cumplida durante el gobierno anterior; se crearía un sector estatal de la economía, que llegaría a representar un 40% de la capacidad productiva; se mejorarían el nivel de vida y la capacidad de consumo de las grandes mayorías. Además, Chile rompería su larga dependencia de Estados Unidos, adoptando una postura independiente y anti-imperialista en política exterior, sobre todo en lo que se refería a sus relaciones con Cuba, el bloque soviético y los países no-alineados.

Lo que ignoraban los que votaron con tantas esperanzas por Allende era que, aun antes de asumir la Presidencia, Allende firmó un documento clandestino en acuerdo con los Demócrata Cristianos, se llamaba el Estatuto de Garantías. Representaba una promesa por parte de Allende de no intervenir desde el gobierno en los medios de comunicación, la educación, la policía ni las fuerzas armadas, dicho de otra manera, declaraba su plena intención de dejar intacto el estado burgués en todos sus aspectos. Para la burguesía chilena, el estatuto les dio la luz verde; ya podían empezar a movilizar sus recursos en contra del nuevo gobierno, que con tanto entusiasmo se aferraba a la legalidad burguesa, y cuyo máximo dirigente, Allende, ya pedía a los trabajadores que no actuaran de forma impulsiva. La burguesía suspendió en seguida sus inversiones y empezó a almacenar todo tipo de productos; cuando era posible mandaba sus fondos al extranjero.

Estados Unidos, por su parte, suspendió toda ayuda no-militar, mientras que, curiosamente (o quizás no resulta tan curioso), la Corporación Disney aumentó en mucho la cantidad de materiales que mandaba a Chile. Desde luego, como señalaron Mattelart y Dorfman en su famoso libro Cómo leer al Pato Donald, "la comunicación no es una industria ligera", sino un arma pesada en la guerra de clases. Las multinacionales dueñas hasta entonces del cobre chileno intentaron bloquear las exportaciones; los terratenientes recurrieron a los juicios, seguros de que los jueces, hermanos de clase todos, se pondrían de su parte si el gobierno intentaba quitarles sus tierras. Y los demócrata cristianos, que seguían siendo mayoría en el parlamento, pusieron todo tipo de trabas legales. En los primeros meses de 1971, Allende nacionalizó noventa empresas y 1.400 haciendas. En mayo, declaró que el proceso había llegado a su límite.

Allende seguía refiriéndose al "socialismo". Lo que él entendía por socialismo era una economía mixta que incluía un fuerte sector estatal capaz de intervenir, para mantener el equilibrio del sistema capitalista. Lo que pretendía era modernizar el estado chileno, incrementar el nivel de actividad industrial, en parte aumentando el consumo, en parte tecnificando la agricultura, y diversificar la economía para que no dependiera exclusivamente del cobre. Lo que la clase trabajadora entendía por socialismo, en cambio, era una cuestión de poder, del avance hacia el "poder popular", la derecha ya se sentía con confianza, pues lo que quedaba bien claro era que Allende cumpliría con lo prometido.

El mandatario chileno seguía preso de sus propias contradicciones. Lo indudable es que él seguía creyendo en esa "vía chilena al socialismo" que partía de la base de que las clases dirigentes aceptarían sin rodeos las decisiones democráticas, aun cuando iban en contra de sus propios intereses; en esta perspectiva, el instrumento clave del cambio social era la mayoría parlamentaria. Sin embargo, la clase dirigente ya había declarado abierta y repetidamente su plena intención de actuar al margen de las instituciones.

 

Cuba

Existió un problema fundamental en la revolución cubana: no fue una revolución socialista, de la clase trabajadora. Fue una revolución de liberación nacional, dirigida por una minoría ilustrada y bien intencionada, pero cuyo objetivo no fue una nueva sociedad controlada por la gente misma, sino que fue el desarrollo nacional económico. Y aunque el progreso económico sea una parte importante del cambio social, no es suficiente. Engels escribió que la revolución socialista -con la que se refería a una revolución de la mayoría de la clase trabajadora- era necesaria no sólo porque era la única manera de acabar con el capitalismo, sino porque era la única manera en que esta masa de trabajadores podía cambiarse a sí misma, quitándose los prejuicios y limitaciones que le han impuesto los años de vivir en una sociedad capitalista.

La internacionalización de la revolución no quiere decir que todos los países tengan que hacer una revolución el mismo día. Pero, tarde o temprano, una revolución aislada está condenada a la derrota, debido tanto a la agresión desde fuera como al hecho de que los recursos de un solo país no son suficientes para crear una sociedad nueva. En el caso de Cuba las agresiones externas no han faltado, desde el ataque a Playa Girón en 1961, hasta el último intento de endurecer el bloqueo con la ley Helms Burton.

El bloqueo declarado por los Estados Unidos, poco después de la revolución, les quitó casi todo este comercio. Fue este bloqueo lo que acabó arrojando a Cuba en los brazos de la URSS. La revolución que se había planteado escapar de la situación de dependencia de un solo país -como había reclamado José Martí -, dejó de depender de los EEUU, para pasar a depender aún más de la URSS. El comercio se centro básicamente en azúcar y petróleo a un precio extremadamente bajo.

Después de la desintegración de la URSS en 1991, la relación privilegiada de Cuba con aquel país, que había ido empeorando durante los años anteriores, se acabó. La economía cubana entró en una crisis desastrosa; la producción cayó casi a la mitad en los dos o tres años siguientes.

 

China

La Revolución Cultural en China —un movimiento diverso, complicado y a menudo mal dirigido— se enfocaba de varias formas en la cuestión de la derrota del socialismo en el bloque soviético. Este movimiento creó nuevos senderos en el experimento socialista, y enfrentó por primera vez tales tareas como la continuación de las clases y la lucha de clases a lo largo del período de la transición socialista, la posibilidad de una restauración del capitalismo, las fuentes de una nueva clase dominante (inclusive dentro del partido comunista), el ejercer de la dictadura de la clase trabajadora a través de la democracia participatoria de las masas, la necesidad de desmantelar las divisiones entre la labor manual y mental, y las posibilidades del genuino control de los trabajadores sobre el proceso de la producción. Está claro que la Revolución Cultural resultó en un fracaso; las razones de ese fracaso todavía tienen que determinarse.

 

Propuestas

Creer que la justicia social se logrará cuando el Estado se fortalezca en su función de redistribuidor de la riqueza es ver en éste a un titán de fuerza descomunal y es también otorgarle demasiadas funciones, como en el caso socialista. Se redistribuye precisamente lo que está mal distribuido. Y la distribución en el capitalismo está dada por la propiedad privada sobre los medios de producción la cual tiende a concentrarse en pocas manos. Es una inclinación natural. Se trata de modificar las relaciones sociales de producción que concentra en pocas manos la riqueza, de transformar las relaciones de propiedad, y en general todo el modo de producción, sin darle un papel preponderante al Estado.

El socialismo en la actualidad busca un encargo político supremo y quijotesco, mucho más difícil que en las primeras décadas del siglo : el derrocamiento revolucionario del poder capitalista. En los Estados Unidos —donde la hegemonía imperialista está basada desde luego en la supremacía económica y sobre todo comercial— es imposible considerar un camino hacia el socialismo que no implica la revolución. En tanto que la sociedad capitalista es una sociedad de clases permeada por las contradicciones de clase, con las luchas decisivas ocurriendo al nivel político, el socialismo es esencialmente una dictadura de clase sobre la burguesía. Sin embargo, es imperante rechazar cualquier visión de una dictadura de clase que implique una forma dictatorial del gobierno, lo que los idealistas proponen es la dictadura del proletariado sea una estructura de estado que se amplia constantemente, que exija una dictadura proletaria sobre los estratos medianas de la sociedad en lugar de promover una alianza junto con ellos, o que implique una dictadura de cualquier partido en poder sobre el pueblo entero. Ésta perspectiva no es muy diferente de la llevada a la práctica en los países ya mencionados. Una verdadera alternativa sería la dictadura del proletariado como base de la organización, la expresión y, cuando sea necesario, el respaldo de la voluntad popular en todos los niveles de la sociedad. Así seguiría expandiendo y promoviendo la eliminación gradual de las clases y la explotación. El refuerzo de esta dictadura de clase —no del aparato del estado— es la esencia de la transición socialista, y la democracia socialista de masas —no la represión del estado— tiene que ser el eje.

Un elemento político específico de la transición socialista, el cual han puesto en duda los acontecimientos recientes, es el modelo del único partido socialista. Aunque se tiene poca o ninguna de experiencia con un estado socialista multi-partidista, elecciones socialistas genuinas, etcétera, los hechos demuestran la experiencia con el estado de partido único. Los eventos mundiales han puesto en duda la viabilidad del estado de partido único como un modelo en general.

Si se cree que es posible corregir el socialismo, aunque yo no lo creo, no significa adaptar el capitalismo a cierto estado de bienestar, sino modernizarlo, ver los errores de un modo minucioso y con la perspectiva histórica determinar las causas de su hundimiento y no caer en las mismas equivocaciones: falta de democracia, intentar hacer una política para el pueblo pero sin contar con él (élites intelectuales universitarias que lancen al pueblo a la revolución), burocratización, intentar competir contra el capitalismo con milicia, ejército, armas y tecnología destructiva en lugar de las armas ideológicas y principios inherentes al sistema socialista (logros en justicia social, distribución de la riqueza, niveles de educación y salud,...), implantar modelos extranjeros a distintos pueblos y realidades...

¿cómo cambiar entonces un sistema tan poderoso como el capitalismo de una forma pacífica? parece ser la pregunta obligada, un cambio radical sería que las clases más desprotegidas obligaran a los élites económicas a despojarse de las condiciones materiales de su riqueza. Esto no es posible sin lucha política, que la mayoría de las veces tendrá que ser revolucionaria y que en casos extremos podrá ser violenta y armada...la vía política es imposible no porque sus cambios vayan a ser más lentos, sino porque si los líderes reformistas eran asesinados por el poder, que sería entonces de los revolucionarios más radicales, y a ojos de todos extremistas, si no viviesen en la clandestinidad; para Ernesto Guevara "que ésta [la revolución] tenga lugar por cauces pacíficos o nazca al mundo después de un parto doloroso no depende de los revolucionarios; depende de las fuerzas reaccionarias de la vieja sociedad que se resisten a dejar nacer la sociedad nueva [...] No debemos temer a la violencia [...], sólo que debe desatarse [la ejercida por las guerrillas] exactamente en el momento preciso en que los conductores del pueblo hayan encontrado las circunstancias favorables"

El hacer una revisión continúa de la revolución facilitaría incrementar el nivel de democracia. El socialismo democrático no sólo es posible sino que es necesario si se quiere obedecer al principio supremo del socialismo: el poder popular. Los comités de expertos que velan por los intereses de la gente no tienen cabida en un verdadero socialismo. Para que el pueblo ejerza el poder tiene que valer su opinión y esto no se puede hacer sin democracia.

La vía democrática hacia el socialismo supone que este nuevo orden social sólo puede alcanzarse con el consenso y el esfuerzo común de la mayoría de la población. Principio fundamental del movimiento socialista y obrero es que la liberación de la clase obrera no puede ser más que obra de la clase obrera misma, lo que implica un rechazo absoluto de cualquier forma de sustitución de la voluntad de la mayoría. Nada más erróneo, y en el fondo más profundamente antisocialista que la pretensión de algunas minorías de revolucionarios de interpretar la "auténtica voluntad popular" a partir de un análisis objetivo de las relaciones de clase, repudiando la voluntad popular que se manifieste en contra como expresión de la enajenación e incultura que atosiga al pueblo en el capitalismo. Sin embargo, muchísimos movimientos revolucionarios de inspiración marxista son dirigidos por una pequeña élite de intelectuales de clase media y, en no pocos, ignoran a sus bases para tomar decisiones y la dirección impone sus estrategias.
La falta de democracia interna es uno de los problemas de los grupos guerrilleros. Una vez alcanzado un acuerdo de paz, la antigua guerrilla inicia un proceso de democratización que no siempre llega a buen término porque las diferencias ideológicas del grupo florecen cuando ya no hay un "enemigo común".

 

En una revolución social, a diferencia de una revolución política donde los individuos apenas y cuentan, la acción espontánea de las masas lo es todo. Todo lo que los individuos pueden hacer es clarificar, propagar, y desarrollar las ideas que corresponden al instinto popular, y, cosa aun más importante, contribuir con sus esfuerzos incesantes a la organización revolucionaria del poder natural de las masas. Pero nada más que eso; el resto sólo podrá hacerlo el propio pueblo. Cualquier otro método llevaría a la dictadura política, al resurgimiento del Estado, de los privilegios, de las desigualdades, y de todas las opresiones estatales; es decir, llevaría de una forma indirecta, aunque lógica al restablecimiento de la esclavitud política, económica y social de las masas populares. Lamentablemente, como se ha señalado en el caso chileno, el poder imperialista, la influencia de los medios de comunicación , la música, el estilo de vida, la moda, la ropa, los sueños... todas las actividades y formas de vida son imitadas, han sido propagadas como virus desde el final de la segunda guerra mundial desde los Estados Unidos, y por otros países desarrollados en menor medida. Estas son las ataduras que impiden la realización de una revolución, son los pilares del capitalismo. Es como una droga que hace que las masas atrasadas aspiren a algo que nunca obtendrán. Mientras exista esa infinitamente poderosa influencia, no va a cambiar nada. Hay que señalar el poderío económico de las grandes empresas, pero se debe a esta misma causa. Las masas no despertarán porque no lo quieren. Es mejor tener poco pero propio a mucho pero social. Este es el argumento principal para asegurar que el socialismo y el comunismo no pueden existir en el corto plazo; la única manera de su resurgimiento sería el impensable atraso y regreso a la incivilizaciuón humana.

Conclusiones

El capitalismo y el socialismo, que a comienzos de este siglo eran todavía ideologías jóvenes y potentes, se muestran al final del siglo viejas y usadas, y sus escombros se dejan ver por toda la tierra. Ni el capitalismo ni el socialismo han logrado las esperanzas que se unían a sus promesas.

El liberalismo, punto focal del capitalismo, declaró al individuo la medida de todo, mientras que el socialismo hacía lo propio con la colectividad. El liberalismo reconocía el derecho del hombre como ser individual insustituible, pero subestimó su naturaleza social. El socialismo declaró al hombre individuo social y pasó por alto su unicidad. En ambos casos el hombre salió amputado.

Han pasado 80 años desde esta revolución y su ejemplo cada vez es menos vigente. Los cambios en el mundo desde entonces ha oprimido la revolución; la tan famosa globalización hace que la extensión de una revolución socialista a otros países sea más buscada pero menos probable. Tarde o temprano, una revolución aislada está condenada a la derrota, debido tanto a la agresión desde fuera como al hecho de que los recursos de un solo país no son suficientes para crear una sociedad nueva.

El trágico desenlace del socialismo se debió a que las cosas "fueron demasiado lejos", se llegó a perder el apoyo de sectores progresistas de la burguesía y las capas medias. La conclusión primordial es que el socialismo era y sigue siendo un sueño utópico, no se puede aspirar más allá de una social democracia perfeccionada. Lo del poder obrero es una ilusión.

Si queremos entender la caída del socialismo, la explicación fundamental la dio Marx; el capitalismo tiene una tendencia inherente hacia la crisis. El capitalismo estuvo presente en la URSS y en Cuba, capitalismo de Estado. Sobrevivió mejor que el capitalismo occidental durante la recesión mundial de 1974, pero fueron las economías del modelo socialista las que sufrieron más hacia finales de los 80.

En todos lados donde se ha intentado construir el socialismo se encontraba la constante intervención de los poderes imperialistas quienes, desde 1917, trabajaban sin descanso para destruir el socialismo donde ellos podían y, donde no era posible lograr esto, intentaban dejar impotente el ejemplo del socialismo. No obstante, no se puede considerar que los fracasos del socialismo fueron causados sólo por los factores externos; las causas principales para la derrota del socialismo en la URSS y Europa Oriental fueron internas.
Muchos analistas coinciden en que entre las causas del deterioro de dicho ensayo figuran el auge que tomó el consumismo en aquellos países, que presumían de formar una nueva mentalidad humana ante la irracional carrera de producción de bienes materiales de secundaria necesidad generados por los mercados capitalistas y especialmente se debilitó la creencia de que el marxismo era la ciencia infalible de la historia y de la revolución, pero confiaban en que "la derrota y la crisis suscitan la renovación, puesto que obligan a revisar las premisas teóricas y las prácticas utilizadas"

el problema es construir un nuevo modelo, una nueva síntesis que preserve por un lado, los ideales humanistas del socialismo, que extraiga los resultados objetivos de la experiencia pasada, que proteja las libertades esenciales del hombre y que enfrente los inmensos problemas que resultarán de los nuevos desarrollos de la ciencia y la tecnología. Hoy se requiere fundar de nuevo la democracia en una estrategia a corto, mediano y largo plazo.

La salida de América Latina y de otras latitudes, radica en el capitalismo, pero no como países explotados, como explotadores de países en peores circunstancias. Es el subimperialismo la salida a los problemas que ha ocasionado el capitalismo desarrollado. Es cruel, pero necesario. La teoría evolucionista de Darwin y la supervivencia del más fuerte o del más adaptado entra en la jerga económica de la misma manera que en la biológica.

Porque un modo de producción alternativo al capitalismo aún no ha sido inaugurado. En el socialismo, el modo de producción nunca dejó de ser capitalista; las relaciones sociales de producción no se modificaron substancialmente. Y nada hay más capitalista que el fortalecimiento de la industria militar, impulsado en la Unión Soviética con miras a la expansión imperialista en el marco de la guerra fría.

Bibliografía

 

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