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El papel del trabajo: América Latina 9 de agosto de 2004
PREVALECEN EMPLEO PRECARIO
        Y FALTA DE LIBERTAD SINDICAL

Richard Lapper*

Desde que México devaluó el peso a finales de 1994, casi todas las economías de la región han sido golpeadas por la depreciación de sus monedas y por crisis bancarias. Aunque los gobiernos han aplicado políticas fiscales de contención y han mantenido la inflación bajo control, pocos han sido capaces de generar condiciones estables para incrementar la inversión y la generación de empleos en el sector formal de la economía.

A sólo 100 metros dentro de la mina de plata de Cerro Rico, el aire húmedo empieza a engrosarse con polvo; los mineros deben inclinarse mucho más para no chocar con el techo del angosto corredor mientras avanzan hacia la pared de roca. De repente, unos viejos vagones cargados de piedras ruedan por el corredor, forzando a los trabajadores a resguardarse en el estrecho espacio entre la roca y las vías.

P4-5laborCada año docenas de mineros no logran evitar los vagones y sufren heridas en las piernas o las pierden por completo al ser arrollados. Otros se pierden cuando la cimbra de madera pobremente mantenida se rompe, o cuando las cargas de dinamita son mal colocadas y se propicia el derrumbe de un techo. Otros más, ebrios de alcohol puro, caen en los pozos. La silicosis ­mal pulmonar causado por el polvo­ finalmente atrapa a muchos de los sobrevivientes. "Es una tradición morir a los 40", dice Cenón, quien labora en la mina de Cerro Rico desde los nueve años de edad.

Sería difícil imaginar peor ambiente de trabajo. Con todo, la industria de la plata y el zinc en Bolivia, centrada en la antigua mina de Cerro Rico, otrora la más rica del mundo, experimenta un periodo de auge. Con los precios del mineral al alza, las 26 cooperativas que explotan la mina pagan hasta 36 bolivianos (3.90 dólares) diarios, casi 50 por ciento más que en 2003.

Los ingresos derivados de la agricultura disminuyen y las oportunidades de empleo en otras actividades son pocas y no permanentes; por ello, miles de trabajadores rurales llegan al sombrío pueblo de Potosí para hacerse mineros. Cenón dice que más de 25 mil personas laboran ahora en las excavaciones, unas 10 mil más que en 2003. "Mucha gente del campo busca empleo y por eso hemos introducido tres turnos."

Las condiciones en Cerro Rico pueden ser particularmente extremas, pero ilustran una tendencia general en los mercados de trabajo de América Latina. Aun cuando las economías empiezan a crecer de nuevo mientras la región parece ir saliendo de la recesión, no se crean suficientes empleos de calidad en la economía formal, haciendo a millones de personas dependientes de labores de poca remuneración y en condiciones precarias o aun peligrosas, como las de Cerro Rico.

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A lo largo de la región, las economías están remontando cinco años de pobres resultados, en parte por una mayor demanda de China y otros países asiáticos que han incrementado el precio de productos como la soya, el trigo y la carne o del petróleo y los metales, como ocurre con la plata y el zinc de Bolivia. Después de un crecimiento del producto de apenas 0.1 por ciento en 2002 y 1.2 por ciento en 2003, las proyecciones indican que este año podría llegar a una tasa de 4.4 por ciento, de acuerdo con la publicación de este mes de Latin Focus, con sede en Barcelona.

Puesto que buena parte de esta expansión se da en el sector exportador, que es muy intensivo en el uso del capital, se espera que el desempleo abierto aumente en promedio 8.7 por ciento (comparado con 8 por ciento en 2002 y 8.4 en 2003). Venezuela, por ejemplo, la economía que ha crecido más rápido este año, estimándose una tasa de 9.1 por ciento, verá incrementado el desempleo de 14.6 a 15 por ciento.

La desocupación abierta en la región es todavía de casi uno por ciento más de lo que era 10 años atrás y mucho mayor entre las mujeres y los jóvenes. El desempleo entre los jóvenes alcanzó un promedio de 16.6 por ciento en 2003, cerca de cuatro puntos porcentuales más que en 1995. Inevitablemente, ante la ausencia de un seguro de desempleo, esto empuja a mucha gente al sector informal, con muchos millones de personas buscando sustento en actividades que van desde la venta en pequeña escala de dulces y cigarrillos hasta el comercio ilegal de drogas. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), uno de cada siete trabajadores gana menos de un dólar diario, y esta es una fuente de informalidad.

Las crisis financieras que han golpeado a la mayor parte de la región desde la mitad de la década de 1990 son en parte responsables de estas cifras negativas. Desde que México devaluó el peso a fines de 1994, casi todas las economías han sido golpeadas por la depreciación de sus monedas y por crisis bancarias. Aunque los gobiernos han aplicado políticas fiscales de contención y han mantenido controlada la inflación, pocos han sido capaces de generar la estabilidad necesaria para incrementar la inversión y el empleo.

Además, muy pocos gobiernos han podido remover las rigideces estructurales de sus mercados de trabajo que han inhibido a los empleadores para ofrecer más plazas. Aun donde las barreras han sido removidas y se ha creado mayor flexibilidad, como en Argentina y Perú, las reformas no han impulsado el aumento del empleo a largo plazo ni mejorado las condiciones de los marginados. En 2003 la desocupación abierta en Argentina fue de 14.5 por ciento, una de las más altas de la región. Se calcula que tras la crisis financiera de 2001 el número de personas que vivían como cartoneros ­vendiendo cartón recogido de la basura­ se incrementó de 25 mil a 40 mil en 2002.

En Perú, a pesar de un crecimiento por encima de 4 por ciento durante los últimos tres años, el desempleo abierto se mantiene en un muy alto 8.5 por ciento este año. El fracaso del presidente Alejandro Toledo de cumplir su oferta de crear más plazas desde que fue electo en 2001 es una de las principales razones de su actual impopularidad. Los niveles de aceptación de Toledo están por debajo de 10 por ciento, una de las tasas más bajas de la región.

El desencuentro de la oferta y la demanda de empleo en el sector formal ha hecho difícil para los trabajadores proteger o incrementar los niveles salariales o buscar mejores condiciones laborales. De acuerdo con la CEPAL, la proporción de trabajadores sindicalizados va de un rango alto de 11 por ciento (Chile) a 6 por ciento (Colombia) o 5.7 (El Salvador). Pero en Chile y Colombia ese porcentaje ha bajado en los años recientes. "Sin duda la población trabajadora ha seguido perdiendo su capacidad de negociación... En todos los países muchos de los empleadores no cumplen con los estándares laborales vigentes y los trabajadores siguen enfrentando obstáculos para ganar mejores condiciones laborales."

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) sostiene que los trabajadores de América Latina enfrentan unas de las más difíciles condiciones organizativas en el mundo. Las quejas sobre la libertad de asociación y de negociación colectiva que recibe la OIT desde la región representan más de la mitad del total.

Dos puntos relevantes. Uno es el relativo éxito del empleo en la maquila en países como México y los de América Central y el Caribe durante los años 1990, que redujo las tasas de desempleo abierto en relación con otros países del área. Aun así, miles de empleos se perdieron a raíz de la recesión económica de Estados Unidos, el principal mercado de productos electrónicos y textiles que se exportan desde esos países. El otro indica que al parecer en la región el crecimiento poblacional y el del mercado laboral tienden a hacerlo de modo más lento. Aunque en América Central la fuerza de trabajo se expande a una tasa anual de 2.5 por ciento, en Sudamérica la fuerza de trabajo aumenta 2.3 por ciento y sólo 1.4 en el Caribe. Aun así, de acuerdo con la CEPAL, las economías de la región deben crecer mucho más aprisa para crear suficientes empleos. Para reducir a la mitad el desempleo, se requiere una tasa de crecimiento del producto no menor de 7 por ciento anual entre 2003 y 2015, o cerca de cinco puntos porcentuales más que su tasa de crecimiento en los pasados 10 años §

*Editor del Financial Times para América Latina.

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POCOS Y MALOS

América Latina y el Caribe tiene ya el dudoso honor de ser la región con la distribución del ingreso más desigual en el mundo. También es la zona en que el empleo es cada vez de menor calidad, pues las condiciones de trabajo son muy precarias. Este hecho tiene relevancia por sí mismo, pero aún más porque la población es mayoritariamente joven y cuando se ocupa lo hace, literalmente, en las calles.

Para la OIT, la situación del empleo en Latinoamérica y el Caribe atraviesa "la peor crisis de los últimos 25 años". Añade que la actual condición social "es aún más grave que la causada por la deuda externa en la primera mitad de los años 80, por las consecuencias de la crisis financiera de México en 1995 y por la crisis asiática de 1998-99".

En la región ha proseguido, después del amplio proceso de la apertura comercial, aquel que se asocia con la informalidad del empleo. Este fenómeno es consecuencia del estancamiento o aun la contracción del crecimiento en el sector formal de la economía en la mayor parte de los países de la región.

En la década reciente, 66 de cada 100 nuevos ocupados son informales. El porcentaje de trabajadores ocupados en el sector informal se elevó de 42.8 por ciento en 1990 a 46.5 por ciento, según la última cifra de la OIT.

"La mayor precarización del empleo se debe tanto al aumento de la informalidad, como a la disminución de la protección social del trabajo. Este último proceso se manifiesta en la reducción del porcentaje de asalariados que cotiza en la seguridad social.

La reducción del empleo generado por el gobierno no ha sido suplida por el que crea el sector privado, lo que se asocia con el insuficiente gasto en inversión productiva con respecto al producto interno bruto. Eso ha limitado de modo notable la recuperación del mercado interno y la creación de más empresas, sobre todo pequeñas y medianas, en las que se crea mayor empleo §

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