Las óperas de Wagner se dividen en dos grandes tipos correspondientes a dos periodos: las románticas, de su época de juventud, y los «dramas musicales», de su madurez.
«Lohengrin» se considera la última de las óperas y la transición hacia el «drama musical», mientras que «Los maestros cantores de Núremberg», aunque ya dentro del periodo de los dramas, es una ópera de carácter cómico.
 
La teoría del drama musical supuso una gran revolución consistente en lograr una obra totalmente unitaria en la que la música sirviese para ilustrar la acción y no fuese un fin en sí misma. Por ello se rompe con la concepción tradicional que dividía a la obra en números sueltos (arias, coros, etc.) en los que la música era la protagonista, pasándose así a hablar de «melodía infinita».
Aparte de esto, dos elementos fundamentales en el drama musical son:
–el uso de los mitos, que pretende dar a la obra una validez universal.
–el uso del leitmotiv o «motivo conductor», que es la identificación de un fragmento musical con cualquier personaje, situación u objeto, y que suena cada vez que uno de ellos aparece en escena o es sugerido o mencionado.
 

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