Santafé de Bogotá 6 de abril de 1.995
Amiga(o) Opción Colombia
Reciba un cordial y caluroso saludo desde Bogotá, del Comité
Ejecutivo y los GOC de la Corporación
Esperamos que continúe con su trabajo, que a propósito
ha sido muy bueno; la siguiente es la guía para que usted aporte
a la universidad y en especial a su programa académico parte de
la experiencia semestral que está viviendo en estos momentos.
Esta retroalimentación es importante si queremos que el programa
interuniversitario opción Colombia incida de manera directa en la
construcción de conocimiento y como propuesta estudiantil para mejorar
la educación superior en nuestro país. Una educación
acorde a las realidades de nuestros municipios.
RETROALIMENTACION A LA UNIVERSIDAD
Con los respectivos grupos Opción Colombia decidimos que este
sería el mecanismo de retroalimentación que los estudiantes
realizarán una vez regresen de la práctica semestral, como
requisito para consignarle el 50 $ del último mes de práctica
($120.000)
Se le envía con tiempo para que prepare el material que necesite
para la presentación.
I.1. Elaboración de un documento escrito que contenga la siguiente
información:
-Nombre del estudiante, carrera y semestre que cursa
-Lugar donde realizó la práctica
-Area de trabajo que apoyó
-Entidad con la que trabajó
-A quién benefició su trabajo
-Obstáculos durante el trabajo semestral
2. Identifique las debilidades y fortalezas de su formación personal
y profesional a partir de la experiencia semestral:
Responda las siguientes preguntas:
Formación integral
-¿Promueve su facultad y la universidad espacios de encuentro
para las relaciones interpersonales? Cuáles son y como le gustaría
a usted que fueran.
-¿Existen espacios de participación estudiantil? ¿Cuáles
son y cuáles faltan?
-¿Existen espacios en la facultad para abordar problemas éticos
del ejercicio profesional? ¿Qué propuestas tiene usted al
respecto?
-¿Nos están educando para dar respuesta a las distintas
clases sociales o sólo para los problemas de las élites?
¿Se estimula el valor de la solidaridad?
-¿Cómo considera usted que la universidad y su facultad
le pueden aportar a una formación integral?
Formación profesional:
*Fortalezas y debilidades de su facultad con respecto a:
-La investigación
-El método académico
-El trabajo interdisciplinario
-¿Estimula su facultad la capacidad crítica como profesional?
-¿Cómo son las destrezas para abordar la solución
de casos concretos en su carrera? ¿Se trabajan casos concretos en
clase?
-¿Sabe usted desempeñar actividades elementales de su
carrera?
-¿Tiene usted destrezas orales y argumentativas para expresar
sus ideas?
-¿Se desarrollan en su facultad soluciones a problemas cotidianos
de su profesión? ¿Se apoya la teoría académica
del contacto directo con la comunidad?
-¿Es usted consciente del impacto e importancia de su carrera
en la sociedad?
-¿Su carrera incluye conocimientos sobre el sector público
o social?
-¿Tiene usted la capacidad de abordar los problemas profesionales
desde una perspectiva integral e interdisciplinaria?
-¿En la facultad se construye conocimiento o se transmite?
3. Si es posible reúnase con estudiantes de su universidad y carrera para elaborar una propuesta a su carrera, teniendo en cuenta las respuestas a las anteriores preguntas.
II. Presentación pública en la universidad sobre la experiencia
de trabajo semestral.
La presentación debe incluir información sobre:
-Descripción del trabajo realizado por usted
-Entidad y lugar donde trabajaron
-Quienes se beneficiaron del trabajo
Resalte en la presentación las debilidades y fortalezas de su
formación académica e integral que le permitieron abordar
la práctica semestral.
Si es posible presente propuestas a los estudiantes, profesores, programa
Opción Colombia y entidades, que permitan cumplir plenamente con
los objetivos de la práctica semestral. Para la presentación
usted puede utilizar el método que desee: conferencia magistral,
proyección de videos, filminas, fotografías, cuentos, poesía,
etc.
La presentación debe estar dirigida a los estudiantes de la
universidad, de su carrera y/o profesores en los espacios de clase, conferencias,
foros, seminarios, etc. que usted debe identificar.
Cualquier inquietud con respecto a la guía puede comentarla con su respectivo grupo Opción de la universidad.
Sabemos que su aporte será valioso para el propósito que nos hemos propuesto.
Exito y suerte en lo que falta de su experiencia semestral.
Un abrazo
DAIRO ROMERO
AREA UNIVERSIDAD-ESTUDIANTE
CORPORACION OPCION COLOMBIA
Realicé la práctica Opción Colombia en Inírida,
la capital del departamento del Guainía. Este municipio es bastante
pequeño, más o menos del tamaño de Jamundí.
Su población está compuesta principalmente por colonos provenientes
de diferentes partes del país, en proporción aproximada del
60%. El otro 40% lo integran indígenas de varias etnias que habitan
el departamento a nivel rural y de un porcentaje importante de grupos indígenas
que han migrado del Vaupés. La mayoría de las personas no
posee un nivel educativo por encima del bachillerato; los profesionales
que viven en Inírida han llegado todos a través de Bogotá
para trabajar con el gobierno municipal o departamental. Las únicas
vías de comunicación son el río Inírida y las
dos aerolíneas, Satena y AeroRepública, que llegan dos o
tres veces a la semana.
El departamento del Guainía está ubicado en el extremo
oriental del país, en los límites con Brasil y Venezuela,
rodeado por Vichada, Guaviare y Vaupés. La mayor parte de su territorio
es selva y agua. Sus gobernantes consideran el departamento dentro del
corpes de la orinoquia por conveniencia política y económica,
pero en el sentido estrictamente geográfico, sólo los ríos
Guaviare, Atabapo e Inírida desembocan en el Orinoco. Los ríos
Negro, Isana, Cuyarí y Guainía pertenecen a la amazonia.
Todo el territorio está cruzado por infinidad de caños, que
desembocan a su vez en los ríos principales.
La mayoría de la población la conforman los indígenas
(según el DANE son el 98.8 % de la población, pero la cifra
real oscila entre el 70 y el 80 %) de las etnias curripaco, puinave, guahibo,
sikuani, yeral y otras. En total son unas 24 culturas, pero los puinave
y los curripaco son mayoría, difíciles de cuantificar por
la movilidad de la población. Estas etnias habitan las riberas de
los ríos, distribuidos en pequeñas comunidades de no más
de 800 habitantes, muy distantes entre sí. Sólo Inírida,
la capital, tiene cerca de 14 mil habitantes, con un porcentaje de población
flotante cercano al 25 por ciento. En el río Inírida predomina
la etnia puinave, en el Atabapo y en el Guainía, los curripaco;
en el Isana-Cuyarí y en el río Negro estos últimos
comparten el territorio con los yeral; y el Guaviare está habitado
por distintas etnias, principalmente las provenientes del Vichada y el
Vaupés.
En lo que a mi práctica respecta, apoyé el programa presidencial de la Red de Solidaridad Social. Mi trabajo consistió en coordinarlas mesas sectoriales de salud, educación, vivienda y empleo, la mesa departamental de solidaridad y en hacer el seguimiento a los proyectos de los siguientes programas:
- Mejoramiento integral de la vivienda urbana y su entorno
- Vivir Mejor (vivienda rural)
- Programa de generación de empleo urbano (PGE)
- Programa de generación de empleo rural (PGE rural)
Al momento de llegar, estas actividades las llevaba a cabo la secretaría
de planeación departamental, por encargo del gobernador. Según
el reglamento operativo de la Red, los integrantes de la gerencia colegiada
(el gobernador, los alcaldes de los municipios, representantes de la comunidad,
de las ONG, de las entidades ejecutoras, las iglesias y otros movimientos
civiles) eran los encargados de la gestión de cada programa, pero
por lo complicado de hacer una reunión de todas esas personalidades,
lo normal era que se delegara en una institución que tuviera una
visión general de los problemas del departamento. En la mayoría
de los departamentos del país le correspondió a la delegación
del PNR, pero en Guainía ésta no existía. Sólo
hasta el mes de marzo se oficializó el nombramiento del delegado,
y nos correspondió, a mi compañera de Opción y a mí,
colaborar con la organización de la nueva delegación y hacer
las veces de secretaria y mensajero, mientras se nombraban los correspondientes.
De todas maneras, el trabajo de la Red es un trabajo interdisciplinario,
en el que intervienen todas las instituciones estatales, tanto las secretarías
departamentales y municipales como los institutos descentralizados (como
el ICBF, la Caja Agraria, etc.); con todos ellos tuvimos que ver. En cada
mesa sectorial se sentaban los técnicos de cada institución
con representantes de la comunidad (o la comunidad misma), a decidir en
qué se utilizaban los recursos en algunos programas y/o cuales eran
las comunidades o las personas beneficiadas.
Por ejemplo, en la mesa sectorial de vivienda se reunían un
representante de cada barrio del municipio, representantes de las comunidades
de los ríos, un representante de la alcaldía, uno de la secretaría
departamental de planeación y mínimo uno de la Red de Solidaridad.
En ocasiones estuvieron presentes representantes de la secretaría
de obras públicas, del PNR, la Caja Agraria y del INURBE. Entre
todos decidieron cúal era el barrio con mayor concentración
de pobreza en el casco urbano de Inírida y cúal era la micro-región
departamental que tuviera más necesidades básicas insatisfechas
y no hubiera sido atendido por los programas de vivienda rural de gobiernos
anteriores.
Los recursos que alimentarían los programas provenían
de los fondos de cofinanciación, como son: El de solidaridad y emergencia
social (FOSES), el de desarrollo rural integrado (DRI), el de infraestructura
vial (FIV), el de infraestructura social (FIS), el de infraestructura urbana
(FIU) y la financiera de desarrollo territorial (FINDETER), además
de los institutos de reforma urbana (INURBE) y bienestar familiar (ICBF)
y las secretarías de educación y salud departamentales y
municipales.
Para nosotros fue un obstáculo el llegar a un departamento donde
no había delegación PNR. Las personas encargadas de los programas
de la Red en planeación departamental esperaban mucho de nosotros
y sabían muy poco. Esto, unido a la capacitación-relámpago
que nos dieron a los estudiantes en Bogotá antes de partir para
las regiones, nos generó problemas. Teníamos que pedir todo
prestado: Computadores, papel, máquinas de escribir, teléfono.
Menos mal que en el departamento fueron muy amables con nosotros y no se
quejaron de las incomodidades que les causamos. Casi todas las decisiones
teníamos que consultarlas con el nivel central; las comunicaciones
telefónicas son difíciles y las congestiones son pan de cada
día por la precariedad del equipo que tiene Telecom local. Tuvimos
la suerte de encontrarnos en el aeropuerto con una persona que conocía
la región, de no ser así, hubiéramos llegado sin siquiera
saber donde quedaba la gobernación. De todos modos, el departamento
nos colaboró con 2 meses de arrendamiento y alimentación.
Otro obstáculo fue la escasa posibilidad de visitar las comunidades
indígenas directamente, por la distancia y el consumo descomunal
de gasolina que significan los motores fuera de borda. Sólo pude
estar con las comunidades en tres ocasiones, de dos días cada una.
En el departamento la centralización es muy difícil de evitar,
pues hay comunidades a una distancia de 15 días por río y
las que están conectadas por aire sólo tienen vuelo cada
15 días, como son las poblaciones de Barrancominas y San Felipe.
En cuanto a los niveles centrales, las regionales de los institutos
"descentralizados" están todas en Bogotá o en Villavicencio,
lo que complica mucho las vainas. Llamar es una necesidad casi constante,
la distancia aumenta los costos y lo pequeño del casco urbano del
municipio hace que las congestiones telefónicas sean comunes. Muchas
veces los funcionarios no estaban, después de 40 minutos de insistencia
(cuando menos), o no querían responder por "estar muy ocupados",
lo que tampoco sería de extrañar, pues las regionales son
o para toda la orinoquia o para la orinoquia y la amazonia juntas.
¿A quién benefició mi trabajo? Creo que principalmente
a la presidencia de la república y a la delegación de la
Red. Se supone que estaba para beneficio de la comunidad, pero es difícil
que la comunidad tome las más importantes decisiones. Lo normal
es que la gente esté acostumbrada a que le hagan todo sin participar,
o que sea otro el que sepa cómo es que se hacen las cosas. Los funcionarios
no están acostumbrados a que la gente participe, si alguien les
pregunta responden lo poco que saben y lo ponen a dar vueltas o a hacer
cola para hablar con el gobernador o el alcalde. Sólo unos pocos
funcionarios manejan la totalidad de los problemas. En un departamento
pobre como el Guainía no hay una oficina de información al
público, cuando lo que se necesitaría serían más
de cuatro.
El secretario de gobierno departamental y el secretario municipal de
planeación (ambos encargados de su entidad local por ausencia del
titular) me dijeron casi al unísono en una reunión, que "no
se podía ser tan democráticos" al pedirles que respaldaran
la participación comunitaria. El coordinador departamental de corregidores
me citó informalmente un refrán de la región: "Ni
el mañoco es comida ni el indio es gente". El Mañoco es la
base de la alimentación indígena y consiste en una harina
de yuca brava a la que le han extraído el jugo venenoso y la han
deshidratado. Un refrán como ese me parece una manifestación
clara de racismo y preocupa que provenga de un funcionario importante en
el departamento.
Los indígenas tienen una manera diferente de comportarse, manejan
términos en su propia lengua, pero les cuesta entender los del español
en un nivel técnico. Ellos lo escuchan a uno, dicen y hacen como
si entendieran así no hayan entendido nada. Para ellos la ignorancia
es algo supremamente vergonzoso y no es normal que la acepten frente a
quien representa una autoridad. Yo no los conozco lo suficiente, pero por
lo que viví, creo que sólo la aceptan frente a personas conocidas,
de confianza, que no parezcan "ser doctores". Se supone que la Dirección
de Asuntos Indígenas del ministerio de gobierno tiene una oficina
para atender todos los problemas que se les presenten a las comunidades
con las autoridades estatales y cosas por el estilo, pero sólo un
antropólogo y un piloto de lancha indígena son los que atienden.
¡Sólo una persona para atender como mínimo cuatro culturas
en un departamento dos veces más extenso que el Valle! A eso le
añadimos los colonos que miran a los indígenas como una etnia
inferior, que dicen que son perezosos, que parecen animales, que no tienen
ninguna ambición y así. El antropólogo debe explicar
a quien no quiere entender y responder a comunidades que esperan mucho
de ellos, son atacados por lado y lado. Si a ello le añadimos algún
funcionario complicado, perezoso o con extrañas ambiciones políticas,
la vaina se nos vuelve un despelote.
Cada vez que se habla con un colono sobre los indígenas llegaría
uno a la conclusión de que ellos son uno pobrecitos porque no saben
hacer nada. Y desde el punto de vista andino-industrial es verdad, no saben
nada de lo que sabría un obrero de cualquier empresa. Pero, en la
gran mayoría de las comunidades de los ríos Isana-Cuyarí
y Guainía- Negro, donde sólo han llegado los mineros y unos
pocos representantes del gobierno colombiano, los indígenas se las
han ingeniado para sacar todo (agua potable, nutrientes, transporte, remedios,
vivienda, etc.) de la selva y de los ríos. Pero en el Guaviare y
en las comunidades cercanas a Inírida, donde la colonización
es cada vez más intensa, se siente entre ellos la vergüenza
de ser lo que son. Los productos naturales y tradicionales son rechazados
para consumir alimentos producidos en el comercio, con un menor contenido
nutricional y a los que no están acostumbrados; las tradiciones
de compartir las cosas en comunidad, de respeto a las autoridades ancestrales
y al medio ambiente como algo sagrado son fuertemente atacadas por la aculturación.
Los colonos, a su vez, son una manifestación de problemas igual
de complejos y que tienen que ver con el crecimiento de la población,
la violencia y el desempleo en la zona andina y la llamada frontera agrícola.
Hay una especie de contagio. El indio ya no cultiva como antes, prefiere
comprar galletas, Fresco Royal, pan, arepas, hortalizas e ir a gastar su
dinero en las cantinas y billares de Inírida. Algunos deciden montar
su tiendita y entran en el comercio en condiciones claras de inferioridad.
Los productos alimenticios del interior del país llegan todos por
avión, lo que eleva sus precios, pero los llena de status. El indígena
prefiere poner láminas de zinc en sus techos que seguir haciéndolos
de palma como es tradicional, porque la palma se está extinguiendo.
Los ancianos se subían a la planta y cortaban las hojas que necesitaban,
armaban las casas entre todos cuando alguno no podía, pero "los
blancos", como nos llaman, arman el techo más fácil y rápido
y les dura más. Estas ventajas desaparecen con el clima, y todos
los que construyen sus ranchos de esa manera tienen que salirse en la noche
o en el mediodía, por el calor. La palma es más fresca, pero
sirve de abrigo para ratones, cucarachas y otros animales que transmiten
enfermedades. Las dos formas de construir tienen sus ventajas, pero los
jóvenes de ahora cortan la palma desde la base, para evitarse el
trabajo de subirla, lo que genera la escasez cada vez mayor de las especies
usadas para vivienda. Ahora tienen que buscarla cada vez más lejos,
lo que hace que sus formas de construir sean relegadas. A eso se añade
que construir como el blanco sea algo "moderno" y "digno" de imitar.
Muchas familias puinaves de los alrededores de Inírida ya no
hablan en su lengua al interior de la familia y son también muchos
los profesores bilingües que enseñan únicamente en español.
Las comunidades han jerarquizado el español, de la misma manera
como lo hacemos nosotros con el inglés. Si uno revisa los nombres
de los indígenas del Guainía encontrará que ya casi
no hay de origen indígena. Todos se llaman Roberto, Juan, Pedro,
María, Isidro, etc. y la gran mayoría tiene apellidos hispanos.
La registraduría y la notaría saben de antropología
y lenguas indígenas lo mismo que de viajes espaciales y eso se refleja
en su trabajo. Escriben las cosas como las oyen, como si se tratara de
conquistadores españoles del siglo XVII, esos que escribieron Lima
en vez de Rimac o Cundinamarca en vez de Guantina Masca. En los clanes
no se utiliza el apellido, sino que se llaman de acuerdo a una relación
histórica o legendaria con algunos animales. Unos se las han ingeniado
para relacionar sus ancestros con el dominio cultural colombiano por similitudes,
como llamar García a los integrantes del clan de la Garza, o buscar
entre los conocimientos de los colonos un apellido de alcurnia para apropiárselo,
como algunos nobles puinaves que ahora usan el apellido Sáenz. Por
otra parte, la fecha del nacimiento de un niño indígena no
es recordada ni celebrada cada año. Parece que eso no les interesa,
ninguno recuerda cuando nació o cuando cumple años, eso es
como un trámite más exigido por las entidades municipales
y sólo lo recuerdan mirando la cédula.
Las mujeres indígenas siguen siendo para mí casi un misterio.
Hablé casi todo el tiempo con hombres, que son los que mandan; lo
que supe de ellas lo supe a través de un antropólogo que
trabajaba en el Fondo Educativo Regional y el poco contacto que tuve con
las que servían en el restaurante donde almorzaba todos los días.
Supe que empiezan a trabajar desde muy pequeñas. En nuestras ciudades
las madres de hoy quieren parecer jovencitas, en el Guainía es al
revés. Es común entre los indígenas y colonos encontrar
ancianos casados con jovencitas. Tal práctica les asegura el sustento,
en un entorno selvático-rural, donde la experiencia de un pescador,
agricultor o cazador aumenta con la edad; además, la sabiduría
del hombre mayor parece ser muy valorada entre los menos aculturados por
la "modernidad", la familia suele girar en torno a un suegro o a un abuelo
y la organización de algunas comunidades sigue esta organización
físicamente.
Los jóvenes indígenas andan en grupos de a 5 o de a 3
mínimo, hablando en su lengua y vistiendo bluyines y zapatillas.
Una extraña imagen que se me grabó en la calle principal
de Inírida: Un joven conversando en puinave y usando Light Gear
( esos zapatos deportivos que tienen lucecitas en las suelas). La comunidad
de Caranacoa utiliza tres paneles de energía solar para las baterías
de la iluminación de unas pocas casas o para el uso del radioteléfono.
Las comunidades tienen televisor, videograbadora, grabadoras, radios. Conocen
nuestras tecnologías y se las han apropiado. En los motores fuera
borda nos llevan una ventaja considerable, pueden repararlos y hacerles
mantenimiento si llegan a sacar la mano en un momento inoportuno, pero
necesitan de Inírida y sus distribuidores para los repuestos. Como
la televisión colombiana les llegaba a dosis, preferían la
peruana que era transmitida por las antenas del municipio cuando se dañaba
el receptor de las nacionales, o cuando la misma gente lo pedía.
Los niños indígenas juegan a ser ninjas y los adultos saben
que las mejores marcas de motores para botes son Yamaha y Mitsubishi, ambas
japonesas. Uno encuentra productos venezolanos, mineros brasileños
y televisión peruana por todas partes. La identidad nacional se
disuelve y se afirma de extrañas maneras en zona de frontera. Algo
que me extrañó fue la ausencia de la televisión venezolana,
pues no llegaba teniendo al vecino a menos de 10 km y llegaba la peruana
a una distancia 40 veces mayor.
UNA REFLEXION SOBRE EL ASUNTO
No es de todos conocido cómo funciona el estado, eso es privilegio
de unos pocos, los que han trabajado con el gobierno o con alguna de sus
entidades administrativas. Pero todos tenemos una idea, por lo menos los
que sabemos que hay elecciones, que esto es una república y cosas
así. Pues bien, yo trabajé seis meses con el estado y llego
a una conclusión: El estado no funciona. Impide que cosas que funcionan
sigan funcionando. Es una traba, impide que las comunidades se realicen
por sí mismas y permite que hombres ansiosos de poder utilicen a
los incautos. A pesar de que siento de que estoy hablando demasiado duro,
es claro que la excesividad de trámites, los supuestos de "comunidades
organizadas", de datos estadísticos, de formas de pensar de la gente,
de trabajar y de hablar no hacen sino transformar algo que estaba bien
y no justamente para mejorarlo. El estado actúa como si quisiera
meter algo redondo por un agujero cuadrado - a golpes si es necesario-
y que siga siendo redondo al final. Me frustra pensar que yo pretendo hacer
lo mismo con el estado, pero si el estado no se transforma, nos demoraremos
el doble en alcanzar unas metas sociales y otras no se alcanzarán
nunca.
Pongamos el caso de las metodologías del DNP (departamento administrativo
de planeación nacional). Exigen a los departamentos datos de participación
comunitaria en cada proyecto, y estos todos los días se llenan con
un "sí" y a la hora de la verdad se arreglan como sea, sin importar
si la gente a participado o no, pues los encargados de hacer la interventoría
son los mismos que hacen los proyectos de cofinanciación. Un alcalde
puede hacer un proyecto, decir que la comunidad lo aceptó, hacer
una pequeña reunión en un barrio por si hay quejas y realizar
su proyecto. Eso no quiere decir que abogue por la centralización,
pues en Bogotá las cosas son peores. La plata "se embolata", nadie
sabe donde está, se desaparece como los desaparecidos de la canción
de Rubén Blades.
Respaldo un altísimo nivel de democratización al interior
de la sociedad como solución. Si le hacemos un examen a la democracia
nacional, así como se le hacen exámenes a los estudiantes
universitarios, muy probablemente se quedaría en un 2 o 3 de promedio,
es decir, difícilmente se le puede llamar democracia. El dinero
de la gente se maneja a sus espaldas, la participación es casi nula,
pues la gente se cansa de conversar con sordos. La ignorancia de la mayoría
hace que la compra y venta de votos campee como si estuviéramos
en los 50. los auxilios parlamentarios fueron resucitados silenciosamente
por los congresistas con la venia del presidente. En el Guainía
se habla de ellos como si se tratara de una actividad "noble" y "bienhechora",
y los políticos no se ocultan para decirlo. ¡Hasta parecen
orgullosos! "¡No podrán quitárnoslos!" nos dijo una
congresista por el Guainía. Todo el mundo en Inírida sabe
que la pavimentación de la calle principal se hizo con un auxilio.
Uno pregunta sobre la pavimentación de la calle principal y le preguntan
"¿Cúal? ¿La del auxilio?"
Son demasiadas cosas, todas ellas flagrantes. El mismo día que
llegué, en el momento de bajarme del avión, vi cinco columnas
de humo alrededor del aeropuerto. la gente, indígenas y colonos,
está quemando la selva para sembrar. Son métodos ancestrales,
que se vienen realizando desde que se conoce el campo, pero se está
abandonando la costumbre de dejar descansar la tierra y ya se ven vacas
en los alrededores de Inírida. La colonización no es sólo
a nivel físico, sino también mental. Las selvas de la orinoquia
retroceden, de ellas casi nadie sabe nada y son igualitas a las de la amazonia.
El colono quiere transformar esta zona en un paisaje andino del Quindío
o en otra llanura como las del Vichada o el Casanare. ¡Y lo está
haciendo!
Los indígenas, como la mayoría de los habitantes del
campo colombiano, no saben qué es la democracia. Están acostumbrados
a lidiar con los políticos clientelistas de siempre y para ellos
un cambio de constitución no significa mucho. Las leyes son conocidas
por algunos "gurú" que trabajan para el estado, que se lo dicen
a quienes ellos quieren y cuando ellos quieren, pero el común de
la gente poco sabe. Este sería el cuadro normal de nuestra sociedad,
pero se vuelve patético y hasta perverso cuando destruye tradiciones
indígenas que sobrevivieron a la conquista y vuelve humo -literalmente-
el patrimonio biológico de la humanidad entera. Sentir que todo
lo valioso retrocede para dar lugar a algo cochino no es precisamente un
placer. Un ejemplo: El indígena guainieño es en extremo limpio
en su comunidad, no tira un papel al piso y barre a diario las hojas de
los árboles en los sitios públicos. En Inírida, en
vez de que el colono aprenda de la limpieza del indígena, sucede
al revés: El indio tira la basura al piso, todo empaque que se vacíe
en la embarcación lo lanza al río y acumula cerros de bolsas
llenas de desperdicios en la esquina, como cualquier bogotano. En las comunidades
que visité, las casas siguen un orden vivible, con un espacio de
un metro o más entre ellas. En la "Zona Indígena", un barrio
de Inírida de mayoría indígena, las casas están
apiñadas, como en Siloé o Ciudad Bolívar.
La población de la capital del Guainía crece aceleradamente,
para gusto de su clase dirigente. En una de sus reuniones puede oír
que consideraban el crecimiento de la ciudad como sinónimo de progreso.
En una discusión con empleados de la se