Galladas semaneñas  


El origen de las galladas

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El 14 de diciembre viaje a Perú. La pase súper chévere, mejor que nunca. Esta vez fui cargando, no solo una filmadora, si no también una cámara fotográfica digital. ¿Para qué? Pues si bien mi intención inicial era captar tomas de los lugares más representativos de Semán y Guadalupe, en el transcurso de mi estadía, se me fue haciendo imposible no caer en la tentación de captar ciertas tomas que iban apareciendo inesperadamente ante mis ojos. Son tomas que poseen la frescura de lo cotidiano, la frescura de lo insospechado, en las cuales las personas son atrapadas cometiendo algún acto que jamás hubieran cometido de saber que se les estaba fotografiando: Eh allí su importancia. En fin, escenas que más de una de mis víctimas (perdón, quise decir amigos) quizá tilde de malcriadas y/o grotescas, producto de la palomillada juvenil que inevitablemente aún abrigo. Quizá "las victimas" cogidas infragantes asuman, con cierto asomo de resentimiento, que les estoy faltando el respeto; o quizá más bien resulten muertos de risa al igual que yo, y se consuelen diciendo: ¡loco de mierda, cumplió su promesa! Después de todo, ¿acaso no es justo y necesario, de vez en cuando, reírnos de nosotros mismos?, ¿acaso no es justo y necesario, de vez en cuando, cambiarle a la vida ese rostro serio y ceremonioso que viste casi todos los días? A veces, muchachos, no hay que tomarnos muy en serio, sin importar el status que nos ha deparado la vida. En fin, hoy fue mi turno. Sí, sí... lo sé... que se lamían por cogerme infragante... Sí, sé que hasta se les ocurrió en más de una ocasión coger mi cámara y tomarme unas fotos. Sí, y claro que pudieron haberlo hecho, oportunidades sobraron; es más, a veces hasta me descuidé a propósito de mi cámara para ver sus reacciones: Aja, eso mismo, de qué les serviría, si por más chistosas o comprometedoras que fueran esas fotos, el único que podía pasarlas a mi computadora era yo. Lo siento muchachos, como repito, esta vez fue mi turno.

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Todo pueblo tiene en su haber un personaje cuyo hablar cotidiano casi siempre va plagado de disparates. En Semán, sin duda, esta persona es Gallo. Méritos, le sobran, y no lo digo sólo yo, si no que así se lo dan a saber, en su mismísima cara, todos sus amigos. Nada qué hacer: al Gallo lo que es del Gallo. Ah, pero es justo aclarar, que el propio Gallo, para nada acepta esta apreciación colectiva; pues acalorado argumenta en su defensa, solitariamente , ya que ni sus hermanos lo apoyan, cada vez que alguien lo atrapa en el acto cometiendo algún indefendible disparate: yo no he dicho así, ustedes son pendejos, lo acomodan por joder y cagarse de la risa. Claro está, que cuando dice “acomodan”, en realidad está tratando de decir exactamente lo contrario; es decir que nosotros, sus amigos, “desacomodamos” sus expresiones con la malvada y única intención de molestarlo: una gallada más, sin duda.

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Gallo es sin duda, el más digno sucesor de Suco, quien dejara estampado para la posteridad en la memoria colectiva su frase célebre: El que entra al camal muere. Si bien éste no tuvo el privilegio de engendrar la palabra “sucada”, que a más de uno hoy le ha de parecer lo más normal y lógico, para designar una disparate lingüístico, sí tuvo el privilegio de engendrar el llamativo “dijo suco”, expresión que antecedía a las metidas de pata que usualmente cometíanse a propósito, pero que sucedía a las verdaderas, cuando éstas se detectaban después que abandonaban la boca. El “dijo suco” era tan común de tanto uso que brotaba por inercia de alguna boca en medio de las conversaciones. Más de uno ha tenido que soportar la mirada recriminatoria de Suco, entre esos me apunto yo, cuando por inercia escapábase un inofensivo “dijo suco” delante de él; mientras que otros, como Campeón, tuvieron que pagar su osadía con una paliza: me parece verlo correr, una vez que lograra escaparse, sollozando y repitiendo: “dijo suco, dijo suco…”, como si con esa acción buscara exorcizarse de los puños y patadas recibidos hace unos segundos. Pero al final, Suco, se dio cuenta que sería imposible contener su fama de disparatero, con miradas asesinas y golpes, y optó por fingir no sentirse aludido cada vez que aparecía un “dijo suco” por el medio. Esta sabia técnica tuvo sus frutos: la preservación de la frase, y la feliz convivencia de todos. Hasta que un buen día Suco partió a la capital, de donde jamás ha vuelto.

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Estrictamente hablando, sólo los disparates que comete Gallo serían galladas; pero que por extensión se ha dado en tildar así a todo disparate lingüístico, sin importar quién lo haya dicho. Pues, todos, en cierto grado, los cometemos… Pero Gallo, Gallo está fuera de serie, no tiene competencia, de allí que la popularización de la palabra “gallada” quizá sea una especie de mudo homenaje al inusual talento de nuestro amigo. ¡Que vivan las galladas, carajo!

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Con el tiempo y con el uso el crecimiento de la palabra gallada ha seguido imparable; tanto, que su significado ha llegado a rebasar los límites de su ámbito primigenio (oral y lingüístico) para convertirse simple y llanamente en sinónimo de disparate, exabrupto, metida de pata…

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No me queda más que invitarlos a ojear las frases y las fotos agalladas (galladas orales y galladas visuales, podría decirse respectivamente sin caer en los linderos de la ambigüedad) que he subido a la Internet (http://www.galladas.com) esperando poder arrebatarles una sonrisa. De no lograrlo, francamente habré fracasado. Juzguen ustedes mismos .

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Las galladas que he traído conmigo en videos, en fotos, en recuerdos… conforman sin duda mi anecdotario y memoria personales. Me sentaré frente a mi computadora a fumarlas día a día, cual frescos y consoladores cigarrillos, y así lograr contrarrestar el dolor causado por la distancia, por mi estadía en la Isla del Autoexilio.


Galladas orales

El que entra al camal muere


Apaga la puerta y cierra la luz

Si no hay pescado traes suco

Yo cuando hablo, hablo con mi voz

Si lo agarro a patadas lo hago ladrar como burro

No estaban en mi casa, estaban en mi corral

Mi mamá nunca me ha enseñado mi partida de defunción

El que ríe último ríe primero

Ese toma tragos de licor


Galladas visuales

 

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