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Veinticinco años más tarde

Marzo de 1960

s sumamente grato saber que nuestras familias y nuestros fieles amigos - los que nos han acompañado en nuestras dificultades, que nos han visto y nos han ayudado a pasar de las tinieblas del alcoholismo a la luz resplandeciente de AA - participarán en la mayoría de nuestras reuniones de aniversario internacionales.

Para Lois y para mi, y para la gente de AA de todas partes, este 250 Aniversario es una ocasión de calurosos y felices recuerdos; de gratitud por la sobriedad y por la nueva vida que el pasado cuarto de siglo nos ha traído a tantos de nosotros que éramos una vez gente desahuciada; de gratitud por la oportunidad más amplia que hoy día tenemos de servir al hombre y a Dios, una oportunidad que nos requerirá que nos dediquemos cada vez más afanosamente a nuestros preciados principios de AA de recuperación, unidad y servicio - los lemas de nuestro 250 Aniversario que ahora están en boca de todos.

También estamos pensando en todos aquellos enfermos que todavía están por llegar a AA - millares, sin duda, y tal vez, millones. Según tratan de retornar a la fe y a la vida, queremos que encuentren en AA todo lo que nosotros hemos encontrado, y aun más, si fuera posible. Por lo tanto, para asegurar que estemos totalmente preparados para recibirlos en el día de su regreso a casa, no podemos escatimar cuidados, vigilancia ni esfuerzos para conservar la constante eficacia y la fuerza espiritual de AA.

Al considerar nuestros modestos y casi desapercibidos comienzos de hace solo 25 años; al recordar las dificultades, las incertidumbres y los peligros de nuestra época pionera, me resulta increíble e infinitamente emocionante el hecho de que todo esto llegará a su apogeo el próximo mes de julio cuando Lois y yo nos encontremos cara a cara con tantos miles de ustedes en nuestra Convención Internacional de Long Beach, California. Desde ahora hasta entonces, sin duda seguiremos diciendo con asombro, unos a Otros: ¡Qué gran milagro ha obrado Dios!" Esta significativa exclamación servirá para recordarnos siempre que AA es verdaderamente una creación de Dios. Ninguno de nosotros, ni ningún grupo particular de alcohólicos inventó Alcohólicos Anónimos. Al contemplar la totalidad de lo que ha ocurrido en estos 25 años, vemos que El ha obrado mediante los bien dispuestos corazones, mentes y manos de millares de personas. Por esta razón, el Dr. Bob y yo a menudo hemos deplorado que se nos llame cofundadores, ya que tal titulo puede causar la impresión de que nosotros solos inventamos, estructuramos y propagamos AA.

De hecho, no hay nada que esté más lejos de la verdad.

Para ilustrar esto, podemos pararnos un momento para repasar las ideas fundamentales en las que se basa nuestro programa de recuperación y luego preguntarnos de dónde nos llegaron estas ideas - y precisamente quién nos las dio.

Nuestro Primer Paso de recuperación dice: "Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol - que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables." Esto simplemente quiere decir que todos nosotros tenemos que tocar fondo y tocarlo dura y duraderamente. Pero rara vez podemos admitir tan francamente nuestra desesperación personal hasta que no nos demos cuenta de que el alcoholismo es una terrible y a menudo mortal enfermedad del cuerpo y de la mente - una obsesión que nos condena a beber unida a una alergia física que nos condena a la locura o a la muerte.

Entonces, ¿Cómo llegamos a saber que el alcoholismo es una enfermedad tan temible? ¿Quién nos dio esta inapreciable información de la que depende tanto la eficacia del Primer Paso de nuestra programa? Pues, me la dio mi propio médico, "el diminuto doctor que amaba a los borrachos," William Duncan Silkworth. Hace más de 25 años, en el Towns Hospital de Nueva York, nos dijo a Lois y a mí lo que realmente es la enfermedad del alcoholismo.

Desde entonces, hemos descubierto que estas horribles condiciones de la mente y del cuerpo invariablemente provocan la tercera fase de nuestra enfermedad. Esta es la enfermedad del espíritu; una enfermedad para la cual tiene que haber un remedio espiritual. Los AA reconocemos este hecho en las primeras palabras del Duodécimo Paso de nuestro programa de recuperación: "Habiendo obtenido un despertar espiritual Aquí identificamos el remedio para nuestra enfermedad de tres facetas - del cuerpo, de la mente y del alma. Al decir esto, reconocemos la necesidad de ese importantísimo despertar espiritual.

¿Quién, entonces, fue el primero en hablarnos de la necesidad absoluta de un despertar de este tipo, de una experiencia que no solamente expulsa la obsesión alcohólica, sino que también da eficacia y realidad a la aplicación de principios espirituales "en todos nuestros asuntos"?

Pues, esta idea vivificadora nos vino de William James, el padre de la sicología moderna. Nos llegó por medio de su famoso libro Las Variedades de la Experiencia Religiosa, que mi amigo Ebby me trajo al Hospital Towns inmediatamente después de mi extraordinaria experiencia espiritual en diciembre de 1934.

William James también recalcó la necesidad de tocar fondo. De esta manera, reforzó el significado del Primer Paso de AA y nos procuró la esencia espiritual del Duodécimo Paso, tal como hoy lo conocemos.

Después de haber explicado los orígenes del Primer y del Duodécimo Pasos, es natural que preguntemos, "¿Dónde encontraron los primeros AA el material para los diez Pasos restantes? ¿De dónde nos vinieron los conceptos de un inventario moral, de reparaciones por los daños causados, de la entrega de nuestras vidas y nuestra voluntades a Dios? ¿De dónde nos vino la idea de la meditación y la oración y todo lo demás?"

La sustancia espiritual de los diez Pasos restantes nos vino directamente del Dr. Bob y de mi asociación personal con los Grupos Oxford, que en aquel entonces estaban dirigidos por un pastor episcopaliano, el Dr. Samuel Shoemaker.

No obstante, en ese punto de nuestra temprana experiencia, aun había un eslabón perdido - y de importancia crucial. Todavía no nos dábamos cuenta completamente del tremendo y profundo impacto que puede causar un alcohólico al hablar con otro. Algo de esto logré comprender cuando mi amigo y padrino, Ebby, me contó su historia de bebedor, su liberación, y me explicó los principios de los Grupos Oxford que habían hecho esto posible. Adquirí una mayor comprensión durante mi experiencia espiritual en la que se había incluido una visión de una reacción en cadena entre los alcohólicos, un alcohólico que habla con otro. Pero hasta que no conocí al Dr. Bob, no llegué a darme cuenta de que lo necesitaba a él tanto como él me pudiera necesitar a mí. Esta era la reciprocidad perfecta, la total hermandad. Esta era la respuesta final y decisiva. Así se forjó el eslabón perdido y, de alguna forma, lo supimos inmediatamente.

La deuda que tenemos con aquellos amigos maravillosos que nos pusieron al Dr. Bob y a mí al alcance de la recuperación es incalculable e imposible de pagar. Pero incluso estas magnificas dádivas no habrían llegado a tener ninguna significación, si no se hubieran pasado de mano en mano durante los últimos 25 años. Ustedes, los miembros de AA, han venido forjando incontables eslabones nuevos en la cadena de recuperación que ahora rodea al mundo. El ejemplo de ustedes, su influencia y sus trabajos, bajo la gracia de Dios, ya han llevado la esperanza, la salud y la felicidad a millones de personas - alcohólicas y no-alcohólicas.

Muchos de ustedes pueden recordar muy bien los peligros de la época del crecimiento vertiginoso de AA. Recuerdan lo mucho que temíamos que la frenética búsqueda del dinero, la fama y el poder nos llevara a la ruina. Recuerdan los temores que nos suscitaba cualquier intento de explotar el nombre de AA, ya fuera por parte de nuestros miembros o por otros. Luego estaban los espectros de los conflictos políticos y religiosos - espectros que podían desatarse y aplastarnos. También había el temor de que, si llegáramos a crear una organización de servicio mundial, nuestros servidores que trabajaban allí se convirtieran enseguida en nuestros dueños, y que así nos cargaran con un gobierno caro y desastroso. Sentíamos mucha aprensión por la publicidad a gran escala, por temor a que se convirtiera en publicidad a bombo y platillo que pudiera desvirtuar nuestro mensaje y hacer que se nos pusiera en ridículo y, de esta manera, causar que los alcohólicos y sus familias se distanciaran de nosotros. También temíamos vernos tentados a aceptar grandes donativos monetarios, y así encontrarnos obligados a depender de la caridad de gente ajena y tentados a desparramar nuestras energías descabelladamente, mezclándonos en proyectos ajenos que otra gente podría manejar mejor que nosotros. Recordarán nuestra violenta hostilidad ante cualquier miembro que tuviera la temeridad de meterse en estas empresas en el campo del alcoholismo. Recordarán las andanadas que soltábamos a cualquier AA que aceptara un centavo de nuestro dinero fuera cual fuera el propósito; el temor que teníamos al profesionalismo, tan profundo que apenas nos atreveríamos a contratar a un miembro de AA para atender los teléfonos de nuestras oficinas locales. Sobre todo, recuerdan los escalofríos que nos daba esa primera racha de rupturas de anonimato ante el público, tanto las de nuestros miembros bien intencionados como las motivadas por egoísmo.

Esos eran nuestros temores - algunos risibles otros bien justificados. ¿Qué podríamos hacer?

Durante un largo tiempo lleno de inquietud, simplemente no sabíamos si íbamos a poder vivir y trabajar juntos y con el mundo alrededor nuestro. ¿Podríamos mantener nuestra unidad a todos los niveles, podríamos funcionar eficazmente para llevar el mensaje de AA? Simplemente no sabíamos.

Pero poco a poco, logramos liberarnos de los temores suscitados por nuestros dolores de crecimiento. Empezamos a aprender las lecciones de nuestra experiencia. La prudencia genuina reemplazó al ruinoso temor. Y por fin, de nuestra experiencia colectiva de vivir y trabajar juntos, surgieron las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos - la base de la magnífica unidad que hoy día disfrutamos en casi todas partes; la base de una excelente estructura de servicios que ha llegado a ser tan eficaz que, dentro de un plazo de muy pocos años, todos los alcohólicos del mundo tendrán la bendita oportunidad de disfrutar de la cordura y la sobriedad que nosotros aquí reunidos conocemos muy bien. Este extraordinario desarrollo de nuestra unidad y de nuestra capacidad para llevar el mensaje de AA a todo el mundo, no se lo debemos a un puñado de gente, sino a una multitud. A decir verdad, estas maravillosas bendiciones se deben a los esfuerzos de todos nosotros.

Poco a poco, esta dedicación y esta unidad nos han hecho posible superar toda barrera de raza y religión, de nacionalidad y de lenguaje. De hecho, hemos venido adquiriendo la capacidad para enfrentarnos con todo tipo de circunstancia y obstáculo. Para nuestra alegría, hemos visto las buenas nuevas llegar a los alcohólicos jóvenes que no han sufrido todavía las peores aflicciones de nuestra enfermedad, por habernos dado cuenta de la sabiduría de levantar el fondo para que les toque a ellos, y así les hemos liberado de años de sufrimientos. Con la misma satisfacción, hemos visto la salvación de los ricos y de los pobres. Hoy día, les vemos reconociendo lo que es la auténtica riqueza del espíritu.

Con sumo interés, vemos a tantos compañeros nuestros esforzarse por aplicar los principios de AA en todos su asuntos, vemos acelerar y reflejarse en el hogar, en el trabajo y en el mundo en general, nuestra búsqueda del desarrollo emocional y espiritual. Nuestras familias, también, han adoptado como suyos los Doce Pasos de AA. Ahora existen más de mil grupos de Al-Anon, y están experimentado un crecimiento prodigioso, lo cual también refleja el progreso de la multitud, de todos nosotros.

Esta es una mera vislumbre del vasto panorama de AA de hoy día, y tiene que ser un buen augurio para el futuro. No obstante, esta narración de logros pasados y de la visión que abrigamos de nuestro futuro no debe servir como motivo para felicitamos, no podemos dejar que nos haga sentirnos satisfechos de nosotros mismos. Bien sabemos que nuestros defectos, como individuos y como Sociedad, todavía son muy grandes. Y esperamos que nunca dejemos de dedicamos afanosamente a remediarlos.

Continuemos profundizando nuestra humildad y reforzando nuestra dedicación al hombre y a Dios para que podamos enfrentarnos a todos los problemas y peligros del futuro y superarlos. Recemos para que los AA de hoy y la nueva generación de mañana lleguen a ser cada vez más dignos del feliz y útil destino que nuestro Creador sin duda tiene reservado para todos nosotros.

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