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Una visión del mañana

Enero de 1951

na clara visión del mañana sólo viene después de una mirada realista al ayer. Por esta razón los AA hacemos nuestro inventario personal; y por la misma razón este número del Grapevine nos pide que meditemos sobre los grandes sucesos de 1951. Es nuestro inventario anual.

Todos los AA estarán de acuerdo en que acabamos de pasar por doce asombrosos meses que han moldeado nuestro destino.

Creo que el acontecimiento de mayor importancia fue la adopción por parte de AA de su Tercer Legado de Servicio. Por primera vez, nuestra Sociedad, llegada a su mayoría de edad, tenía la posibilidad de saber lo que quiere, de hacerse cargo de la dirección de sus principales asuntos y de la protección de sus Tradiciones. El Tercer Legado señaló además el abandono definitivo de las insignificantes riñas de nuestra niñez en favor de una gestión mucho más madura. Firmemente anclada en el pináculo de nuestra catedral espiritual, se yergue la aguja del servicio. Muy por encima de los cimientos que simbolizan la recuperación, muy por encima de los muros protectores que representan nuestra unidad, se eleva para atraer a los millones que todavía no nos conocen. Era el último elemento de nuestra estructura. Creemos que esto era el significado más profundo de la primera Conferencia de Servicios Generales, que se efectuó el pasado abril en Nueva York.

Pero también nos vimos afectados por otros grandes acontecimientos que se originaban fuera de AA. Nunca se habían dirigido a AA tantos teólogos, filósofos, sociólogos, patrones y especialistas en ciencias políticas para ver cómo se pueden aplicar sus principios y su estructura a sus respectivos campos de estudio y trabajo. Nunca habían declarado tantos eminentes clérigos que los Doce Pasos de AA se podían utilizar para tratar casi cualquier problema humano.

Por todas partes del mundo se intensificaron los esfuerzos para resolver el problema global del alcoholismo; la renombrada Organización Mundial de la Salud empezó a dedicarse enérgicamente a la cuestión. En Norteamérica, los estados y provincias concedieron grandes subvenciones a los hospitales, las clínicas y a la educación. Se ofrecieron nuevas drogas como paliativos para todo lo que pueda afligir al alcohólico, desde los temblores hasta las neurosis. En todas estas empresas, AA recibió invariablemente grandes elogios. Una compañía grande de seguros de vida, la Metropolitan, nos dio su plena aprobación en su publicidad. Aunque no podíamos respaldar ninguno de estos esfuerzos, gustosamente cooperamos con algunos y estábamos muy agradecidos por todos ellos.

El interés del público llegó a su punto culminante con el número especial de febrero de 1951 de la revista Fortune. En este número aparecieron miles de buenas palabras acerca de AA. El artículo llevaba un título muy significativo: "Un fenómeno distintivamente norteamericano." Ha seguido teniendo tanta popularidad que nuestra Fundación ha distribuido centenares de miles de reimpresiones.

El año 1951 terminó con otro gran acontecimiento. El mundo científico, representado por la Asociación Norteamericana de Salud Pública, dio a Alcohólicos Anónimos su sello de completa aprobación. El pasado 30 de octubre, el escenario del histórico teatro de la ópera de San Francisco estaba repleto de gente destacada de la medicina y de la vida pública. Allí mismo se otorgó a AA el codiciado Premio Lasker, el cual, según la opinión de muchas personas, está a la misma altura que el Premio Nobel. El texto del Premio Lasker no solamente nos elogiaba por nuestros éxitos en el campo del alcoholismo, sino que se aventuraba además a hacer una profecía. Las últimas palabras dicen: "Es posible que algún día los historiadores reconozcan a Alcohólicos Anónimos como una Sociedad que hacía mucho más que conseguir un éxito considerable respecto al alcoholismo y su estigma; puede que algún día reconozcan que Alcohólicos Anónimos ha sido una aventura pionera en su campo, que ha forjado un nuevo instrumento para el progreso social, una nueva terapia basada en la afinidad entre los que tienen un sufrimiento en común, y que dispone de una potencialidad enorme para la solución de las innumerables aflicciones de la humanidad."

Así se lee en la crónica espectacular del año 1951 - uno de los más impresionantes capítulos de la historia de AA.

Todo miembro de AA que se pare a pensar en estos asombrosos acontecimientos, es casi seguro que exclame con humildad, "¡Qué maravilla ha obrado Dios!" Cualquiera que se sienta tentado a soñar que AA se esté convirtiendo en algo grande y poderoso o que pueda estar destinado a salvar el mundo, más vale que vuelva a leer el prólogo de la Tradición de AA donde se encuentran las siguientes palabras: "Si, como miembros de AA, podemos rechazar el prestigio público y renunciar a todo deseo de poder personal; si, como movimiento, insistimos en permanecer pobres... si nos negamos firmemente a formar alianzas políticas, religiosas y similares, evitaremos la división interna y la notoriedad pública; si, como movimiento, seguimos siendo una entidad espiritual, interesada únicamente en llevar el mensaje a nuestros compañeros de fatigas... entonces, y sólo entonces, podremos cumplir nuestro cometido con la mayor eficacia."

Lo cual, en efecto, es rezar: "No nos dejes caer en la tentación" - no dejes que nos estropeemos.

Mientras que meditemos así, con humildad, sobre nuestro magnífico pasado, Dios nos seguirá concediendo nuestra visión del mañana.

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