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Su Tercer Legado

Una nota introductoria al artículo original dice los siguiente. "Esta es una propuesta para formar 'la Conferencia de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos,' un pequeño organismo compuesto de delegados de AA estatales y provinciales que se reunirá anualmente, y que podría asumir la responsabilidad directa de la dirección de la Sede de servicios generales de AA en la ciudad de Nueva York"

Diciembre de 1950

osotros, los miembros veteranos de AA, les legamos a ustedes, los jóvenes, estos tres Legados - los Doce Pasos de recuperación, las Doce Tradiciones, y ahora los servicios generales de Alcohólicos Anónimos. Hace tiempo que dos de estos Legados están en sus manos. Por medio de los Doce Pasos, nos hemos recuperado del alcoholismo; por las Doce Tradiciones estamos consiguiendo un firme unidad.

Ya que hemos de morir algún día, el Dr. Bob y yo deseamos ahora entregar a los miembros de AA su Tercer Legado. Desde 1938, nosotros y nuestros amigos lo hemos guardado en depósito. Este legado es el servicio general de la Sede de Alcohólicos Anónimos - la Fundación Alcohólica, el libro de AA, el Grapevine de AA, y la Oficina General de AA. Estos son los servicios principales que han hecho posible que nuestra Sociedad funcione y se desarrolle.

En nombre de todos, el Dr. Bob y yo les pedimos que ustedes - los miembros de AA - ahora asuman la dirección de estos servicios y que los cuiden bien. El desarrollo futuro y, de hecho, la misma supervivencia de Alcohólicos Anónimos pueden algún día depender de la prudente administración de estos brazos de servicio en los años venideros.

Permítanos que compartamos con ustedes un fragmento de la historia de AA. Hace doce años, bondadosamente ayudados por algunos grandes amigos, el Dr. Bob y yo establecimos una Sede para nuestra entonces poco conocida Comunidad. Poco tiempo después, transferimos esta función a la Fundación Alcohólica, que fue organizada como una pequeña junta de custodios que estaba dedicada al servicio de nuestra causa. Esta junta estaba constituida por alcohólicos y amigos no-alcohólicos; hoy día se compone de 15 miembros. Cuando nació nuestra Fundación en la primavera de 1938, AA tenía solamente tres años de existencia. Sólo teníamos cincuenta miembros. El libro Alcohólicos Anónimos sólo era una idea. Nadie podía imaginarse entonces la magnificencia del regalo que la Providencia nos había comenzado a conceder.

Durante los doce años siguientes, esos cincuenta miembros pioneros se han multiplicado para llegar a alcanzar más de 120,000. AA se extiende por todo el mundo. Con su aprobación, la religión y la medicina nos han sacado de esa tierra de nadie que hay entre ellas y en la que anteriormente habíamos andado a la deriva. No tenemos enemigos; nuestros amigos son incontables. Nuestros miles de grupos, como islas relucientes de coral, van surgiendo del mar de alcohol. ¡Qué regalo divino, esta milagrosa circunstancia!

Durante nuestra infancia febril, la junta de la Fundación Alcohólica, sin que muchos se dieran cuenta, desempeñaba discretamente un gran papel en la formación y la difusión de nuestra muy querida Sociedad. Por medio de la Oficina General, el libro Alcohólicos Anónimos y, más recientemente, el Grapevine, la Fundación llegó a ser directamente responsable de la mitad de nuestro desarrollo y eficacia - tanto en calidad como en cantidad. No puede haber ninguna duda al respecto.

Supongamos que, durante todos estos años, hubiéramos estado sin esos servicios. ¿Dónde nos encontraríamos hoy si no tuviéramos el libro de AA ni nuestra literatura, la cual ahora sale de la Sede a razón de tres toneladas al mes? Supongamos que hubiéramos dejado nuestras relaciones públicas al azar. Supongamos que no se hubiera encargado a nadie de fomentar la buena publicidad y evitar la mala. Supongamos que no hubiera disponible información precisa sobre AA. Imaginemos que nuestras vitales y delicadas relaciones con la medicina y la religión también se hubieran dejado al azar. Y, ¿dónde estarían hoy millares de AA, si la Oficina General no hubiera contestado a sus desesperadas cartas y no les hubiera dicho dónde encontrar ayuda? (El año pasado, nuestra oficina de Nueva York recibió y contestó 28,000 cartas de todo tipo.) O, ¿en qué estado se encontrarían ahora centenares de grupos de AA lejanos, si la oficina no les hubiera ayudado por correo a ponerse en marcha o no hubiera indicado a los viajeros cómo ponerse en contacto con ellos? ¿Cómo nos las hubiéramos arreglado sin un directorio de grupos mundial? ¿Qué sería de todos esos grupos en 28 países extranjeros que claman por traducciones, experiencia comprobada y aliento? ¿Habríamos publicado el Libro de AA en Oslo, Noruega y Londres, Inglaterra? ¿Qué sería de aquellos Miembros Solitarios en alta mar o en rincones remotos del mundo, de los prisioneros, de los internados en los manicomios, de los soldados veteranos en servicio activo o en los hospitales? ¿Dónde acabaríamos un día si nunca tuviéramos el Grapevine de AA, el reflejo de nuestra vida de AA y el medio principal de poner nuestra experiencia por escrito? ¡Qué agradecidos nos sentimos por todas esas secretarias y todos esos redactores voluntarios y los bondadosos custodios que han estado todos estos años velando por nuestros asuntos principales! Sin todas estas cosas, ¿dónde estaríamos? Seguro que lo han adivinado. No estaríamos en ningún sitio; esto es indudable.

Así es que nos hemos recuperado por medio de los Pasos, nos hemos unificado por medio de las Tradiciones, y por medio de los servicios de nuestra Sede, hemos podido funcionar como Sociedad.

No obstante, puede haber algunos que todavía digan: "Claro está que la Fundación debe seguir en existencia. No vamos a dudar en cubrir este pequeño gasto. Pero, ¿por qué no podemos dejar la dirección de la Fundación en manos del Dr. Bob y Bill y sus amigos, los custodios? Siempre lo hemos hecho así. ¿Por qué tienen que molestarnos ahora con estos asuntos? Mantengámoslo sencillo." Estas son buenas preguntas. Pero hoy día las respuestas son muy diferentes de lo que eran en el pasado.

Enfrentémonos con las siguientes realidades:

Primera: El Dr. Bob y Bill son mortales. No pueden durar para siempre.

Segunda: Sus amigos los custodios son casi desconocidos para el movimiento de AA.

Tercera: A nuestros custodios no les sería posible funcionar sin la orientación directa de AA. Debe haber alguien que les aconseje. Alguien, o algo, tiene que ocupar el lugar del Dr. Bob y de Bill.

Cuarta: Alcohólicos Anónimos ha salido de su infancia. Ahora la Comunidad, ya madura, entrada en su mayoría de edad, tiene el pleno derecho y el claro deber de asumir la responsabilidad directa de su propia Sede.

Quinta: Claro está entonces que algún día habrá un inevitable colapso de la Sede, si la Fundación no está firmemente anclada, por medio de representantes estatales y provinciales, al movimiento al que sirve. Cuando desaparezcan sus miembros veteranos, una Fundación aislada no podrá superar un grave error o una seria controversia. Cualquier tormenta podría derrumbarla. No seria fácil hacerla revivir. Quizá nunca se le podría resucitar. Si se quedara aislada, no habría manera de hacerlo. Como un buen coche sin gasolina, seria completamente inútil.

Sexta: Otro grave defecto: El movimiento de AA, como totalidad, nunca se ha enfrentado a una grave crisis. Pero algún día tendrá que hacerlo. Por la misma naturaleza de los asuntos humanos, no podemos esperar que nunca nos llegará la hora de vernos metidos en una grave dificultad. Sin tener a su disposición un apoyo directo, sin poder contar con una muestra representativa de la opinión de AA, ¿cómo podrían nuestros aislados custodios responder adecuadamente a una situación urgente y peligrosa? Esta gran "laguna" en nuestra organización actual es casi una garantía de algún desastre futuro. Se perdería toda confianza en la Fundación. Los AA de todas partes dirían, "¿Quién les ha dado autoridad a los custodios para hablar en nombre nuestro? Y, ¿cómo saben que tienen razón?" Con las cuerdas de salvamento de servicio de AA enredadas y cortadas, ¿que les pasarla a los millones que aún no han oído el mensaje? Miles de ellos seguirían sufriendo o morirían porque habíamos olvidado la virtud de la prudencia. Esto no debe suceder nunca.

Por esta razón, los custodios, el Dr. Bob y yo, proponemos ahora el establecimiento de la Conferencia de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos. Por esta razón, necesitamos urgentemente la ayuda directa de todos ustedes. Es imperativo que nuestros servicios principales sigan existiendo. Creemos que la Conferencia de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos puede ser el instrumento para asegurar que esto se cumpla.

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