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Llegamos a nuestra mayoría de edad

Septiembre de 1950

uando celebramos el 15 aniversario de AA todo el mundo sabia que habíamos llegado a nuestra mayoría de edad. No podía haber la menor duda. Los miembros, sus familias, y amigos - un total de siete mil personas - pasaron tres días emocionantes e impresionantes con nuestros buenos anfitriones de Cleveland.

El himno de nuestra Conferencia era la gratitud; su tónica, el conocimiento seguro de que hemos forjado una unión por todas partes del mundo. Nos hemos dedicado como nunca al único propósito de llevar las buenas nuevas de AA a los millones personas que todavía no las han oído. Y, al afirmar las Tradiciones de Alcohólicos Anónimos, pedimos que permanezcamos en perfecta unidad bajo la gracia de Dios mientras El nos necesite.

¿Qué hicimos precisamente? Pues, tuvimos reuniones, muchas reuniones. Por ejemplo, la reunión sobre la medicina. Nuestro primer y gran amigo el Dr. Silkworth no pudo asistir. Pero su colega del Hospital Knickerbocker de Nueva York, el Dr. Meyer Texon, resultó ser un sustituto muy competente, y nos contaba la mejor forma en que el hospital general puede relacionarse con nosotros. Remachó sus argumentos con una detallada descripción de cómo, durante los últimos cuatro años en el Hospital Knickerbocker, se había apadrinado, tratado y encomendado a AA a 5,000 borrachos; y esto para la gran satisfacción de todos los interesados, incluyendo el hospital, cuya junta estaba encantada con los resultados y especialmente con el hecho de que invariablemente se pagaban sus módicos honorarios a tocateja. ¿Quién ha oído de 5,000 borrachos que realmente pagan sus facturas? Luego el Dr. Texon nos puso al día sobre la enfermedad del alcoholismo según la consideran en Knickerbocker; dijo que sin duda era un trastorno de la personalidad unido a un deseo físico insaciable. Para la mayoría de nosotros, esto tenía sentido. El Dr. Texon metió el miedo en el cuerpo a los posibles "reincidentes," simplemente refiriéndose a ese pequeño asunto del hígado. Este órgano paciente, dijo, sin duda acabaría salpicado de abscesos y con un caso de cirrosis galopante, si se siguiera bebiendo. Además tuvo algo nuevo que añadir, que se trataba del agua salada; dijo que todo alcohólico activo tenía una gran deficiencia de sal. De ahí el deseo insaciable de más y más tragos. Si llenaras a la víctima de agua salada, dijo, en seguida se tranquilizaría. Naturalmente, pensamos, "¿Por qué no ponemos a todos los borrachos en un régimen de agua salada en vez de ginebra? Así el problema mundial del alcohol se solucionaría de la noche a la mañana." Pero esa era nuestra idea, no la del Dr. Texon. A él, le damos las gracias:

En cuanto a la reunión sobre la industria: La moderaron Jake H., de U.S. Steel, y Dave M., de DuPont, ambos miembros de AA. El Sr. Louis Seltzer, editor del Cleveland Press, quien finalizó la sesión, casi hizo que la sala se viniera abajo con su charla. Jake, como ejecutivo de U.S. Steel, nos dijo lo que la compañía pensaba de AA - y todo era bueno, Jake mencionó el inmenso potencial de ingresos colectivos, entre un cuarto y medio billón de dólares cada año. En vez de constituir una exasperante sangría del bolsillo colectivo de la sociedad, ahora éramos, en su mayor parte, gente que podía aspirar a los mejores empleos y que podría contribuir al bienestar de nuestro país con una media anual de $4,000 por persona. David M., jefe de personal de DuPont, que tiene un interés especial en el problema que el alcohol representa para su compañía, nos relató lo que la "nueva perspectiva" sobre el abuso de la bebida había significado para DuPont y para todos sus empleados. Según Dave, su compañía tiene una gran confianza en AA. Con toda certeza, Louis Seltzer ofreció el testimonio más conmovedor en este seminario industrial. El Sr. Seltzer nos habló desde el punto de vista de un empresario, un ciudadano y un periodista veterano. Fue la más emocionante expresión de plena confianza en Alcohólicos Anónimos que jamás hemos oído. Casi era demasiado bueno; sus implicaciones nos produjeron un pequeño desconcierto. ¿Cómo podríamos nosotros, miembros de AA falibles, llegar a estar a la altura de las esperanzas para nuestro futuro del Sr. Seltzer? Empezamos a preguntamos si acaso la reputación de AA no fuera mejor que su realidad.

Luego hubo esa maravillosa sesión sobre las prisiones. Nuestro gran amigo, el Alcaide [Clinton] Duffy, contó la asombrosa historia de nuestro primer grupo de San Quintín. Su relato de los cinco años de AA en ese lugar tuvo un preludio muy conmovedor. Escuchamos una grabación, que pronto se emitirá por la radio, de una estremecedora dramatización de un incidente real en la vida de AA dentro de los muros. Un recluso alcohólico reacciona amargamente a su encarcelamiento y se muestra increíblemente ingenioso para encontrar y beber alcohol. Pronto se vuelve demasiado ingenioso. En el taller de pinturas de la prisión, descubre un líquido muy prometedor, que comparte con sus compañeros alcohólicos. Era un veneno mortal. Los bebedores pasan unas horas angustiosas, durante las cuales algunos mueren. Había una tremenda tensión en la prisión a medida que aumentaba el número de muertos. Los que aún quedaban con vida solo podían salvarse con una rápida transfusión de sangre. El grupo de AA San Quintín no vaciló en ofrecerse como voluntarios y pasaban el resto de esa larga noche dando de sí mismos como nunca lo habían hecho. AA nunca había sido nada popular, pero ahora la moral de la prisión subió a su punto más alto, y allí se quedó. Muchos sobrevivientes se unieron. El primer grupo de prisiones había dejado una profunda impresión; AA había llegado a San Quintín para quedarse.

Entonces habló el Alcaide Duffy. Parece que nosotros los del mundo exterior no sabemos nada de lo difícil que es convencer a los reclusos. El escepticismo tanto de los prisioneros como de los guardias de San Quintín había sido tremendo. Creían que AA era una especie de timo. O tal vez una religión de chiflados. Además, objetó la junta de la prisión, ¿por qué tentar a la Providencia, mezclando libremente los reclusos con gente de afuera, especialmente con las mujeres alcohólicas? Sería dar rienda suelta a la confusión. Pero nuestro amigo el alcaide, firmemente convencido por algún que otro motivo, insistía en que AA continuara en la prisión. Hasta este día, dijo, no se ha quebrantado ningún reglamento de la prisión en ninguna reunión de AA, a pesar de que centenares de prisioneros han asistido a centenares de reuniones con muy poca vigilancia. Apenas si se necesita la presencia del amable guardia solitario que se sienta en la última fila.

El alcaide añadió que hoy día la mayoría de las autoridades de las prisiones de todo los Estados Unidos y Canadá comparten su opinión sobre Alcohólicos Anónimos. Anteriormente, había que recoger y volver a meter en la cárcel a un 80 por ciento de los prisioneros alcohólicos puestos en libertad condicional. Muchas instituciones informan que ahora este porcentaje ha bajado a la mitad e incluso a la tercera parte de lo que solía ser. El Alcaide Duffy viajó 2,000 millas para estar con nosotros en Cleveland. Muy pronto vimos el porqué. Vino porque es una gran persona. Nuevamente los AA nos preguntábamos si nuestra reputación no sería algo exagerada.

Naturalmente, los hombres no podíamos asistir a las reuniones de las mujeres alcohólicas. Pero no tenemos la menor duda de que idearon formas de combatir el estigma aplastante que recae sobre estas pobres mujeres que se dan a la botella. Además es posible que nuestras damas discutieran sobre cómo mantener a una distancia respetable al donjuán que a veces se presenta. Pero no, la compañera que transcribió este artículo me asegura con tono mordaz que no se discutió nada por el estilo. Dice que fue una reunión maravillosamente constructiva. Y que asistieron unas quinientas mujeres. Imagínense, habían pasado cuatro años antes de que tan siquiera una mujer lograra su sobriedad en AA. Para la mujer alcohólica la vida no es una sinecura.

Ni tampoco pasaron por alto a otros que sufren de forma especial, tales como las secretarias de intergrupo asalariadas, las secretarias comunes y corrientes, los editores de nuestros boletines, y los cónyuges de los alcohólicos, conocidos a veces como "los olvidados." Estoy seguro de que las secretarias llegaron a la conclusión de que, aunque a veces no reciben el aprecio que merecen, todavía les encanta cada minuto de su trabajo. No me he enterado de lo que decidieron los editores. A juzgar por sus esfuerzos a lo largo de los años, es muy probable que se les hayan ocurrido muchas ideas ingeniosas.

Todo el mundo estuvo de acuerdo en que la reunión de las esposas (y los maridos) fue una verdadera revelación. Algunos recordaron cómo Anne S., en los primeros días de Akron, había sido una grata compañera y consejera de las angustiadas esposas. Ella se daba clara cuenta de que el alcoholismo era un problema familiar. Mientras tanto los AA nos entregábamos con ahínco al trabajo de desembriagar a los miles de borrachos que llegaban. Parecía que nuestras buenas esposas se habían perdido completamente es este prodigioso tumulto. Muchos de los grupos recién establecidos sólo efectuaban reuniones cerradas; daba la impresión de que AA se estaba convirtiendo en algo exclusivo. Pero recientemente hemos visto cambiar radicalmente esta tendencia. Un número cada vez mayor de nuestras parejas han incorporado los Doce Pasos en sus propias vidas. Como prueba, consideremos el trabajo de Paso Doce que ahora están haciendo con las esposas y los maridos de nuestros principiantes, y el hecho de que estas reuniones de esposas brotan por todas partes. En su reunión en Cleveland, nos invitaron a nosotros los alcohólicos a escuchar. Muchos miembros escépticos salieron de esa sesión convencidos de que nuestras "olvidadas" tenían algo de gran valor. Según las palabras de un borracho, "La comprensión y espiritualidad profundas que yo sentía en esa reunión de esposas eran realmente extraordinarias."

La Conferencia de Cleveland no fue todo reuniones, ni mucho menos. Hubo, por ejemplo, un gran banquete. ¿O debería decir banquetes? En el plan original se preveía una cantidad de comensales suficiente como para llenar el Rainbow Room del Hotel Carter. Pero se presentaron muchos más de lo previsto. Los convidados rápidamente llenaron la sala a rebosar. Resultó necesario habilitar la Cafetería Carter y el Petit Café para acomodar la avalancha de celebrantes. Se reclutaron dos orquestas y nuestros buenos artistas se encontraron con que tuvieron que repetir sus actuaciones dos veces, una arriba y otra abajo. Nadie se emborrachó, pero cómo cantaban esos AA. Estaban totalmente despreocupados, y ¿por qué no? No obstante, se insinuó un tono de gravedad al brindar por los ausentes. Nos hizo pensar en los ausentes un AA de las Islas Marshall quien, aunque estaba completamente solo allí, seguía insistiendo que su grupo tenía tres miembros, o sea: "Dios, el libro Alcohólicos Anónimos y yo." La primera etapa de su viaje de 7,000 millas hasta llegar a Cleveland había terminado en Hawai, de donde, con sumo cuidado y refrigeración, nos había traído unos collares de flores, los celebrados leis de aquellas islas. Uno de ellos había sido enviado por los AA leprosos de Molokai - esos AA aislados que siempre formarán parte de nosotros, pero nunca estarán con nosotros.

También se nos hizo un nudo en la garganta al pensar en el Dr. Bob, solo en su casa, y gravemente enfermo. Dedicamos otro de los brindis de la tarde a un AA que habla querido, más que nada en el mundo, estar en Cleveland cuando alcanzamos nuestra mayoría de edad. Desgraciadamente nunca llegó a la reunión de las Tradiciones. Murió de un ataque al corazón la noche antes de que tuviera lugar la reunión de Tradiciones y el banquete de aniversario. No obstante, la alegría acabó apoderándose de todos nosotros; bailamos hasta la medianoche. Sabíamos que los ausentes lo habrían querido así.

Varios miles de nosotros nos apiñamos en el Palacio de Conciertos de Cleveland para celebrar la reunión de Tradiciones, la cual, según la mayoría de los AA, fue el punto culminante de nuestra Conferencia. Seis fieles veteranos, que llegaron de lugares tan lejanos como Boston y San Diego, hicieron un bello repaso de los años de experiencia de AA que nos condujeron a formular nuestras Tradiciones. Luego, se me pidió que las resumiera y lo hice, diciendo:

"En lo concerniente a todos los asuntos que afectan la unidad de AA, nuestro bienestar común debe tener la preferencia; en AA no hay autoridad humana - solo un Dios tal como se exprese en la conciencia de nuestro grupo; nuestros líderes no son sino servidores de confianza, no gobiernan; cualquier alcohólico puede hacerse miembro de AA si así lo dice - no excluimos a nadie; cada grupo de AA puede llevar sus propios asuntos como mejor le parezca, siempre que los grupos vecinos no se vean perjudicados por sus decisiones; los AA tenemos un único objetivo, llevar nuestro mensaje al alcohólico que aún sufre; por lo tanto, no debemos financiar, apoyar o prestar el nombre 'Alcohólicos Anónimos' a ninguna empresa ajena, por noble que sea; AA, como tal, debe permanecer pobre, para evitar que los problemas de propiedad, administración, y dinero nos desvíen de nuestro único objetivo; debemos mantenernos a nosotros mismos, y cubrir gustosamente nuestros pequeños gastos; AA siempre debe ser no-profesional, nunca se debe pagar por nuestro acostumbrado trabajo de Paso Doce; como Comunidad, nunca debemos estar organizados, pero podemos, no obstante, crear nuestras juntas o comités de servicio responsables para asegurar que tengamos mejor propagación y apadrinamiento, y estas entidades pueden contratar trabajadores de plena dedicación para realizar tareas especiales; nuestras relaciones públicas deben basarse en el principio de atracción y no en el de promoción, ya que es mejor dejar que nuestros amigos nos recomienden; ante la prensa, la radio y el cine, debemos guardar nuestro anonimato sin excepción alguna, ya que sirve como nuestra mejor protección contra las tentaciones del poder o de la ambición personal; y, finalmente, el anonimato ante el público en general es la clave espiritual de todas nuestras Tradiciones, recordándonos siempre anteponer los principios a las personalidades, debemos practicar una auténtica humildad. Esto con el fin de que nuestras grandes bendiciones nunca nos estropeen y que vivamos en agradecida contemplación de él que preside sobre todos nosotros."

Al haber presentado mi resumen, pregunté a todos los asistentes si había alguien que tuviera algún inconveniente con las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos tal como quedaban expresadas. Al no oír a nadie poner ningún reparo, propuse que se adoptaran las Tradiciones de AA. Con impresionante unanimidad, todos se pusieron de pie. Así terminó esa hora magnífica en la que nosotros los Alcohólicos Anónimos cogimos de la mano a nuestro destino.

El domingo por la mañana, escuchamos a un panel de cuatro miembros de AA, quienes describieron el aspecto espiritual de Alcohólicos Anónimos - según lo veían ellos. Teniendo en cuenta los que iban a la iglesia y los que se levantaban tarde por haberse divertido tanto la noche anterior, el comité de la Conferencia no había sospechado que ésta sería una sesión tan concurrida. Pero los que fueron a la iglesia ya hablan vuelto de practicar sus devociones y casi nadie se quedó en la cama. El salón de baile del Hotel Cleveland estaba a tope una hora antes de empezar. Centenares de personas, que ni se podían acercar a la puerta del salón, se apiñaban en los pasillos y el vestíbulo. La gente que teme que AA está perdiendo interés en cosas espirituales debía haber estado allí.

Se pidió un momento de silencio y la muchedumbre se calló de golpe. Luego aparecieron los oradores, todos ellos serios y sinceros y bien preparados. No puedo recordar una reunión de AA en que la gente escuchara más atentamente o que tuviera una dedicación más profunda. Pero a algunos les pareció que aquellos excelentes oradores, con su entusiasmo, habían creado sin quererlo un pequeño problema. Tenían la impresión de que la reunión había ido demasiado lejos en cuanto a las comparaciones religiosas, la filosofía y la interpretación, puesto que los AA, por una antigua y afianzada tradición, siempre habíamos dejado estas cuestiones al criterio de cada individuo, según sus creencias religiosas. Un miembro se levantó para hacer una advertencia. Al escucharle hablar, pensé, "¡Qué bueno que haya sucedido esto! ¡Qué bien vamos a recordar siempre que AA nunca debe considerarse como una religión! Con cuánta firmeza insistiremos en que el ser miembro de AA no puede depender de ninguna creencia en particular; que en nuestros Doce Pasos no se incluye ningún artículo de fe religiosa, excepto la fe en Dios - como cada uno de nosotros lo conciba. Con cuánto cuidado evitaremos de ahora en adelante cualquier situación que nos lleve a debatir sobre asuntos de creencias religiosas personales." Nos pareció que fue una magnífica mañana de domingo.

Esa tarde nos reunimos en el Auditorio de Cleveland. El gran acontecimiento fue el acto de presencia del Dr. Bob. Habíamos dudado de que pudiera asistir, por 10 grave que era su enfermedad. Verlo otra vez fue una experiencia que todos los 7,000 presentes guardaremos siempre en nuestra memoria. Habló diez minutos con voz fuerte y segura, y nos dejó un magnífico legado que sin duda contribuirá a nuestro desarrollo. Era el legado de alguien que había estado sobrio desde el 10 de junio de 1935, que contribuyó tanto al éxito de nuestro primer grupo, y alguien que, durante los siguientes 15 años, había proporcionado asistencia médica, y había comunicado el mensaje vital de AA, a 4,000 de nuestros afligidos en el buen Hospital de Santo Tomás de Akron, la ciudad natal de Alcohólicos Anónimos. Simplicidad, dedicación, tenacidad, y lealtad: estos eran los rasgos de carácter que el Dr. Bob había inculcado en tantos de nosotros. Además, yo podía recordar con gratitud que, durante todos los años que habíamos trabajado juntos, nunca habíamos cruzado ni una sola palabra airada. Tales eran nuestros pensamientos mientras mirábamos al Dr. Bob.

Durante la siguiente hora traté de recapitular. Pero, ¿cómo se podía añadir algo a lo que hablamos visto, oído y sentido en aquellos tres días maravillosos? Habíamos visto, con alivio y certeza, que AA nunca podría llegar a ser exhibicionista ni convertirse en un gran negocio; que la humildad y la simplicidad de sus primeros días sigue estando con nosotros; que todavía somos conscientes de que el éxito de nuestra querida Comunidad se debe a Dios, no a nosotros.

Como prueba de esto, conté un sueño de AA que Lois y yo vimos convertirse en realidad en una lejana cabeza de playa de Noruega. Este sueño empezaba con un AA que escuchaba la voz de su conciencia, y luego vendió todo lo que tenía.

George, un americano de origen noruego, se unió a nosotros en Greenwich, Connecticut, hace cinco años. Hacía veinte años que sus padres en Noruega no sabían nada de él. Empezó a enviarles cartas, hablándoles de su recién encontrada libertad. Le contestaron con noticias muy inquietantes. La familia le informó que su único hermano se encontraba en un estado desesperado, casi a punto de perderlo todo a causa del alcohol. ¿Qué se podría hacer? El AA de Greenwich tuvo una larga conversación con su esposa. Tomaron la decisión de vender su pequeño restaurante, que era todo lo que tenían. Se irían a Noruega para ayudar al hermano. Unas pocas semanas más tarde, llegaron en avión a Oslo. Con toda rapidez viajaron del aeropuerto al pueblo y, de allí, otras 25 millas hasta llegar al fiordo donde vivía el hermano enfermo. Se encontraba verdaderamente en muy mal estado. Desgraciadamente, todos se daban cuenta menos él. No quería saber nada de AA, de esas tonterías americanas. ¿El, un alcohólico? ¡ Por supuesto que no! Naturalmente, el hombre de Greenwich ya habla escuchado esas réplicas. Pero ahora ese argumento tan familiar le era difícil de tragar. Tal vez había vendido todo lo que tenía para el beneficio de nadie. George insistió todo lo que podía, pero acabó dudando de la utilidad de sus esfuerzos. Resuelto no obstante a establecer un grupo de AA en Noruega, empezó a visitar a los clérigos y médicos de Oslo. No sucedió nada; ninguno de ellos le propuso un solo candidato. Totalmente descorazonados, él y su esposa creyeron que ya era hora de volver a Connecticut.

Pero la Providencia les tendió una mano. El rebelde noruego les hizo el favor de lanzarse en una de sus tremendas borracheras periódicas. Al final, afligido de una terrible resaca, le gritó al hombre de Greenwich, "Cuéntame otra vez eso de 'Anónimos Alcohólicos.' ¿Qué debo hacer, hermano mío?" Con perfecta sencillez, George le volvió a contar la historia de AA. Cuando terminó de hacerlo, escribió a mano en noruego, idioma que casi había olvidado, la traducción de un pequeño folleto publicado por el grupo de White Plains, Nueva York. Naturalmente, nuestros Doce Pasos de recuperación estaban incluidos. Luego, la familia de Connecticut emprendió el vuelo de vuelta a casa. El hermano noruego, que era tipógrafo, empezó a poner pequeños anuncios en los periódicos de Oslo. En ellos, explicaba que era un alcohólico recuperado que deseaba ayudar a otros. Finalmente apareció un candidato. El principiante, al oír la historia de AA y leer el folleto, también logró instantáneamente su sobriedad. Luego, los futuros fundadores pusieron más anuncios.

Tres años más tarde, Lois y yo desembarcamos en el mismo aeropuerto. Nos enteramos de que en Noruega había centenares de AA. Y muy buenos. Los hombres de Oslo ya habían llevado las noticias vivificadoras a otras ciudades noruegas y estos faros brillaban con una luz resplandeciente. Todo había sido así de simple, y así de misterioso.

En los últimos momentos de nuestra conferencia histórica, pareció apropiado leer una parte del capítulo once de Alcohólicos Anónimos. Estas eran las palabras que nos acompañaban en nuestro regreso a casa: "Entrégate a Dios, tal como tú Lo concibes. Admite tus faltas ante El y ante tus semejantes. Limpia de escombros tu pasado. Da con largueza de lo que has encontrado, y únete a nosotros. Estaremos contigo en la Fraternidad del Espíritu, y seguramente te encontrarás con algunos de nosotros cuando vayas por el Camino del Destino Feliz. Que Dios te bendiga y conserve hasta entonces."

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