volver

Por qué Alcohólicos Anónimos es anónimo

Enero de 1955

oy día, como nunca hasta ahora, la lucha por el poder, la influencia y la riqueza está desgarrando la civilización. Hombre contra hombre, familia contra familia, nación contra nación.

Casi todos los involucrados en esta competencia salvaje mantienen que su objetivo es la paz y la justicia, para ellos mismos, para sus vecinos y para sus países: Danos poder y tendremos justicia; danos fama y daremos un ejemplo admirable; danos dinero y estaremos cómodos y felices. En todas partes del mundo, hay multitud de gente que lo cree, y que se comporta consecuentemente. Con esta borrachera seca, la sociedad parece irse tambaleando por un callejón sin salida. Se ve claramente la señal de aviso. Dice: "Desastre".

¿Qué tiene que ver todo esto con el anonimato, y con Alcohólicos Anónimos?

Nosotros los AA ya debemos saberlo. Casi todos hemos andado por este callejón sin salida. Impulsados por el alcohol y la autojustificación, muchos de nosotros hemos perseguido los fantasmas de la vanidad y la riqueza hasta la misma señal de desastre. Luego encontramos AA. Dimos la vuelta y nos encontramos en otro camino, donde las señales no hacían ninguna referencia al poder, al renombre ni a la riqueza. Las nuevas señales indicaban "el camino hacia la cordura y la serenidad - el peaje es el autosacrificio."

Nuestro nuevo libro, Doce Pasos y Doce Tradiciones, dice "el anonimato es la mejor protección que nuestra Comunidad pueda tener." También dice, "la esencia espiritual del anonimato es el sacrificio."

Repasemos los veinte años de experiencia de AA para ver cómo llegamos a esta creencia ahora expresada en nuestras Tradiciones Once y Doce.

Primero, sacrificarnos el alcohol. Tuvimos que hacerlo; si no, nos habría matado. Pero no podíamos deshacemos del alcohol mientras no hiciéramos otros sacrificios. Teníamos que renunciar a la petulancia y al razonamiento farsante. Teníamos que echar por la ventana la autojustificación, la autoconmiseración, y la ira. Teníamos que abandonar el alocado concurso por ganar prestigio personal y grandes cantidades de dinero. Teníamos que asumir personalmente la responsabilidad de nuestra lamentable situación y dejar de culpar a otros por ella.

¿Eran estas acciones sacrificios? Sí, lo eran. Para ganar la suficiente humildad y dignidad como para sobrevivir, teníamos que abandonar lo que habría sido nuestra más querida posesión: nuestras ambiciones y nuestra vanidad.

Pero aun no bastaba con esto. El sacrificio tenía que ir aún más lejos. Era necesario que otra gente sacara provecho. Así que hicimos algunos trabajos de Paso Doce; comenzamos a llevar el mensaje de AA. Sacrificamos tiempo, energía y nuestro propio dinero para hacerlo. No podríamos mantener lo que teníamos a menos que se lo entregáramos a otros.

¿Les exigíamos a esta gente que nos devolvieran algo? ¿Les pedimos que nos dieran poder sobre sus vidas, renombre por nuestras buenas obras, o un centavo de su dinero? No. Llegamos a darnos cuenta de que, si exigíamos cualquiera de estas cosas, nuestro trabajo de Paso Doce no surtiría efecto. Entonces, teníamos que sacrificar estos deseos naturales; si no lo hacíamos, aquellos con quienes trabajábamos recibían poca o ninguna sobriedad, al igual que nosotros.

Así nos dimos cuenta de que el sacrificio tenía que producir un beneficio doble, o produciría muy poco. Empezamos a conocer la forma de dar de nosotros mismos que no tiene precio.

Poco tiempo después de formarse nuestro primer grupo de AA, aprendimos mucho más sobre esto. Descubrimos que cada uno de nosotros tenía que estar dispuesto a hacer sacrificios para el bien del grupo, para nuestro bienestar común. El grupo, a su vez, descubrió que tenía que renunciar a muchos de sus propios derechos para protección y bienestar de cada miembro, y para AA en su totalidad. Si no se hicieran estos sacrificios, AA no podría sobrevivir.

De esta experiencia y conciencia, comenzaron a tomar forma y sustancia las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos.

Poco a poco, empezamos a entender que la unidad, la eficacia e incluso la supervivencia de AA siempre dependería de nuestra continua voluntad de sacrificar nuestros deseos y ambiciones personales por la seguridad y bienestar comunes. Así como el sacrificio significaba la supervivencia para el individuo, también significaba la supervivencia y la unidad para el grupo, y para AA en su totalidad.

Vistas bajo este aspecto, las tradiciones de AA no son más que una lista de sacrificios que la experiencia de veinte años nos ha enseñado que tenemos que hacer, individual y colectivamente, para asegurar que AA sobreviva en buena salud.

Con nuestras Doce Tradiciones, nos hemos opuesto a casi toda tendencia del mundo exterior.

Hemos renunciado a un gobierno personal, al profesionalismo y al derecho de decidir quiénes pueden ser nuestros miembros. Hemos renunciado al bienhechorismo, a la reforma y al paternalismo. Nos negamos a aceptar contribuciones caritativas, prefiriendo pagarlo todo nosotros. Estamos dispuestos a cooperar con casi todo el mundo, pero no casamos nuestra Comunidad con nadie. Nos mantenemos alejados de las polémicas públicas y rehusamos luchar entre nosotros mismos por aquellas cosas que desgarran la sociedad: la religión, la política y la reforma. Tenemos un solo objetivo: el de llevar el mensaje de AA al alcohólico enfermo que lo desee.

Adoptamos estas actitudes no porque pretendamos tener una virtud o sabiduría especiales; hacemos estas cosas porque la dura experiencia nos ha convencido de que tenemos que hacerlas - si AA va a sobrevivir en el afligido mundo moderno. Renunciamos a nuestros derechos y hacemos sacrificios también porque lo debemos y, mejor aun, lo queremos hacer. AA es un poder superior a todos nosotros; tiene que sobrevivir o, si no, miles de nuestros compañeros de fatigas indudablemente morirán. Esto lo sabemos.

Pues, ¿dónde encaja el anonimato en este cuadro? Y de todas maneras, ¿qué es el anonimato? ¿Por qué lo consideramos en si como la mayor protección que AA pueda tener? ¿Por qué es el anonimato el más acertado símbolo del sacrificio personal, la clave espiritual de todas nuestras Tradiciones y de nuestra misma manera de vivir?

Tengo la más profunda esperanza de que el siguiente fragmento de la historia de AA revele la respuesta que todos buscarnos.

Hace ya años, un jugador de béisbol logró la sobriedad por medio de AA. Debido a que su vuelta a la escena fue tan espectacular, recibió una tremenda ovación personal de la prensa, y se atribuyó una gran parte del mérito a Alcohólicos Anónimos. Millones de aficionados del deporte lo vieron identificado, por su nombre completo y su foto, como miembro de AA. Nos beneficiamos mucho de esto: los alcohólicos vinieron en tropel. Estábamos encantados. Yo me emocionaba especialmente porque me metió ideas en la cabeza.

Al poco tiempo, estaba rodando por el país, entrevistándome pública y gustosamente con cualquiera, distribuyendo libremente fotografías mías. Con gran regocijo, descubrí que como él, yo podía estar en primera plana de actualidad. Más aun, él no podía mantener el ritmo de su publicidad; yo, si. No tenía que hacer más que seguir viajando y hablando; el resto lo hacían los grupos locales de AA y los periódicos. Al releer recientemente estos antiguos reportajes, me quedé asombrado. Supongo que, durante dos o tres años, yo era el principal violador del anonimato en AA.

De aquí que no puedo criticar a ningún AA que desde aquel entonces ha buscado ser el centro de atención. Yo mismo, hace años, di el ejemplo principal.

En aquella época, parecía ser lo correcto. Justificándome de esta manera, me dejaba acariciar por la atención. Cuánto me estremecía al leer aquellos artículos a dos columnas acerca de "Bill, el agente de Bolsa," con foto y nombre completo, el tipo que estaba salvando a los borrachos por millares.

Luego llegaron las primeras nubes para oscurecer este cielo de azul ininterrumpido. Se oía murmurar a los escépticos de AA, diciendo: "Este tipo, Bill, está acaparando la publicidad; el Dr. Bob no está recibiendo su debida parte." O, "supongamos que se le sube a la cabeza esta publicidad y se nos emborracha."

Esto me hirió. ¿Cómo podían perseguirme cuando yo estaba haciendo tanto bien? Les dije a mis críticos que estábamos en los Estados Unidos. ¿No sabían que yo tenía libertad de expresión? ¿No es cierto que este país y todos los demás son dirigidos por líderes de nombres bien conocidos? El anonimato quizás era lo indicado para el miembro medio de AA. Pero los cofundadores deben ser excepciones. El público tenía indudablemente el derecho de saber quiénes éramos nosotros.

Los que verdaderamente ambicionan el poder (los sedientos de prestigio, gente como yo) tardaron poco tiempo en caer en la cuenta: ellos también iban a ser excepciones. Decían que el anonimato ante el público era únicamente para los tímidos; los más intrépidos y atrevidos como ellos, debían volver la cara hacia las cámaras y darse a conocer como miembros de AA. Este tipo de valor pronto pondría fin al estigma que acompaña al alcohólico. El público se daría cuenta inmediatamente de que los alcohólicos recuperados podían convertirse en ciudadanos dignos y diligentes. Así que cada vez más miembros fueron rompiendo su anonimato, todos por el bien de AA. ¿Qué tenía de malo fotografiar a un borracho con el gobernador? Ambos merecían el honor, ¿no? Y así andábamos a toda carrera, a lo largo del callejón sin salida.

El siguiente episodio en nuestra historia de rupturas de anonimato tuvo un comienzo aun más prometedor. Una AA, íntima amiga mía, quería dedicarse a la educación sobre el alcoholismo. La facultad de una gran universidad, interesada en el alcoholismo, le propuso que diera conferencias al público, exponiendo que los alcohólicos eran gente enferma, y que se podía hacer mucho al respecto. Mi amiga era una buena oradora y escritora. ¿Debería decir al público que ella era miembro de AA? Pues, ¿por qué no? Al utilizar el nombre de Alcohólicos Anónimos, atraería buena publicidad para un buen programa de educación acerca del alcoholismo, así como para Alcohólicos Anónimos. Me pareció una idea estupenda y le di mi bendición.

El nombre de AA ya había empezado a hacerse famoso y valioso. Con el apoyo de nuestro nombre y gracias alas grandes habilidades de mi amiga, el proyecto tuvo resultados inmediatos. En un abrir y cerrar de ojos, su nombre y su foto, acompañados de excelentes reportajes acerca de su proyecto educativo y sobre AA, aparecieron en casi todos los periódicos principales de América del Norte. Iba aumentando la comprensión del público acerca del alcoholismo e iba disminuyendo el estigma que se le había puesto al borracho; y empezaron a llegar nuevos miembros a AA. Con toda seguridad, no podía haber nada de malo en ello.

Pero silo había. Por tener estas ventajas a corto plazo, nos estábamos exponiendo a futuros riesgos de proporciones alarmantes y amenazadoras.

Al poco tiempo, un miembro de AA empezó a publicar una revista, dedicada a hacer campaña a favor de la prohibición. Creía que Alcohólicos Anónimos debía ayudar a convertir en abstemios a todo el mundo. Se identificó como miembro de AA, y hacia libre uso del nombre de AA para atacar las desgracias y los males de la bebida y a los que fabricaban la bebida y a los que la tomaban. Hizo notar que él también era un "educador," y que su clase de educación era la "correcta." En cuanto a meter a Alcohólicos Anónimos en la polémicas públicas, creía que eso era precisamente lo que debíamos hacer. Así que se puso resueltamente a utilizar el nombre de AA para hacerlo. Por supuesto, rompió su anonimato para ayudar a su querida causa.

A continuación, una asociación de comerciantes de licores presentó la propuesta de que un miembro de AA ocupara un puesto de "educación." Iba a decir a la gente que el alcohol en cantidades excesivas era malo para cualquier persona y que ciertas personas, los alcohólicos, no debían beberlo en absoluto. ¿Qué tendría esto de malo?

La pega estaba en que nuestro amigo AA tendría que romper su anonimato: cada anuncio de publicidad y toda la propaganda publicada llevaría su nombre completo y se le identificaría como miembro de AA. Esto, por supuesto, tendría que causar necesariamente al público la impresión de que AA estaba a favor de la "educación," al estilo de los comerciantes de licor.

Aunque estos proyectos nunca progresaron mucho, tuvieron tremendas implicaciones. Nos enseñaron claramente el riesgo. Al prestar sus servicios a una causa ajena y luego revelar al público su pertenencia a AA, un miembro podría casar Alcohólicos Anónimos con cualquier empresa o controversia, buena o mala. Cuanto más valor tuviera el nombre de AA, mayor sería la tentación.

No tardó mucho en surgir otra evidencia, Otro miembro comenzó a metemos en una empresa de publicidad. Había sido contratado por una compañía de seguros de vida para presentar una serie de "conferencias" acerca de Alcohólicos Anónimos que iban a ser emitidas por una red nacional de radio. Esto, por supuesto, daría publicidad a los seguros de vida, así como a Alcohólicos Anónimos - y naturalmente a nuestro amigo - todo en una única y atractiva presentación.

En la Sede de AA, repasamos las propuestas conferencias. Eran una mezcla de las ideas y principios de AA y las creencias religiosas personales de nuestro amigo. Esto podría crear en el público una falsa imagen nuestra. Se despertarían prejuicios religiosos en contra de AA. Así que nos opusimos.

Nuestro amigo no tardó en dirigirnos una airada carta, diciendo que se sentía "inspirado" para dar estas conferencias, y que no teníamos derecho ni razón de interferir en su libertad de expresión. Aunque le iban a pagar por su trabajo, lo único que tenía en mente era el bienestar de AA. Y si nosotros no sabíamos lo que podría beneficiamos, mala suerte. Nosotros y la junta de custodios podríamos irnos directamente al diablo. Las conferencias iban a ser emitidas.

Esto nos presentó un dilema. Con solo romper su anonimato y aprovechar el nombre de AA para su propio beneficio, nuestro amigo podría apoderarse de nuestras relaciones públicas, involucrarnos en cuestiones religiosas, meternos en el negocio de la publicidad y, por hacer todas esas buenas obras, la compañía de seguros le compensaría con unos honorarios sustanciales.

¿Significaba esto que cualquier miembro descaminado podría poner nuestra Comunidad en peligro en cualquier momento o lugar sólo con romper su anonimato y decirse a si mismo cuánto bien nos iba a hacer a nosotros? Nos imaginábamos que todos los "publicitarios" de AA irían buscando el patrocinio comercial, utilizando el nombre de AA para vender todo, desde las tortillas hasta el jugo de toronja.

Teníamos que hacer algo. Escribimos a nuestro amigo recordándole que AA también tenía libertad de expresión. No nos opondríamos a él públicamente, pero le podíamos prometer que la empresa patrocinadora recibiría millares de cartas de queja por parte de miembros de AA sise emitiera el programa. Nuestro amigo abandonó el proyecto.

Pero el dique de nuestro anonimato seguía fisurándose. Varios miembros de AA empezaron a metemos en la política. Comenzaron a informar a los comités legislativos locales - públicamente, por supuesto - precisamente lo que quería AA con respecto a la rehabilitación, la subvención y la legislación ilustrada.

De esta manera, algunos de nosotros, identificados por nuestros nombres completos y, a veces, por fotos, empezamos a formar grupos de presión. Otros miembros se sentaban al lado de los jueces, aconsejándoles cuáles de entre los borrachos que se presentaban debían ser enviados a AA y cuáles a la cárcel.

Luego surgieron los problemas económicos relacionados con el anonimato roto. En esta época, la mayoría de los miembros creían que debíamos dejar de solicitar fondos al público para los propósitos de AA. No obstante, el proyecto educativo de mi amiga, patrocinado por la universidad, había crecido rápidamente. Ella tenía necesidad legítima de dinero, y en grandes cantidades. Por consiguiente, lo solicitó al público, haciendo campañas con este fin. Ya que era miembro de AA y seguía diciéndolo, muchos contribuidores se encontraban confusos. Creían que AA trabajaba en el campo de la educación, o creían que era AA en si misma la que estaba recogiendo fondos, aunque no lo estaba haciendo, ni quería hacerlo.

Así que el nombre de AA se utilizaba para solicitar fondos en el mismo momento en que estábamos tratando de decirle al público que AA no quería dinero de fuentes ajenas.

Al darse cuenta de lo que ocurría, mi amiga - maravillosa miembro que es - trató de recobrar su anonimato. Debido a que había atraído tanta publicidad, esto resultó un duro trabajo. Le costó años lograrlo. Pero hizo el sacrificio y aquí, en nombre de la Comunidad entera, yo quisiera dejar constancia de mi agradecimiento profundo.

Este precedente dio impulso a todo tipo de solicitudes públicas de dinero por parte de AA - dinero para "granjas de desintoxicación," empresas de Paso Doce, pensiones de AA, clubs, etc. - todas alimentadas en gran parte por rupturas de anonimato.

Luego nos sorprendió saber que nos habían comprometido en la política partidista, esta vez para el bien de un solo individuo. Un miembro, candidato a un cargo público, iba salpicando libremente su propaganda política con el hecho de que era miembro de AA y, por deducción, estaba "sobrio como un juez." Ya que AA gozaba de una gran popularidad en su estado, creía que esto contribuiría a su victoria en el día de elecciones.

Tal vez la mejor historia de este tipo es la que cuenta cómo se utilizó el nombre de AA para reforzar los argumentos en un pleito por difamación. Llegó a manos de un miembro, cuyo nombre y cuyos logros profesionales son conocidos en tres continentes, un carta, la cual, según su parecer, perjudicaba su reputación profesional. Creía que se debía hacer algo al respecto, y su abogado, también miembro de AA, estaba de acuerdo. Daban por sentado que tanto el público como AA se sentirían justamente indignados si se expusieran los hechos. En seguida, aparecieron en varios periódicos reportajes en primera plana que informaban que AA estaba apoyando a una mujer, miembro de la Comunidad - nombre completo, por supuesto - con la esperanza de que ella ganara su pleito por difamación. Poco tiempo después, un locutor de radio bien conocido dijo la misma cosa a sus oyentes, un auditorio de unos doce millones de personas. Estos acontecimientos demostraron nuevamente que era posible aprovecharse del nombre de AA con motivos puramente personales - y esta vez a escala nacional.

Los viejos archivos de la Sede de AA contienen docenas de experiencias de rupturas de anonimato parecidas. La mayoría de ellas nos enseñan las mismas lecciones.

Nos enseñan que nosotros los alcohólicos somos los racionalizadores más grandes del mundo; que, fortalecidos por el pretexto de hacer buenas cosas para AA, con romper nuestro anonimato, podemos reanudar nuestra vieja búsqueda desastrosa del poder y del prestigio personales, del honor público y del dinero: los mismos impulsos implacables que antes, al ser frustrados, nos hicieron beber; las misma fuerzas que hoy en día desgarran el mundo. Además, ponen bien en claro el hecho de que una cantidad suficientemente grande de gente que rompieran su anonimato de una manera sensacionalista, podrían arrastrar consigo a nuestra Comunidad entera a aquel ruinoso callejón sin salida.

Así que estamos seguros de que, si estas fuerzas llegaran algún día a dominar nuestra Comunidad, nosotros pereceríamos, tal como han perecido otras sociedades en el curso de la historia humana. No supongamos ni por un momento que los alcohólicos recuperados somos mejores o más fuertes que los demás, ni que el haber pasado veinte años sin problemas insuperables asegura que siempre será así.

Nuestra mayor y verdadera esperanza está en el hecho de que nuestra experiencia total, como alcohólicos y como miembros de AA, nos ha enseñado, por fin, el poder inmenso de estas fuerzas de autodestrucción. Estas lecciones, difíciles de aprender, nos han convertido en gente dispuesta a hacer cualquier sacrificio que sea necesario para preservar nuestra querida Comunidad.

Por esta razón, consideramos el anonimato a nivel público como nuestra mejor protección contra nosotros mismos, como el guardián de todas nuestras Tradiciones, y el más apropiado símbolo del autosacrificio que conozcamos.

Por supuesto, ningún AA tiene que ser anónimo respecto a su familia, sus amigos o sus vecinos. Por lo general, en estos casos es bueno y sensato revelar que se es miembro. Ni tampoco existe ningún peligro especial cuando hablamos en las reuniones de grupo de AA, o en las semipúblicas, con tal de que no se publiquen los apellidos en los reportajes de la prensa.

A diferencia, ante el público en general - la prensa, la radio, el cine, la TV, etc. - la publicación de nombres completos y fotos es peligrosísimo. Es la principal escapatoria de las temibles fuerzas destructoras que todavía yacen latentes en nosotros. Aquí podemos y debemos mantener la tapa cerrada.

Ahora nos damos perfecta cuenta de que un cien por cien de anonimato personal ante el público es tan importante para la vida de AA como es un cien por cien de sobriedad para la vida de todo miembro. Este no es un consejo motivado por el temor; es la voz prudente de una larga experiencia. Estoy convencido de que la escucharemos; que haremos todo sacrificio necesario. De hecho, ya la hemos escuchado. Hoy en día, no son sino un mero puñado de miembros los que rompen su anonimato.

Eso lo digo con toda la seriedad que me es posible; lo digo porque sé lo que es realmente la tentación de la fama y del dinero. Lo puedo decir por haber sido uno de los que han roto su anonimato. Doy gracias a Dios porque la voz de la experiencia y los consejos de mis sabios amigos me apartaran de la senda peligrosa, por la que pudiera haber llevado a nuestra Comunidad entera. De esta manera llegué a saber que lo temporal y aparentemente bueno puede ser a menudo el enemigo mortal de lo permanente y mejor. Al tratarse de la supervivencia de AA, nada que no sea nuestro mejor esfuerzo será lo suficientemente bueno.

Hay otra razón por la que queremos mantener un cien por cien de anonimato, de la cual a menudo no se hace caso. En vez de atraer más publicidad para nosotros, las repetidas rupturas de anonimato pueden perjudicar gravemente las buenas relaciones que tenemos ahora tanto con la prensa como con el público. Puede que acabemos con mala prensa y poca confianza por parte del público.

Ya hace muchos años que las emisoras de noticias de todas partes del mundo nos inundan de publicidad entusiástica, una corriente constante fuera de toda proporción con la significación real de los acontecimientos en cuestión. Los editores nos dicen por qué lo hacen. Nos dan más tiempo y espacio porque tienen una confianza absoluta en AA. La misma base de esta confianza, explican, es nuestra insistencia continua en el anonimato personal ante la prensa.

Las agencias de información y los expertos en relaciones públicas no habían tenido ninguna experiencia de una sociedad que rechazara hacer categóricamente propaganda personal para sus líderes o miembros. Para ellos, esta extraña y agradable novedad siempre ha constituido una prueba patente de que AA es de fiar; que nadie busca su propia ventaja.

Esta, nos dicen, es la razón primordial de su inmensa buena voluntad. Por esta razón, a tiempo y a destiempo, siguen llevando el mensaje de recuperación de AA al mundo entero.

Si, a causa de una cantidad de rupturas de anonimato, acabáramos haciendo que la prensa, el público y los alcohólicos enfermos pusieran en duda nuestros motivos, perderíamos esta ventaja inapreciable y, al mismo tiempo, a multitud de posibles miembros. Entonces, Alcohólicos Anónimos dejaría de recibir buena publicidad; recibiría menos y mala. Por lo tanto, es fácil adivinar lo que esto podría significar para nuestro futuro. Ya que la mayoría de nosotros ya lo hemos adivinado, y el resto de nosotros pronto lo adivinará, tengo completa certeza que ese día funesto nunca le llegará a nuestra Sociedad.

Ya hace mucho tiempo que el Dr. Bob y yo hacemos todo lo posible para mantener la Tradición de anonimato. Justo antes de que el Dr. Bob se muriera, algunos amigos suyos sugirieron que se debiera erigir un monumento o mausoleo en honor de él y de su esposa, Anne - algo apropiado para un cofundador. El Dr. Bob, agradeciéndoles, lo rechazó. Poco tiempo después, al contarme la historia, él me sonrió y dijo: "Por amor de Dios, Bill, ¿por qué no nos entierran como a los demás?"

El verano pasado, visité el cementerio de Akron donde yacen Bob y Anne. La sencilla lápida mortuoria no dice ni una palabra acerca de Alcohólicos Anónimos. Eso me alegró tanto que lloré. ¿Puede ser que esta pareja maravillosa llevara el anonimato personal demasiado lejos, negándose a utilizar las palabras "Alcohólicos Anónimos" incluso en su propia lápida mortuoria?

No lo creo. A mime parece que este magnífico y final ejemplo de humildad será de un valor más perdurable para AA que cualquier publicidad espectacular o mausoleo majestuoso.

No tenemos que ir a Akron, Ohio, para ver el monumento del Dr. Bob. Su verdadero monumento se puede ver dondequiera que se encuentre AA. Volvamos a mirar su auténtica inscripción - una única palabra, grabada por nosotros los AA. Esa palabra es sacrificio.

volver

Hosted by www.Geocities.ws

1