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Les presento a nuestros custodios no-alcohólicos

Noviembre de 1951

or qué tiene la Fundación Alcohólica de AA tres miembros no- alcohólicos en su junta? ¿Qué es lo que hacen, y cómo llegaron a estar allí? Hay algunas muy buenas respuestas a estas preguntas tan frecuentes.

Todo empezó así. Años atrás, en 1937, creíamos que nos hacía falta mucho dinero. Consideramos la posibilidad de meternos en el negocio de los hospitales y la de enviar al mundo cierta clase de misioneros pagados de AA. Aun con más seguridad, tendríamos que publicar un libro. Ya que no teníamos una cantidad de dinero suficiente para hacerlo, tuvimos que buscarlo por otras partes. Estas necesidades, reales (e imaginarias), nos lanzaron a la búsqueda de personas no-alcohólicas que tuvieran dinero. O que nos lo pudieran conseguir.

Muchos me han oído contar la historia de cómo, por los buenos oficios de mi cuñado, el Dr. Leonard V. Strong, llegamos a conocer al Sr. Willard S. Richardson, uno de los mejores amigos que AA jamás pueda tener. En el apuro en que nos encontrábamos, este hombre nos representaba una segura y luminosa esperanza, porque era un asociado y un intimo amigo del Sr. John D. Rockefeller, Jr. Tomó un vivo e inmediato interés en nosotros. Nos sentíamos convencidos de que todos nuestros problemas económicos se habían solucionado. Providencialmente, no iba a ser así. No obstante, el Sr. Richardson en seguida reunió a algunas personas no-alcohólicas que compartían su entusiasmo por lo que nosotros estábamos haciendo. Esos amigos de los tiempos primeros, Dick Richardson, Leonard Strong, Frank Amos, A. LeRoy Chipman y Albert Scott sin duda aparecerán en un lugar destacado en cualquier futura historia de Alcohólicos Anónimos que se escriba.

No obstante, al principio estos hombres nos hicieron sentir algo decepcionados. No estaban tan convencidos de que tuviéramos necesidad de grandes cantidades de dinero - opinión que el Sr. John D. Rockefeller sostendría aun más tenazmente cuando más tarde acudiéramos a él. Poco sospechábamos que la sabiduría de estos nuevos amigos iba a salvar a Alcohólicos Anónimos del profesionalismo y de los peligros de la gran riqueza.

Sin embargo, en la primavera de ~938, la mayoría de nuestros nuevos patrocinadores llegaron a la conclusión de que un poco de dinero nos vendría bien sin hacemos ningún mal. Ya se habían esfumado todas nuestras grandiosas ideas de tener hospitales y misioneros, pero seguíamos convencidos de que deberíamos publicar un libro que tratara de la experiencia de la recuperación. Ese mismo año, en fechas anteriores, el Sr. Rockefeller había contribuido con algún dinero para ayudar personalmente al Dr. Bob y a mí. Pero ya podíamos ver el fin de esos fondos. Para llevar a cabo el proyecto del libro, íbamos a necesitar más dinero.

Este fue el momento en que la Fundación Alcohólica tomó forma. En mayo de 1938, se redactó y se legalizó un acuerdo fideicomisario. Los hombres anteriormente mencionados, con excepción de los Srs. Scott y Rockefeller, fueron nombrados custodios. Ya contábamos con su buen criterio y su interés constante. Además, AA tenía una necesidad urgente de amigos que no vacilaran en decir ante el público en general exactamente lo que pensaban de nosotros, como lo haría el Sr. Rockefeller dos años más tarde.

Tengo un muy gracioso recuerdo de aquellos días del establecimiento de la 7 Fundación. Ninguno de los miembros alcohólicos de la recién compuesta junta

se sentía seguro de poder mantenerse sobrio. ¿Quién, entonces, vigilaría sobre nuestro dinero si todos los borrachos se emborracharan? Teniendo en mente esta posible catástrofe, agregamos al acuerdo fideicomisario la disposición de que el número de no-alcohólicos en la junta siempre debería exceder en uno al número de alcohólicos. Por si acaso.

Durante el verano de 1938, armados con las mejores recomendaciones, fuimos solicitando dinero para nuestra nueva y resplandeciente Fundación. Nuestras tentativas no tuvieron resultado alguno. Por lo tanto, en el Otoño del mismo año, bajo el nombre de Works Publishing, Inc., los alcohólicos de Nueva York, unos 49 en total, recogimos fondos para la publicación del libro de AA. La Fundación misma casi no tendría ningún dinero hasta 1940, cuando el Sr. Rockefeller celebró su muy afamada cena para Alcohólicos Anónimos, la cual produjo para la Fundación unas aportaciones de $3,000 al año durante un plazo de cinco años. Posteriormente, la familia Rockefeller nos hizo un préstamo suficiente como para reembolsar a los accionistas, logrando así que el libro se convirtiera en propiedad exclusiva de la Fundación. Esta fue casi la única aportación de dinero que la Fundación recibió de fuentes ajenas.

En este mismo momento, el carácter de la Fundación empezó a cambiar. Después de la adquisición del libro, los custodios se han hecho cargo sucesivamente de las relaciones públicas de AA, la administración de las contribuciones para el mantenimiento de la Oficina General y, en años recientes, del Grapevine de AA, originalmente establecido como empresa separada por unos AA neoyorquinos con experiencia e interés periodísticos.

Así que se ve claramente la evolución de este organismo que, en su comienzo, no era sino un simple comité establecido con el fin de ayudarnos a desenvolvemos al Dr. Bob y a mí, y que se ha convertido, desde entonces, en una junta de servicio de AA y guardiana administrativa de sus asuntos principales. La junta, que originalmente sólo se encargaba de nuestros problemas financieros, ahora se ocupa principalmente de cuestiones de política general y de la administración de los negocios de la Oficina General de AA y del AA Grapevine.

Nos es fácil olvidar lo aislada que está la Fundación de los grupos de AA en general, una circunstancia que persistía hasta el pasado mes de abril, cuando se estableció la Conferencia de Servicios Generales. Y esta entidad sólo se reunirá una vez al año. A pesar de su única y aislada condición, los no-alcohólicos han demostrado, una y otra vez, el inmenso valor que tienen para AA. Debido a su posición desinteresada e imparcial, suelen mostrar un criterio más equilibrado que nosotros, los alcohólicos volubles y llenos de prejuicios. No sólo han estabilizado las operaciones de la Sede, sino que, en diversas ocasiones, han salvado a la Fundación del desastre. ¿Qué mayor homenaje podríamos rendirles?

Saludemos, entonces, a nuestros custodios no-alcohólicos, quiénes son:

Jack Alexander, autor del articulo publicado en 1941 en el Saturday Evening Post, que convirtió AA en una institución nacional, y sirvió para liberar a miles. Cuánto cariño le tenemos a nuestro Jack.

Frank Amos, publicista y propietario de un periódico, residente ahora en Cambridge, Ohio. Siempre nos sentiremos agradecidos por su constante interés y el paciente consejo que nos ha dado desde los primeras días.

A. Leroy Chipman, asociado del Sr. Rockefeller, y uno de los primeros miembros de la junta; atento y concienzudo tesorero. Su gran dedicación a nuestra causa debe ser más ampliamente conocida y apreciada.

Frank Gulden es un recién llegado a la Fundación. Destacado participante en los asuntos de su parroquia, es miembro de la junta del Hospital San Juan (que trabaja en estrecha cooperación con los AA de Brooklyn) y propietario de la bien conocida empresa de productos alimenticios que lleva su nombre. Nos consideramos afortunados por poder contar con su gran discernimiento.

El Dr. John Norris, jefe del cuadro médico de la Compañía Eastman Kodak, se integró recientemente en la junta. El Dr. Norris tiene una muy buena reputación en el campo de la medicina industrial. Tiene una comprensión y unos conocimientos extraordinarios de los alcohólicos. A él se le debe la relación magnífica que existe hoy entre Eastman Kodak y Alcohólicos Anónimos.

Fulton Oursler es redactor jefe del Reader's Digest. Es de renombre mundial como autor y experto en relaciones públicas. Miles de los AA han leído su libro The Greatest Story Ever Told. AA no tiene partidario más ardiente ni más encantador que Fulton.

Bernard Smith es presidente de la junta de la Fundación, un bien conocido abogado corporativo y un amigo de gran previsión e inmensa buena voluntad. Ha merecido nuestra gratitud eterna por su infatigable apoyo a la idea de la Conferencia de Servicios Generales desde el momento en que se propuso.

El Dr. Leonard V. Strong sirvió como nuestro intermediario con el Sr. Willard Richardson, conexión que conducía a la creación de la Fundación. Casi desde el principio ha ocupado el puesto de secretario. Nadie ha asistido a más reuniones, ni se ha esforzado más diligentemente que Leonard para conseguir que la Fundación sea lo que es hoy en día. Por casualidad, es mi cuñado. En los últimos días de mi carrera de bebedor, la inquebrantable confianza que este hombre tenía en mi y las atenciones médicas que me prestaba, con toda probabilidad me salvaron la vida.

El Sr. Willard Richardson es custodio emérito. Todos los que servíamos con él, tenemos afectuosos recuerdos de este buen amigo, ahora jubilado, quien infundía a las actividades de la junta desde sus primeros días una prodigiosa sabiduría y espiritualidad. A espaldas suya, le llamamos "Tío Dick," lo cual es una clara indicación de nuestros sentimientos.

Leonard V. Harrison - no podemos terminar la lista sin mencionarlo. Leonard sirvió como presidente de la Fundación durante aquellos años inciertos de la adolescencia de AA, cuando todos nos estábamos estremeciendo por temor a que las fuerzas que amenazaban con desgarrarnos salieran ganando. En esa época de presiones tremendas, nuestro amigo al timón, con mano segura, nos evitaba chocar contra muchos escollos. Aquí le expresamos nuestro agradecimiento perpetuo.

Ahora ustedes conocen a nuestros custodios no-alcohólicos. Sin ellos, ¿dónde estaría AA hoy día? Yo, por lo menos, prefiero no contemplarlo.

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