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La guardiana de AA: nuestra Conferencia de Servicios Generales

Abril de 1958

odo miembro de AA quiere tener asegurada su recuperación del alcoholismo, así como su bienestar espiritual después. Así es como debe ser. Además quiere hacer todo lo que pueda para asegurar la recuperación y el bienestar de sus compañeros alcohólicos. Por lo tanto, es indudable que tiene un interés vital en la supervivencia y el bienestar de AA en sí misma.

En su grupo de AA, todo buen miembro de AA tiene sentimientos profundos con respecto a estos asuntos. Sabe que, una vez que hayamos recibido el milagro de la sobriedad, la Providencia espera que todos sigamos trabajando y creciendo - que hagamos lo que nos corresponde hacer para mantener nuestras bendiciones en su plena potencia. Un milagro perpetuo - sin ningún esfuerzo ni responsabilidad por nuestra parte - es una cosa totalmente ilusoria. Todos nos darnos cuenta de que el precio que pagamos por nuestra supervivencia personal y del grupo, es la buena voluntad y el sacrifico, la vigilancia y el trabajo.

Lo que es tan cierto para cada miembro y cada grupo también debe serlo para AA en su totalidad. Sin embargo muchos de nosotros no hemos dado a esta evidente proposición la consideración que se merece. Somos propensos a dar por sentado que AA, como una totalidad, perdurará para siempre - sin que se requiera de nosotros ninguna atención o aportación especial. Es posible que la mitad de los miembros y grupos de AA tengan poco interés activo en el bienestar general de la Comunidad, salvo el arranque de orgullo que de vez en cuando sienten por su tamaño y alcance. Esto no es un descuido por parte suya. Simplemente no se han dado cuenta de la necesidad.

Hay dos buenas razones para esto: Una de ellas es que AA en su totalidad nunca se ha visto en ninguna dificultad. La otra es que, hasta hace muy poco, un pequeño grupo de pioneros de AA - actuando en calidad de padres - se han venido ocupando de solventar los peligros y problemas de nuestra Sociedad entera casi sin consultar a los miembros sobre esos asuntos.

Nunca hemos tenido un problema que nos causara una división radical. El público nos admira, nuestros amigos nos aman. La religión y la medicina son nuestros aliados. Nadie ha abusado seriamente de nosotros. Hemos evitado la controversia pública. No nos hemos visto afectado por las discordias políticas del mundo. Ni siquiera hemos tenido una gran pelea familiar. Aunque los miembros y los grupos han conocido casi todas las penalidades que existe, AA en su totalidad nunca ha sufrido ninguna. Este es el milagro de nuestros 23 años de existencia.

No es de extrañar que haya tantos que crean firmemente que a AA nunca le puede pasar nada.

El hecho de haber estado libres durante tanto tiempo de las penalidades que todas las naciones y sociedades tienen que sufrir debe inspirar en nosotros la más profunda gratitud. Pero sin duda alguna no podemos suponer que este benigno fenómeno durará para siempre. Por mi parte, no creo que deba perdurar. No podemos decir que somos "adultos" hasta que no nos hayamos salvado de todas esas tentaciones y todos esos problemas que asedian invariablemente a toda agrupación grande de hombres y mujeres. Estoy convencido de que esto nos vendrá bien - muy bien.

Puede que algún día tengamos que resistir toda la presión que pueda ejercer sobre nosotros este mundo inclinado a la destrucción en éste el más peligroso y alocado siglo que la raza humana haya conocido nunca. Como Comunidad, siempre tendremos que hacer cualquier sacrificio que sea necesario para asegurar la unidad, el servicio y la supervivencia de AA, bajo cualquier condición imaginable. Por eso les estoy dirigiendo estas palabras acerca de la Conferencia de Servicios Generales de AA, la guardiana de nuestro futuro.

Hasta hace poco tiempo, nos hemos comportado como una familia joven. Esta familia, como todas las familias, ha tenido padres. Estos padres han sido los llamados pioneros y originadores de AA. He tenido la suerte de ser uno de ellos. Desde los primeros días, nosotros los padres nos hemos sentido más preocupados por el futuro bienestar de AA que por cualquier otra cosa. A nivel local, los pioneros solíamos cuidar de las cosas; hasta hace muy poco, el Dr. Bob y yo, con la gran ayuda de dedicados amigos alcohólicos y no alcohólicos, hemos estado haciendo lo mismo al nivel nacional e internacional.

Como los padres de AA, teníamos que procurar que nuestra prole estuviera protegida, tanto de sí misma como del mundo exterior. Desde los comienzos, nuestra familia tuvo que tener principios, según los cuales podrían llevar su vida, y formación en estos principios. Las buenas nuevas de AA tendrían que difundirse por todo el mundo a fin de que pudiéramos crecer en cantidad y calidad. Tales eran nuestras responsabilidades.

En 1937, el Dr. Bob y yo nos dimos cuenta por primera vez de lo que teníamos que hacer. Sabíamos que tendríamos que disponer de un texto de principios y métodos de AA. Otros pioneros estaban de acuerdo. Para 1939, con gran ayuda, habíamos publicado el Libro Grande, Alcohólicos Anónimos. Así se puso fin a todas las dudas acerca de los métodos de AA. Los 300,000 ejemplares del Libro Grande que existen hoy día en circulación constituyen la plataforma de recuperación sobre la cual se basa nuestra entera Comunidad.

En seguida nos dimos cuenta de que AA tendría que tener publicidad mucha publicidad y del tipo apropiado. Empezamos a trabajar en este asunto. Tal vez la mitad de los miembros actuales deben sus vidas y su bienestar a los reveladores esfuerzos de la prensa y de otros medios de comunicación.

Desde 1940 hasta 1950, nos vimos acosados por todo tipo de problemas de grupo, indescriptiblemente aterradores. De estas experiencias se forjaron las Tradiciones de AA - Tradiciones que ahora nos protegen de nosotros mismos y del mundo exterior. Esta obra, que exigió una inmensa cantidad de intercambio de correspondencia y de experiencia, tuvo como resultado la publicación de una literatura totalmente nueva que trataba de la unidad y los servicios de AA. Estos factores contribuían a reforzar nuestro desarrollo.

Las noticias de AA empezaron a diseminarse por todo el mundo, llegando finalmente a setenta países. Esto nos creó multitud de nuevos problemas y la necesidad de publicar la literatura de AA en muchos idiomas. También había que llegar y ayudar a los hospitales y las prisiones, a los Solitarios y a los que se encontraban a bordo de los barcos. Las cuerdas de salvamento tenían que extenderse por todas partes. AA necesitaba una revista mensual. Hoy día, el Grapevine de AA llega a 40,000 suscriptores, y a muchos miles más cada mes.

Estos han sido nuestros deberes y privilegios paternales a escala mundial. Hicimos todo lo que pudimos para proteger a AA para que así creciera sin perturbaciones. Para no molestar a la familia con estos problemas críticos, actuamos bajo el principio de que "el padre es el mejor juez." En aquellos primeros días, era así de simple. Era demasiado pronto para descargar toda la responsabilidad sobre nuestra Comunidad entera.

Desde el principio, el Dr. Bob yo descubrimos que nosotros mismos necesitábamos una ayuda especial. Por lo tanto, acudimos a ciertos dedicados no-alcohólicos para que nos echaran una mano. Con estos hombres, formamos un fideicomiso para Alcohólicos Anónimos. Se creó en 1938 y lo llamamos la Fundación Alcohólica (ahora se conoce por el nombre de la Junta de Servicios Generales de AA). En 1940, el Libro de AA pasó a ser propiedad de nuestros custodios, los cuales asumieron la responsabilidad total de los fondos generales de AA, su oficina de servicio mundial, su revista y sus relaciones públicas.

A este cuerpo de custodios - alcohólicos y no-alcohólicos - hay que atribuirle el mérito de haber hecho que nuestra Sede mundial sea lo que ahora es. Me alegra mucho ver publicadas en este número del Grapevine las fotos dedos de nuestros distinguidos presidentes no-alcohólicos de la junta, hombres que, con su constancia y firmeza, nos ayudaban a salvarnos de una larga temporada de peligro y empeño. En la caras de Leonard Harrison y Bernard Smith se ve reflejado su carácter. Y al leer nuestro libro recién publicado, AA Llega a su Mayoría de Edad, los AA se pueden enterar de lo que ellos, y otros amigos parecidos, hacían por nosotros en nuestros días pioneros, a medida que el drama conmovedor de AA se iba desarrollando.

En el año 1948, los trabajadores de la Sede de AA sufrimos un choque tremendo al descubrir que el Dr. Bob estaba afligido por una enfermedad mortal que iba consumiendo sus fuerzas. Esto provocó una grave crisis en nuestros asuntos, porque nos hizo enfrentamos con la realidad de que los padres pioneros de la Sociedad no iban a vivir para siempre.

Nos sobrevino un presentimiento amenazador al damos cuenta de lo frágiles que eran los vínculos que nuestra Sede tenía con la inmensa y extensa Comunidad a la que servía. Teníamos, por supuesto, nuestra pequeña junta de custodios. Pero ni uno de entre mil miembros conocía los nombres de la mitad de ellos. En la Sede contábamos con Bobbie, Ann y Charlotte. Allí nos encontrábamos el Dr. Bob y yo. Los pocos que éramos, constituíamos prácticamente los únicos vínculos con AA mundial.

Mientras tanto, miles de nuestros miembros se ocupaban de sus asuntos con perfecta serenidad. Sabían poco o nada de los problemas globales de AA. Albergaban un vaga suposición de que Dios, quizás con una pequeña ayuda por parte del Dr. Bob y mía, seguía cuidándoles. Así se quedaban en total ignorancia del estado real de las cosas y del gran riesgo que corríamos de un derrumbamiento final.

Se nos presentó un terrible dilema. De alguna que otra manera, AA como tal - AA como una totalidad - iba a tener que asumir la responsabilidad completa. Indudablemente, los grupos tendrían que elegir a numerosos delegados y enviarlos cada año a Nueva York, donde podrían reunirse con los custodios y guiarlos. Solo así podríamos poner fin al creciente aislamiento de los delegados con respecto al movimiento. Sólo un organismo así constituido podría tomar decisiones obligatorias en una futura hora de crisis.

Cuando se propuso por primera vez nuestro plan para una Conferencia conjunta de custodios y delegados, en todas partes del país se oía a la gente protestar a gritos. Al principio parecía que la familia de AA no quería tener nada que ver con esta nueva e imprevista responsabilidad. "¡Mantengámoslo simple!" gritaban.

No obstante, pasado un par de años de perturbación y educación, nuestra Comunidad se dio clara cuenta de que ya no nos podíamos desenvolver con la ultrasencillez de los primeros días. Se tendría que asumir una responsabilidad directa de la familia; si no, el mismo centro de AA se derrumbaría. Los ancianos, los padres y los fundadores del movimiento tendrían que ser librados de sus responsabilidades y reemplazados por delegados. No había más remedio. La familia tendría que "llegar a su mayoría de edad"; si no, sufriría las consecuencias funestas de no haberlo hecho.

Así que convocamos a unos 75 delegados de los Estados Unidos y Canadá. Juntos con los custodios y los miembros del personal de la Sede y del Grapevine, formaron la Conferencia de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos. Era el año 1951.

Al principio, la Conferencia no era sino un experimento, efectuada a título de prueba. Si saliera bien, significaría que AA realmente habría llegado "a su mayoría de edad" y podría dirigir sus propios asuntos. Mediante su Conferencia representativa, podría llegar a ser la guardiana de su propio futuro y la protectora de sus cuerdas de salvamento de servicio.

Pues, nuestra Conferencia tuvo éxito. Los resultados que produjo, gracias a Dios, superaban todas nuestras esperanzas. Al terminar el período experimental de cinco años, ya sabíamos que podría llegar a ser parte integrante y permanente de nuestra Comunidad.

En julio de 1955, al conmemorar el 20º Aniversario de AA, me encontré ante el pleno de la Convención de St. Louis. Entre un grupito cada vez más pequeño de pioneros, entregué el destino de AA en las manos de sus representantes elegidos, la Conferencia de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos. No puedo recordar un día de mi vida de mayor felicidad. Habíamos logrado llenar una vasta laguna - por fin, AA estaba asegurada.

Algunas personas todavía hacen las siguientes preguntas: ¿Enviará la familia de AA sus mejores delegados a la Conferencia? ¿Seguiremos escogiendo custodios competentes y sabios? ¿Apoyarán los AA a sus delegados, sus custodios, y su Sede mundial con fondos adecuados y con suficiente entusiasmo y comprensión?

Para mí, éstas han dejado de ser dudas. La historia de AA nos ha enseñado que cuando se presenta una necesidad apremiante, siempre se ve satisfecha. En este aspecto, estoy totalmente convencido de que nuestra historia seguirá repitiéndose. A decir verdad, no puedo tener la menor duda.

Además, creo que la influencia que tengo en la Sede debe seguir disminuyendo. Por medio de su Conferencia, se ha concedido plena autoridad y responsabilidad a AA. El padre que sigue más tiempo de lo conveniente ejerciendo su autoridad solo puede estorbar el desarrollo de su progenie. Esto no lo debo hacer. Pronto mi apropiado papel será el de animar y aplaudir, desde la barrera, a los nuevos que sigan realizando los trabajos. Nuestra familia ha llegado a su mayoría de edad, y debe recordarme con firmeza esta realidad si alguna vez me veo tentado a volver a hacerme cargo de los asuntos.

Por estas razones tan contundentes, mis queridos amigos, el futuro les pertenece a ustedes. Abracen con afán estas responsabilidades, no tengan miedo de nada, y la gracia de Dios, sin duda, será la suya.

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