Volver

El uso prudente del dinero

Mayo de 1946

En Alcohólicos Anónimos, ¿es el dinero lo que hace bailar al perro o la raíz de todos los males? Estamos en el proceso de resolver este acertijo. Nadie pretende tener la respuesta completa. Buscamos el punto del "espacio espiritual" donde termina el uso adecuado del dinero y empieza el abuso. Son muy contados los problemas del grupo que causen mayor preocupación a los miembros serios de AA. Todo el mundo hace la pregunta, "¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia las contribuciones voluntarias, los trabajadores asalariados, el profesionalismo, y las donaciones de fuentes ajenas?"

Durante los primeros años de AA no teníamos problemas de dinero. Nos reuníamos en nuestras casas, donde nuestras esposas nos preparaban el café y los bocadillos. Si algún miembro de AA quería dar una pequen a "subvención" a un compañero alcohólico, lo hacía. Era exclusivamente asunto suyo. No teníamos fondos de grupo y, por eso, no teníamos problemas con el dinero del grupo. Y hay que hacer constar que muchos de los veteranos de AA desearían poder retornar a aquellos días de sencillez alciónica. Ya que nos damos cuenta de que las disputas por cosas materiales han acabado aplastando el espíritu de muchas empresas bien intencionadas, a menudo se piensa que demasiado dinero resultará ser un mal para nosotros también.

No sirve de mucho ansiar por lo imposible. El dinero ya figura en nuestros asuntos y nos hemos comprometido a su uso prudente. Nadie consideraría seriamente abolir nuestros locales de reunión y clubs a fin de evitar todo lo que tiene que ver con el dinero. La experiencia nos ha enseñando que tenemos una gran necesidad de estas instalaciones, de manera que tenemos que aceptar cualquier riesgo que esto suponga.

Pero, ¿cómo podemos minimizar estos riesgos? ¿Cómo limitar por Tradición el uso del dinero para que no derrumbe nunca los fundamentos espirituales de le los que depende completamente la vida de cada miembro de AA? Este es hoy nuestro verdadero problema. Echemos una mirada a los elementos principales de nuestra situación financiera, tratando de distinguir lo esencial de lo no esencial, lo legítimo e inofensivo de lo que puede ser peligroso o innecesario.

Comencemos con las contribuciones voluntarias. Cada AA pone dinero en "el sombrero" para pagar el alquiler de una sala de reuniones, de un club o para el mantenimiento de su oficina local o de la sede nacional. Aunque no todos estamos a favor de los clubs, y unos cuantos miembros no creen necesario una oficina local o nacional, se puede decir con razón que la gran mayoría de nosotros opinamos que estos servicios son fundamentalmente necesarios. Con tal de que sean manejados eficientemente, y de que se lleven las cuentas de una forma responsable, estamos bien dispuestos a comprometernos a apoyarlos asiduamente, provisto que, por supuesto, no se consideren nuestras contribuciones como una condición para ser miembro de AA. Estos usos de nuestro dinero son, por lo general, aprobados y, con algunas reservas, no vemos ningún motivo de temer que nos acarreen posibles malas consecuencias en el futuro.

No obstante, hay algunas inquietudes, principalmente con relación a nuestros clubs, oficinas locales y la sede nacional. Debido a que estas entidades normalmente emplean a trabajadores asalariados, y que sus operaciones suponen, hasta cierto grado, la administración de negocios, algunos miembros se preocupan por la posibilidad de que nos atasquemos en una burocracia pesada. O, peor aun, por la posible profesionalización de AA. Aunque estas dudas no son siempre irrazonables, ya hemos tenido la suficiente experiencia como para aliviarías en gran parte.

Para empezar, parece ser casi seguro que nuestros clubs, oficinas locales y la sede nacional en la ciudad de Nueva York nunca nos abrumarán. Su función es prestar servicios; no pueden controlar ni gobernar a AA. Si cualquiera de ellos resultara ineficaz, o se volviera imperioso, tendríamos un remedio sencillo. Los miembros de AA no enviarían sus contribuciones mientras que no se cambiaran las condiciones. Debido a que nuestra pertenencia a AA no depende de ninguna cuota ni honorario, siempre tenemos la opción de "tomar o dejar nuestras instalaciones especiales. La alternativa que se presenta a estos servicios es: servirnos bien o fracasar. Ya que nadie está obligado a mantenerlos, no pueden nunca dictar órdenes, ni pueden desviarse por mucho tiempo de lo esencial la Tradición de AA.

En conexión directa con el principio de tomar o dejar nuestras instalaciones especiales, existe una tendencia alentadora a constituir en sociedades separadas todas estas entidades especiales, si suponen una gran cantidad de dinero, propiedad o administración. Cada vez más, los grupos de AA se están percatando de que son entidades espirituales y no organizaciones comerciales. Por supuesto, los clubs o locales de reunión más pequeños quedan a menudo sin constituirse en sociedad, porque su participación en asuntos de negocios solo es nominal. Sin embargo, a medida que van experimentando un crecimiento grande, por lo general juzgan conveniente hacerlo, separando así el club de los grupos de la misma localidad. Entonces, el mantenimiento del club llega a ser un asunto personal y no un asunto del grupo. Pero silos grupos del área circundante disponen, a través del club, de los servicios de una secretaria de la oficina central, parece justo que dichos grupos sufraguen este gasto, porque la secretaria sirve a todos los grupos, aunque el mismo club no lo haga. Nuestro desarrollo en los centros grandes de AA está empezando a indicar claramente que, aunque es apropiado que un conjunto de grupos o su comité central pague el sueldo de la secretaria asalariada de su área, no es una responsabilidad de los grupos ni del comité central mantener los clubs económicamente. No todos los AA se interesan en los clubs. Por lo tanto, los fondos para mantener los clubs deben provenir de los AA individuales que los necesitan o a quienes les gustan los clubs - individuos que, a propósito, constituyen una mayoría. No obstante, la mayoría no debe de tratar de coaccionar a la minoría a mantener los clubs que no quiere ni necesita.

Por supuesto, los clubs también reciben cierta ayuda por medio de las reuniones que se celebran en el local. En los casos en que las reuniones centrales de un área tienen lugar en un club, normalmente se reparte el dinero de la colecta entre el club y el comité central, la parte mayor, por supuesto, asignada al club, ya que éste proporciona el local. Cualquier grupo que desee utilizar el local, ya sea para una reunión o una diversión, puede concertar un acuerdo parecido con el club. Por lo general, la junta de directores del club se ocupa de la administración económica y de la vida social del local. No obstante, los grupos del área siguen siendo los responsables de los propios asuntos de AA. Esta separación de las actividades no es en absoluto una regla universal. Lo ofrecemos únicamente como una sugerencia que, por otra parte, refleja bien las tendencias actuales.

Un club grande o una oficina central supone, por lo general, uno o algunos trabajadores asalariados. ¿Qué me dicen de ellos? ¿Están profesionalizando a AA? Sobre esta cuestión se debate acaloradamente cada vez que un club o un comité central se vuelve lo suficientemente grande como para necesitar trabajadores a sueldo. Acerca de este tema, todos hemos tenido gran cantidad de borrosas reflexiones. Yo me contaría entre los primeros en declararme culpable de esta acusación.

La causa de lo borroso de nuestro pensamiento es la de siempre - el temor. Para cada uno de nosotros, el ideal de AA, por muy lejos que nos encontremos de alcanzarlo, es todo belleza y perfección. Es un Poder superior a nosotros mismos que nos ha rescatado de las arenas movedizas, y nos ha llevado a tierra firme. La más lejana posibilidad de empañar este ideal, sin mencionar la de trocarlo por otro, es para la mayoría de nosotros impensable. Por eso, estamos siempre alertas para que no surja dentro de AA una clase de profesionales o misioneros pagados. En AA todos somos por derecho propio gentes que profesan la buena voluntad de misioneros, y no hay necesidad alguna de pagar a nadie por hacer el trabajo de Paso Doce - una obra puramente espiritual. Aunque supongo que el temor en cualquier forma es deplorable, tengo que admitir que me agrada bastante que ejerzamos tanta vigilancia respecto a este asunto crucial.

No obstante, creo que hay un principio que nos servirá para resolver nuestro dilema honradamente. Es este: Un limpiador puede fregar el suelo, un cocinero puede asar la carne, un portero puede echar a los borrachos alborotadores, un secretario puede manejar una oficina, un editor puede publicar un boletín - todos, no lo dudo, sin profesionalizar a AA. Si no hiciéramos estos trabajos nosotros mismos, tendríamos que emplear a gente no AA para hacerlos por nosotros. No pediríamos a ninguna persona no AA que los hiciera a jornada completa sin pago. Entonces, ¿Por qué algunos de nosotros, que ganamos una vida cómoda en el mundo exterior, esperamos que otros AA se dediquen a ser porteros, o secretarios, o cocineros a jornada completa? ¿Por qué ellos deben trabajar sin sueldo en tareas que el resto de nosotros no podríamos o no querríamos hacer? O, ¿por qué deben estos trabajadores recibir un sueldo más bajo que el que podrían ganar en otra parte por un trabajo parecido? ¿Y qué más daría si, mientras hacen su trabajo, hicieran además algún trabajo de Paso Doce? El principio parece ser claro: podemos pagar bien por los servicios especiales - pero nunca nada por el trabajo de Paso Doce.

Entonces, ¿Cómo se podría profesionalizar a AA? Pues, muy sencillamente. Por ejemplo, yo podría alquilar una oficina y poner en la puerta un letrero que dijera: "Bill W.- Terapeuta de Alcohólicos Anónimos. $10.00 por hora." Esto sería tratamiento cara-a-cara del alcoholismo pagado. Y yo estaría así claramente aprovechándome del nombre de AA, una organización completamente no profesional, para aumentar mi clientela. Esto sería sin la menor duda profesionalizar a AA. Sería perfectamente legal, aunque difícilmente ético.

Pues, ¿implica esto que debamos criticar a los terapeutas como clase - incluso a los AA que elijan trabajar en este campo? Por supuesto que no. El caso es que ninguna persona debe hacer publicidad describiéndose como un terapeuta AA. Ya que no somos profesionales, no puede existir tal cosa. Constituiría una tergiversación de los hechos que ninguno de nosotros puede darse el lujo de intentar. Al igual que el jugador de tenis que tiene que renunciar su condición de aficionado cuando se hace profesional, los AA que se hacen terapeutas deben abstenerse de publicar su conexión con AA. Aunque dudo que muchos AA vayan a trabajar en el campo de la terapia del alcoholismo, ninguno de los que lo haga debe sentirse excluido, especialmente si son asistentes sociales, sicólogos, o siquiatras con buen entrenamiento profesional. No obstante, esta gente nunca debe publicar su conexión con AA, ni utilizarla de manera que den al público la impresión de que existe tal rango especial dentro de AA. En este punto tenemos que trazar la línea.

Volver

Hosted by www.Geocities.ws

1