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Nuestro anonimato es tanto una inspiración como una protección

Marzo 1946

Al discutir el tema del anonimato en un número anterior del Grapevine, hice las siguientes observaciones: que el anonimato tiene para nosotros una inmensa significación espiritual; que el principio debe ser conservado como parte de nuestra Tradición vital; que, ya que todavía no tenemos una política muy bien definida al respecto, hay confusión en algunas partes referente a lo que el anonimato debe significar; que, por lo tanto, debemos formular una Tradición de consumada claridad que todos los AA se sentirían obligados a respetar. Además, hice algunas sugerencias, las cuales, esperaba, después de más amplias y detalladas discusiones, pudieran convertiste en la base de una política nacional. Estas sugerencias eran:

1. Debe ser el privilegio de cada miembro individual de AA abrigarse con tanto anonimato personal como desee. Sus compañeros de AA deben respetar sus deseos y ayudarle a guardar su anonimato en el grado que le parezca apropiado.

2. Inversamente, el miembro individual de AA debe respetar los sentimientos de su grupo en cuanto al anonimato. Si su grupo quiere llamar menos atención a nivel local que él, él debe complacerles a sus compañeros hasta que no cambien de opinión.

3. Con muy pocas excepciones, una norma de AA a nivel nacional debe ser que ningún miembro de Alcohólicos Anónimos nunca se considere libre de publicar (en conexión con sus actividades de AA) su nombre o foto en ningún medio de comunicación público. Esto, no obstante, no debe impedirle emplear su nombre en otras actividades públicas, siempre que no revele su pertenencia a AA.

4. Si, por alguna razón extraordinaria, le parece conveniente a un miembro abandonar su anonimato a nivel local, no debe hacerlo hasta que no consulte con su propio grupo. Si planea presentarse como miembro de AA ante el público en general a escala nacional, el asunto debe ser remitido primero a nuestra Sede nacional.

Si se van a adoptar estas sugerencias, tal como quedan expresadas o con modificación, como normas generales, todo miembro de AA querrá saber más acerca de nuestra experiencia ya acumulada. Sin duda querrá saber lo que la mayoría de nuestros miembros veteranos piensan respecto al anonimato hoy en día. El propósito de este ensayo será el de poner al tanto a todos acerca de nuestra experiencia colectiva.

Primero, creo que la mayoría de nosotros reconoceríamos que, en general, la idea de anonimato es acertada, porque contribuye a que los alcohólicos y las familias de alcohólicos recurran a nosotros en busca de ayuda. Todavía temerosos de ser estigmatizados, consideran nuestro anonimato como una garantía de que sus problemas serán tratados confidencialmente; de que la vergüenza alcohólica de la familia no vaya errando por las calles.

Segundo, el principio de anonimato protege nuestra causa. Nos evita el peligro de que nuestros fundadores o líderes, así llamados, se conviertan en personajes muy conocidos que podrían en cualquier momento emborracharse, perjudicando así a AA. Nadie tiene por qué mantener que esto no podría ocurrir. Es posible.

Tercero, casi todo periodista que hace un reportaje acerca de AA empieza quejándose de lo difícil que es escribir un artículo sin nombres. No obstante, al darse cuenta de que se trata de un grupo de gente a quienes no les importa en absoluto ninguna ventaja personal, pronto se ve dispuesto a dejar pasar esta inconveniencia. Es probable que esta sea la primera vez en su vida en que haga un reportaje acerca de una organización que no desea ninguna publicidad personal. Por cínico que sea, esta sinceridad patente le convierte inmediatamente en un amigo de AA. Por lo tanto, el artículo que escribe es amistoso, y nunca un mero trabajo rutinario. Escribe con entusiasmo, porque el reportero se siente entusiasmado. A menudo la gente se pregunta, ¿cómo es que AA ha logrado conseguir tanta publicidad tan favorable? La respuesta parece ser que casi todos los que escriben artículos sobre nosotros acaban siendo conversos y a veces ardientes partidarios de AA. ¿No es nuestra política de anonimato la causa principal de este fenómeno?

En cuarto lugar, ¿Por qué nos considera tan favorablemente el público en general? ¿Simplemente porque ayudamos a muchos alcohólicos a recuperarse? No, esto no puede explicarlo todo. Aunque nuestras recuperaciones les impresionen mucho, el público se interesa más en nuestra manera de vivir. A un público harto de la presión que ejercen comúnmente las ventas, las promociones sensacionalistas, las voces casi ensordecedoras de los personajes públicos, nuestra modestia, calma y anonimato les representa un cambio muy agradable. Puede ser, por eso, que sienta que se está generando un inmenso poder espiritual - que algo nuevo está entrando en su propia vida.

Si el anonimato ya ha hecho todo esto por nosotros, está claro que debemos mantenerlo como una política nacional. Este principio, de tanto valor para nosotros en estos días, puede que se convierta en una ventaja inestimable en el futuro. En un sentido espiritual, el anonimato equivale a renunciar al prestigio personal como instrumento de política nacional. Estoy convencido de que nos sería conveniente conservar este poderoso principio; que debemos estar resueltos a no abandonarlo nunca.

Consideremos ahora su aplicación. Debido a que anunciamos el anonimato a cada principiante, debemos, por supuesto, guardar el anonimato del nuevo miembro mientras él o ella quieran guardarlo. Porque, cuando leyeron nuestros anuncios y recurrieron a nosotros, nos comprometimos a hacer precisamente eso. Y aun si quisieran dar un nombre ficticio, debemos asegurarles que pueden hacerlo. Si quieren que no hablemos de su caso con nadie, ni siquiera con otros miembros de AA, debemos respetar sus deseos. Aunque a la mayoría de los principiantes no les importa un bledo quién sepa de su alcoholismo, hay algunos que se preocupan mucho por esto. Protejámoslos en todo lo posible hasta que superen esta preocupación.

Entonces se presenta el problema del principiante que quiere abandonar su anonimato demasiado pronto. Se apresura a comunicar a todos sus amigos las buenas noticias de AA. Si su grupo no le advierte al respecto, puede que vaya precipitadamente a la oficina de un periódico, o se ponga frente a un micrófono para narrar su propia historia a todo el mundo. También es posible que revele a todo el mundo los detalles más íntimos de su vida personal, y pronto descubra que, en este sentido, ya tiene demasiada publicidad. Debemos sugerirle que lo tome con calma; que primero tiene que restablecerse, antes de hablarles a todos acerca de AA; que ningún miembro pensaría en dar publicidad a AA sin tener seguridad de que su grupo lo aprobaría.

Luego tenemos el problema del anonimato del grupo. Es probable que el grupo, al igual que el miembro individual, deba andar con precaución mientras vaya ganando fuerza y experiencia. No se debe tener prisa en invitar a gente ajena, ni en efectuar reuniones públicas. No obstante, esta postura conservadora de los primeros tiempos puede ser exagerada. Algunos grupos siguen, año tras año, evitando toda publicidad y celebrando reuniones únicamente para alcohólicos. Es probable que estos grupos se desarrollen lentamente. Se vuelven algo anémicos por no dejar entrar la sangre renovadora con la suficiente rapidez. Preocupándose por mantenerse secretos, se olvidan de su obligación ante los demás alcohólicos de su comunidad que no saben que AA está a su disposición. No obstante, con el tiempo, esta cautela irrazonable va desapareciendo. Poco a poco, se abren algunas reuniones a los parientes y amigos. De vez en cuando, se invita a los clérigos y a los médicos. Finalmente, el grupo obtiene la ayuda del diario local.

En la mayoría de los casos, aunque no en todos, es costumbre que los AA utilicen sus nombres completos al hablar en las reuniones públicas o semipúblicas. Esto se hace para mostrar al público que ya no tememos al estigma del alcoholismo. Sin embargo, si hay en la reunión representantes de la prensa, les pedimos sinceramente que no publiquen los nombres de los oradores alcohólicos que figuran en el programa. De esta manera, se observa el principio del anonimato en lo concerniente al público en general y, al mismo tiempo, nos permite representarnos como un grupo de alcohólicos que ya no sentimos ningún temor a dar a conocer a nuestros amigos que hemos sido gente muy enferma.

En la práctica, entonces, el principio de anonimato parece reducirse a lo siguiente: Con una excepción muy significativa, la decisión respecto a fijar el punto hasta el cual un miembro o grupo puede romper su anonimato, es asunto estrictamente suyo. La excepción está en que todos los grupos y miembros, cuando hablan o escriben acerca de AA, deben sentirse obligados a no revelar nunca sus nombres completos. Excepto en muy raros casos, a casi todos nosotros nos parece que debemos trazar el limite del anonimato en este punto de publicación. No debemos descubrirnos ante el público en general.

Durante toda nuestra historia solo ha habido un puñado de AA que han dejado de guardar su anonimato ante el público en general. Algunos han sido casos accidentales, unos pocos han sido claramente innecesarios, y uno o dos aparentemente justificados. Naturalmente, debe haber muy pocas normas que, para el bien general, no puedan a veces ser suspendidas. No obstante, todo aquel que tuviera la intención de dejar de guardar su anonimato debe reflexionar que podría sentar un precedente que acabaría por destruir un valioso principio. Tiene que haber pocas e infrecuentes excepciones y deben ser consideradas muy cuidadosamente. Nunca debemos permitir que ninguna ventaja inmediata nos haga vacilar en nuestra determinación de aferramos a esta tan vital Tradición.

Para su recuperación permanente, le hace falta a cada miembro de AA mucha modestia y mucha humildad. Si estas virtudes son de una importancia tan crucial para el individuo, tienen que serlo también para AA en su totalidad. Este principio de anonimato ante el público en general, si lo tomamos con la debida seriedad, puede asegurar que el movimiento de Alcohólicos Anónimos tenga para siempre estos excelentes atributos. Nuestra política de relaciones públicas debe basarse principalmente en la atracción y rara vez, o nunca, en la promoción.

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