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Undécima Tradición

Octubre de 1948

a Providencia ha venido cuidando de las relaciones públicas de Alcohólicos Anónimos. Tiene que haber sido así. Aunque tenemos más de doce años de existencia, apenas si se ha dirigido una sílaba de crítica o burla hacia AA. De alguna manera, nos hemos librado de todos los sufrimientos de la controversia médica o religiosa y tenemos buen os amigos por la derecha y por la izquierda, tanto entre los prohibicionistas como entre los antiprohibicionistas. Como la mayoría de las sociedades, a veces somos escandalosos - pero nunca en público. Lo único que nos llega de todas partes del mundo es una profunda simpatía y una pura admiración. Nuestros amigos de la prensa y de la radio se han superado a sí mismos. Cualquiera puede ver que no distamos mucho de estar mimados. Nuestra reputación es ya mucho mejor que nuestro carácter real.

Sin duda estas bendiciones prodigiosas deben tener un importante objetivo. Nadie puede dudar de que este objetivo es el de hacer saber a todo alcohólico del mundo que AA es realmente para él, si tiene un deseo suficientemente fuerte de lograr su liberación. Por lo tanto, nuestros mensajes transmitidos por los medios públicos nunca han sido gravemente desvirtuados, ni hemos sentido por ninguna parte el abrasante vendaval de los prejuicios.

Las buenas relaciones públicas son como cuerdas de salvamento de AA que pueden alcanzar al alcohólico que aún no nos conoce. En años venideros es seguro que nuestro desarrollo va a depender de la fortaleza y de la cantidad de estas cuerdas de salvamento. Una sola grave calamidad en nuestras relaciones públicas podría causar que miles de alcohólicos se alejaran de nosotros para perecer - ¡ciertamente una cuestión de vida o muerte!

El futuro no puede presentar a AA ningún problema o des alío mayor que el de determinar la mejor manera de mantener una relación amistosa y vital con todo el mundo a nuestro alrededor. El éxito dependerá grandemente de unos principios adecuados, una sabia vigilancia y la más profunda responsabilidad personal por parte de cada uno de nosotros. Nada que sea menor que esto nos servirá. Si no, puede que nuestro hermano se vuelva de cara a la pared, porque no nos preocupamos de él lo suficiente.

Así que la Undécima Tradición está apostada como un centinela, guardando estas cuerdas de salvamento, anunciando que no hay necesidad de alabarnos a nosotros mismos, que es mejor que nuestros amigos nos recomienden, y que toda nuestra política de relaciones públicas, contrariamente a lo que se acostumbra, debe estar basada en el principio de atracción y no en el de la promoción. Las típicas tácticas publicitarias - agentes de publicidad, trucos promocionales, nombres famosos - no son para nosotros. Los riesgos son demasiados grandes. Los resultados inmediatos serán siempre ilusorios porque los cómodos atajos hacia la celebridad pueden traer consigo desventajas permanentes y agobiantes.

Por lo tanto, recalcamos cada vez más el principio del anonimato personal en lo concerniente a nuestras relaciones públicas. Nos pedimos, unos a otros, el mayor grado de responsabilidad personal en este asunto. En el pasado, nos hemos vistos tentados, como movimiento, a explotar los nombres de nuestros miembros bien conocidos por el público. Nos hemos servido del pretexto de que otras sociedades, incluso las mejores, hacen lo mismo. Como individuos, a veces hemos creído que el utilizar nuestros nombres públicamente podría demostrar nuestro valor ante el estigma, dando así más fuerza y convicción a los artículos publicados por los periódicos y las revistas.

Pero ahora esto no parecen tan atractivo como antes. Estamos llegando a ser vívidamente conscientes de que ningún miembro debe describirse ante el público en general como miembro de AA, por muy noble que sea su intención, para evitar sentar un peligroso precedente que podría tentar a otros a hacer lo mismo con intenciones no tan nobles.

Nos damos cuenta de que cualquiera de nosotros, al romper su anonimato en la prensa, en la radio o en el cine, podría fácilmente transferir el valioso nombre de Alcohólicos Anónimos a cualquier empresa o meterlo en cualquier controversia.

Así que vamos adoptando el precepto de que hay ciertas cosas que un AA no hace nunca, por temor a desviar AA de su único propósito y dañar nuestras relaciones públicas y así disminuir las posibilidades de los enfermos que están por venir.

A los millones de alcohólicos que todavía no han oído la historia de AA, siempre les debemos decir, "Saludos y bienvenidos. Tengan la seguridad de que las cuerdas de salvamento que les tendemos siempre serán sólidas. Dios mediante, siempre mantendremos fe en nuestras relaciones públicas."

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