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Sección 1

Las Tradiciones toman forma

La modestia: un elemento de las buenas relaciones públicas

Agosto de 1945

urante los pocos años que Alcohólicos Anónimos ha estado a la vista del público, se le han dedicado cientos de miles de palabras de publicidad en los periódicos y las revistas. A estos medios se les han añadido recientemente los comentaristas radiofónicos y, aquí y allá, algunos programas de radio patrocinados por AA. En muy contadas ocasiones se nos ha dirigido una palabra de crítica o de burla. Aunque a veces nuestra publicidad ha carecido de cierta dignidad, difícilmente podemos quejarnos. Después de todo, el beber no es asunto de gran dignidad.

Indudablemente, tenemos motivos para sentirnos agradecidos por el hecho de que una multitud de escritores, redactores, clérigos, médicos - amigos de toda clase y condición - han seguido preconizando nuestra causa de forma tan comprensiva y entusiástica. Como consecuencia directa de sus esfuerzos, miles de alcohólicos han llegado a AA. Es un buen resultado. Un resultado providencialmente bueno, al considerar los muchos errores que pudiéramos haber cometido; lo profundamente comprometidos que pudiéramos estar, si hubiéramos seguido otra política. Por ejemplo, en la polémica sobre la prohibición. Es incluso posible que hubiéramos reñido con nuestros buenos amigos, la religión y la medicina. No ha sucedido ninguna de estas cosas. Hemos sido increíblemente afortunados, gracias a Dios.

Aunque podemos tener aquí material para una buena historia de éxito, no es, a nuestro parecer, motivo para felicitarnos a nosotros mismos. Los AA veteranos que conocen bien los hechos opinan unánimemente que una inteligencia superior a la nuestra ha tenido sin duda una gran influencia; si no, no podríamos haber evitado tantos escollos, no podríamos haber tenido una relación tan venturosa con nuestros millones de amigos del mundo exterior.

Pero en la historia aparece la crónica de la grandeza y, no olvidemos, la decadencia de muchas empresas - políticas, religiosas, y sociales - todas ellas benignas y prometedoras. Algunas perduraban después de perder su utilidad, pero la mayoría murieron prematuramente. Algunos defectos o debilidades internos acabaron manifestándose claramente afuera. Sus relaciones públicas se vieron afectadas; no se desarrollaron más; se estancaron o se derrumbaron.

La glorificación personal, la soberbia, la ambición obsesiva, el exhibicionismo, la suficiencia intolerante, la loca avidez de dinero o poder, el no querer reconocer los errores y aprender de ellos, la satisfacción de sí mismo, la perezosa complacencia - estos y otros muchos son los típicos defectos que tan a menudo afligen a los movimientos así como a los individuos.

Aunque como individuos nosotros los AA hemos sufrido mucho de estos mismos defectos y, si esperamos mantenemos sobrios y útiles, debemos reconocerlos y enfrentarnos con ellos diariamente en nuestras vidas personales, es cierto, no obstante, que rara vez estas actitudes se han insinuado en nuestras relaciones públicas. Pero algún día pueden hacerlo. No digamos nunca, "eso no puede pasar aquí."

A los lectores del número de julio del Grapevine, les dejó asombrados y les hizo pararse a reflexionar el artículo publicado acerca del movimiento Washingtoniano. Nos resultaba difícil de creer que, hace cien años, en los periódicos de este país aparecieran reportajes entusiásticos acerca de cien mil alcohólicos que se ayudaban unos a otros a mantenerse sobrios; que hoy día la influencia de esta buena obra haya desaparecido tan completamente que muy pocos de nosotros hemos oído hablar de ella.

Echemos una mirada al articulo del Grapevine sobre los Washingtonianos y citemos algunas frases: "Mitin popular en 1841, en el Parque del Ayuntamiento de la Ciudad de Nueva York, atrajo a un auditorio de 4,000 personas. Los oradores hablaban subidos en barriles de ron." "Desfiles triunfales en Boston. El histórico Faneuil Hall estaba hasta los topes." (¿Autopromoción exagerada - exhibicionismo? En cualquier caso, suena muy alcohólico, ¿no?) "Los políticos miraban con ojos ávidos al creciente número de miembros... sus intentos de reclutar votos contribuían a echar a perder los grupos locales." (Nuevamente, huele a ambición personal, y también a una innecesaria participación de los grupos en cuestiones polémicas; la cuestión de más actualidad del momento era la abolición de la esclavitud.) "Los Washingtonianos se sentían muy seguros de sí mismos... despreciaban los antiguos métodos." (Quizás un poco arrogante. No podían aprender de los demás y llegaron a competir, en lugar de cooperar, con otras organizaciones de su mismo campo.)

Al igual que los AA, los Washingtonianos originalmente tenía un solo objetivo: "Se interesaba únicamente en la rehabilitación de los borrachos y Sostenía que no era asunto suyo el que otras personas, que parecían ser poco afectadas por ello, utilizasen el alcohol." Pero más tarde apareció una nueva tendencia: "En las organizaciones locales más antiguas, había una división - algunas permitirían vino y cerveza - otras clamaban a gritos por promulgar leyes que prohibieran el alcohol - en su celo por conseguir nuevos miembros, reclutaron a mucha gente bebedora, pero no necesariamente alcohólica." (Así, el firme y sencillo propósito original del grupo se disipó en vanas controversias y objetivos divergentes.)

Además: "Algunos [de los grupos locales de los Washingtonianos] echaron mano de sus arcas para financiar sus propias publicaciones. No había normas editoriales globales. Los editores de los periódicos locales se metieron en riñas con los editores de los periódicos de temperancia." (Aparentemente, el problema no estaba en el hecho de que tuvieran publicaciones locales. Era más bien que los Washingtonianos dejaron de aferrarse a su propósito original que les hubiera evitado entrar en peleas con nadie; y también el hecho patente de que no tenían ninguna política nacional de relaciones públicas, ni una tradición que todos los miembros estuvieran dispuestos a seguir.)

Estamos seguros de que, silos Washingtonianos originales pudieran regresar a este planeta, estarían encantados de vemos aprender de sus errores. No considerarían nuestros comentarios como una crítica sin objeto. Si hubiéramos vivido en su época, podríamos haber cometido los mismos errores. Tal vez ahora estemos empezando a cometer algunos de ellos.

Así que debemos examinarnos constante y detenidamente, a fin de tener la perpetua seguridad de que, dentro de nuestra Sociedad, siempre seamos lo suficientemente fuertes y estemos suficientemente fijados en nuestro único propósito como para relacionamos apropiadamente con el mundo exterior.

Ahora bien, ¿Tiene AA un política de relaciones públicas? ¿Es todo lo buena que pudiera ser? ¿Son claros sus principios primordiales? ¿Puede responder a futuros cambios de circunstancias?

Ahora que nos encontramos cada vez más a la vista del público, estas preguntas van cobrando mayor importancia para muchos AA. En el número de septiembre del Grapevine, voy a tratar de resumir nuestras normas actuales de relaciones públicas, cómo se desarrollaron y en qué, al parecer de la mayoría de los miembros veteranos de AA, podrían mejorarse para responder con más eficacia a nuestros nuevos y más urgentes problemas.

¡Que siempre estemos dispuestos a aprender de la experiencia!

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