Volver

Hospitalización apropiada: una necesidad apremiante

Mayo de 1947

A pesar de la eficacia global del programa de AA, a menudo necesitamos la ayuda de agencias amistosas ajenas a AA. No hay otro campo en que esto sea más obvio que en el de la hospitalización. La mayoría de nosotros creemos que el fácil acceso a los hospitales y a otros lugares de descanso y recuperación raya en la pura necesidad. Aunque muchos alcohólicos se las han arreglado de alguna manera para recuperarse de una borrachera sin ayuda médica, y aunque algunos de nosotros son de la opinión de que el duro método de "dejarlo sin más" es el mejor, la gran mayoría de los AA creen que el recién llegado cuyo caso es bastante grave tiene una mayor probabilidad de salir adelante si comienza por tener una buena hospitalización. De hecho, vemos muchos casos en los que, sin ayuda médica, la recuperación parecería prácticamente imposible - tan nubladas han llegado a estar sus mentes, incluso cuando se encuentran temporalmente sobrios.

El objetivo principal de la hospitalización no es el de ahorrarle a nuestro candidato la angustia de ponerse sobrio; su verdadero objetivo es hacerle lo más receptivo posible a nuestro programa de AA. El tratamiento médico le aclara la mente, le quita los temblores, y, si esto se hace en un hospital, él se encuentra allí en una situación controlada, y todos sabemos precisamente dónde y cuándo podemos visitarlo. Además, en la mayoría de los hospitales el ambiente es muy conveniente para una buena introducción a AA. El mero hecho de haber acabado en un hospital le convence al nuevo de la gravedad de su condición. Si ha ingresado allí voluntariamente [que debe ser el caso, si fuera posible], por lo general considera la hospitalización como el verdadero comienzo de su sobriedad. Pone, por así decirlo, el "punto final" a su vida de bebedor. Así reconoce que necesita ayuda; que su forma de beber está fuera de control; que no puede hacer esta tarea a solas. Muy a menudo, la hospitalización es lo que le abre el camino hacia la aceptación del muy importante Primer Paso: "Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol - que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables."

Cada año que pasa, nos damos cuenta cada vez más de la tremenda importancia de presentar el programa apropiadamente a cada posible nuevo miembro que siquiera tenga la menor inclinación a escuchar. A muchos de nosotros nos parece que ésta es nuestra mayor obligación para con él, y no cumplir con ella es nuestra mayor negligencia. La diferencia entre una buena y una mala introducción puede significar la vida o la muerte para aquellos que buscan nuestra ayuda. Hemos visto casos muy prometedores, que no recibieron nada mas que nuestra breve y pasajera atención, seguir viajando a tropezones hasta el enterrador, mientras que otros casos, aparentemente imposibles, que recibieron una cuidadosa y compasiva atención, se recuperaron enseguida o volvieron más tarde y lograron su sobriedad.

Para poder dar esta cuidadosa y compasiva atención no hay mejor sitio que los confines de un hospital. Cada vez más grupos de AA van adoptando la idea de "apadrinamiento." A cada recién llegado se le asigna un miembro de AA razonablemente equilibrado, bajo cuya tutela se encuentra durante su breve período de introducción a nuestra manera de vivir. El padrino ayuda a tomar disposiciones para la hospitalización, lleva allí a su ahijado, le visita frecuentemente, y procura que le visiten otros miembros de AA cuyas experiencias pudieran serle de especial utilidad. De esta manera, un candidato, tratado así, ha recibido una poderosa dosis de AA y además tiene una idea bastante clara de cómo es nuestra Sociedad antes de ir a una reunión. En el hospital, tiene tiempo para reflexionar sobriamente sobre su situación, para leer nuestra literatura e intercambiar impresiones con otros alcohólicos que están pasando por la misma experiencia. Comparemos esto con la frecuente situación en la que, por falta de hospitalización, el padrino tiene que intentar hacer que su candidato deje de beber poco apoco en casa, o arrastrarlo, medio aturdido, a una reunión de AA donde el nuevo empieza a cargarse de multitud de impresiones confusas y prejuicios infundados. Aunque muchos de nosotros tuvimos nuestro primer contacto con AA bajo estas circunstancias desfavorables y, no obstante, nos hemos quedado, es probable que haya muchos que no se queden si se les ofrece una introducción tan inadecuada - gente que tal vez se hubiera quedado con nosotros si hubieran sido hospitalizados y apadrinados adecuadamente.

Por lo tanto, nuestras conclusiones, basadas en lo que ahora es una vasta experiencia, son las siguientes: la hospitalización es imperativa en muchos casos; y, debido a que el hospital ofrece una base tan firme para un buen apadrinamiento, es conveniente incluso en casos de menos gravedad, si los candidatos todavía están bebiendo o "nublados" cuando se hace contacto con ellos. Tienen, sin duda, una mayor posibilidad si son hospitalizados.

Hasta fechas recientes, pocos hospitales han querido admitir a los alcohólicos. Casi nunca nos poníamos bien de verdad; éramos difíciles de manejar y molestábamos a los demás pacientes; se nos consideraba más como pecadores que como gente enferma y, en general, desde el punto de vista económico, éramos irresponsables. La típica postura de la administración de un hospital ha sido siempre, y con razón: "¿Por qué molestarse con los borrachos? Apenas podemos tratar a los que están verdaderamente enfermos, gente por la que realmente podemos hacer algo. Desembriagar a los borrachos es una pérdida de tiempo y de dinero."

Afortunadamente, esta actitud va cambiando, porque ahora, tanto para los médicos como para el público en general, está cada vez más claro que un auténtico alcohólico, por falto de carácter que sea, es una persona verdaderamente enferma. La esperanza ahora ha reemplazado la desesperación que durante siglos se sentía en cuanto alas probabilidades de ayudar a los bebedores problema. AA y otras agencias están demostrando ahora que la recuperación es posible para cientos de miles y que la adecuada hospitalización puede y debe desempeñar una parte vital en este proceso.

Aunque la tendencia actual parece estar bien encaminada, todavía no ha producido ningún resultado a gran escala. Excepto unos pocos afortunados, los grupos de AA se encuentran en un aprieto. Deplorablemente, los alcohólicos tienen escasas oportunidades de encontrar hospitalización gratuita o a precio razonable. Cada grupo tiene que arreglárselas como mejor pueda.

Consideremos entonces lo que en general hay disponible hoy día y qué tipo de relaciones debemos cultivar con las agencias existentes para obtener los mejores resultados. Consideremos además el papel que debemos desempeñar para asegurar que las condiciones de hospitalización sean óptimas.

Muchos AA han sido recluidos en manicomios estatales. Aunque el tratamiento que se nos ofrecía en estas instituciones era bastante mejor de lo que muchos pudieran creer, es cierto que el típico superintendente de un manicomio todavía prefiere tratar con locos, El típico demente permanece allí durante un tiempo. Además, en cuanto a los dementes, puede parecer que un manicomio realmente está haciendo algún bien, ya sea por tenerlos bajo custodia o por contribuir a su recuperación. Pero el típico alcohólico, a menos que estuviera completamente loco, era un auténtico dolor de cabeza. Temporalmente chiflado al ingresar, pronto recuperaba su cordura, al menos desde el punto de vista legal, y empezaba a exigir a gritos que le dejaran salir, solo para volver en unas semanas o unos días. No es de extrañar que normalmente a las instituciones nos es gusten los alcohólicos.

Ahora que hay tantos de nosotros que salimos de los manicomios para no volver, por todas partes las autoridades se están volviendo más cooperativas. En muchas instituciones, se coloca a los alcohólicos que pueden y quieren recuperarse en un pabellón aparte. Ya no se les entremezcla con los locos. Se permite que los AA les visiten, y se celebran reuniones dentro de los muros. Aunque, por supuesto, ningún manicomio debe servir como un mero lugar para desintoxicarse, es cierto que los médicos que trabajan allí ahora están mas dispuestos a aceptar casos sin exigir pruebas de sicosis tan contundentes como antes, siempre que a ellos y al grupo de AA cercano les parezca posible lograr la recuperación permanente. Los médicos están también más dispuestos a admitir pacientes prometedores por períodos de tiempo más breves, y a dejar salir antes a aquellos que parecen estar haciendo buenos progresos en el programa de AA. Así que todo grupo de AA cercano a un manicomio en el que se encuentran alcohólicos capaces de recuperarse, normalmente puede forjar estas relaciones deseables con las autoridades; pero nunca deben tratar de decir a los médicos cómo dirigir su institución. Nunca debemos culpar de escéptico a ningún doctor que aun no haya visto AA en acción. Recordemos que es muy probable que él tenga buenos motivos para ser así.

Nuestra experiencia con los hospitales públicos en las grandes ciudades ha sido variada. Por lo general, encontramos mucha desgana a dejar ingresar a nuestros buenos candidatos incluso por unos pocos días, a menos que estén en estado delirante, sicótico o tengan algunas heridas corporales. A estos hospitales les parece que no es justo utilizar sus escasas camas para desintoxicar a los borrachos comunes y corrientes. No obstante, a medida que los hospitales públicos se dan cada vez más cuenta de que estamos facilitando la recuperación de un gran número de sus clientes habituales, se vuelven cada vez más esperanzados y cooperativos. Se nos concede el privilegio de visitar a los pacientes, y se permite que los casos prometedores se queden unos cuantos días. El desarrollo de estas relaciones procede lentamente. El hospital tiene que estar completamente convencido de que estamos facilitando la recuperación de un número de pacientes suficiente como para justificar cualquier consideración especial. Debido a que los hospitales públicos ofrecen tratamiento gratuito o a precio módico, con demasiada frecuencia abusamos de nuestros privilegios. Caemos en la tentación de pedir un trato especial para los que recaen a menudo y no tienen ninguna intención de dejar de beber en un futuro cercano; solemos insistir en hacer visitas a cualquier hora y sin límite en el número de visitantes; tendemos a hacer alardes de AA, diciendo que es el único remedio para el alcoholismo, y así suscitamos el desagrado de los dedicados médicos y enfermeras quienes, de otra manera, estarían encantados de ayudamos. Pero normalmente estos errores naturales se pueden corregir, y acabamos estableciendo una relación amistosa y bien definida, la cual se mantiene en los grandes centros de AA por medio de nuestras oficinas centrales de intergrupo o los comités de hospitales.

Disfrutarnos de muy buenos privilegios en muchos sanatorios y centros de desintoxicación privados. A veces ha ocurrido lo contrario. De vez en cuando hemos visto cierta tendencia de explotar a los alcohólicos - demasiados sedantes, seguir demasiado tiempo con el proceso de disminuir progresivamente la ingestión de alcohol, estancias demasiado largas y costosas, una propensión a hacer mal uso del nombre de AA para fines comerciales, etc. Pero estas tendencias están desapareciendo. Incluso aquellos que pueden verse tentados a tomarse libertades con nosotros se dan cuenta de que, a la larga, la cooperación con AA es mucho más ventajosa que la no cooperación. Pero siempre debemos recordar que, en general, el trato que recibimos en estos lugares es bueno - los que trabajan en algunos de ellos son los amigos más cariñosos que tenemos. No se me debe olvidar que el primer doctor que se tomó un profundo y beneficioso interés en nosotros sigue siendo miembro del cuadro médico de un hospital privado para alcohólicos; que el primer siquiatra que vio las posibilidades de AA y que tuvo el coraje de respaldamos ante sus colegas, forma parte del personal de un manicomio. Si estos excelentes lugares nos ofrecen su amistosa cooperación, con toda seguridad debemos devolver el cumplido.

Muchos sanatorios y hospitales privados son necesariamente demasiado costosos para el alcohólico común y corriente. Por ser muy pocos los hospitales públicos, y por estar a menudo poco disponibles los manicomios y las instituciones religiosas, en general los grupos han tenido dificultades para encontrar instalaciones en donde se pueden hospitalizar a los posibles miembros por unos cuantos día a un precio razonable.

Esta urgencia ha tentado a algunos AA a establecer sus propios centros de desintoxicación, empleando a gerentes y enfermeras AA, y contratando los servicios de un médico que hace visitas periódicas. En los casos en que se ha hecho esto, bajo los auspicios directos de un grupo de AA, casi siempre se ha fracasado. Ha resultado que los AA montan un negocio, un tipo de negocio con el cual muy contados AA tienen la requerida familiaridad. Demasiadas personalidades que se chocan, demasiados cocineros estropeando el caldo, crean una situación que normalmente lleva al abandono de estos esfuerzos. A pesar nuestro, nos ha obligado a ver que un grupo de AA es, primordialmente, una entidad espiritual; que, como grupo, cuanto menos se dedique a los negocios, mejor. A propósito de este tema, debemos mencionar el hecho de que casi todos los proyectos inventados por los grupos para financiar o asegurar las cuentas hospitalarias de sus miembros compañeros también han fracasado. No es únicamente que estos préstamos quedan sin pagar, sino que también surge la pregunta dentro del grupo en cuanto a quiénes los merecen.

En otros casos, los grupos de AA impulsados por una necesidad apremiante de ayuda médica, han emprendido campañas públicas para recoger dinero con el fin de establecer "hospitales de AA" en sus comunidades. Casi sin excepción, estos esfuerzos fallan. Dichos grupos no solamente tienen la intención de montar un negocio hospitalario, sino también la de financiar la empresa solicitando fondos al público en nombre de Alcohólicos Anónimos. Inmediatamente, se plantean todo tipo de dudas; los proyectos se atascan. Los AA conservadores se dan cuenta de que las empresas comerciales o las solicitudes al público que llevan el aval de AA son verdaderamente algo peligroso para todos nosotros. Si esta práctica se generalizara, la tapadera estaría abierta. Los promotores, de AA y otros, tendrían carta blanca.

La búsqueda de tratamiento médico apropiado y a precio razonable ha engendrado otra clase de instalaciones. Estas son las granjas de descanso y centros de desintoxicación, dirigidos por los AA individuales, bajo la adecuada supervisión médica. Estos han resultado mucho más satisfactorios que los proyectos dirigidos por los grupos. Como es de suponer, el éxito que tienen está en proporción exacta con la habilidad directiva y la buena fe del AA encargado. Si es una persona capaz y concienzuda, es posible tener muy buenos resultados; si no lo es, habrá un fracaso. Ya que no son proyectos de los grupos y no llevan el nombre de AA, estas empresas se pueden tomar o dejar. La operación de establecimientos de este tipo siempre está rodeada de dificultades peculiares. Siempre es difícil para el director AA cobrar a los pacientes lo suficiente como para que él pueda vivir con algo de comodidad. Y silo logra hacer, es probable que la gente diga que está profesionalizando a AA, o que "saca dinero de AA." Aunque en la mayoría de los casos esto es un pura tontería, constituye no obstante una seria desventaja. Sin embargo, a pesar de los quebraderos de cabeza que se encuentren, un buen número de estas granjas y centros de desintoxicación están en funcionamiento y parece que pueden seguir funcionando mientras sean manejados cuerdamente, no lleven el nombre de AA, y no se presenten como empresas de AA al solicitar fondos al público. A veces, irreflexiva e inconsideradamente nos aprovechamos del hecho de que una institución esté encabezada por un AA. Le llevamos borrachos solo porque queremos deshacernos de ellos; prometemos pagar la cuenta y no lo hacemos. Se debe felicitar a cualquier AA que pueda dirigir con éxito uno de estos "emporios de borrachos." Es un trabajo duro y a menudo ingrato, aunque le puede traer una profunda satisfacción espiritual. Tal vez sea ésta la razón por la que tantos AA desean intentarlo.

A menudo se plantea la cuestión de qué hacer con un caso grave cuando no hay un hospital disponible. En primer lugar, si es posible, debemos llamar a un médico. Para beneficio del médico, debemos determinar cuánto tiempo ha estado bebiendo nuestro hombre y, especialmente, si se ha tomado muchos sedantes. Bajo ningún concepto debemos nosotros, los profanos en la materia, administrar ningún tipo de sedantes. Esto lo debemos dejar estrictamente en manos del médico.

En algunos lugares, los AA se turnan, las 24 horas del día, atendiendo a un borracho, suministrándole dosis de alcohol cada vez más pequeñas para ayudarle a superar una mala resaca. Aunque a veces este método tiene éxito, el paciente normalmente insiste en incrementar la dosis progresivamente en vez de disminuirla. De vez en cuando tenemos que valernos de la desesperada alternativa de poner a un hombre en la cárcel, especialmente si es violento. Pero cuando no hay otro remedio, paciencia, persuasión y la ayuda de un médico normalmente serán suficientes - si el paciente lo intenta de verdad. Si no lo hace, lo único que se puede hacer es dejarle seguir bebiendo hasta que se harte.

Entre los AA hay mucha discusión sobre las posibles ventajas de diversos tratamientos. En realidad, lo único que nos importa acerca del tratamiento médico es que estemos convencidos de que el médico encargado comprenda a los alcohólicos.

Hay a la vista otras dos posibilidades prometedoras para una hospitalización buena y a precio razonable. Los hospitales generales siguen abriéndonos sus puertas. Al comienzo de la historia de AA, los hospitales católicos de algunas ciudades del Medio Oeste se dieron cuenta de nuestra necesidad y nos aceptaron, fuese cual fuese nuestra religión. Otras instituciones religiosas han seguido su ejemplo, por lo que estamos muy agradecidos. Más recientemente, otros hospitales generales, privados y semiprivados, han empezado a mostrar gran interés. A veces llegan al extremo de reservar pabellones separados para el uso de AA, sólo admiten a los alcohólicos que nosotros recomendamos, nos conceden generosos privilegios de visita, y nos ofrecen precios muy razonables. Los arreglos de este tipo que ya están en funcionamiento han sido tan satisfactorios, tanto para los hospitales como para AA, que es probable que pronto veamos otros muchos similares. En estas situaciones, no participamos en la administración del hospital. Se nos conceden privilegios especiales a cambio de nuestra cooperación.

Se puede decir con toda seguridad que el futuro parece muy prometedor. Pronto tendremos a nuestra disposición mucha más hospitalización, debido a la certeza de que somos gente enferma y hay mucho que se puede hacer por nosotros. Debemos agradecer el trabajo de aquellas agencias ajenas a AA que se están esforzando tanto por favorecer esta tendencia redentora de vidas. Los gobiernos, a nivel de estado, condado y municipio, así como las principales universidades están preconizando nuestra causa. Están bien secundados por varios hospitales y otras asociaciones. Aunque AA tradicionalmente no ejerce ninguna presión política ni publicitaria, podemos, como individuos, dar a conocer nuestra gran necesidad de hospitalización adecuada a todos los posibles interesados, recalcando, por supuesto, que, aunque creemos que la hospitalización es una cuestión médica que les atañe a las comunidades y a los médicos, a nosotros los AA nos gustaría cooperar en todo lo posible.

Volver

Hosted by www.Geocities.ws

1