SEMINARIO AVANZADO

GERENCIA DE LAS ORGANIZACIONES EN VENEZUELA

ENSAYO 1

Participantes: Álvarez Yannery,  Castro Evelin, García Gustavo, Rivero Nereida

 

ENFOQUE MECANICISTA Y ORGANICISTA DE LA ADMINISTRACION

 

Enfoque Mecanicista

 

      La Física Clásica sirvió de base científica  durante los siglos del XVII al XIX, fundamentándose en la teoría matemática de Newton, la filosofía de Descartes y la metodología científica de Francis Bacon. Antes de Newton, el mundo científico estaba dividido entre los seguidores de Francis Bacon, propulsor del método inductivo y empírico y los de René Descartes con el método deductivo y racional. Newton combinó ambos métodos sosteniendo que era imposible teorizar a través de métodos desprovistos de una interpretación sistemática y viceversa. (García, 2003, p18).

 

      La Física Clásica se convirtió en el siglo XVIII en la base de todas las ciencias, imponiéndose la visión mecanicista y reduccionista del universo: “la materia constituía la base de toda existencia y el mundo material se concebía como un gran número de objetos ensamblados a una gran máquina…por consiguiente, el complejo significado de los fenómenos naturales se podía deducir reduciéndolos a sus partes constitutivas básicas y descubriendo los mecanismos que los ponen en funcionamiento”. (Capra citado por García, op. cit.).

  

      Newton sostenía que todo evento resultante era consecuencia de una causa previa. La estructura de relaciones para explicar los acontecimientos humanos se expresaban en una relación de causa-efecto, conocida en la teoría de Dirección de Empresas como premisas o condiciones iniciales y a través de las cuales y mediante un proceso matemático se lograba explicar la relevancia de una o más causas sobre la variable dependiente que representaba el efecto. (Lozano, 2005). Esto corresponde a una visión predecible del comportamiento del universo que con el surgimiento de la física moderna con la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica quedó desplazada mostrando “…que el universo evoluciona del caos al orden hacia estados cada vez más complejos, en oposición al estado de entropía máxima derivado de la física clásica mediante el cual el universo en algún momento se detendrá”. (García, op. cit.).

 

      El enfoque mecanicista en la administración esta enmarcada en la visión filosófica correspondiente al modernismo que “tiende a gerenciar el contenido  socioeconómico centrándose en el “homo economicus”…” (Lozano, op. cit.). El modernismo corresponde a un período histórico referido a la época que continuó después de la Edad Media.

 

      Entre las características de la modernidad de acuerdo a Griffin  (citado por Lozano, op. cit.) existieron cambios ideológicos, técnicos y políticos. Entre los principales cambios ideológicos están el culto a la ciencia y el conocimiento generado mediante el método científico, el progreso de la tecnología y la liberalización del capitalismo. Entre  los cambios técnicos están la industrialización de la producción, que surgió con la Revolución Industrial y el traspaso del trabajo del hombre a las máquinas. Entre los cambios políticos estuvo la entrada de las masas como agentes en la arena política (e.g. Revolución Francesa) y el surgimiento del Estado Nación como parte del sistema mundial. Todos estos cambios estaban enmarcados dentro del pensamiento lineal de la mecánica newtoniana.

 

      La Revolución Industrial generó una nueva sociedad basada en el consumo de bienes materiales y estableció nuevas relaciones entre una nueva clase emergente, el empresario y otra clase, el trabajador. La planificación de la producción y la organización del trabajo estaban en desorden, se trabajaba para obtener la máxima ganancia pero sin una metodología apropiada. Por esto no es de extrañar, que las principales corrientes de pensamiento en la administración estuviesen enmarcadas dentro del modernismo y el mecanicismo como ejes filosóficos y epistemológicos.

      Al respecto, se analizarán los enfoques mecanicistas de Frederick Taylor (1856-1915) y  Henri Fayol (1841-1925) por considerarse los más importantes.

 

      Taylor al observar las deficiencias en la organización del trabajo tales como: falta de claridad en las responsabilidades entre gerentes y trabajadores, decisiones administrativas basadas en corazonadas e intuiciones y un conflicto permanente entre patronos y trabajadores ya que las ganancias de unos eran a expensas del otro, propuso que la administración y organización debían ser tratadas mediante el método científico apoyándose en la observación y la medición.

 

       De igual forma, sostenía que era posible analizar científicamente las tareas desarrolladas por los trabajadores individuales, con la intención de descubrir los procedimientos más adecuados (the best way), y por tanto más eficientes en el ámbito operativo, que pudieran proporcionar el máximo incremento de la productividad en la empresa. El desarrollo de este argumento se apoya de forma significativa en la premisa de la identidad de objetivos, que según Taylor, unían a los trabajadores y a la dirección de la empresa: la maximización de las ganancias. Es por ello que propuso un sistema de incentivos salariales para los trabajadores, a los que consideraba motivados únicamente por cuestiones económicas, como condición para lograr el aumento de eficiencia empresarial”. (La Evolución de la Administración de empresas como campo de estudio. [1]

 

      En esta cita destaca la interacción de la visión modernista de la administración y el enfoque mecánico; modernista en cuanto a que el planteamiento de motivación está centrado en el “homo economicus”, tanto los patronos como los trabajadores estaban sólo interesados en la maximización de las ganancias. De acuerdo a esto cualquier otro valor carecía de importancia, por ejemplo el bienestar espiritual del trabajador y su realización como persona. La otra interacción con el  modernismo observada es la fe en que el método científico proporcionaría la solución para el aumento de la eficiencia (Griffin, 1991, citado por Lozano, 2005).

 

      Taylor  hace énfasis en el desarrollo de las tareas, en el diseño de técnicas de racionalización del trabajo del obrero, acompañada por una estructura general de la empresa coherente a la aplicación del siguiente conjunto de principios:

 

 

      De estos principios se pueden extraer las premisas del enfoque mecanicista:

      Este enfoque "taylorista" (analítico, reduccionista y mecanicista), tuvo su continuación en estudios y trabajos posteriores entre los que destacaron los del matrimonio Gilbreth (Frank B. y su esposa Lillian E. Moller), que planteaban la subdivisión de cada tarea en elementos fundamentales para estudiarlos independientemente, así como en conjunción, buscando eliminar aquellos que fueran innecesarios o antieconómicos. La síntesis de los elementos que quedaban, generarían el nuevo método. Otra contribución relevante la realizó por esa misma época Charles Bedaux, quien normalizó la medida del tiempo necesario con relación al minuto tipo, considerando incluidos en éste los descansos necesarios. Importantes fueron también los trabajos de Henri L. Gantt, al que se deben los diagramas de barras que aún hoy se utilizan en la programación de producción, secuenciación de tareas y gestión de proyectos. [2].

      Por su parte, Henri Fayol (1841-1925) fue el primero que desarrolló una teoría que vinculaba racionalmente los elementos de la administración con sus principios. Se diferencia con Taylor en que parte de la organización como un todo, y de su estructura para garantizar la eficiencia de las partes que la componen. “Taylor proponía alcanzar este objetivo a través de la racionalización del trabajo del operario y por la suma de  la eficiencia de cada operario”. (La Evolución de la Administración de Empresas como Campo de Estudio, op. cit.).

 

      Asimismo, Fayol propuso dividir las operaciones de la organización en seis funciones básicas: técnicas, comerciales, financieras, seguridad, contables y administrativas. Se concentró en estas últimas ya que opinaba que eran el aspecto más descuidado de la empresa y procedió a dividir la administración en cinco funciones: (Stoner. 1998, p39)

·        Planificación: idear un curso de acción para cumplir las metas organizacionales.

·        Organizar: movilizar los recursos materiales y humanos de la organización para poner en práctica los planes.

·        Dirección: dirigir a los empleados y lograr que hagan su trabajo.

·        Coordinar: significa asegurarse de que los recursos y actividades de la organización estén funcionando armoniosamente en la consecución de las metas deseadas.

·        Control: revisar los planes para verificar que se estén efectuando debidamente.

 

      Otro aporte importante de Fayol fue enunciar catorce principios, “prescriptivos” con la idea de indicar como se debe administrar una organización: división del trabajo, autoridad y responsabilidad, unidad de mando, unidad de dirección, subordinación del interés individual al bien común, remuneración, centralización, jerarquía, orden, equidad, estabilidad del personal, iniciativa, espíritu de equipo.

 

      Para Fayol y Taylor el objetivo era el mismo; obtener la máxima eficiencia de la empresa. Las premisas de este enfoque básicamente son las mismas:

·        Concepción mecanicista de la empresa, la cual es vista como un sistema con pocas variables conocidas y previsibles y por aspectos que pueden ser manipulados por los principios universales de la administración. Esto origina una visión determinista y aislada de la organización, que difiere de la realidad.

·        Se basa en la misma motivación de Taylor: la satisfacción económica.

·        La organización es concebida en términos rígidos y abstractos, sin tomar en cuenta los aspectos psicológicos y sociales.

 

      Esta perspectiva de la gerencia tiende a objetivar al trabajador bajo la condición de recurso humano, vinculado a la estructura de la organización por medio de las tareas que se emprenden en los centros de trabajo funcionales     (concepción mecanicista de la estructura organizativa que la configuran) (Lozano, 2005).

 

      Como se ha visto con anterioridad, el enfoque mecanicista de la administración,  basado en las teorías de Fayol y Taylor, está inscrito dentro del pensamiento de la corriente modernista, en virtud de que:

·        Taylor y Fayol sostenían que la única motivación del trabajador era la económica, coincidiendo con el modernismo donde había un auge por el materialismo y el consumismo. La Revolución Industrial incrementó la producción de bienes en una proporción nunca antes vista. Estos bienes debían ser vendidos y esto originó una necesidad mayor en cuanto a la satisfacción económica  a través de la remuneración de las recién creadas empresas industriales. A su vez, motivó a pensar inicialmente en el “homo economicus”, sólo orientado hacia lo material.

·        El enfoque mecanicista se basaba en la creencia de que sólo el método científico podía generar el conocimiento necesario para obtener la máxima eficacia de las organizaciones. Pero los resultados obtenidos fueron consecuencia de abstracciones traducidas en formalismos y premisas que desechaban la parte social y psicológica del hombre y sólo se orientaban hacia la meta propuesta: maximización de ganancias sin responsabilidad social de las empresas.

·        De acuerdo a Llano, (citado por Lozano, 2005) el modernismo en la administración se ha manifestado: 1) concentrándose en la búsqueda del bienestar individual en lugar del bienestar común o colectivo. Esto se observa en los sistemas de evaluación de Taylor para la remuneración del trabajo que se regían por alcanzar estándares de producción individuales y no por equipo, se premiaba el esfuerzo individual no el colectivo. 2) concibiendo a la gente con bajo contenido de pertenencia al  “mundo vital”, del ideologismo empirista, que conciben la empresa sin contenido humano explícito. Los trabajadores eran considerados máquinas que mediante una selección y un entrenamiento adecuados estaban programados para efectuar la labor con la máxima eficiencia. 3) centrando su preocupación primaria en la organización de la gente, en lugar de propiciar su sentido de pertenencia con espontaneidad.

 

      Las propuestas de Fayol se concentraban en la organización de la empresa más que en buscar una relación más profunda entre trabajador-empresa, se alquilaba su trabajo,  no se buscaba establecer un compromiso ni una relación ganar-ganar.

      El análisis de todo lo anteriormente expuesto, conlleva a concluir, que aunque las teorías clásica y científica  ofrecieron grandes aportes al proceso de la administración, también tuvieron sus debilidades y entre las criticas formuladas se pueden citar: la mecanización de la administración, la cual desestima el crecimiento del trabajador, al no permitirle su colaboración y aportes a la organización, el recurso humano está asociado con el cumplimiento de una labor, evidenciándose que el mayor interés del gerente radica netamente en el desarrollo económico de la organización, lo que implica una gran debilidad considerando la importancia que tiene el recurso humano en cualquier organización, como lo  indica Herreros [3] “Las investigaciones y estudios empíricos  muestran que los recursos más diferenciadores, y por lo tanto con mayor capacidad competitiva, son el conocimiento y el capital humano”. Este enfoque de la administración de empresas esta enmarcado bajo la visión filosófica correspondiente al modernismo que “tiende a gerenciar el contenido  socioeconómico centrándose en el “homo economicus”…” (Lozano, 2005).

Enfoque Orgánico

 

La visión que aplicamos a nuestras organizaciones y con la cual las conducimos es heredada directamente de la física newtoniana del siglo XVII; el clásico idealismo mecanicista de la física de Newton, insuficiente para abarcar los problemas y complejidades que las empresas enfrentan al comienzo del siglo XXI.

 

Isaac Newton (1642-1727), por medio de la física basada en sus métodos empíricos e inductivos buscaba representaciones dogmáticas de causalidad incondicional, separación perfecta del mundo exterior y del mundo interior y el logro de una completa objetivación. La postura de la Modernidad, rigió el pensamiento filosófico de la Aclaración o Ilustración, que describió al mundo racional en términos de empirismo objetivado.

En contraposición a la Modernidad  a mediados del siglo XX, surge el pensamiento postmoderno, la postura Postmoderna del pensamiento filosófico es escéptica; renuncia a la certeza, no afirma nada, revisa la historia y se fija en la aparición de lo que es efímero, diferente e inconstante, como las modas y la sociedad de consumo, con sus "valores" arbitrarios y volubles, la publicidad, etc. Gianni Vattimo, uno de sus mayores exponentes, la denomina pensamiento débil, considera que sólo hay superficie, apariencia, nada esencial; en moral todo es válido, es el permisivismo,  o ideología del “todo vale”. Todo vale por un breve tiempo, y luego pasa; todo es cambiante y relativo, etc. Podemos concluir, pues, que la modernidad ya no goza de plena actualidad; tampoco está particularmente vigente una filosofía que se inspire en un modelo científico.

Desde diferentes ámbitos, los filósofos Heisenberg, Levi-strauss, Nietzsche y otros, sostuvieron que la realidad no es fija, cognoscible y objetivable, sino más bien, es un constructo por segmentos. La postmodernidad definida, delimitada y conformada por: Baudraillard, Lyotard, Habermas, Vattimo, y otros, abarca un rechazo de lo moderno como lo único valioso infundiendo nuevos  valores, estéticos, culturales, sociales y económicos.

La postmodernidad es un nuevo paradigma en el ámbito las ciencias socioeconómicas, en lo que respecta a la dirección de empresas, Llano (citado por Lozano, 2005), destaca que la postmodernidad busca reivindicar los valores interiores o espirituales del ser humano en la empresa, lo asocia al mundo de las relaciones primarias, de contenido adhocrático, limita el enfoque a partir de una visión de lo pequeño, los problemas sociales y sus soluciones desde la dirección de empresa. Por otra parte, enfatiza que la postmodernidad implica condiciones de incertidumbre, riesgo y desfragmentación no programables, adaptabilidad a los cambios, temporalidad relativa, cambios en principios sociales entre otros.

Es importante resaltar también, que la fuente de la fuerza de la empresa postmoderna es el cambio, con una cultura orientada hacia el futuro, una misión  basada en direcciones y valores y cuyo recurso es la información, lo que conduce a aseverar que la empresa postmoderna se construye en el nuevo universo tecnológico, virtual y de la información mundial.

En este orden de ideas, podríamos afirmar que la visión postmoderna  de la dirección de empresa está enfocada  en un sistema orgánico, es decir, en un sistema no estable sujeto a cambio e innovación.

Enfoque, modelo, teoría son algunos de los términos utilizados para identificar la perspectiva orgánica de las organizaciones. El adjetivo orgánico fue planteado por primera vez por Burns y Stalker, para referirse a la necesidad que tienen las organizaciones de adecuarse a entornos cambiantes que requieren de rápidas adaptaciones. En este sentido, la organización es vista como un sistema capaz de acomodarse con flexibilidad a los cambios ambientales por lo que al enfoque orgánico también se le asocia con el enfoque ambiental o sistémico. El planteamiento bajo este enfoque, relativo a  las organizaciones es que ésta es un sistema caracterizado por la informalidad, trabajo en grupo y comunicación abierta; condiciones necesarias para trabajar bajo incertidumbre y ambientes turbulentos, dinámicos y cambiantes.

Luego de un trabajo realizado por Tom Burns y G. Stalker en una industria electrónica que confrontaba una alta tasa de cambio comercial y una tasa muy alta de progreso tecnológico, estos descubren la necesidad de un sistema distinto al mecanicista, y que ambos denominan “organística”. Sugieren que no existe un único tipo de arreglo organizacional que es efectivo y eficiente para todas las situaciones; la organización mecanicista es la mejor bajo condiciones estables y la empresa organística es la que está en mejores condiciones de confrontar situaciones turbulentas en el mercado o de “caos organizado” (Eric Gaynor, Buenos Aires, 1997).

El enfoque orgánico o sistemático expone la interdependencia de las variables internas y externas. En virtud de la apreciación de las organizaciones como sistemas se considera que estas poseen:

 

·        Partes o componentes que están relacionados entre si.

·        Normas que rigen las relaciones entre las partes.

·        Una finalidad u objetivo.

·        Un medio ambiente con el que interactúa.

·        Un ciclo de eventos que indica el proceso de sistema.

·        Capacidad para asimilar cambios que permitan la utilización más eficiente de los recursos: personas, equipos, capital, tiempo, motivación, etc.[4]

Una  organización que se desempeña bajo el enfoque organístico  u orgánico  tiene distintivas características entre las que se destacan: el alto nivel de compromiso con la organización e involucramiento de las personas que la integran, el desempeño se basa en la confianza, óptimos sistemas de comunicación (comunicación lateral), de asesoría y de apoyo, identificación con la organización, el trabajo en equipo o en red,  se orienta hacia la gerencia del conocimiento, las variables externas determinan las funciones y los roles, el valor superior es la lealtad y responsabilidad, alta motivación, capacidad de sus integrantes para trabajar bajo presión o incertidumbre. [5]

Bajo la sombra del enfoque orgánico han surgido varias teorías entre las que destaca la Teoría de Sistemas. El enfoque de esta teoría ha sido utilizado tanto en ciencias físicas y biológicas como en ciencias sociales. Su principal exponente  fue Ludwing Von Bertalanffy a través de sus trabajos, publicados entre 1950 y 1968 en el intento de lograr una metodología integradora para el tratamiento de problemas científicos. Sobre estas bases se constituyó en 1954 la Society for General Systems Research, cuyos objetivos fueron los siguientes:

·         Investigar el isomorfismo de conceptos, leyes y modelos en varios campos y facilitar las transferencias entre aquellos.

·         Promocionar y desarrollar  modelos teóricos en campos que carecen de ellos.

·         Reducir la duplicación de los esfuerzos teóricos.

·         Promover la unidad de la ciencia a través de principios conceptuales y metodológicos unificadores.

La Teoría General de sistemas emerge como una respuesta al debilitamiento  presentada por el enfoque reduccionista y mecanicista basándose en la noción de totalidad orgánica y sus conceptos son aplicables a fenómenos humanos sociales y culturales, no busca solucionar problemas o intentar soluciones prácticas, pero sí producir teorías y formulaciones conceptuales que puedan crear condiciones de aplicación en la realidad empírica en diferentes campos del saber.

En este orden de ideas, en el año 1961  Katz y Kahn desarrollaron un modelo de organización más amplio y complejo, mediante la aplicación de la teoría de sistemas y la teoría de organizaciones. Ellos afirmaban que las organizaciones constituyen una clase o sistema social, el cual a su vez se considera un sistema abierto. Se entiende que el estudio de sistemas conceptualiza a la organización como un ente que procesa información, identificándose la información de entrada y la información de salida, y al procesado de información por la organización. Se entiende que el retorno de información desde la salida (la retroalimientación)  reactiva el sistema.

Al ser considerada la organización como un sistema abierto, es pertinente indicar las características comunes de los sistemas abiertos: 

 

·        Importación de energía. Toda organización social, al igual que las organizaciones biológicas, necesitan influjo de estimulación desde el ambiente externo, ya sea de otras organizaciones, de la gente, o de otros elementos del ambiente.

 

            Las características anteriormente descritas, las cuales refieren además el proceso interno que permite la estabilidad de la organización, son cónsonas con el enfoque orgánico de las organizaciones, en virtud de que son capaces de adaptarse con flexibilidad a los cambios ambientales, por lo que se le asocia con el enfoque ambiental o sistémico, donde la empresa organística puede operar exitosamente bajo condiciones inestables. Estos motivos hacen necesario recursos humanos adaptables y flexibles que pueden responder efectivamente, donde las tareas y actividades no pueden seguir dividiéndose para cada una de las distintivas funciones. Las consecuencias en este nuevo arreglo organizacional son de largo alcance y de gran impacto: la información, el conocimiento, la autoridad y el poder, entre otros, son redistribuidos por los propios participantes organizacionales, y muchas veces en oposición a lo establecido por la cúspide de la pirámide y por el organigrama formal.

 

Por otra parte, en este tipo de arreglo organizacional, es necesario que las personas realicen su trabajo con conocimiento de un propósito general y teniendo en cuenta la situación que vive la empresa como una totalidad. La interacción entre los participantes organizacionales se rigen primordialmente por relaciones laterales que comienzan a tener una activa participación además de las naturales relaciones verticales. La cúspide de la organización deja de ser omnipotente. “La estructura formal es reemplazada por valores, creencias y conductas institucionales en la forma de ideología, compromisos y maneras alrededor de una imagen de interés en la escena comercial e industrial’. Tom Burns y G. TalkerMechanistic and Organic Systems’ (1961).

 

            En atención a los argumentos expuestos, podemos considerar lo siguiente: 

  

En el presente siglo, caracterizado por el auge de la tecnología y las ciencias, las innovaciones tecnológicas generan un ambiente extremadamente dinámico, que implica el conocimiento por parte de todos los actores de la organización de las nuevas tecnologías, de las comunicaciones, de la economía, así como la internacionalización de los mercados entre otros, y por otra parte, exponen una serie de exigencias nuevas en la administración, que hacen necesario la reconstrucción de las organizaciones. 

 

Como consecuencia de los paradigmas emergentes derivados la globalización, se están dando cambios obligados en los sistemas de organización y formas de producción moderna. Se pasó de una producción rígida a una flexible, caracterizada por la automatización de los procesos productivos con un solo sistema integrado de producción y comercialización.

 

En este orden de ideas, la producción rígida de las organizaciones (estructuras estables), o flexibles (estructuras cambiantes), están enmarcadas en el enfoque mecanicista u orgánico. La relación existente entre las prácticas administrativas y el ambiente externo de las empresas, muestran que las empresas poseen dos sistemas organizativos, el mecanicista que funciona en condiciones ambientales estables y el orgánico en condiciones ambientales de cambio e innovación. Los enfoques mecanicista y orgánico no son antagónicos, sino dos extremos de variedades de modelos organizacionales [7].

 

Lo anteriormente expuesto, conlleva a inferir que aquellas empresas con operaciones estables necesitan estructuras diferentes de aquellas organizaciones con tecnologías cambiantes, las estables requieren de un sistema mecanicista, mientras que las innovadoras necesitan un sistema orgánico y que el ambiente determina la estructura y funcionamiento de las organizaciones.

 

Si se profundiza en dichos enfoques, se observa que el impacto ambiental y tecnológico, son variables que influyen poderosamente sobre las características de las organizaciones, la tecnología podría entenderse como una variable ambiental que influye en las organizaciones de afuera hacia adentro, sin que ellas puedan ejercer el control total. 

 

 

Fuentes Consultadas:

 

[1] Autor desconocido. (La Evolución de la Administración de empresas como campo de estudio. Disponible en:

http://www.ugr.es/~calbacet/alumnos/restringido/oae/transparencias/OAE-TEMA1-COMPLEMENTO.pdf

 

 

[5] Burns,  & Stalker, G.M. Grandes expertos en cambio organizacional II. Disponible en: http://www.theodinstitute.org/articulos/grandes2_burns.htm

 

[4] Desarrollo del Pensamiento Administrativo. Disponible en:

http://www.mty.itesm.mx/daf/deptos/or/or00-811/cap2k.htm

 

García, M. (2003). Nuevos Tiempos: Organizaciones y Planificación. Barquisimeto: Universidad Yacambú.

 

[2] Historia de la Ingeniería de Organización. Disponible en:  http://io.us.es/Publicaciones/Buscadores/Historia_Ing_Org.htm

 

[3]  Herreros, C. Disponible en:

http://www.gestiopolis.com/recursos/documentos/fulldocs/ger/empintuch.htm.

 

[7] Quintero, T. Comportamiento Organizacional. Disponible en:

http://www.gestiopolis.com/recursos/documentos/fulldocs/ger1/cotahis.htm

 

Lozano, A. (2005). Ebook. La Gerencia de las Organizaciones en Venezuela. Universidad Yacambú. Barquisimeto.

 

Robbins, S. (2004). Comportamiento Organizacional. México: Prentice may. Stoner, J.; Wankel, Ch. (1998). Administración. México: Prentice Hall.

 

[6] Terán, O. Modelado de Organizaciones. Disponible en:

http://cfpm.org/~oswaldo/AvanceMonografia.pdf
 

 

 

 

 

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