Geografías Postmodernas I

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Localizando los orígenes de las geografías postmodernas

 

 

 

Edward Soja

 

 

 

 

 

 

 

Geografías Postmodernas.

Las primeras voces insistentes de la Geografía crítica humana postmoderna surgieron a fines de los años sesenta, poco escuchadas en ese contexto. Por más de una década, el proyecto especializante continuó extrañamente enmudecido por la reafirmación de la primacía de la Historia sobre la Geografía, que abarcaba tanto al marxismo occidental como a la ciencia social liberal en una visión prácticamente santificada del pasado eternamente acumulativo. Uno de los cuadros más abarcativos y convincentes de esa contextualización contínuamente histórica fue trazado por C. Wright Mills en su retrato modelo de la imaginación sociológica (Mills, 1959). El trabajo de Mills ofrece un provechoso punto de partida para la espacialización de la narrativa histórica y es la reinterpretación del curso de la teoría social crítica.

La espacialidad silenciada del historicismo

Mills mapea una imaginación sociológica profundamente enraizada en una racionalidad histórica -lo que Martin Jay (1984) llamaría de "totalización longitudinal"- que se aplica igualmente bien a la ciencia social crítica y a las tradiciones críticas del marxismo.

(La imaginación sociológica) "es una cualidad mental que ayuda a los individuos a usar la información y a desarrollar el raciocinio para llegar a conclusiones lúcidas de lo que está ocurriendo en el mundo y de lo que puede estar sucediendo dentro de ellos mismos (...) Ningún estudio social que no retorne a los problemas de la biografía, de la historia y de sus intersecciones en la sociedad completa su jornada intelectual" (Mills, 1959).

Recorro la descripción de Mills de lo que es esencialmente la imaginación social para ilustrar la lógica atrayente del historicismo, la reducción del sentido y de la acción a la constitución y a la experiencia temporales del ser social. (...) Sin duda, esas "historias de vida" tienen también una geografía; tienen ambientes, localidades inmediatas y localizaciones provocativas que afectan el pensamiento y la acción. La imaginación histórica nunca está desprovista de espacio, y los historiadores sociales críticos escribieron algunos de las mejores geografías del pasado. Pero son siempre el tiempo y la historia quienes generan los "continentes variables" primordiales en esas geografías. Esto parece igualmente claro, que la orientación crítica sea descripta como sociológica, en vez de política o antropológica -o en rigor, fenomenológica, existencialista, hermenéutica o materialista histórica. Una geografía ya prepara el escenario, ya que la construcción intencionl de la historia dicta la acción y define el camino.

(...) El historicismo ha sido convencionalmente definido de muchas maneras diferentes. En Keywords, Raymond Williams (1983), por ejemplo, se presentan tres alternativas contemporáneas que él describe como: 1.- "neutro" -método de estudio que usa datos del pasado para rastrear los antecedentes de los acontecimientos actuales; 2.- "deliberado" -énfasis en las condiciones y contextos históricos variables como estructura privilegiada para la interpretación de todos los eventos específicos; y 3.- "hostíl" -un ataque a todas las interpretaciones y previsiones basadas en nociones de necesidad histórica o en leyes generales del desarrollo histórico.

Quiero dar un toque adicional a esas opciones, definiendo al historicismo como una contextualización histórica hiperdesarrollada de la vida social y de la teoría social, que oscurece y periferaliza activamente la imaginación geográfica o espacial. Esta definición no niega el poder y la importancia extraordinarias de la historiografía como modalidad de discernimiento emancipatorio, sino que identifica al historicismo con la creación de un silencio crítico, con una subordinación implícita del espacio al tiempo, que mina las interpretaciones geográficas de la mutabilidad del mundo social y se entromete en todos los niveles del discurso teórico, desde los más abstractos conceptos ontológicos del ser hasta las explicaciones más detalladas de los acontecimientos empíricos. (...)

La ambivalente espacialidad de Foucault

Las contribuciones de Foucault para el desarrollo de la Geografía Humana Crítica deben ser arqueológicamente desenterradas, pues el enterró su mirada espacial precursora en brillantes vueltas de discernimiento histórico. Sus observaciones más explícitas y reveladoras sobre la importancia relativa del espacio y del tiempo aparecen, no en sus grandes obras publicadas, más sí, de manera casi inócua, en sus conferencias y en dos entrevistas reveladoras: "Questions on Geography" (Foucault, 1980) y "Space, Knowledge & Power" (Rabinow, 1984).

(...) Burlándose del "espacio interno" de la brillante poética de Bachelard (1969) y de las descripciones regionales intencionales de los fenomenologistas, Foucault concentró nuestra atención en otra espacialidad de la vida social, en un "espacio externo" o espacio efectivamente vivido (y socialmente producido) de los lugares y de las relaciones entre ellos:

"El espacio en que vivimos, que nos retira de nosotros mismos, en el cual ocurre el desgaste de nuestra vida, nuestra época y nuestra historia, el espacio que nos desgasta y corroe es también, en sí mismo, un espacio heterogéneo. En otras palabras, no vivimos en una especie de vacío dentro del cual podamos situar cosas e individuos. No vivimos en un vacío pasible de ser coloreado por matices variados de luz, sino en un conjunto de relaciones que delinea localizaciones irreductibles unas de las otras, absolutamente no superponibles entre sí." (Foucault, 1986)

"Sí. El espacio es fundamental en cualquier forma de vida comunitaria; el espacio es cualquier fundamental en cualquier ejercicio del poder. Haciendo una observación entre paréntesis, recuerdo haber sido invitado por un grupo de arquitectos en 1966, para hacer un estudio del espacio, de algo que, en la época, yo llamaba de heterotopías, esos espacios singulares encontrados en determinados espacios sociales, cuyas funciones son diferentes o hasta opuestas a otras. Los arquitectos trabajaron en ello y, al final del estudio, surgió una voz de un psicólogo sartreano que me bombardeó diciendo que el espacio era reaccionario y capitalista, y que la Historia y el devenir eran revolucionarios. Ese discurso reaccionario no era poco común en esa época." (Foucault en Rabinow, 1984).

Contemplando el espacio por los ojos de John Berger

Tal como Foucault, John Berger hace pesar la intersección entre tiempo y espacio en prácticamente todos sus textos. Dentro de sus obras más recientes se destacan "A Question of Geography" y And our faces, my heart, as brief as photos" (1984). Simbolizando su insistente balance entre Historia y Geografía, linaje y paisaje, período y región, Berger inicia ese pequeño volumen con la afirmación: "La Parte I es sobre el tiempo. La Parte II es sobre espacio". Los temas inclusivos siguen en consonancia con esto: la primera parte rotulada de "Un día" y la segunda de "Aquí" -ninguna intrínsecamente privilegiada, ambas necesariamente tratadas en conjunto. 

(...) Para dejar claro su punto de vista, el realiza una modificación en el contexto del sentido y de la interpretación, que gira en torno al carácter de simultaneidad versus secuencia, espacialidad versus historicidad y geografía versus biografía. Al hacerlo, él comienza a disponer una serie de argumentos que definen la transformación postmoderna contra las determinaciones históricas y anuncian vivamente la necesidad de una narrativa explícitamente espacializada.

El primero de los argumentos postmodernos se basa en el reconocimiento de una profunda reestructuración de la vida contemporánea inducida por la crisis, que resulta en modificaciones significativas en la "apariencia de las cosas" (The Looks of Things, 1974)... Esa reestructuración, para Berger, implica una recomposición fundamental del modo de narración, derivada de una nueva conciencia de que debemos tomar en cuenta "la simultaneidad y la extensión de los acontecimientos y de las posibilidades" para dar sentido a lo que vemos. 

(...) Tal como ocurre con Foucault, la reafirmación del espacio en la teoría social crítica no requiere la subordinación antagónica del tiempo y la historia, una sustitución y una reposición simplista. Ella constituye, al contrario, a la convocación a un equilibrio interpretativo adecuado entre el espacio, el tiempo y el ser social, o aquello que ahora es posible denominar más explícitamente, de creación de Geografías Humanas, construcción de la Historia y constitución de la sociedad... Es el predominio del historicismo del pensamiento crítico que se cuestiona y no la importancia de la Historia. Casi que invirtiendo por completo la imaginación sociológica de Mills, Berger observa que cualquier narrativa contemporánea que ignore la urgencia de la dimensión espacial es incompleta y adquiere el carácter simplificado de una fábula.



 

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Última modificación: 16 de Mayo de 2008
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