Geografía Latinoamericana

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1.- Algunas reflexiones sobre el concepto de espacio

2.- La violencia de la información 

 

 

 

Milton Santos*

 

 

 

 

 

 

Milton Santos, (Brotas de Macaúba, 1926-Sao Paulo, 2001)

1.- ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO DE ESPACIO

El propio concepto de espacio, tal como nosotros lo hemos propuesto en otros lugares (Santos, 1978 y 1979), parece ser una de las fuentes de duda más frecuentes entre los estudiosos del tema. Entre las cuestiones paralelas a la discusión principal surgen muy frecuentemente algunas que podríamos resumir del siguiente modo: ¿qué caracteriza, particularmente, el estudio de la sociedad a través de la categoría espacio? ¿cómo considerar, en la teoría y en la práctica, los ingredientes sociales y «naturales» que componen el espacio para describirlo, definirlo, interpretarlo y, finalmente, encontrar lo espacial? ¿qué caracteriza el análisis del espacio? ¿cómo pasar del sistema productivo al espacio? ¿cómo abordar el problema de la periodización, de la difusión de las variables y el significado de las «localizaciones»?

La respuesta es sin duda ardua, en la medida que el vocablo espacio se presta a una variedad de acepciones... a las que venimos a añadir una más. Resulta también ardua en la medida que sugerimos que el espacio así definido sea considerado como un factor de la evolución social, y no solamente como una condición. Intentemos, sin embargo, dar respuesta a las diversas cuestiones.

Consideramos el espacio como una instancia de la sociedad, al mismo nivel que la instancia económica y la instancia cultural-ideológica. Esto significa que, en tanto que instancia, el espacio contiene y está contenido por las demás instancias, del mismo modo que cada una de ellas lo contiene y es por ellas contenida. La economía está en el espacio, así como el espacio está en la economía. Lo mismo ocurre con lo político-institucional y con lo cultural­ideológico. Eso quiere decir que la esencia del espacio es social. En ese caso, el espacio no puede estar formado únicamente por las cosas, los objetos geográficos, naturales o artificiales, cuyo conjunto nos ofrece la naturaleza. El espacio es todo eso más la sociedad: cada fracción de la naturaleza abriga una fracción de la sociedad actual. Tenemos así, por una parte, un conjunto de objetos geográficos distribuidos sobre un territorio, su configuración geográfica o su configuración espacial, y el modo como esos objetos se muestran ante nuestros ojos, en su continuidad visible, esto es, el paisaje; por otra parte, lo que da vida a esos objetos, su principio activo, es decir, todos los procesos sociales representativos de una sociedad en un momento dado. Esos procesos, resueltos en funciones, se realizan a través de formas. Estas formas pueden no ser originariamente geográficas, pero terminan por adquirir una expresión territorial. En realidad, sin las formas, la sociedad, a través de las funciones y procesos, no se realizaría. De ahí que el espacio contenga a las demás instancias. Está también contenido en ellas, en la medida que los procesos específicos incluyen el espacio, sea el proceso económico, sea el proceso institucional, sea el proceso ideológico.

Un elemento de discusión aducido frecuentemente tiene que ver con el hecho de que, al definir el contexto, podríamos estar incluyendo dos veces la misma categoría o instancia. Por ejemplo, cuando definimos el espacio como la suma del paisaje (o, mejor aún, de la configuración geográfica) y de la sociedad. Pero eso, justamente, indica la imbricación entre las instancias. Como las formas geográficas contienen fracciones de lo social, no son solamente formas, sino formas-contenido. Por esto, están siempre cambiando de significado, en la medida que el movimiento social les atribuye, en cada momento, fracciones diferentes del todo social. Puede decirse que la forma, en su cualidad de forma-contenido, está siendo permanentemente alterada, y que el contenido adquiere una nueva dimensión al encajarse en la forma. La acción, que es inherente a la función, está en armonía con la forma que la contiene: así, los procesos sólo adquieren plena significación cuando se materializan.

El movimiento dialéctico entre forma y contenido que preside el espacio, es igualmente el movimiento dialéctico del todo social, aprehendido en y a través de la realidad geográfica. Cada localización es, pues, un momento del inmenso movimiento del mundo, aprehendido en un punto geográfico, un lugar. Por eso mismo, gracias al movimiento social, cada lugar está siempre cambiando de significado: en cada instante las fracciones de la sociedad que incorpora no son las mismas.

No debe confundirse localización y lugar. El lugar puede ser el mismo, las localizaciones cambian. El lugar es un objeto o conjunto de objetos. La localización es un haz de fuerzas sociales ejerciéndose en un lugar.

Además, como una misma variable cambia de valor según el período histórico (sinónimo de áreas temporales de significación, o, aún, de los modos de producción y sus momentos), el análisis, cualquiera que sea, exige una periodización, so pena de errar frecuentemente en nuestro esfuerzo interpretativo. Tal periodización es tanto más simple cuanto mayor sea la extensión territorial del estudio (los modos de producción existen a escala mundial), y tanto más compleja y susceptible de subdivisiones cuanto más reducida es la dimensión del territorio. Cuanto más pequeño es el lugar examinado, tanto mayor es el número de niveles y determinaciones externas que inciden sobre él. De ahí la complejidad del estudio de lo más pequeño.

Además cada lugar tiene, en cada momento, un papel propio en el proceso productivo. Este, como es sabido, está formado de producción propiamente dicha, circulación, distribución y consumo.

Sólo la producción propiamente dicha tiene relación directa con el lugar, y de él adquiere una parte de las condiciones de su realización. El estudio de un sistema productivo debe considerar ésto, tanto si nos referimos al dominio agrícola o al dominio industrial. Sin embargo, los demás procesos se dan según un juego de factores que interesa a todas las otras fracciones del espacio. Por eso mismo, además, el propio proceso directo de producción es afectado por los demás (circulación, distribución y consumo), justificando los cambios de localización de los establecimientos productivos.

Como los circuitos productivos se dan en el espacio de forma desagregada, aunque no desarticulada, la importancia que tiene cada uno de aquellos procesos, en cada momento histórico y para cada caso particular, ayuda a comprender la organización del espacio.

Por ejemplo, la tendencia a la urbanización en nuestros días, e incluso su perfil, ha sido explicada por la importancia adquirida por el consumo, por la distribución y por la circulación, al mismo tiempo que el trabajo intelectual adquiere una mayor presencia en detrimiento del trabajo manual. Por otra parte, la propia segmentación tradicional del proceso productivo (producción propiamente dicha, circulación, distribución, consumo) debería ser corregida para incluir, en lugar destacado, como ramos autonomizados del proceso productivo propiamente dicho, la investigación, el control, la coordinación, la previsión, paralelamente a la mercadotecnia y a la propaganda. Ahora bien, la organización actual del espacio y la llamada jerarquía entre lugares debe mucho, en su realidad y en su explicación, a estos nuevos eslabones del sistema productivo.

Volvamos a las cuestiones iniciales: ¿contienen al espacio?; ¿el espacio los contiene?; ¿no son éstas preguntas que se resuelven por su propio enunciado, frente al análisis de lo real? En realidad, éste solamente puede ser aprehendido si separamos, analíticamente, lo que aparece como característicamente formal, de su contenido social. Debiendo este último ser objeto de una clasificación lo más rigurosa posible, que permita considerar la multiplicidad de combinaciones. Cuanto más ajustada sea esa clasificación, más fecundo será el análisis y la síntesis.

La selección de variables no puede ser, todavía, aleatoria, pero debe considerar el fenómeno estudiado y su significación en un momento dado, de manera que las instancias económica, institucional, cultural y espacial sean adecuadamente tenidas en cuenta.

En: Espacio y Método, Geocrítica 65, 1986.-


2.- La violencia de la información 

Uno de los trazos marcantes del actual período histórico es, pues, el papel verdaderamente despótico de la información. Conforme ya vimos, las nuevas condiciones técnicas deberían permitir la ampliación del conocimiento del planeta, de los objetos que lo forman, de las sociedades que lo habitan y de los hombres en su realidad intrísneca. Aún en las condiciones actuales, las técnicas de la información son principalmente utilizadas por un puñado de actores en función de sus objetivos particulares. Esas ténicas de la información por tanto son apropiadas por algunos Estados y por algunas empresas, profundizando así los procesos de creación de desigualdades. Es de este modo que la periferia del sistema capitalista termina siendo aún más periférica, sea porque no dispone totalmente de los nuevos medios de producción, sea porque le escapa la posibilidad de control. 

Lo que es transmitido a la mayoría de la humanidad es, de hecho, una información manipulada que en lugar de aclarar, confunde. Esto es aún más grave, ya que, lo que llega a las personas, como también a las empresas e instituciones hegemónicas, es ya el resultado de una manipulación; tal información se presenta como ideología. El hecho de que, en el mundo actual, el discurso antecede casi obligatoriamente a una parte sustancial de las acciones humanas -sean ellas la técnica, la producción, el consumo, el poder- explica el por qué de la presencia generalizada de lo ideológico en todos estos puntos. No es de extañar, pues, que realidad e ideología se confundan en la apreciación del hombre común, sobre todo porque la ideología se inserta en los objetos y se presenta como cosa.

Estamos frente a un nuevo "encatamiento del mundo", en el cual el discurso y la retórica son el principio y el fin. Este imperativo y esta omnipresencia de la información son insidiosos, ya que la información actual tiene dos rostros, uno por el cual ella busca instruir, otro por el cual ella busca convencer. Este es el trabajo de la publicidad. Si la información tiene hoy esas dos caras, la cara de convencer se torna mucho más presente, en la medida en que la publicidad se transformó en algo que anticipa a la producción. Luchando por la supervivencia y la hegemonía en función de la competitividad, las empresas no pueden existir sin publicidad, la que se transformó en el nervio del comercio.

Hay una relación carnal entre el mundo de la producción de la noticia y el mundo de la producción de las cosas y de las normas. La publicidad tiene hoy, una penetración muy grande en todas las actividades. Antes había una incompatibilidad ética entre anunciar y ejercer ciertas actividades, como en la profesión médica o en la educación. Ho todo se propaga, y la propia política está subordinadam, en gran parte, a sus reglas.

Los medios nacionales se globalizan, no solamente en los estilos y las mismas fotografías y titulares, sino por los protagonistas más presente. Se falsifican los eventos, ya que no es propiamente el hecho lo que los medios nos dan, sino una interpretación, esto es, la noticia. Pierre Nora, en un buen texto cuyo título es "El retorno del hcheo"  (en História: Novos problemas, 1974), recuerda que en la aldea, el testimonio de las personas que comunican lo sucedido, puede ser cotejado con el testimonio del vecino. En una sociedad compleja como la nuestra, solamente vamos a saber lo que sucedió en la ruta próxima dos días después, mediante una interpretación marcada por los rumores, visiones, preconceptos e intereses de las agencias. El suceso es entregado elaborado al lector, al radioescucha, al telespectador, y es por eso también que se producen en el mundo de hoy, simultáneamente, fábulas y mitos.

*En: Por otra Globalización, Ed. Record, RJ-SP, 2000.-



 

 

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Última modificación: 16 de Mayo de 2008
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