LAS TREPANACIONES PRECOLOMBINAS

Oscar A. Quiroga (*)

De la academia Boliviana de Cirugía

Las culturas andinas tienen un desarrollo milenario, desde la aparición de grupos nómadas en los Andes, hasta el asentamiento del Imperio del Sol en su portentosa capital el Cuzco, se calcula un lapso de 12 a 14.000 años. En el transcurrir del tiempo, se fueron sumando experiencias a las que contribuyeron con valioso aporte la civilización Chavin, los estados de Tiahuanaco, y de Huari, y más que ninguno el fecundo imperio Chimú que sobresalió en la hidráulica permitiéndoles disfrutar de "fastuosa opulencia", los incas les disputaron a los chimús hegemonía y los sometieron, asimilando su cultura superior.

Las extraordinarias obras de las civilizaciones andinas están plasmadas, de manera diversa, en la monumental urbe Tiahuanaco, en los admirables canales de irrigación realizados por los chimús que sostuvieron el importante desarrollo de la agricultura; en las extensas vías de comunicación construidas en el incario paralelas al proceso de expansión; en el alto nivel que alcanzó la cerámica; en la extraordinaria riqueza artística de los textiles; en la organización administrativa que impusieron los incas, posibilitando la expansión territorial que le dio magnitud de gran imperio al incario; en el uso universal del idioma quechua, que hizo factible la acción civilizadora con los pueblos sometidos; el sorprendente desarrollo de la medicina y particularmente, de las acciones quirúrgicas en las que sobresalen las trepanaciones, que son mucho más que las corrientes trepanaciones de los pueblos primitivos, tema del que nos ocupamos a continuación.

Las trepanaciones.

En 1867, Wyman y Nott en Estados Unidos, Brocca y Nelaton en Francia, examinaron el llamado cráneo de Squier, procedente del antiguo Perú. Para Brocca y Nelaton, que hicieron un estudio conjunto, la trepanación se hizo para evacuar un probable hematoma subdural (coágulo o colección de sangre intracraneal). También Nott y D¡Harcourt pensaron que hubo hemorragia intracraneal.

En el Perú las investigaciones fueron numerosas. En el trabajo de J. O. Trelles se presentan catorce casos. Del capítulo dedicado a las trepanaciones, nos interesan sus conclusiones: las indicaciones de las trepanaciones habrían sido: a) Traumatológicas, b) Inflamatorio- infecciosas, c) Infecciosas específicas: sifilíticas o tuberculosas, d) Oncológicas, vale decir tumorales y e) Sintomáticas: en Epilepsias y cefaleas.

E. Rocca y F. Graña revisan el tema de las trepanaciones precolombinas dando un paso más hacia la solución del las interrogantes, pues realizaron esta cirugía con el instrumental de entonces, evacuando con éxito un hematoma intracraneal. No obstante esta extraordinaria iniciativa, aún puede preguntarse: queda pendiente fundamentar las motivaciones que inducían a la cirugía?.

La bibliografía boliviana es limitada, Poznaski, un arqueólogo de prestigio, sólo nos aporta algunos criterios especulativos en los aspectos médicos. Sus estudios son esencialmente de cráneometría (mediciones del cráneo) e indudablemente utilizó un numeroso material de cráneos, muchos con trepanaciones.

Su muestra iconográfica comprende una pieza importante, un cráneo dolicocéfalo deformado, dividido en el plano sagital para su estudio (fig. 1). Esta pieza presenta impresiones digitales en la cara interna de los huesos que conforman la caja craneana. Las impresiones digitales corresponden a las circunvoluciones cerebrales, son consecuencia de un cerebro en desarrollo aprisionado en una caja craneana inextensible, que no le deja crecer y lo somete a presiones aumentadas, origen de los síntomas clínicos de hipertensión intracraneal.

Iguales manifestaciones clínicas se presentan si un hematoma intracraneal (coágulo o colección de sangre) o un tumor le disputan espacio al cerebro dentro la cavidad craneal. Coincidimos con Asenjo, en que las trepanaciones estaban motivadas por la sintomatología de hipertensión intracraneal. Nosotros deducimos que el cuadro clínico de hipertensión intracraneal, (dolores de cabeza, vómitos explosivos, deterioro del nivel de conciencia, visión doble, disminución de la agudeza visual) estaba clínicamente individualizado por los cirujanos de la época, dada la alta incidencia de cráneos deformados (fig. 2) y de traumatismos de cráneo.

La hipertensión intracraneal en cráneos deformados debió haber sido del conocimiento y dominio de los cirujanos precolombinos, conocimiento que pudo tener aplicación en otras situaciones de su experiencia, por ejemplo la hipertensión intracraneal presente en casos de hematomas intracraneales, y por tanto dar lugar a intentos quirúrgicos que coincidieran con la evacuación del hematoma.

La frecuencia de campañas bélicas con diversos tipos de lesiones craneales traumáticas producidas por pedradas, garrotazos y otras armas de combate, proporcionaban sin duda un sinnúmero de oportunidades quirúrgicas, entre ellas los hematomas intracraneales mencionados. Se citan ejércitos en campaña de 250.000 hombres en el incario de Wayna Capac. Se mencionan 30.000 muertos en el campo de batalla, en la lucha que libraron los jefes militares Cari y Zapana, cifras que hablan de batallas cruentas.

Céspedes y Villegas (1976), estudian el material antropológico de cráneos precolombinos, del Museo Nacional de Arqueología. En 418 cráneos examinados encuentran 25 con trepanaciones (6%), 21 cráneos tienen trepanaciones únicas y cuatro tienen trepanaciones dobles, hay dos casos de trepanación sagital, las demás trepanaciones son laterales, sin predominio de lateralización.

El número de trepanaciones parietales es mayor a la de las temporales. Todas las trepanaciones son circulares (fig. 3 y 5). Estás localizaciones coinciden con el sitio más frecuente de ubicación de los hematomas intracraneales (subparietales y subtemporales). Las trepanaciones bilaterales pueden representar exploraciones quirúrgicas en ambos lados del cráneo.

Los autores mencionados afirman que radiológicamente comprobaron neoformación ósea en todas las trepanaciones, desde una lámina cortical hasta el cierre total, resultado de una prolongada supervivencia.

Recordamos que en momias se observó suturas de piel cicatrizadas y debajo trepanaciones, importante elemento de juicio que también demuestra sobrevida.

J. de la Via, cita el uso de medicamentos vegetales, apoyado en otros autores, se refiere a la coca (erythroxylum coca) como analgésico y anestésico quirúrgico y al chamico(datura estramonium), que habría sido utilizado en bebidas narcóticas que pueden causar sueño profundo. El chamico posee el mismo alcaloide que la belladona.

No es necesario insistir en la técnica quirúrgica, Asenjo y otros autores se refieren con autoridad a ello. Simplemente puntualizamos que el TUMI (fig. 4) fue el instrumento utilizado para realizar la trepanación, según la técnica empleada en la trepanación usaron también punzones (fig. 5), y vendas elásticas colocadas alrededor del cráneo como método de hemostasia (control de la hemorragia del cuero cabelludo).

Concluyendo, las trepanaciones precolombinas en Bolivia, fueron realizadas por motivos médicos, con muy alta probabilidad con indicaciones quirúrgicas basadas en el cuadro de hipertensión intracraneal conocido por los trepanadores, según nuestra aportación a la fundamentación de este criterio, y por supuesto también por motivos rituales religiosos, o supersticiosos que no hemos analizado.

BIBLIOGRAFÍA

1. A. Asenjo: Notas históricas de Neurocirugía. Neurocirugía Vol. XI- Cap. 21: 1- 8, 1990.
2. H. Boero Rojo: La civilización andina. Alcegraf, 19
3. D. E. Ibarra Grasso: La verdadera historia de los Incas. Los Amigos del Libro, 1969.
4. G. Céspedes Gutierrez y V. H. Villegas: La trepanación Pre- colombina en territorio boliviano. Ed. La Paz, Bolivia.
5. J. De la Vía: Neurología y Neurocirugía en el imperio de los incas. Rev. Historia de la Medicina, No. 1: 24, 1990.Cap. IV, Ed. Maloine, París, 1939.
6. J. O. Trelles y E. Fernández: Sobre las Trepanaciones Craneanas en el Antiguo Perú. Rev. De Neuro- Psiquiatría, Tomo XIII, No. 3, 359-424, 1950.
7. H. Fabre: Los incas Oikos-tau, s.a.- ediciones, Barcelona, España, 1975.



(*) Miembro titular del Grupo de Estudio del Desarrollo Nacional Boliviano. GEDENABOL.

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