Los Pardos

 

De esoañol y negro: MulatoEn el siglo XVIII se generalizó en Venezuela el empleo del término pardos para designar de manera imprecisa a los que descendían del cruce étnico entre negros y blancos. Utilizábase ya este vocablo desde el siglo XVII para identificar, simplemente, un color de la piel, que necesariamente era oscuro, intermedio entre blanco y negro.

Con este sentido lo usa fray Lorenzo de Zaragoza en 1694, cuando expresa en un memorial al gobernador de Nueva Andalucía, «…que el alférez Diego de Escobar en Cumanacoa, de color pardo y Pedro Montero, también pardo, acompañen y estén en todo subordinados y sujetos a las órdenes del corregidor de esta misión…» Juan de Solórzano precisaba, en cambio, para 1647, en su Política indiana, que «…los hijos de negros, y negras libres se llaman morenos, o pardos…» Esta definición la va a repetir Juan Antonio Navarrete en Venezuela casi siglo y medio después, cuando sostenía que «…pardos y morenos se llaman los hijos de negros y negras…» Pocas veces, en realidad, se asignaba ese origen a los pardos venezolanos, ya que se les tuvo generalmente por hijos de una mezcla de grupos raciales diferentes.

En Caracas se consideraba como pardos legítimos en 1774, a quienes «…resultan de blanco y negro o a lo menos de tercerón con cuarterón o quinterón…» El Cabildo caraqueño en 1788 asentaba claramente que los pardos «…tienen su origen en la unión de los blancos con negras…» Esa aparente precisión no evitaba que a los mismos se les asignaran otras denominaciones, algunas de las cuales tenían a veces, además de cierta gracia, una significación opuesta a la que implica la anterior acepción de pardo.

La de «morenos» ha sido una de ellas, y se le encuentra desde el siglo XVI, sobre todo en los libros de bautismos de la catedral de Caracas. El término de «mulatos» se empleó también desde aquella centuria con mucha frecuencia, por el de pardos. José Gumilla sostenía que de europeo y negra sale mulato, y daba para éste las mismas variaciones que otorgaba a los mestizos.

Hacia 1774 en Caracas se argumentaba que los mulatos «…son mezclados de blanco y negro…», con lo cual coincidió en 1805 el arzobispo Francisco de Ibarra, quien explicaba que «…los descendientes de la mezcla de negro y blanco son los conocidos únicamente por mulatos…» En general, según estas apreciaciones, entre éstos y los pardos no había diferencia alguna, ni siquiera la que estableció Solórzano cuando afirmó que el nombre de mulatos se debe a «…tenerse esta mezcla por más fea y extraordinaria, y dar a entender con tal nombre que le comparan a la naturaleza del mulo…» Ese vocablo proviene, en verdad, del árabe, de una voz que significa mezclado o mestizo.

De español y Mestiza: CartizaEl «zambo» (mezcla de indio y negra, o viceversa), «morisco» (hijo de español y mulata), «coyote» (mezcla de mestizo e india), «tente en el aire» (hijo de zambo y tercerón o cuarterón) e incluso, hasta el mestizo, solían ser mencionados en el siglo XVIII como integrantes del «gremio de los pardos».

De esta forma, dicho término se hacía muy genérico y confuso, aunque para muchos pardos no existía duda alguna de que su característica principal era la de ser «mezclados de blanco y negro». Manifestaron, por eso, algunos de ellos la pretensión de no considerar como legítimo pardo al mulato cruzado con indio o con nuevo aporte de negro, ya que estos cruces, en lugar de elevar al pardo, lo llevaban a una «inferior esfera».

Por este peculiar prurito de limpieza de sangre, se llegó hasta impedir el ascenso en el batallón de milicias de Pardos a algún mulato acusado de zambo, coyote o «tente en el aire». El desarrollo demográfico de los pardos en Venezuela comenzó unos 30 años después que se había iniciado el de los mestizos, pues los primeros esclavos negros arribaron a territorio venezolano alrededor de 1528, en número muy menguado.

Durante todo el siglo XVI la incorporación de población negra fue en extremo escasa, por lo que la mezcla entre españoles y africanos tuvo que ser mucho más limitada que la que se produjo entre aquéllos y los indios. En la centuria siguiente, la hibridación entre negros y blancos alcanzó un importante progreso, como consecuencia del mayor ingreso de negros que fue exigiendo el incremento de una agricultura de plantaciones. El siglo XVIII se inició, por tanto, con el surgimiento, especialmente en la provincia de Caracas, de grupos de pardos tan notorios que empezaron a inquietar a las autoridades coloniales. En esa centuria, por lo demás, el crecimiento de los mulatos llegó a su apogeo, puesto que el cultivo del cacao elevó la entrada de esclavos a un número mayor que el registrado en los siglos anteriores.

Los pardos tuvieron, entonces, su ubicación preferente en las zonas donde el trabajo extenuante, como el de las plantaciones, no concentró mano de obra indígena. La región de Barlovento, las áreas costaneras y los valles centrales, se consagraron como los espacios donde los hijos del cruce entre blancos y negros, parecían predominar. Esa mezcla, que fue favorecida por las mismas razones que estimularon la de españoles e indígenas, se produjo fundamentalmente a partir de enlaces consensuales, por lo que los pardos, al igual que los mestizos, siempre fueron vistos en la puntillosa sociedad colonial Españon e India: Mestizocomo «…una generación propagada no por la santa alianza de la Ley, sino por las torpes uniones reprobadas por la religión…» No presentaron los pardos una situación social uniforme, ya que entre ellos hubo los que estuvieron sujetos a la esclavitud y los que permanecieron libres, quienes, después de 1700, constituyeron el estrato más numeroso.

Las disposiciones que existían para otorgar la manumisión a los esclavos, como la que permitía a los padres blancos conceder la libertad a sus hijos mulatos, fueron decisivas para la formación de esa amplia capa social.

La suerte de los pardos libres no fue siempre la misma, pues en el siglo XVI gozaron éstos de algunos de los derechos de que disfrutaban los europeos, como el de ser admitidos en las órdenes sagradas o el de poder contraer matrimonio con blancos. Posteriormente quedaron los mulatos reducidos a una especie de casta inferior, huérfanos de casi todas las ventajas que concede la libertad.

Desde 1621 se les prohibió el acceso a cargos públicos, y no podían siquiera desempeñar los oficios de porteros en el Real Consulado ni en la Universidad; se les excluía desde 1643 del servicio militar en las tropas permanentes, sin contar que en las milicias les estaba vedado todo grado superior al de capitán; una pragmática real de 1776 les impidió el matrimonio con gente blanca. Los pardos además, estuvieron alejados de toda posibilidad de ascenso social por la educación, puesto que carecían de facilidades para adquirir sistemáticamente niveles aceptables de instrucción. A este grupo no le quedó otro destino que el de ejercer los oficios de las personas que la sociedad colonial conceptuaba de «baja calidad».

De los pardos salieron los artesanos, los pulperos, los arrieros y en general, todos aquellos trabajadores que podían adquirir cierta habilidad a través de una práctica sencilla y rutinaria. Esa desventajosa situación tendió, sin embargo, a mejorar en las postrimerías del siglo XVIII, cuando por razones más interesadas que altruistas, surgieron disposiciones que concedían a los pardos libres un importante margen para intentar disminuir las trabas que les impedían su desarrollo social. La conocida real cédula de 1795 de «gracias al sacar» fue uno de los hechos que estimularon sus aspiraciones de promoción. Por ella podían adquirir con cierta cantidad de reales de vellón, la calidad de blanco y supuestamente, todos los derechos que esa condición implicaba.

Blanco criollo en romeriaNo obstante, los blancos criollos, con quienes los pardos libres se hallaban casi siempre en conflicto, se encargaron de reducir los efectos de aquella concesión de la Corona. Se permitió también a la «gente de color», desde 1797, ingresar en las Escuelas de Medicina y ejercer el oficio de médico, en virtud de la escasez de blancos en esta actividad. A pesar de los motivos que inspiraban esa gracia, ella colocó a los pardos en una situación más adecuada para obtener prestigio social y económico. Las múltiples restricciones a que estuvieron sometidos los pardos durante la Colonia, no impidieron, con todo, su desarrollo demográfico, pues, por el contrario, ellos salieron de ese período con un apreciable incremento.

En todas las ciudades del país, hallábase este grupo, al comenzar el siglo XIX, formando gremios y cofradías, atendiendo una diversidad de oficios que se habían hecho indispensables en las nuevas magnitudes urbanas. Su número se amplió a tal nivel que se hizo imposible establecer diferencias estrictas entre los variados estratos de la «gente de color». Pardo dejó de ser, por ello, al iniciarse el proceso independentista, el hijo del simple cruce entre negros y blancos; su significado se extendió hasta abarcar a toda persona que surgía de cualquiera de las mezclas étnicas posibles en aquella época. Es a ese tipo de pardo al que se refieren los historiadores que sostienen que alrededor del 80% de la población venezolana de la etapa colonial estaba formada por pardos. A ellos aluden también los escritores que hablan de «pardocracia» para insinuar el predominio numérico de esa capa social. J.E.L.

 

1. zambo , ba. (Del lat. vulg. strambus, bizco, de forma irregular , este del lat. strabus, y este del gr.  στραβός , der. de  στρέφειν, torcer).
adj.   Dicho de una persona: Que por mala configuración tiene juntas las rodillas y separadas las piernas hacia afuera. U. t. c. s. 

2. Nav.  yRioja.  patiestevado.  U. t. c. s. 

3. Am.  Dicho de una persona: Hijo de negro e india, o al contrario. U. t. c. s. 

4. m.  Mono americano que tiene unos seis decímetros de longitud, y la cola prensil y casi tan larga como el cuerpo. Tiene el pelaje de color pardo amarillento, como el cabello de los mestizos zambos, hocico negro y una mancha blanca en la frente, rudimentales los pulgares de las manos, muy aplastadas y abiertas las narices, y fuertes y acanaladas las uñas. □ V. pepa de zambo.

BIBLIOGRAFÍA: ARCAYA, PEDRO MANUEL. Estudio sobre personajes y hechos de la historia venezolana. Caracas: Tipografía Cosmos, 1973; BOZA, GUILLERMO. Estructura y cambio en Venezuela colonial. Caracas: Fondo Editorial Común, 1973; CORTÉS, SANTOS RODULFO. El régimen de las «Gracias al Sacar» en Venezuela durante el período hispánico. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1978. 2 v.; LEMMO, ANGELINA. Y tenemos de todos los reinos: opúsculo tentativo sobre la idiosincrasia del venezolano. Caracas: Fondo Editorial Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela, 1986; LUNA, JOSÉ RAMÓN. Los pardos: una clase social de la colonia. Guanare: Dirección de Cultura y Publicaciones del Estado Portuguesa, 1968; MORENO GÓMEZ, LUIS. País pardo. Caracas: Cromotip, 1987; PELLICER, LUIS FELIPE. La vivencia del honor en la provincia de Venezuela. 1774-1809. Estudio de casos. Caracas: Fundación Polar, 1996; SISO, CARLOS. La formación del pueblo venezolano: estudios sociológicos. 6ª ed. Madrid: Publicado por el «Escritorio Siso», 1982; VALLENILLA LANZ, LAUREANO. Cesarismo democrático. 5ª ed. Caracas: Universidad Santa María, 1984; __. Disgregación e integración: ensayo sobre la formación de la nacionalidad venezolana. Caracas: Tipografía Garrido, 1953.
HEMEROGRAFÍA: RODRÍGUEZ, MANUEL ALFREDO. «Los pardos libres en la Colonia y la Independencia». EN: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 299, julio-septiembre, 1992.

Extraído de http://www.simon-bolivar.org/bolivar/los_pardos.html.

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