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LECTURA Y REFLEXIÓN: ABORTO

CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES
29 DE AGOSTO DE 2008

"SI DEUS NOBISCUM QUIS CONTRA NOS"



Orden de Caballería de Notre Dame de Sion y del Santo Espíritu
Santa María en Jerusalén
(HOL 070 - HOL 071)

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 29 de Agosto de 2008 A.D.
Conmemoración del martirio de San Juan Bautista


Aborto

“Porque apenas sonó la voz de tu salutación en mis oídos ha saltado de gozo el niño en mi seno.”
(San Lucas 1,44)


I

¿Que es el Aborto?
Es la interrupción dolosa del proceso fisiológico del embarazo causando la muerte de la concepción o feto dentro o fuera del claustro materno, viable o no.

La expresión aborto, deriva de la expresión latina Abortus:
Ab = mal.
Ortus = nacimiento.

Vale precisar. Parto anticipado. Privación de nacimiento. Nacimiento antes del tiempo.

Los ordenamientos legales en el capítulo de aborto, tutelan la vida humana dependiente. Es decir de aquella vida humana que no tiene calidad de persona, siendo un ser concebido pero no nacido.
Considerando fundamentalmente que las leyes tutelan o protegen a una vida intrauterina.


II

De verdad les digo que no es mi intención, en esta ocasión, hablar de legalidad Jurídica. Creo con total sinceridad que ningún corazón humano, que ninguna mano debería suprimir la filiación divina.

¿Acaso Dios se manifiesta una vez que el ser ve la luz de este mundo? No.
La energía trascendente ya está concedida antes de la concepción.
Nadie, salvo Dios, tiene el derecho de no permitir la llegada de la vida a esta vida.

Seguramente ustedes creen en el desgarrador grito de esos inocentes que alguien no les permite nacer, que son muertos en el vientre materno antes de que vengan a la luz... a nuestro mundo.

Yo creo en ese desgarrador grito de los inocentes e indefensos.

Ese grito irremediablemente hiere los oídos de Dios.


III

Decía anteriormente que “ese grito desgarrador lo sentimos en nuestro corazón y Dios lo escucha... hiriéndonos a todos...”
El conflicto del aborto, desde luego, es un problema científico, político, económico, social, cultural, de educación y falta de respeto a lo más sagrado, la vida. Pero también es, por eso lo “sentimos y nos hiere en vergüenza propia y ajena”, fundamentalmente un profundo problema moral para cualquier ser humano de bien, sea o no creyente.

Todo hombre y toda mujer, si no quieren negar su conciencia y defienden la vida y la dignidad humana, deben oponerse rotundamente y sistemáticamente por todos los medios lícitos a su alcance para que las leyes no permitan la muerte violenta de seres inocentes e indefensos.

Entendiendo que la dignidad de la persona humana tiene su más profundo fundamento en el hecho de ser hijos de Dios y hermanos de Jesucristo.

Debemos valorar en toda su dimensión el drama inconmensurable del aborto como un atentado contra esta dignidad sagrada. Más que de obligaciones adicionales, habría que hablar de una más profunda y plena comprensión del valor de la persona humana, gracias a nuestra fe, como fundamento para nuestra actitud en favor de la vida, ya que sabemos que el olvido de Dios lleva con liviandad y facilidad al olvido de la dignidad humana.

La práctica del aborto genera situaciones con las cuales se hace difícil convivir, ya que el permanente silencio del inocente siempre es más fuerte que la clamorosa vos de los culpables, generándose así un “sentir vergüenza social” por el hecho criminal cometido, y una irremediable culpa moral. Esta, de hecho, es un pecado u error grave contra el infinito valor de la filiación divina.

Los mandamiento que dieron sustento ético y moral a la humanidad por milenios, son muy claros cada uno de ellos, siendo el quinto mandamiento de fácil lectura y comprensión. No matarás.

Cometer esta falta es excepcionalmente grave, más cuando no es en defensa propia. Más aún cuando la victima es inocente e indefensa de toda defensa. Siendo sus ejecutores aquellos que tienen particular obligación humana y profesional de respetar la vida, velar por su cuidado y desarrollo antes y después de nacer.


IV

No solo se impone de forma exclusiva a los cristianos el respeto a la vida.
Basta la razón y el sentido común para exigirlo, basándose en el análisis de lo que es y debe ser una persona. Constituido por una naturaleza racional, el hombre es un sujeto personal, capaz de reflexionar por sí mismo, de decidir acerca de sus actos y, por tanto, de su propio destino.

En cuanto a los derechos y los deberes recíprocos de la persona y de la sociedad, incumbe a la moral iluminar las conciencias; al derecho, precisar y organizar las prestaciones, existiendo un conjunto de derechos que la sociedad no puede conceder porque son anteriores a ella, teniendo la misión moral y espiritual de preservar y hacerlas valer.

La mayoría de estos derechos, los llamados hoy en día “derechos del hombre” o “derechos humanos”, los cuales son arbitrariamente manipulados según conveniencia y oportunidad, de cuya formulación se ufanan los “recientes descubridores”.

El primer derecho de una persona humana es su vida, condicionando éste a todos los demás. No perteneciendo a la sociedad ni a la autoridad pública, sea cual fuere su forma, reconocer este derecho a uno y no reconocerlo a otros: cuando esto sucede, que de hecho esta situación está a la orden del día, se incurre en una intolerable discriminación.

Podemos decir que el sólo propósito de pensar en cometer un aborto se incurre en la mayor de las discriminaciones, y de pasar al hecho concreto se convierte en un acto delictivo, desde lo físico, moral y espiritual produciéndose la muerte de un ser vivo, con el agregado y agravante de la muy posible muerte de la mujer que se expone a esa ilegal e inconcebible e infausta práctica.

El respeto a la vida humana debe ser respetada desde que comienza el proceso de la generación, vale recalcar, desde la fecundación del óvulo queda inaugurada una vida que no es ni la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo.


V

Se me hiela la sangre en el corazón cuando leo cómo las Misioneras de La Madre Teresa recorren las clínicas y hospitales donde se practican abortos, para recoger los fetos aún con vida, y cantarles canciones de cuna, en un gesto de infinita ternura y de amor maternal. ¿Humor negro? No, sencillamente amor apasionado por la vida y por los seres indefensos, víctimas del egoísmo materno y de un infame negocio mercantil.

Cuando en cierta ocasión el periodista Ralf Rolls de la BBC de Londres le hizo una entrevista telefónica, a la Madre Teresa entre otras preguntas estaba ésta: Madre Teresa, ¿Preferiría usted que el aborto fuera ilegal?

«Yo no quiero hablar de legalidad o ilegalidad. Sólo pienso que ningún corazón humano, que ninguna mano de hombre debería levantarse para suprimir la vida de Dios en nosotros. Y hasta en el feto está la vida de Dios; y nosotros no tenemos el menor derecho de destruir esa vida. Toda vida debe ser respetada, ya sea de un hombre, de una mujer, de un niño, lo mismo da.» (I)

Todo miembro adulto y responsable de una sociedad civilizada tiene el deber de defender la vida y la dignidad humanas.
Por profundas razones, los cristianos en su totalidad, debemos aún más asumir esta responsabilidad, por Dios y por su Bendito Hijo.

Las declaraciones de Pío XII formula el principio en toda su universalidad, en el discurso a la Unión Médica Italiana San Lucas, del 12/9/44:

«Mientras un hombre no sea culpable, su vida es intocable, y es por tanto ilícito cualquier acto que tienda directamente a destruirla, bien sea que tal destrucción se busque como fin, bien sea que se busque como medio para un fin, ya se trate de vida embrionaria, ya de vida camino de su total desarrollo o que haya llegado ya a su término.»


VI

Una carta al hermano que no nació

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Esta carta, basada en una experiencia de la vida real, fue escrita por una dirigente del movimiento pro vida, quien por razones obvias desea permanecer en el anonimato.

Mi querido hermano: Hoy, mientras me miraba alegremente en los ojos de mi pequeño hijito, me pregunté cómo es posible que alguien pueda hacerle daño a una inocente criatura como ésta que no puede defenderse, y lloré por todos aquellos bebitos que fueron abortados, y no tuvieron la suerte que tuvo mi hijo de poder nacer y ser acunado en los brazos de una madre que lo esperó con amor e ilusión.

Aunque no tuve la inmensa dicha de conocerte en esta tierra, te quiero mucho mi hermano, pues a través de los ojos del alma te he vislumbrado. Sé que de haber podido nacer, tendrías el pelo negro de nuestro padre y los ojos vivos y alegres de nuestra madre; quizás hasta te parecerías en algo a mí.

En esta carta, la cual con el favor de Dios espero que los ángeles te hagan llegar, quiero pedirte que perdones a nuestra madre por no haberte permitido nacer. Verás; ella no sabía lo que hacía cuando fue a aquella mal llamada "clínica", donde un médico sin escrúpulos; que sí sabía que abortar es matar; destrozó con la cureta tu pequeño cuerpecito que apenas comenzaba a formarse, y con él destruyó también el plan de Dios para ti. Nuestra madre, pobrecita, no supo lo que había hecho hasta pasados muchos años.

Un triste día ambas contemplamos horrorizadas la realidad del aborto homicida reflejada en unas fotos, verdaderas pruebas de que el aborto es un crimen.

¡Qué dolor tan grande sentimos, querido hermano, al ver aquellas fotos por vez primera y comprobar cómo debió de haber quedado tu pequeño cuerpecito después del aborto que te privó de la vida; y el cual, aunque han pasado ya años, nuestra querida madre no ha podido olvidar!

Hermanito, ella todavía sueña contigo, acerca de cómo serías, y yo a veces, cuando nos reunimos los demás hermanos en la mesa familiar con nuestros padres, siento en mi corazón tu ausencia que hace que el grupo esté incompleto y me pregunto cómo sería tenerte aquí con nosotros.

Allá en el cielo, donde sé que gracias a la misericordia de Dios te encuentras, ruego a Él que te lleguen mis pensamientos, y te pido perdón en nombre de nuestra madre, a quien el inmenso dolor del arrepentimiento y la carga que ha llevado en su conciencia por tu muerte; no la han dejado expresar en palabras lo que de veras siente. Ruega a Dios por ella, pues aunque sabe que Él la ha perdonado porque no sabía lo que hacía, todavía te recuerda y piensa en lo mucho que te hubiera querido, si tú hubieras nacido.

Pídele a Él por otras mujeres, para que no caigan en el mismo error que cayó mamá, por falta de conocimientos.

Yo por mi parte te prometo, que aunque no pude salvarte a ti del aborto, otros niños sí se salvarán por mis esfuerzos, pues trabajaré para llevarles a sus mamás el mensaje que la nuestra no recibió.

Te quiere y te recuerda siempre tu hermana que espera, con el favor de Dios, encontrarse contigo algún día en la eternidad... (II)

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Notas:

(I) Libro. Testamento. Madre Teresa. P A Sanchez.
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(II) Anónimo, "Carta al hermano que no conozco," Escoge la Vida (enero/febrero de 1991), suplemento "Caminos de Esperanza". Escoge la Vida, es el boletín de Vida Humana Internacional.
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Amadísimos Hermanos y Hermanas en Sión,

Que el Amor y el Respeto por la Vida, esté con todos ustedes.


FIRMA POR LA PRIEURÈ DE SION:




†††
S.E.R. e Ilma., S.M.R. Mons. Dr. NICOLÁS GUARAGNO
46to Soberano
Gran Profeta General de Sion y
Virrey Imperial para Occidente
Gran Mariscal General de Campo al Servicio de San Santiago Apóstol de la
Sacra e Imperial Orden Mística y Militar de Caballería de la Prieurè de Sion


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