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LECTURA: LA IGLESIA DEL CRISTO VIVO

CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES
6 DE ABRIL DE 2008

La Iglesia del Cristo Vivo

Sobre la deserción de feligreses

Nuestra Iglesia está extendida por todo el orbe con un bagaje espiritual que es fuente de toda riqueza, esperanza, luz, bienestar y paz.
No obstante, vemos una importante deserción no solo de vastos sectores de la juventud, sino también de adultos y adultos mayores que se educaron y crecieron en el marco doctrinario y espiritual de la Iglesia Apostólica Romana.
Aún siendo nuestra Iglesia fundada en la entrega total, en la misericordia y en el amor al prójimo y construida sobre la seguridad y perpetuidad de la roca.
¿Porque vemos tan notable y permanente corrimiento de feligreses en todo el orbe hacia otras expresiones de fe?

¿Dónde radica el desencanto y el desencuento?

¿Acaso en Cristo Jesús?

No, ya que Él en vida, muerto y resucitado fue, es y será siempre el camino hacia la evolución espiritual, la hermandad y la paz. Siendo así el único mediador y plenitud de toda revelación en la derrotero que conduce a Dios.

¿Acaso en Nuestra Madre y Señora La Virgen María?

No, ya que este inconmensurable espíritu de luz lleno de gracia e infinito amor de madre es la puerta del cielo y el camino al ungido por el mismo Dios, al Cristo.
Siendo en el rezo, la solicitud, la contemplación, y en el beneficio espiritual y físico; la unión espiritual de hombres y mujeres, jóvenes y niños, pobres y ricos.

¿Acaso en San José?

No, puesto que San José es patrono de nuestra Iglesia y para toda la cristiandad es el mayor icono en función de padre y esposo amoroso dando ejemplo de amor, reserva y comprensión infinita.
Siendo varón justo y prudente del que el Señor se fía.

¿Acaso en Santa María Magdalena?

No, ella fue según las mismas escrituras, la apóstol que veneró, amó y siguió al Jesús hombre y fue por su intercesión que recibimos la maravillosa noticia de la resurrección. Siendo así la apóstol y sacerdotisa por excelencia que espera con amor y paciencia infinita el momento de delegar en Hermanas consagradas la práctica del Santo Oficio Religioso.

¿Acaso en los Ángeles?

No, bien sabemos que con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios.
Contemplan "constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos" (MT 18, 10), son "agentes de sus órdenes, atento a la voz de su palabra" (Sal 103, 20).

¿Acaso en los Apóstoles?

No, a raíz de la historia la cristiandad reconoce en ellos a los primeros en seguir al Jesús mortal, para después de resucitado aceptar al Cristo como Su Señor y Su Dios. Construyendo mediante la fe, la acción, la palabra y las escrituras; la religión cristiana. Al punto de entregar gustosamente sus propias vidas por la Divina Causa.

¿Acaso en los Santos?

No, ya que por estos evolucionados espíritus de luz y amor por su intercesión, Dios concede infinitas gracias de bienestar y salvación a todos los hombres y mujeres de fe.

¿Acaso son los oratorios, las basílicas o las catedrales?

No, estos templos de piedra con sus arquitecturas sencillas o pródigas, pero siempre maravillosas y santificadas, son la expresión material y el continente sagrado de la esencia misma de nuestra religión. La Iglesia es el cuerpo de Cristo compuesto por, sacerdotes, hermanas, feligreses y laicos, con la presencia de Nuestro Señor fundamentalmente en el momento cúlmine del Sacrificio en el Santo Oficio.
No es la Iglesia en esta dimensión la que provoca la deserción.

Este corrimiento es provocado por altos dignatarios eclesiásticos, que de hecho y sin temor a equivocarnos en esta apreciación, son bien intencionados estando profundamente convencidos que postulan y sostienen lo mejor para todo el género humano, y en particular para los cristianos. Pero más allá de la buena voluntad que los caracterizan, están enquistados y sujetos a ataduras dogmáticas que deben revisarse con mirada crítica y reformista ya que hoy no responden a la necesidad y a la voluntad de los tiempos ni de los seres humanos, incluyendo a infinidad de sacerdotes y monjas en todo el orbe.

La Cristiandad hoy se encuentra a la espera entre aquellos que desde la impaciente espera, reclaman cambios acordes a las necesidades de hoy. Otros desde la deserción transitando en la búsqueda, el peligro emocional y físico de quedar atrapados en el ilusionismo y la falacia de las sectas y falsas o dudosas expresiones religiosas.

La Iglesia del Cristo Vivo es quien lo pide con su insuperable ejemplo.

Si aquel incomparable hombre tuvo que morir para redimir al género humano, ya es la hora de que determinadas posturas deban fenecer, para resucitar la Iglesia Nueva y aglutinante para toda la cristiandad en la Unidad del Espíritu Santo.

Son las máximas autoridades Vaticanas las que deben repensar y revisar el porqué del desmembramiento cada vez más pronunciado de nuestra feligresía. Como así también la notable falta manifiesta y progresiva de seminaristas y novicias quedando de éste modo más temprano que tarde acéfala la renovación de hermanos y hermanas dedicados al sacerdocio.

Nosotros, los adultos, debemos cometer la menor cantidad de pecados posibles, pero existe uno en el cual no deberíamos caer, ni mucho menos reincidir; este es, negar la realidad.

Es imperiosa la necesidad de que nuestras máximas autoridades eclesiásticas mediten dando solución basadas en la fe armonizada con la razón humana, tópicos tales como el celibato optativo. La comunión a los católicos divorciados. La prevención y educación sexual. La igualdad de género en la práctica del Oficio Religioso, como así también otros temas de vital importancia que fundamentaremos en documentos por venir.

Rogamos a Dios Nuestro Señor por intercesión de la Santísima Virgen María:

Que la Iglesia sea beneficiada con resoluciones benéficas de comprensión, amor y unión generándose así entre el Vicario de Cristo y el Pueblo de Dios una nueva alianza basada en la Piedra y en la Sangre Real, para la Gloria del Reino de Dios.

Que la Sabiduría Celestial los Ilumine.

FIRMA POR LA PRIEURÈ DE SION:

+ S.M.R. Virrey Imperial
S.E.R. Gran Profeta General de Sion
Gran Maestre General Ejecutivo
D. NICOLÁS GUARAGNO

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