Recitado:
Mil
veces querido gordo
cantando
una serenata,
sorprendiste
mi entre sueño
con
tu voz casi embrujada,
hoy
te entrego en copla y canto
esta
sentida tonada,
pues
nunca se le dice adios
a
quién a Cuyo...
a
quién a Cuyo le canta.
Páez Oro
no te fuiste
y en el
cordaje de tu alma,
siguen
vibrando las trobas
de tus
sonoras tonadas,
que han
quedado para siempre
en nuestra
tierra cuyana.
Nunca se le
dice adiós
a quién a
Cuyo le canta,
viva Cuyo,
repetías
cuando con
todas tus ganas
antes de
partir decias
para que
todos cantaran
las coplas
que junto al Negro
Villavicencio
dejara.
Nunca se le
dice adiós
a quién a
Cuyo le canta.
Y nos dejas
todo el trino
de tu voz
al escucharla,
con esa
firme cadencia
con tus
canciones gravadas,
quedan cual
sello imborrable
en nuestra
tierra cuyana.
Nunca se le
dice adiós
a quién a
Cuyo le canta.