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El 25 de abril de 1990 se abría una nueva ventana hacia el Universo. Ese día iba a cumplirse por fin uno de los sueños de todo astrónomo: poder mirar el cosmos sin que ni una sola partícula de polvo se interpusiera en su visión. Tras décadas de subir a las más altas montañas para situar allí sus telescopios, donde el aire era más claro y la atmósfera más fina, ahora por fin iban a poder contemplar nuestro Universo libres del impedimento de la atmósfera terrestre. Ni siquiera el transparente aire que respiramos se interpondría ya en sus contemplaciones del infinito. El 25 de abril de 1990, el transbordador espacial norteamericano Discovery ponía en órbita el telescopio espacial Hubble.

 

No era éste, pese a todo, el primer telescopio en ser enviado a la órbita terrestre. Ya por entonces existían telescopios espaciales del ultravioleta, infrarrojo o rayos X, bandas de dificultosa o imposible recepción desde la superficie terrestre. Con ellos había podido detectarse en 1971, por ejemplo, el primer agujero negro: Cygnus X-1 había sido descubierto por un satélite de nacionalidad italo-norteamericana lanzado en 1970, primer observatorio de rayos X enviado a la órbita terrestre.

 

Pero el Hubble era el primer telescopio óptico enviado al espacio. Hasta ahora, las imágenes enviadas por los otros telescopios espaciales habían proporcionado una valiosa información, pero faltaba contemplar con la claridad que permitía la ausencia de atmósfera una imagen del cosmos como la vería el ojo humano. Esas imágenes del Universo “real”, del que podríamos ver a simple vista, pero con una nitidez y resolución sin parangón hasta entonces, eran las que debía proporcionar el Hubble.

 

Tras el necesario periodo de comprobación y puesta a punto, el día 20 de mayo de 1990 los astrónomos esperaban con impaciencia la llegada de la primera imagen tomada por este revolucionario telescopio espacial. Pero cuando llegó el momento, su decepción no pudo ser mayor: la imagen recibida estaba borrosa, desenfocada. Por más que los técnicos trabajaron intentando corregir el enfoque del telescopio, el resultado no mejoró. Pronto se tuvo que admitir la realidad: el espejo principal del telescopio, de 2,4 metros de diámetro, tenía un defecto de fabricación. Su superficie no era todo lo perfecta que

El telescopio espacial Hubble, en órbita terrestre. (Foto NASA)

El Telescopio Espacial Hubble. Revista TF.

Fecha: Diciembre 2004

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