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Es una creencia extendida que el gasto realizado en actividades espaciales es, por lo general, muy alto. Da igual que estemos hablando de la NASA, la ESA, Roskosmos o cualquier otra agencia espacial: sus presupuestos siempre se consideran muy elevados, y cualquier tema asociado al espacio es, por defecto, considerado carísimo.

 

Es cierto que la exploración espacial no es barata. El precio pagado por kilo de material enviado al espacio sigue siendo elevadísimo (del orden de 10.000 dólares/kg, sólo en coste del lanzamiento). Pero si hablamos en porcentajes del presupuesto nacional invertido por las potencias espaciales en esta materia, nos encontramos con que la realidad es bastante diferente de la percepción popular.

 

Recientemente se ha hecho una encuesta en los Estados Unidos encaminada a determinar cuál es esta percepción del gasto espacial por parte de la gente de la calle. Preguntados cuál creían que era el porcentaje del presupuesto nacional destinado a la NASA, las respuestas fueron variadas, con una media situada entre el 5% y el 10%, y con un número no despreciable de personas que pensaban que ascendía hasta cerca de un 30%. En realidad, el presupuesto de la NASA supone tan sólo un 0,7% del presupuesto federal.

 

Es curioso cómo esto no parece haberse sabido transmitir a quienes sufragan con sus impuestos la ejecución del programa. Porque un conocimiento real de lo que supone el gasto espacial en términos relativos supondría probablemente una disminución de las voces críticas que lo acusan de ser un gasto excesivo e inútil, y podría dirigir las miradas hacia otras partidas del presupuesto mucho mayores y quizás con peor percepción social. Aunque quizás sea precisamente esto lo que conviene a los gobiernos: desviar la atención lejos de otros gastos más impopulares.

 

En cualquier caso, un 0,7% del presupuesto americano es mucho dinero, aunque en el conjunto del gasto no sean más que las migajas. En concreto, asciende a 16.000 millones de dólares anuales. Podemos preguntarnos cuál es la situación en las otras potencias espaciales. Echemos un vistazo:

 

La agencia espacial rusa, Roskosmos, ha tenido un fuerte aumento de presupuesto últimamente, situándose en los 900 millones de dólares anuales. Casi 18 veces menos que el de la NASA, aunque en términos relativos sigue siendo muy similar: aproximadamente el 0,8% del presupuesto de Rusia.

 

La ESA, por su parte, tiene un presupuesto anual de 3.000 millones de euros, unos 3.600 millones de dólares; 4 veces y media menos que la NASA, aunque aquí es complicado traducirlo en porcentaje del presupuesto global, al corresponder a diferentes estados miembros que participan en diferente medida según su grado de involucración con los diferentes programas, y que además en algunos casos mantienen pequeños programas espaciales a nivel nacional.

 

Pero sigamos con ejemplos más sencillos: la agencia espacial japonesa, JAXA, gasta 1.900 millones de dólares anuales en espacio, algo menos del 0,3% de su presupuesto nacional. India tiene un gasto parecido al ruso en materia espacial, pero con unos ingresos también equiparables, el porcentaje final es también muy similar, alrededor de un 0,8%. Y China gasta aproximadamente 1200 millones de dólares anuales en el espacio, lo que supone apenas un 0,2% de su presupuesto nacional.

 

Bastante revelador, ¿no es cierto? Efectivamente, lanzar objetos al espacio es caro. Pero resulta que los países que lo hacen gastan en ello entre un 0,2% y un 0,8% de su presupuesto nacional. Y con estas migajas podemos saber el tiempo que hará mañana, prever desastres naturales, hacer ciencia en microgravedad y mandar robots a explorar los mundos que nos rodean. ¿No es mucho para tan poco?

Money, Money, Money

Fecha: Junio 2006

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