PROYECTO NACIONAL
Un aporte a nuestra cultura hist�rica y "quiz�s" una probable soluci�n a los problemas que vive la Argentina.

 

 

SEGUNDA PARTE

EL MODELO ARGENTINO

DESARROLLO

CAP�TULO 6

EL �MBITO ECOL�GICO

En la actualidad, atm�sfera, suelo y agua han sufrido graves efectos degradantes transmisibles tanto al hombre como a la fauna y a la flora, mediante reacciones directas o indirectas.

Las expresiones de la degradaci�n son m�ltiples y la correcci�n tiene que efectuarse a trav�s de cada uno de los factores de degradaci�n.

Lo esencial es que el hombre mismo sea el primer defensor del medio ambiente y que el Estado establezca los medios adecuados que logren una soluci�n a los problemas que se presenten.

Considero conveniente se�alar algunas premisas que es menester tener en cuenta para detener la marcha hacia un proceso que puede constituir el desastre de la humanidad.

Son necesarias y urgentes: una revoluci�n mental en los hombres, especialmente en los dirigentes de los pa�ses altamente industrializados; una modificaci�n de las estructuras sociales y productivas en todo el mundo, en particular en los pa�ses de alta tecnolog�a donde rige la econom�a de mercado; y el surgimiento
de una convivencia biol�gica dentro de la humanidad y entre la humanidad y el resto de la naturaleza.

Esta revoluci�n mental implica comprender que el hombre no puede reemplazar a la naturaleza en el mantenimiento de un adecuado ciclo biol�gico general; que la tecnolog�a es un arma de doble filo; que el llamado progreso debe tener un l�mite y que incluso habr� que renunciar a algunas de las comodidades que nos
ha brindado la civilizaci�n; que la naturaleza debe ser restaurada en todo lo posible; que los recursos naturales resultan agotables y, por lo tanto, deben ser cuidados y racionalmente utilizados por el hombre; que el crecimiento de la poblaci�n debe ser planificado sin preconceptos de ninguna naturaleza; que por el momento, m�s importante que planificar el crecimiento de la poblaci�n del mundo es aumentar la producci�n y mejorarla distribuci�n de alimentos  y la difusi�n de servicios sociales como la educaci�n y la salud p�blica; y que la educaci�n y el sano esparcimiento deber�n reemplazar el papel que los bienes y servicios superfluos juegan en la vida del hombre.

Cada naci�n tiene el derecho al uso soberano de sus recursos naturales. Pero, al mismo tiempo, cada gobierno tiene la obligaci�n de exigir a sus ciudadanos el cuidado y la utilizaci�n racional de los mismos. El derecho a la subsistencia individual impone el deber hacia la supervivencia colectiva, ya se trate de ciudadanos o pueblos.

La modificaci�n de las estructuras sociales y productivas en el mundo implica que el lucro y el despilfarro no pueden seguir siendo el motor b�sico de sociedad alguna, y que la justicia social debe erigirse en la base de todo sistema, no s�lo para beneficio directo de los hombres sino para aumentar la producci�n de alimentos y bienes necesarios; consecuentemente, las prioridades de producci�n de bienes y servicios deben ser alteradas en mayor o menor grado seg�n el pa�s de que se trate.

En otras palabras, necesitamos nuevos modelos de producci�n, consumo, organizaci�n y desarrollo tecnol�gico, que al mismo tiempo den prioridad a la satisfacci�n de las necesidades esenciales del ser humano, racionen el consumo de recursos naturales y disminuyan al m�nimo posible la contaminaci�n ambiental.

Necesitamos un hombre mentalmente nuevo en un mundo f�sicamente nuevo. No se puede construir una nueva sociedad basada en el pleno desarrollo de la personalidad humana en un mundo viciado por la contaminaci�n del ambiente, exhausto por el hambre y la sed y enloquecido por el ruido y el hacinamiento. Debemos transformar a las ciudades c�rceles del presente en las ciudades jardines del futuro.

El crecimiento de la poblaci�n, debe ser planificado, en lo posible de inmediato, pero a trav�s de m�todos que no perjudiquen la salud humana, seg�n las condiciones particulares de cada pa�s y en el marco de pol�ticas econ�mico-sociales globalmente nacionales.

La lucha contra la contaminaci�n del ambiente y la biosfera, el despilfarro de los recursos naturales, el ruido y el hacinamiento de las ciudades y el crecimiento explosivo de la poblaci�n del planeta, deben iniciarse ya a nivel municipal, nacional e internacional. Estos problemas, en el orden internacional, deben pasar a
la agenda de las negociaciones entre las grandes potencias y a la vida permanente de las Naciones Unidas con car�cter de primera prioridad. Esto, en su conjunto, no es un problema m�s de la humanidad: es "el problema".

Todos estos problemas est�n ligados de manera indisoluble con el de la justicia social, el de la soberan�a pol�tica y la independencia econ�mica del Tercer Mundo y la distensi�n y la cooperaci�n internacionales.

Muchos de estos problemas deber�n ser encarados por encima de las diferencias ideol�gicas que separan a los individuos dentro de sus sociedades o a los Estados dentro de la comunidad internacional.

Lo expresado se�ala la conveniencia de establecer un adecuado registro de factores de contaminaci�n que determine, para cada uno de ellos, los medios de contaminaci�n a trav�s de los cuales operan estos factores, el potencial de degradaci�n, la capacidad del medio ambiente para absorber a los factores sin degradarse y todo otro aspecto que resulte de inter�s a los fines indicados.

El gobierno debe adoptar las m�ximas previsiones para preservar el ambiente ecol�gico hasta aquellos niveles que se consideren no perjudiciales para la vida humana. Debe, a su vez, disponer de un adecuado ente para el tratamiento de todos los aspectos inherentes al �mbito ecol�gico, tanto en lo que concierne a la preservaci�n de la vida como la determinaci�n de las fuentes de recursos naturales.

Finalmente deseo hacer algunas consideraciones para nuestros pa�ses del Tercer Mundo:

Debemos cuidar nuestros recursos naturales con u�as y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrializaci�n y desarrollo en los centros de alta tecnolog�a donde rige la econom�a de mercado. Ya no puede producirse un aumento en gran escala de la producci�n alimenticia del Tercer Mundo sin un desarrollo paralelo de las industrias correspondientes. Por eso cada gramo de materia prima que se dejan. arrebatar hoy los pa�ses del Tercer Mundo, equivale a kilos de alimentos que dejar�n de producirse ma�ana.

De nada vale que evitemos el �xodo de nuestros recursos naturales si seguimos aferrados a m�todos de desarrollo preconizados por los mismos monopolios que significan la negaci�n de un uso racional de los mismos.

En defensa de sus intereses, los pa�ses deben propender a las integraciones regionales y a la acci�n solidaria.

No debe olvidarse que el problema b�sico de la mayor parte de los pa�ses del Tercer Mundo es la ausencia de una autentica justicia social y de participaci�n popular en la conducci�n de los asuntos pol�ticos; sin justicia social el Tercer Mundo no estar� en condiciones de enfrentar las angustias ante las dif�ciles d�cadas
que se avecinan.

La humanidad debe ponerse en pie de guerra en defensa de s� misma. En esta tarea gigantesca nadie puede quedarse con los brazos cruzados. Por eso nuestro pa�s, que a�n tiene la enorme posibilidad de salvar su integridad ambiental, debe iniciar cuanto antes su campa�a en el orden interno y, al mismo tiempo, unirse a todos los pueblos y gobiernos del mundo en una acci�n solidaria que permita solucionar este grav�simo problema.


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