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PROYECTO NACIONAL
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SEGUNDA PARTE
EL MODELO ARGENTINO
DESARROLLO
CAP�TULO 1
LA COMUNIDAD ORGANIZADA
En
el Modelo Argentino, nuestra sociedad futura debe responder, con absoluta
plenitud, al concepto de Comunidad Organizada.
Pero
esta organizaci�n no puede entenderse como la construcci�n de una m�quina
fr�a, r�gidamente trabada, donde los mecanismos de poder nublen la
conciencia del hombre y lo conviertan en un engranaje despojado y vencido.
El
hombre es principio y fin de la Comunidad Organizada, por lo que no puede
haber realizaci�n hist�rica que avasalle la libertad de su esp�ritu. No hay
organizaci�n posible si el hombre es aniquilado por un aparato externo a su
propia existencia.
La
Comunidad Organizada no es, por lo tanto, una comunidad mecanizada donde la
conciencia individual se diluye en una estructura que no puede m�s que sentir
como ajena.
Pero
tampoco estoy predicando un desencadenamiento del individualismo como modo de
vida en el que la competencia feroz transforme al hombre en un lobo para sus
semejantes. La soluci�n ideal debe eludir ambos peligros: un colectivismo
asfixiante y un individualismo deshumanizado.
Nuestra
comunidad s�lo puede realizarse en la medida en que se realicen cada uno de
los ciudadanos que la integran.
Pero
"integrar" significa para nosotros "integrarse", y la
condici�n elemental de la integraci�n del ciudadano en la comunidad es que
la sienta como propia, que viva en la convicci�n libre de que no hay
diferencia entre sus principios individuales y los que alienta su Patria.
Esto
s�lo es posible si la comunidad defiende aut�nticamente los mas altos
intereses del esp�ritu humano. De lo contrario, el necesario equilibrio entre
el hombre y la comunidad se destruye irreparablemente. El car�cter de
�organizada� de la comunidad que nuestro Modelo defiende, alude
simplemente a ese equilibrio, a una b�sica armon�a que justifica y da
sentido a la existencia.
Estoy
convencido que la comunidad organizada es el punto de partida de todo
principio de formaci�n y consolidaci�n de las nacionalidades, no s�lo en el
presente sino tambi�n en el futuro.
En
nuestra patria se han perdido �y se siguen perdiendo� muchas vidas
procurando la organizaci�n nacional. A la luz de este hecho, resulta claro
que hemos llegado a cierto grado de
organizaci�n del Estado, pero no hemos alcanzado a estructurar la comunidad
organizada. M�s a�n, muchas veces los poderes vertidos en el Estado
trabajaron para que no se organizase el pueblo en comunidad.
La
comunidad debe ser conscientemente organizada. Los pueblos que carecen de
organizaci�n pueden ser sometidos a cualquier tiran�a. Se tiraniza lo inorg�nico,
pero es imposible tiranizar lo organizado. Adem�s, como una vez exprese, la
organizaci�n es lo �nico que va m�s all� del tiempo y triunfa sobre �l.
Para
organizar una comunidad se requiere la concurrencia de muchos factores.
En
primer lugar, nada se edifica sin claridad de objetivos, sobre la base de una
ideolog�a com�n que re�na a hombres que sienten de la misma manera, lo que
se considera fundamental para el pa�s. Sabemos que esto se concreta en una
doctrina que abre un amplio espacio de coincidencia aceptado por la mayor�a
de la comunidad para ponerlo en pr�ctica en su organizaci�n.
Es
necesario, adem�s, instaurar un inalienable principio de objetividad. Que la
organizaci�n sea objetiva significa que todo fundamento de estructuraci�n
debe prescindir de abstracciones
subjetivas, recordando que la realidad es la �nica verdad. Y no puedo pensar
otro criterio de objetividad que no sea la presencia de la voluntad del pueblo
como guardi�n de su propio destino.
Para
que esto sea posible deberemos alcanzar un alto grado de conciencia social,
que entiendo como la identificaci�n por parte del hombre de sus derechos
inviolables, sin enajenar la comprensi�n de sus deberes.
Por
�ltimo, si tuviera que decidirme por un factor aglutinante, optar�a por la
solidaridad social, como fuerza poderosa de cohesi�n que s�lo un pueblo
maduro puede hacer germinar.
Estos
factores colaboran para que la comunidad organizada constituya un verdadero
sistema, en la medida en que est� arm�nicamente estructurada en todos los
niveles que la integran.
La
asimilaci�n de estos conceptos es muy importante porque si es cierto que la
comunidad organizada configura en su misma naturaleza un sistema, deben
esperarse de ella los mejores resultados posibles.
La
organizaci�n de la comunidad implica una tarea ardua que requiere programaci�n,
participaci�n del ciudadano, capacitaci�n y sentido del sistema para su
orden y funcionamiento.
Considero
imperioso refirmar que la organizaci�n de la comunidad �al igual que todas
las organizaciones� debe estar en manos de quienes posean, a trav�s de su
acci�n y experiencia,
innegable vocaci�n de servicio p�blico, aptitud de conducci�n, y capacidad
concreta para el estudio de las cuestiones relativas al desarrollo social del
pa�s.
Tales
ciudadanos deben representar solamente intereses leg�timos y aspiraciones
justas, actuando, por otra parte, con absoluta y radical autenticidad. No debe
olvidarse que las organizaciones
sirven en la pr�ctica, b�sicamente, por la calidad de los dirigentes que est�n
a su frente. Cuando la organizaci�n supera al hombre y lo subordina, toda la
idea de la conducci�n como arte de gobernar
desaparece por la debilidad de funcionamiento del sistema.
La
comunidad organizada debe conformarse a trav�s de : una conducci�n
centralizada en el nivel superior del gobierno, donde nadie discute otro
derecho que el de sacrificarse por el pueblo; una ejecuci�n descentralizada y
un pueblo libremente organizado en la forma que resulte m�s conveniente a los
fines perseguidos.
En
s�ntesis, unidad de conducci�n, descentralizaci�n de ejecuci�n, y una
concepci�n que emane del sentir del pueblo, son las paulas b�sicas para la
organizaci�n. La pluralidad del pensamiento y las cr�ticas constructivas,
configuran elementos esenciales de esa misma forma de organizaci�n y
funcionamiento.
Cuando
la comunidad argentina esto completamente organizada, ser� posible realizar
lo que sigo interpretando como misi�n de lodos los ciudadanos: hacer triunfar
la fuerza del derecho y no el derecho de la fuerza.
Me
parece indudable que s�lo la libre decisi�n es indispensable cuando la �spera
garra de la dependencia lo constri�e. De ah� que comunidad organizada
significa, en �ltima instancia, comunidad liberada.