PROYECTO NACIONAL
Un aporte a nuestra cultura hist�rica y "quiz�s" una probable soluci�n a los problemas que vive la Argentina.

 

PRIMERA PARTE

FUNDAMENTACI�N

CAP�TULO 2

OBJETIVOS DEL MODELO ARGENTINO

Un �mbito de Conciencia Nacional

El primer objetivo del Modelo Argentino consiste en ofrecer un amplio �mbito de coincidencia para que de una vez por todas los argentinos clausuremos la discusi�n acerca de aquellos aspectos sobre los cuales ya deber�amos estar de acuerdo.

Es imprescindible que mis conciudadanos comprendan que la presencia central del Justicialismo en un Modelo que deseo para todos los argentinos, sin exclusiones de sectores, no responde al intento de forzar una indebida generalizaci�n de principios meramente partidarios. Si acudo a la respuesta justicialista no es por sectarismo o personalismo; estoy lejos de una actitud semejante.

La fundamentaci�n justicialista no se incorpora por reflejar un sector parcial de opini�n ideol�gico-pol�tica, sino por razones de �ndole totalmente diferente.

En primer lugar, porque encarna principios permanentes emanados de la esencia misma del hombre. En segunda instancia, porque el Pueblo ha impregnado al Justicialismo de las constantes b�sicas de nuestra nacionalidad. Por �ltimo, como Tercera Posici�n, porque define una hist�rica determinaci�n de autonom�a e identidad nacional. Sin tales principios y constantes, sin esa identidad, no hay posibilidad de conformar un Modelo en el cual cada argentino que ama a su Patria se reconozca.

Estos motivos me alientan en la aspiraci�n de obtener la coincidencia necesaria para trazar una pol�tica nacional.

La grandeza del pa�s y la felicidad del Pueblo argentino son dos objetivos esenciales que, a mi  juicio, deben guiar nuestro pensamiento y acci�n.

Partiendo de esta premisa podemos empezar a construir. S�lo necesitamos unanimidad conceptual para hacer lo que la mayor�a decida. Por eso, las grandes l�neas de coincidencia �nicamente pueden nacer del Pueblo, manifest�ndose en sus representantes a trav�s de organizaciones de pac�fica convivencia republicana.

Si se quiere salvaguardar la Naci�n que hemos recibido y seguir adelante en el proceso de preservarla y depurarla, o se usa la pol�tica de la fuerza, o bien se elabora la fuerza necesaria para respaldar una pol�tica.

Una Argentina de felicidad y de grandeza admite �nicamente la segunda alternativa. Necesitamos pues, crear la fuerza requerida para sustentar una pol�tica nacional.

Es esta la hora de su realizaci�n. Tengamos en cuenta el ejemplo que nos muestra el mundo; en el que est� ganando terreno la idea de que el bienestar de los Pueblos se halla por encima de las concepciones pol�ticas dogm�ticas. Esto origina un campo de mutuo respeto, que parece nutrirse en bases de civilizaci�n, de comprensi�n y de tolerancia hacia las ideas de los dem�s.

No tengo dudas que �ste es un momento crucial de nuestra Patria: o profundizamos las coincidencias, para emprender la formidable empresa de clarificar y edificar una gran Naci�n, o continuamos paralizados en una absurda intolerancia que nos conducir� a una definitiva frustraci�n.

La Futura Comunidad Argentina

El segundo de los objetivos radica en concretar el �mbito de consenso, configurando los caracteres que los argentinos anhelamos para nuestra comunidad del futuro.

Todo pa�s se enfrenta, en alg�n momento de su historia, con la obligaci�n de definir principios, valores y conductas generales, pero tambi�n caracteres que perfilen y recorten su nacionalidad.

Corresponde a un Modelo la estructuraci�n de estas propiedades que no hacen m�s que traducirla idiosincrasia del Pueblo.

La carencia de un Modelo de referencia ha causado a nuestro pa�s graves efectos sociales, econ�micos, econ�micos y, particularmente, pol�ticos.  

Ha llegado el momento de tomar conciencia de que en la Argentina nadie tiene el derecho de esperar que la sociedad madure por s� sola.

Los argentinos intuimos ya que no es posible insistir en nuestras vacilaciones: la historia reclama de nosotros la consolidaci�n de una fisonom�a nacional.

Para ello, corresponde al Modelo Argentino refirmar la forma socio-pol�tica que satisfaga a lodo el pa�s.

Estoy convencido que s�lo la comunidad argentina puede proporcionar el juicio definitivo sobre las cualidades que para ella se anhelan. Es mi deseo que lodos mis conciudadanos consideren este Modelo como una propuesta inicial; ya las generaciones que nos siguen, a trav�s de un di�logo franco, en el que participen todos los entes representativos de la comunidad, han de asumir la patri�tica misi�n de perfeccionarlo.

Alguna vez prediqu� la armon�a como categor�a fundamental de la existencia humana; sigo creyendo en ella como condici�n inalienable para la configuraci�n de la Argentina que todos anhelamos. Esa b�sica consonancia excluye la violencia e implica comprender que el �nico camino para la construcci�n f�rtil es partir de ideas, valores y principios, cuya pr�ctica concreta no cercene el cauce de la paz. Esto no distorsiona en absoluto la vocaci�n de cambio del Justicialismo, concretado en este Modelo Argentino, ya he afirmado que la doctrina es revolucionaria en su concepci�n, pero pac�fica en su realizaci�n.

No puede persistir duda alguna acerca de los caracteres buscados: se trata de una democracia social, que, como se ver� m�s adelante, ser� una estructura pol�tico-social absolutamente coherente con los pricipios esenciales de la Comunidad Organizada.

Cuando utilizo la palabra "social", estoy pensando en una democracia en la que cada integrante de la comunidad pueda realizarse con la �nica condici�n de poseer idoneidad y condiciones morales indispensables para aqu�llo a que aspira. En este sentido, la forma de gobierno que sirve a la democracia social resulta ser representativa, republicana, federal y social.

Todo lo que acabo de expresar no es m�s que otra forma de decir que seguimos deseando fervorosamente una Argentina socialmente justa, econ�micamente libre y pol�ticamente soberana.

Se conecta estrechamente con lo expuesto el hecho de que el Modelo define asimismo una clara dimensi�n �tica, que no es otra cosa que un llamado a la autonom�a de la conciencia moral. Hace a�os sostuve que el vertiginoso progreso material de nuestro tiempo lanz� al hombre fuera de s� mismo sin proporcionarle paralelamente una plena conciencia de su personalidad.

Por eso, en el camino de la consolidaci�n de la comunidad argentina, desempe�a un papel primordial la propuesta de un esquema de valores morales y espirituales, que confiere al Pueblo la templanza que el futuro de la Naci�n requiere.

Resultar� necesario precisar el nivel de nuestras aspiraciones respecto de la futura sociedad argentina; s�lo as� se estar� en condiciones de clarificar la concepci�n estrat�gica que deberemos adoptar para hacer realidad lo que todo hombre de bien, nacido en esta Patria, espera: "una Argentina �ntegra, cabalmente due�a de su insobornable identidad nacional".

Orientaci�n para las Distintas �reas

Los objetivos anteriormente delineados asocian al Modelo Argentino con valores, principios y caracteres tanto de estructura permanente y universal, como de perfiles intr�nsecamente nacionales.

Si all� finalizara nuestro prop�sito, no ir�amos m�s all� de un lineamiento te�rico y normativo de car�cter general, que no contemplar�a la creciente complejidad de una comunidad org�nicamente constituida. Quiere decir que tal conjunto de verdades, adquiere una fisonom�a espec�fica y diferente en los distintos �mbitos de la vida nacional, as� como una proyecci�n igualmente espec�fica.

Con la mirada orientada en el futuro, es necesario identificar cu�l es la medida en que cada una de las �reas de la sociedad argentina puede participar del Modelo, y es preciso definir de qu� forma aquellos principios, valores y caracteres cobran una dimensi�n particular, aunque interrelacionada, en cada �mbito del quehacer nacional.

Para que cada ciudadano se reconozca en el Modelo, es imprescindible que �ste no naufrague en abstracciones, sino que aquello que define y propone, cobre realidad en cada una de las �reas de la comunidad, pues es a trav�s de su �rea de competencia que el ciudadano se inserta en su Patria y la siente como propia.

Tengo la convicci�n de que la transformaci�n de la comunidad argentina s�lo podr� lograrse mediante una adecuada conjunci�n de resultados eficientes en todos los campos del quehacer nacional.

Gu�a Program�tica y Pol�tico-Administrativa

A la luz de este objetivo, el Modelo Argentino debe conformar un sustrato program�tico superior, orientativo de la conducci�n.

Creo que no podemos detenemos en discutir si es m�s aconsejable la programaci�n que el desarrollo espont�neo, porque la segunda alternativa implica dejar a la sociedad librada a sus propias fuerzas y es, por ello, terreno f�rtil para distorsiones neocolonialistas.

Al hacer referencia a la conducci�n, debe tomarse en cuenta que la conducci�n pol�tica se diferencia del gobierno pol�tico-administrativo.

La conducci�n pol�tica es una materia indelegable de quien ejerza la Primera Magistratura, y ella da sustento a la capacidad hacer en lo pol�tico-administrativo.

Lo pol�tico-administrativo corresponde a las decisiones y acciones que adopten a trav�s de los mecanismos corrientes del gobierno.

Las condiciones objetivas que hacen a la conducci�n superior implican que nadie puede gobernar sin el apoyo del Pueblo, ni en Argentina ni en ning�n otro pa�s. Significa tambi�n que el Proyecto final es del Pueblo y no de determinados gobiernos, ni de minor�as intelectuales.

El Modelo Argentino quiere servir a estos dos �mbitos de conducci�n superior, en estrecha conexi�n con una orientaci�n program�tica l�cida y precisa.

La Liberaci�n y la Integraci�n

Afirm� anteriormente que la importaci�n de ideolog�as alimenta un vicio de origen.

Deteng�monos en este problema. Si una ideolog�a no resulta naturalmente del proceso hist�rico de un Pueblo, mal puede pretender que ese Pueblo la admita como representativa de su destino. Este es el primer motivo por el cual nuestro Modelo no puede optar ni por el capitalismo liberal ni por el comunismo.

Pero es evidente que la cuesti�n, como lo he repetido en numerosas oportunidades, no se reduce a la elecci�n o configuraci�n de una ideolog�a y una doctrina que perfilen la identidad de nuestro Pueblo, porque tal identidad se diluye sin una firme decisi�n de autonom�a nacional.

El rechazo de las posibilidades extremas que nos brindan el capitalismo y el comunismo, no s�lo se fundamentan en su desconexi�n con la estructura �ntima de nuestra nacionalidad, sino tambi�n en el hecho de que su adopci�n implica servir autom�ticamente al neocolonialismo, sea cual fuere su signo doctrinario.

Optar por un Modelo Argentino equidistante de las viejas ideolog�as es, consecuentemente, decidirse por la liberaci�n. Por m�s coherencia que exhiba un modelo, no ser� argentino si no se inserta en el camino de la liberaci�n.

Me parece innecesario insistir en un hecho evidente: no estamos solos en esta lucha, aunque cada pueblo debe dar, frente a la historia, la respuesta que emana de su esencia.

Es por eso que la progresiva transformaci�n de nuestra Patria para lograr la liberaci�n debe, paralelamente, preparar al pa�s para participar de dos procesos que ya se perfilan con un vigor incontenible: la integraci�n continental y la integraci�n universalista.

Si aisl�ramos nuestra respuesta, la comunidad por la que luchamos quedar�a a espaldas de un destino superior que espera a todos los hombres que en el mundo comparten ideales de Justicia y Verdad.


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