1. Los matemáticos, los científicos naturales y sociales
tienen su objeto de estudio, inclusive los teólogos y psicoanalistas
pretenden tenerlo. ¿Cuál sería finalmente el objeto
de estudio de la filosofía?
Parto la respuesta en tres:
La pregunta, si fuera ingenua, diría simplemente: “Según
usted, ¿cual es el objeto de la filosofía?” Pero su longitud
la convierte en capciosa. Afirmando implícitamente que el objeto
de todos los saberes particulares es suficientemente claro, aunque en algunos
casos sea problemático (psicoanálisis, teología),
deja a la filosofía, de entrada, en paños menores. Creo por
ello que la pregunta se resiente de cientismo, es decir, de una tal admiración
hacia las ciencias empíricas que las convierte en modelo de todo
saber serio y les atribuye una solidez epistemológica que no tienen.
Sin embargo, los auténticos investigadores de primera mano, sea
cual sea el campo que cultiven, se interrogan continuamente sobre su objeto
y sobre el método que están utilizando para acceder a él.
En una palabra, todo saber humano está transido de problemas sobre
su fundamento.
La palabra “finalmente”, presente en la pregunta, acentúa la
ironía que detecto en ella. Como si el preguntante dijera: ¡A
ver si por fin os aclaráis filósofos!. Pues bien, finalmente,
no. Y eso es así porque ningún tipo de saber, que yo sepa,
ha llegado a su final incluso en la fijación de su objeto y método.
Cada día revisión, suma y sigue. Y por lo que se refiere
a la filosofía, sostengo en concreto que ella consiste en una reescritura
continua de sus textos, en función de las nuevas preguntas que situaciones
nuevas plantean. Reescribe, por así decirlo, un libro jamás
escrito. Es un saber siempre fragmentario, atraída por el ideal
del saber perfecto (idea regulativa en el sentido de Kant; lo que yo he
llamado libro no escrito).
Para contestar finalmente la pregunta, copio y hago mías las
líneas iniciales de la Fundamentación de la metafísica
de las costumbres de Kant: La antigua filosofía griega se dividía
en tres ciencias: física, ética y lógica. Esta división
es adecuada a la naturaleza de la materia y no hay nada que mejorar en
ella. La necesaria explicación la hace Kant a renglón seguido
y yo mismo la hago también en clase. Pido por lo menos una hora.
2. ¿Es inevitable que haya por los menos dos posturas -normalmente
antagonicas- al abordar los problemas bioéticos (aborto, eutanasia,
manipulación genética,etc.)?
Sí. En nuestra cultura y en la situación en que ella
se encuentra, desde luego. En el futuro, no sé. Pienso que no sería
imposible converger, pero de momento coexisten dos concepciones radicalmente
distintas de la libertad humana que no permiten un entendimiento entre
ellas. Yo estoy por la ley que emana de la libertad autónoma, pero
veo que muchas conciencias religiosas (porque no entienden lo que acabo
de decir, lo cual es compatible de suyo con la religión) siguen
aferradas a la heteronomía moral. Piensan que la libertad humana
no es creadora de ley, sino que ha de limitarse a secundar o cumplir la
ley de otro, se llame Dios o naturaleza.
3. En relación, a la anterior pregunta, ¿mucha de la
controversia dentro de la bioética finalmente puede reducirse a
una cuestión de postura filosofica (digamos idealista o materialista)?
De postura filosófica o, tal vez mejor, de actitud ética
ante la necesidad de vivirnos en relación con los otros y con la
naturaleza. Sin embargo, no quiero pasar por alto que los adjetivos con
que se califican las dos posturas son inadecuados. Son etiquetas que usaron
preferentemente los marxistas pero que no sirven. Lo contrario de materialismo
es espiritualismo. Lo contrario de idealismo, realismo. Pero sea como sea,
la división que juzgo decisiva entre autonomía y heteronomía
moral no encaja con aquellas palabras. ¡Kant no era un materialista
ni un ateo, y su idealismo no hacía de él un irrealista!
4. Teorica e idealmente la ciencia está para servir a la humanidad
pero en realidad mucha de la investigación -por ejemplo, la farmacológica-
depende de las inversiones de las grandes corporaciones. En ese sentido,
¿no cree que una ética en pro de la vida quedará relegada
-o ya lo está- ante el lucro?
Mi ética y la de muchos otros que la comparten no es exactamente
pro-vida, sino pro dignidad humana. Una dignidad innata, inalienable y
esencial, que no se gana ni se pierde por la conducta que uno adopte, como
ocurre con otras formas sobrevenidas de dignidad, las cuales se adquieren
por obrar el bien. La dignidad esencial radica precisamente en la autonomía
moral. Y ese es el valor supremo que se debe promover y proteger. Que laboratorios
farmacéuticos u otros intereses particulares financien investigación
no puede ni debe ser incompatible con que los resultados sean pro-humanidad
en el sentido indicado. Pero sí es cierto también que, si
no queremos caer en el angelismo, aquellos intereses particulares, legítimos
de suyo, han de ser disciplinados, corregidos o reconducidos por el poder
político porque ni la utilidad ni el lucro son el valor supremo.
5. ¿Cree Ud. que con el alto nivel cientifico-tecnológico
y económico alcanzado en el mundo desarrollado que muchos de los
gravísimos problemas que afectan a la mayor parte de la humanidad
podrían solucionarse?
Todos y del todo, lo dudo mucho. Desde luego de hoy para mañana,
no. Pero eso se debe al déficit de poder político, fragmentado
en mini espacios que los medios actuales de comunicación hacen ridículos,
perdido en tareas que podría y debería dejar a organizaciones
inferiores y corrompido por el dominio que ejercen sobre él los
intereses de lo que, demasiado elogiosamente, se llama sociedad civil.
6. ¿Por qué a pesar de ese alto nivel científico-tecnológico
y económico del mundo desarrollado persiste -aunque en menor medida
que en el Hemisferio Sur- la tendencia a creer en la superstición
y lo paranormal?
La respuesta más sencilla es porque abunda la incultura, porque
la educación en la racionalidad y en la mayoría de edad,
que la autonomía moral implica, ha sido y es muy deficiente. Porque
las religiones en buena medida no han entendido a la modernidad y, viendo
en ella al enemigo, en vez de ver en la autonomía moral la continuación
más lógica del espíritu cristiano, no han dejado de
hacerle la guerra. El caso es que el cristianismo eclesiástico pierde
necesariamente la adhesión de la masa y que ésta, abandonada
a su triste suerte, se refugia en los falsos consuelos de las creencias
supersticiosas y de los ritos sectarios.
(Preguntó M. A. Paz y Miño, Director RPFA)
A
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PERUANA DE FILOSOFIA APLICADA