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EDICIONES DE FILOSOFIA
APLICADA
REVISTA
LATINOAMERICANA DE FILOSOFIA APLICADA
DESARROLLO IMPLICADO
Luz Elena
García García[1]
RESUMEN
Este artículo da
cuenta de las contradicciones y las relaciones entre el concepto de desarrollo y el conocimiento, la
sociedad y el sujeto, desde el pensamiento moderno y su salto al contemporáneo
el cual demanda descubrir posibilidades en términos opciones de desarrollo
interdisciplinario (eco-bio-psico-lógico) y complejo, desde un actor con
conciencia histórica, capacidad de crear obras y praxis ético-políticas y
estéticas. En este sentido, emerge la pregunta: ¿quién es el implicado? ¿cuál es el desarrollo implicado?
ABSTRACT
This essay relates the contradictions and the
relations between the concept of development since modern thinking and
acknowledge, society and subject, which demand development possibilities in
terms options of interdisciplinary and complex
development, from an actor with historical conscience, capacity to create their
ethical-political works and praxis. The questions emerges: ¿Who is the implied
one? ¿Which is the implied development?
El mundo
actual exige tener miradas más amplias de los fenómenos que tengan en cuenta el
resquebrajamiento de los modelos de desarrollo científico, económico y social;
las formas de legitimación de los conocimientos, y los límites del pensamiento
analítico, sistemático y cuantitativo. Una mirada global de la constelación
planetaria y el momento por el cual atraviesa el mundo en un devenir socio
histórico muestra la paradójica tensión entre la barbarie, el acontecimiento y
la tragedia que para la mayoría de la población del mundo representa un
desarrollo inequitativo y excluyente, frente a una preconcepción de bienestar,
gozo y posibilidad de creación del conocimiento como condición potente de
humanidad. En un escenario vital de movimientos, en apariencia sutiles y
virtuales, se encubren acontecimientos que cambian el ritmo de las percepciones,
las imágenes y la historia. En este escenario, la velocidad, la aceleración y
la incertidumbre marcan el tiempo de los acontecimientos, los espacios y los
lugares signados por la imposibilidad o
impotencia frente a la posibilidad, la historia y la historicidad desde un
tiempo existencial vital.
En este
contexto surge la necesidad de un conocimiento pertinente, un pensamiento
diferente que incluya la particularidad, la contingencia y la incertidumbre en
la organización del conocimiento, las configuraciones socioculturales, la
educación y el desarrollo, considerados espacios vitales interdimensionales,
que han sido limitados por las representaciones que desde lo científico se ha
hecho del mundo.
La forma de relación
del conocimiento con la sociedad, la educación y la cultura demanda descubrir
posibilidades y potencialidades en términos de opciones y alternativas de
desarrollo, en las cuales los sujetos y sus práxis con contenidos éticos y
estéticos, afrontan el reto de la construcción de una obra histórica propia.
Esto implica incorporar nuevas comprehensiones desde diferentes disciplinas,
articuladas a los espacios que hoy se viven, un pensamiento que reconozca la
necesidad de un conocimiento con conciencia histórica.
El comprehender la conciencia histórica
y abierta a posibilidades es construir un telar para hacer tejido, cruzar hilos
de conocimientos en forma de red en torno a espacios vivos (sociedad,
educación, cultura) en movimientos que superan y traspasan las fronteras
definidas, -en
interdisciplinariedad-. En este
traspaso de fronteras, los sujetos se confrontan a sí mismos, en su calidad de
autónomos se cuestionan, resisten y organizan.
Las reflexiones en
torno al desarrollo se ponen en escena en este escrito de aproximación y en
proceso de construcción, abierto a nuevas aprehensiones que se generen desde la
crítica y la reflexión de los diversos actores y la comunidad académica, en
general.
Muestra las
comprehensiones contemporáneas sobre el desarrollo, que se desprenden de acto
de preguntarse ¿qué desarrollo está implicado? ¿quién es el implicado?, desde
una compleja red de relaciones entre este concepto con el modo de organizar el
conocimiento, la forma de pensar y de contextualizarlo en espacios socioeducativos,
culturales y políticos.
EL DESARROLLO IMPLICADO[2] EMERGE COMO UNA NECESIDAD
DE UNA AVENTURA POR EL CONOCIMIENTO
“...toda existencia humana es a la vez
jugadora y jugada; todo individuo es una marioneta manipulada desde el interior
y desde el exterior y al mismo tiempo un ser que se autoafirma en su misma
calidad de sujeto [...] El individuo humano, no puede ciertamente escapar a su
suerte paradójica: es una pequeña partícula de vida, un momento efímero, una
insignificancia, pero al mismo tiempo despliega en sí la plenitud de la
realidad viviente.”
Morin, E., Antropología de la libertad
La comprehensión del desarrollo está
asociada al modo de conocer y de pensar. La herencia que en la modernidad
dejaron las ciencias y las disciplinas a las formas de organización productiva
(división del trabajo) y de la sociedad fue el concepto de especialización, a
partir de la división de saberes y prácticas que sólo permitieron una mirada
parcial y apriorística de los fenómenos, disociada del contexto[3].
Desde una lógica dialéctica simplificadora, el conocimiento se fragmenta:
ciencia/naturaleza, desarrollo científico o desarrollo humano-cultural,
situación que genera un desdoblamiento en el conocimiento, en el cual la
representación imaginaria que el sujeto hace de los objetos es abstracta y esté
tiene el carácter de ser observable y controlable, o tienen conciencia histórica y conforman una
cultura[4]. Esta comprensión se
constituye en un problema epistemológico y de legitimación, articulado al del poder
y a las formas que guardan lo que está oculto en los discursos, en la
apropiación, transmisión y producción de conocimientos y en los modelos de
desarrollo.
Prevalece una racionalidad
científico-tecno-eficiente en la concepción del desarrollo que encubre
relaciones de poder controlador sobre la naturaleza y las relaciones
socioculturales, las cuales, en un mar
de contradicciones y tensiones, generan la exclusión de una alta proporción de
la población de los procesos de socialidad y de movilidad planetaria o
globalizada, con resultados de violencia, exclusión y exterminio que amenazan
la existencia de la vida en la tierra y escenifican la barbarie de una
civilización en despliegue físico-técnico en apariencia inmanejable desde la
interacción: re-construcción-destrucción-mutilación.
Aunque los avances en el progreso, en
el crecimiento y en el desarrollo científico-tecnológico han sido
significativos, éstos no han logrado resolver los problemas que cada vez
afectan a un mayor número de personas: miseria, desnutrición, hambrunas,
violencia en todas sus manifestaciones, destrucción, minimización de
posibilidades de preservación y humanización (desequilibrios ecológicos,
escasez de recursos y desertización, superpoblamientos, movimientos migratorios
desproporcionados que rebasan las posibilidades de prestación de servicios de
las ciudades).
Son evidentes las
grandes contradicciones dentro de la sociedad globalizada entre los avances
científico-tecnológicos y la concentración de la riqueza, en contraste con la
extensiva y creciente pobreza de grandes masas de población. Las condiciones
laborales de alto deterioro en el empleo (subempleo y desempleo) y sociales de
exclusión, inequidad y desigualdad (pobreza, desnutrición, bajo nivel de acceso
a los sistemas de seguridad social, deterioro de la calidad y cobertura de la
educación, entre otras)[5] que afronta la gran mayoría de la población entran en fricción con las
de alta concentración de la riqueza y el poder que tienen unos pocos individuos
que controlan el mercado mundial de bienes y servicios tecnológicos.
La flexibilidad presente en las nuevas formas de organización productiva (las cuales se alejan de la garantía de estabilidad característica de la modernidad) genera una creciente exclusión del mercado laboral e inequidad en los ingresos. Según Terrén, muchas personas no pueden aspirar a alcanzar la “zona gris de incertidumbre”, por su marginación y exclusión del sistema (desempleados sin oportunidades de sobrevivir, que dependen de un ingreso que no perciben). La educación ya no se mueve por la conveniencia de calificarse para cumplir un papel determinado en el mercado laboral (educación para el trabajo) o por la ilusión de identidad (ser alguien), sino por el miedo a la exclusión (a quedarse por fuera de este mercado).
La organización social regulada
cronológicamente es sustituida por la flexibilidad, la gran velocidad de la luz
que se expande por el globo, a las cuales, autores como: Virilio, Guattari,
Touraine, Camps y Sash, relacionan con
“el gran confinamiento”, ante la ausencia de espacios (geográficos,
territoriales); la instantaneidad de la comunicación que coarta la libertad; la
globalización y el sistema capitalista mundial integrado alrededor del mercado,
y que junto con el desarrollo de las redes de comunicación cableadas sustituyen
las palabras, las lenguas y el encuentro corporal, des-configuran las
representaciones imaginarias intersubjetivas, propias de las culturas, las
cuales corren el riesgo de desaparecer ante la pérdida de sus expresiones
lingüísticas[6],
sígnicas, simbólicas e imaginarias.
La relación entre la sociedad, la cultura y los movimientos globalizadores y planetarios es paradójica. Touraine[7], en su teoría de la sociedad desestructurada, desocializada, manifiesta que la sociedad y la información son dos palabras contradictorias; esta última se encuentra asociada directamente a la tecnología y es definidora de esquemas socioculturales virtuales. Por tal motivo sostiene que aunque la tecnología es necesaria, ésta se ha quedado al margen de la cultura que desconfigura.
Un mundo visual se impone mediante
códigos de significación (dinero plástico, transacciones financieras
especulativas, productos e imágenes virtuales) y realidades virtuales, que
penetran en las subjetividades e intersubjetividades (cada vez más alienadas y
desarraigadas) a través de una pantalla, que contacta identidades
dispersas, reduce distancias y
diferencias y simplifica las culturas, y el yo se disuelve en la massa mediática sin que se percate de su
propia identidad y ni la de su grupo social.
Contar con medios informáticos y
telecomunicaciones que facilitan la comunicación veloz a través de grandes
flujos de información, produciendo cambios en la concepción de tiempo, espacio,
lugar e imágenes del mundo, no ha mejorado las relaciones interpersonales y de
convivencia entre los sujetos. Por el contrario, como lo afirma Camps: “Crece
la desconfianza mutua. Aumentan los suicidios de los adolescentes. Durkheim atribuyó precisamente el suicidio a
la desintegración social, a la disgregación individual que convertía a cada
persona en un ser anónimo y perdido en medio de la sociedad.”[8]
Ante un escenario trágico que deja ver
la sustitución del sujeto vivo (corpóreo, espiritual y mental) por una máquina,
una pantalla o un cable, sería pertinente cuestionar el desarrollo entendido
como meta física, medio económico o finalidad científico-técnica por alcanzar[9], donde el hombre pareciera
convertirse en el medio para alcanzar el fin, en un juego de relaciones y
expresiones semánticas dialécticas entre riqueza o miseria, crecimiento o
recesión, desarrollo o subdesarrollo, bajo enfoques cuantitativa y
cronológicamente considerados como estáticos o dinámicos; para comprehenderlos
de un modo ampliado y expandido en formas y contenidos polidimensionales e
interdisciplinarios en las cuales se conjugan antagonismos, multipolaridades y
complementariedades de los hechos, los fenómenos y los acontecimientos.
La actual tendencia hacia la homogeneización
o heterogeneización sociocultural a través del consumo, pretende desaparecer
las identidades y desvanecer las subjetividades configuradoras de un tejido
cultural en un espacio concreto y real, por lo que la virtualidad lleva a la
desaparición del vínculo social. Como propuesta alternativa a la crisis de
sociedad y de identidad cultural, Touraine ve la necesidad de “recuperar una
sociedad que aporte a las personas el sentimiento de tener un proyecto
personal, que les permita reconstruir sus experiencias como parte de algo
integrado cultural y socialmente”[10].
El sistema de relaciones culturales,
económicas, políticas e ideológicas es dominado por los centros de producción
mundial de capital, -Capitalismo Mundial Integrado-, según expresión de Guattari[11], producto del poder de
introducción del mercado de signos e imágenes virtuales que cambian las
estructuras, los símbolos y el lenguaje articulado y escriturado, por el
visual, generando una tendencia hacia la
desintegración y agudización de divergencias entre grupos sociales, en un
proceso creciente de homogeneización o dispersión.
Situado el problema del conocimiento y
el desarrollo en la interacción ciencia-sociedad-cultura, en la forma de pensar
y actuar el hombre sobre sí mismo, en la aplicación, sentido y significación de la ciencia en el
contexto (global, planetario, particular); autores como Zemelman[12], Morin, Touraine,
Guattari y otros muestran la conexión entre las formas de pensamiento, la
historia, la política, la ética, la
estética y la sociedad, en cuanto las lógicas articuladas configuran formas de
razonamiento que surgen del problema no sólo en el modo de conocimiento, sino
también, en la aprehensión y construcción de la realidad y en la potenciación
de mundos posibles.
Emerge una propuesta reflexiva en la
cual las prácticas científicas dialogan con las formas culturales y sociales,
desde formas racionales abiertas, críticas y complejas y la potencialidad de
ser con posibilidades de alterar herencias y determinaciones en el devenir presente
y en perspectiva de actuar con conciencia y responsabilidad histórica.
¿Tiene sentido hablar de lo local en un contexto
globalizado?
Muchos
cuestionamientos ha recibido el término de desarrollo local, en un mundo donde
las distancias se desvanecen, los tiempos se evaporan en la velocidad y la
interconexión instantánea, donde los hombres de todas las culturas miran el
rostro de los otros a leguas de distancia. En América Latina, las localidades
se consideran débiles en sus singularidades e incapaces de afrontar el sistema
y tienden a desaparecer con el proceso de descentralización porque carecen de
capacidades para ejercer nuevas competencias, responsabilidades y obligaciones
en el manejo de su desarrollo.
Las medidas aperturistas, de reducción o reestructuración del Estado han tenido efectos de resquebrajamiento sobre las localidades y las regiones nacionales débiles, las cuales no han podido revertir el proceso histórico marcado por la exclusión y la filosofía que ha orientado el concepto de desarrollo o progreso sujeto a modelos apriorísticos externos. Un aspecto por resaltar es que en los nuevos fenómenos (globalización, mundialización e internacionalización económica) y las políticas para insertarse a ellos han sido ajenos a las condiciones específicas-contextuales de los países y a las singularidades locales.
Además, los principios de bienestar, justicia y fraternidad promovidos en la modernidad; los de igualdad, libertad y apertura pregonados por el neoliberalismo; la seguridad y el control mundial, no operan en la práctica. Se han convertido en un mecanismo de consolidación de poder para los países desarrollados, que fijan las reglas de juego en los procesos de negociación para su beneficio exclusivo y en condiciones desventajosas para los países más pobres.
Si bien tales cuestionamientos en muchos casos obedecen a un estado de lo local hoy, también es cierto que corresponden a una lógica unificadora, donde cualquiera que sea el componente del modelo que se adopte, tendrá el mismo efecto (constante) en todo espacio local, y bajo este enfoque la localidad depende del modelo de acumulación que se obedezca, copie o adapte.
Los pensamientos
macrorracionales o macro-orientadores que han generalizado y regulado las
dinámicas locales y mundiales, a través de una postura automática o mecanicista
que supone una respuesta igual por parte de las localidades a este tipo de
lógicas, han tenido consecuencias nefastas sobre estos espacios singulares.
Los hechos anteriores muestran como el concepto de desarrollo, basado en el progreso, se ha convertido en un mito, en un acto de fe. Ni el progreso ni el crecimiento dan garantía de un mejor vivir, ni mayor bienestar para la sociedad en su conjunto, ni siquiera para los sujetos particulares con excepción de algunos pocos. El mercado limita las posibilidades de las sociedades de organizarse de manera creativa y autónoma. La diversidad cultural se ha convertido en un estorbo para el sistema capitalista mundial integrado, por lo que éste tiende a eliminarla. De ahí la prioridad de cuestionar y reflexionar profundamente sobre la re-estructuración del poder capitalista, las nuevas formas de organización productiva, las telecomunicaciones y los sistemas de información que conforman realidades virtuales, des-localizadoras, instantáneas y desconfiguradoras, pero que tambíen representan formas instituidas para concebir el mundo.
El cambio en el desarrollo local y
global como mito implica un desafío teórico-práctico complejo. Un primer paso
para ello es reconocer que: i) la racionalidad orientadora del desarrollo ha
sido asumida de manera parcializada, reductora (técnico-eficiente) y ha dejado
de lado otros aspectos relacionados con lo político, sensible, ético, histórico
e ideológico, o más bien, estos fueron absorbidos por lo
tecnocrático-económico; ii) la racionalización de la
razón no tiene en cuenta los mitos y las propias limitaciones de la razón
instrumental y moderna, por lo que la mirada sobre los fenómenos resultan igualmente
mitificados e ideologizados; iii) la aprehensión del conocimiento como
absoluto, se ha convertido en un mito que ha velado los errores, las ilusiones
y las limitaciones.
¿Qué
desarrollo está implicado?
El concepto
del desarrollo mirado desde una concepción contemporánea, crítica y ampliada se
sale de los esquemas simplificadores hacia el que tiende un estado de cosas en
proceso de ordenación sujeto a un modelo diseñado apriorísticamente y
considerado perfecto; para entrar a cuestionar y reflexionar sobre los modelos
socioeconómicos, las tendencias hacia la homogeneización y heterogenización de
las culturas y las nuevas formas de organización y producción basadas en la
flexibilidad, la incertidumbre y la competencia. Implica reconocer el
significado limitado desde la dimensión tecno-económica, entendido como:
evolución, extensión, avance y progreso, para asociarlos con sus antagónicos,
incorporarle lo excluido, ir a la búsqueda de los mitos y las pasiones, al
reconocimiento de la irracionalidad de la razón.
Demanda reflexionar permanentemente
sobre lo que d'Espagnat expresa como real velado; Bohrn, el orden implicado;
Morin, la desobeciencia del cosmos a un plan o programa de desarrollo, y
Zemelman, lo que se oculta bajo el concepto de objetividad. Encontrar el fondo,
buscar el sentido de los problemas de la realidad, lo que es fundamental y
vital en un campo de conocimiento; es un desafío que implica romper con los
modelos predictivos y regulados para concebir y pensar el mundo y el desarrollo
desde formas originales[13], no como leyes de
crecimiento cuantificables, adaptables y asimilables.
Reyes Mate[14] hace alusión a la
necesidad de comprender el “mundo del sentido”; de reconocer las formas de
racionalización doctrinantes, implícitas en el progreso científico
(civilización) que van en contravía del progreso del espíritu humano; la
eficiencia y eficacia de las ideas en las cuales:
“...toda nueva interpretación que pretenda explicar los
problemas sociales y humanos está animada por el principio que los buenos
argumentos puedan cambiar la realidad. Esto tiene una doble consecuencia: por
un lado, hay que explicar el progreso real de la humanidad como un resultado
del progreso del saber. El saber es la base del progreso social. Y, por otro:
como ese saber es un saber científico, el progreso de la humanidad se produce
de acuerdo con leyes científicas.”
En los tiempos de
hoy, la comprehensión de la realidad se convierte en un ámbito de
problematizaciones, en cuanto éstas afrontan una crisis desde la posición
contemporánea actual física, filosófica y epistemológica, no obstante que la
ciencia se sustentó en su afirmación objetiva y verdadera durante varios
siglos, tal como lo expresa Morin:
“Ahora bien,
son precisamente los desarrollos contemporáneos de la nueva física los que
efectúan un debilitamiento de la idea de realidad. La noción de materia se
relativiza en beneficio de la de energía, y se desustancializa relativamente:
en primer lugar, la partícula aparecía en parte como corpúsculo (material) y en
parte como onda (inmaterial); luego, las nuevas entidades de la microfísica, -quarks-, -cuerdas- y -supercuerdas-. no
tienen ya ninguno de los caracteres por los que caracterizamos a los objetos.
Más profundamente quizá, las entidades microfisicas parecen situarse entre lo
posible y lo real, como si fuese la observación la que catalizara su realidad hic o nunc. La realidad-cuántica está a
medio camino entre nuestro tipo de realidad que comporta
separaciones/distinciones en el espacio y el tiempo, y lo que acabamos de
llamar caos (no ya desorden, sino ausencia de determinación y de distinción).”[15]
En tal
sentido, podría asumirse como vacío de desarrollo, la ausencia del mismo cuando
su pretensión es de respuesta a un orden predeterminado, establecido desde afuera
o inducido, a través de reformas estructuralistas y funcionalistas
modernizadoras dirigidas por potencias de desarrollo capitalista, agenciadas
por empresas multinacionales e internacionales, orientadas a la sostenibilidad
de un modelo (internacionalizador o mundializador de la economía, mas no global
ni planetario) para continuar con la marcha de una locomotora moderna que
avanza hacia adelante con la promesa de disponer de vagones con puestos de
bienestar, justicia y equidad para todos, y en este mismo sentido lo real
velado continua en la oscuridad encubierta por el desconocimiento o enfoque
parcial del progreso, la visión-misión homogeneizadora, el desarrollo ordenado
sobre la propia realidad: ciego, ficticio y externo, en el cual no hay lugar para
el “implicado”.
En la comprehensión ampliada, éste
tendría la cualidad de evolutivo, regresivo, pero en una concepción diferente a
la darwiniana o a la peagetiana. Surge del cambio que genera la
desorganización, la deflagración que sufre el cosmos en su movimiento
expansivo; tiene relación con una historia determinada, que también es
construible, no se restringe a la expansión físico-material y se amplía a la
vida en su totalidad, por lo tanto, en su movimiento expansivo y expandido, es
a la vez físico-químico, biológico, psicológico; en síntesis, humano complexus o tejido junto, concebido en
relación con el tiempo y el espacio (vital, interno y externo).
Las finalidades e incluso los medios serían
motivos de reflexión, cambiarían el sentido instrumental (racionalidad tecno-eficiente) por su implicación en los
procesos de humanización, que Morin une en un “lazo o hilo de conservación y
revolucionante” [16],
que se teje con la conciencia que re-conoce la barbarie generada por la
civilización desarrollada y a la que es necesario resistirse.
“La primera finalidad es conservadora: se trata de
preservar, de salvaguardar no sólo las diversidades culturales y naturales que
se ven degradadas por procesos de uniformización y destrucción inexorables, no
sólo las adquisiciones de la civilización, amenazadas por los retornos y
despliegues de la barbarie, sino también la vida de la humanidad amenazada por
el arma nuclear y la degradación de la biosfera, doble amenaza de Damocles
originada por la gran barbarie...producto de la alianza entre las fuerzas,
siempre virulentas, de dominación, violencia y odio que se despliegan desde los
orígenes de la historia humana y las fuerzas modernas tecnoburocráticas, anónimas
y congeladas de deshumanización y desnaturalizacón. La segunda es
revolucionante...trata de crear las condiciones en las que la humanidad se
perfeccione en tanto tal en una sociedad/comunidad de naciones. Esta nueva
etapa no podría alcanzarse sino revolucionando ampliamente las relaciones entre
los hombres y la tecnoburocracia, entre los hombres y la sociedad, entre los
hombres y el conocimiento, entre los hombres y la naturaleza”.[17]
En un pensamiento que permita
comprehender el desarrollo desde una realidad abierta a nuevas posibilidades en
sí misma, en movimientos inter-dimensionales (físico, ético, social, político,
cultural, estético, artístico) e interdisciplinarios
(eco-bio-psico-socio-antropológico)[18] emergen otras formas de
relación (más allá de la dialéctica): holográmica y dialógica, para moverse en
bucle, en forma de torbellinos (retro-recursivos) y tornarse auto-organizativo
y auto-determinístico en el horizonte de alcanzar sentido y cualidad de
histórico.
El triple movimiento que se propone lleva a la necesidad de
mirar el desarrollo desde el holo-trazado propio, en movimiento bucleico como
posibilidad de auto-creación del desarrollo en su complejidad, necesidad que
emerge de la desorganización que no es más que la crisis entendida como deflagración,
despilfarro y destrucción (principios de la termodinámica) para atender su modo
propio de ordenación, desorganización, descubrimiento de oportunidades y
posibilidades de salida hacia una nueva organización en su carácter recursivo y
retroactivo.
En la mirada
recursiva, el hombre se enfrentaría al reto del desarrollo como posibilidad
potente de auto-organización, auto-creación y auto-producción de su existencia,
de su vida, de su realidad en juego con el otro, una realidad que es compleja
por su composición físicobiopsicológica en interacción y en este triple
movimiento exige reconocer el mito, la imagen, el símbolo imaginario.
En un nuevo entendimiento del
desarrollo, éste representa un acontecimiento complejo y en tensión, que por su
carácter ahistórico se ha tornado trágico, pero que en su carácter mítico,
imaginario y simbólico aparentemente indecible, indeterminable, indecidible,
emerge como posibilidad y oportunidad de creación y de esperanza. Ya el telón
del tren que cubre el fondo del escenario se cae, para dar surgimiento a una
fuerza, a un movimiento que se constituye en el horizonte de creación propia
(proyecto).
La expresión
en desarrollo alcanza una significación y un sentido diferente, podría hablarse
del hombre o sujeto en desarrollo, no como aquel que va detrás de la
locomotora, que necesita ayuda para desarrollarse o desenvolverse, sino como la
larva que sale de la crisálida protectora para desplegar sus alas o el
zemelmaniano vivo, generador de magmas imaginarios en contenidos, formas,
orientaciones de sentidos, que se abre camino en medio de senderos ciegos, de
cierres auto o limitantes, pero ilimitados en formas, alteridades y
posibilidades; es decir, un sujeto poseedor del desarrollo por el cual es
poseído.
En ese
sentido, un sujeto en desarrollo es un actor-hacedor conciente de su
temporalidad histórica, donde él se pone en juego y en tensión con los
condicionamientos determinísticos e instrumentales, que se tornan impositivos y
hasta incontrolables, en su propia configuración e identificación, y ante los
cuales se levanta desafiante, auto-retador; esto es, auto-creador, trazador del
propio camino en el que se moviliza, y por lo tanto, un caminante, un
transeúnte que cruza los umbrales, un ser consciente de su condición antropoecológica,
vivo y contingente.
El desarrollo así comprehendido
llevaría a ahondar en las especificidades de cada territorialidad y reconocería
la imposibilidad de alcanzar una forma única de desarrollo. Habría que hablar
entonces de multi-inter-meta-desarrollo en sus diversas formas, en sus
múltiples relaciones de un sujeto en gestación, que emigra de una visión
unidisciplinar a otras inter-trans-disciplinarias, en cuanto demanda una mirada
ampliada de éste, que va en contravía de concepciones ancladas en la
racionalidad moderna, sin pretender excluirlas, más bien integrarlas en caminos
de posibilidades de acción contextualizada.
Un desarrollo real implicado alcanzaría
diferentes formas y contenidos de objetivación-subjetivada, sería limitado a la
vez que ilimitado, se movería entre las fronteras del conocimiento y sus
umbrales; sería ideal en tanto que utópico; un sueño del mundo posible donde el
sujeto que conoce es quien se potencializa y alcanza su propio horizonte. Es un
proyecto de vida que se impulsa hacia adelante, alza el vuelo por encima de la
pista y sólo él hace posible su propio movimiento, en razón de sus capacidades,
habilidades, actitudes, aptitudes, pensamiento y conciencia.
A la pregunta: ¿qué lecturas realizamos
los latinoamericanos para potenciar el propio desarrollo? La posibilidad se
encuentra en la capacidad de creación propia, desde la crítica, la apertura y
movilización del pensamiento. La necesidad se sitúa en la conciencia histórica
que se desarrolla en la organización del conocimiento, la superación de los
límites del mismo y la transdisciplinariedad como condición de movilidad del
desarrollo. Una interpretación del mundo, del microespacio, de la localidad
exige crítica y auto-creación para lograr las potencialidades del desarrollo.
La potencialidad expresa la relación entre la voluntad, acción y posibilidad de
reconocer los márgenes de acción y actuación en los marcos de las
delimitaciones.
La potencialidad de la territorialidad
local implica una doble interacción: arraigo y desarraigo del territorio. La
doble conjunción: arraigo y desarraigo expresa una necesidad de un sujeto en
construcción de sí mismo, de su propia realidad, en el camino de pensar,
conocer y asumirse desde una postura re-constructora, que exige movilidad hacia
nuevas problematizaciones relegadas por la lógica de la eficiencia y la
velocidad. Este es un movimiento interno angustioso, agonizante, de
confrontación entre lo conocido y desconocido, que lleva a dar saltos
migratorios entre el arte, la política, la ciencia y la conciencia.
En el marco de las reflexiones
anteriores, la localidad se sitúa en el intersticio de la territorialidad
emergente como campo de conocimiento en creación y expansión. Comprendida como
vitalidad, necesita la incorporación de los
tres campos territoriales que conforman un complejo vivo: corporal, espiritual
y cerebral. Desde estas nuevas connotaciones, el territorio local alcanza una
nueva significación desde lo biopsicológico, asociado a la existencia vital,
implica formas de relación dialógica vinculadoras e incluyentes, en un espacio
temporoexistencial[19] local situado en la
tierra y el cosmos.
El espacio local se configura en la
acción morar, habitar, situarse el hombre en su terruño[20],
en la tierra: vivir una aventura
propia desde una cartografía que éste mismo traza en un espacio, tiempo y
lugar, sensible y apropiada a la condición humana. Los espacios, los tiempos y
los lugares además de estar trazados con tinta de su propia sangre, son
singulares y mundanos; proyectan el escenario de quien está ahí, el dashein, de quien reside o mora en
ellos.
El
hombre en el espacio local es un ser vivo que florece, como un ave del paraíso
que irradia su vapor, formando surcos en el aire en un remolino de palabras e
imágenes que muestran su fragor, el de una nebulosa y densa emanación de una
nube de partículas y vientos huracanados que se desprenden desde sus abismos
formando figuras siempre nuevas, afrontando tormentas que brotan desde su
existencia.
La
vida es como un libro, con hojas plegadas, desplegadas y plegables, en forma de
abanico abierto y hermosamente dibujado y tallado; es un lienzo que revela un
sentido de existencia ubicado en un marco de esperanza, de pasión, de deseos,
de intereses por lo desconocido, de búsqueda de un camino posible hacia la
aventura. Es una obra de arte inconclusa que contiene en sí una realidad en
vías de creación y de potenciación. Artífice de una realidad local, global,
planetaria, imaginada, el sujeto en desarrollo es un ser poseedor de un juego
que está en sus manos: vida-muerte-renacimiento,
sentido-sinsentido-posibilidad.
El
desarrollo es una “continuidad concurrente” de tensiones, de revoluciones, de
resistencias, desde lo transformable, lo mutable, lo potencializable; es
pérdida de lo que es, desvanecimiento de lo trazado, para la emergencia de un
ser con voluntad, voluntad de ser, de
metamorfosear-se, de aproximarse a la muerte-, en la medida que se hace
y se vive en el laberinto de pliegues y despliegues; que se reconoce en el
carácter mítico de la vida, situado aquí, ahora, desde la razón sensible y en
movimiento.
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Editorial Anthropos.
A la Página
Electrónica de
EDICIONES DE FILOSOFIA
APLICADA
REVISTA
LATINOAMERICANA DE FILOSOFIA APLICADA
[1] Docente
Coordinadora Campo de Conocimiento Educación y Desarrollo Local e Investigadora
de la Maestría en Educación, Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y
Educacion, Universidad Católica de Manizales.
[2] Garcia G., Luz Elena (2003). Módulo Seminario de Contextualización en el Campo de Conocimiento:
Educación y Desarrollo Local. Episteme ampliada y Perspectivas de Investigación;
Maestría en Educación – Cohorte III. Manizales: Universidad Católica de
Manizales.
[3] La hiper-especialización
del conocimiento, basada en la abstracción, ignora las interacciones e
intercomunicaciones de los saberes con el contexto y los reduce a un fragmento
o parcela del conocimiento que no da cuenta de su relación con otras
dimensiones.
[4]
En el desarrollo esta oposición se
encuentra en expresiones como: físico/espiritual, cantidad/calidad,
finalidad/causalidad, medios/fines, determinismo/azar, sentimiento/razón.
Morin, Edgar (1996). El Paradigma Perdido.
5a. Edición. Colección Nueva Ciencia. Editorial Kairós.
[5] Ante la flexibilidad de las formas de organización
productiva, la temporalidad e incertidumbre de los procesos laborales, se ha
planteado la posible desaparición de la sociedad del trabajo, en contraste con
la sociedad de la información o del conocimiento que exige altos niveles de
educación y calificación.
[6] Lo anterior nos enfrenta con la innegable relación existente
entre la cultura y las expresiones lingüísticas. Sash afirma como: “Las lenguas
están muriendo tan rápidamente como las especies..., cada lengua tiene su
propia manera de percibir al hombre y a la naturaleza, de experimentar alegrías
y tristezas y de encontrar sentido en el flujo de los eventos. Rezar o amar,
soñar o razonar, evoca cosas distintas cuando se hace en farsí, alemán o
zapoteca.” Cuando las lenguas mueren, las culturas también desaparecen. Sachs,
Wolfgang (1998). ¿Un mundo, una humanidad?. En: Ensayo & Error (4). Santafé de Bogotá.
[7] Director de l´École des Hautes Études en Sciences Politiques
de París, y fundador del Laboratorio de Sociología Industrial en Francia.
[8] Camps, Victoria (1993). Paradojas
del individualismo. Barcelona: CRITICA, Grijalbo Comercial S.A.
[9] En tal sentido, este asunto del desarrollo como problema de conocimiento,
es un problema cosmofísico, a la vez que filosófico y cognitivo, que no puede continuar en su
cualidad de extraño, de misterioso que arrasa y mimetiza, a través de unas
relaciones de selección, medio y finalidad.
[10] Touraine,
Alain (2000). ¿Podremos vivir juntos? La
Sociedad Multicultural. Capítulo V. Santafé de Bogotá: Fondo de Cultura
Económica.
[11] Guattari, Félix (1996).
Las Tres Ecologías. España. Editorial Valencia.
[12] Zemelman. Los
horizontes de la razón. Tomo I.
México: Editorial Anthropos.
[13] Esto implica
develar lo que está oculto en las apariencias y que se expresa en la necesidad
de sentido de la realidad desde el pensamiento mismo, e involucra un lenguaje
que se sale de lo cotidiano comunicativo, en el que emerge la conciencia trágica
del hombre.
[14] Reyes, Mate (1996). Memoria de Occidente, Actualidad de pensadores judíos olvidados. Barcelona: Editorial Anthropos.
[15] Morin, Edgar
(1998). En: La Relación
Antropo-Bio-Cósmica. Instituto para el Estudio del Pensamiento Complejo: Revista de Servicio Social, Vol. 1 (1).
[16] Morin,
E., Tierra Patria. Op. Cit. P. 115.
[17] Ibíd.
P. 115-116.
[18] Episteme
compleja, movilizante, en-ciclo-pediante, como pilar para generar nuevas formas
de problematización de la realidad y del desarrollo, para su reconceptualización
y reorganización, más allá de los límites, de las fronteras disciplinares.
[19]
El tiempo vital es la vida trasegada
desde la aventura del conocimiento; Guarín, Germán.
[20] Serres,
Michel (1995). Atlas. Madrid:
Ediciones Cátedra.