EL TIEMPO DE AIÓN 

 
Dr. Carlos Alberto Vázquez Delgado
Profesor Titular Jubilado del Postgrado en Gerencia Educacional
UPEL- IPB
e-mail: [email protected]

 

Ponencia presentada en el marco del III Encuentro Nacional de Estudiantes de Historia
Foro Ciencias Sociales y Posmodernidad

 

 

   

Frente a situaciones de “crisis” –para usar un registro común- tanto en la cotidianidad universitaria, en la cotidianidad familiar, en la cotidianidad..., el hombre responde de una u otra manera dependiendo el grado de alteridad, de involucramiento, el grado de apego o desapego al acontecimiento. 

El hombre reacciona –se puede entender- de acuerdo al ‘sobreuso’ comunicativo de manera excesiva; reacciona –puede ser- atendiendo a ciertos modelos internalizados a través de los “mass media”. ¿Quedaría lejos el concepto de homo histórico? O por el contrario, ¿nos acercaríamos más a él? ¿Dónde quedaría la intrahistoria Unamuniana? ¿Se habrá decretado el “final”de la historia? ¿Es posible la poetización de lo cotidiano?. 

Dentro de la Universidad –me refiero especialmente a ello- porque creo que se debe introducir en el debate (si es que lo hay), una discusión de algunos aspectos que se suceden en los escenarios universitarios. ¿Tiene la Universidad, tal cual como está concebida, “algo” que ofrecer al estudiante? ¿Es el estudiante el centro de los procesos más importantes de lo que ocurre en la Universidad?  ¿Una vez que egresa, ese estudiante está preparado para transformar la realidad (vanitas, vanitatis)?  ¿En cuál realidad ha sido formado ese estudiante?. 

Refiriéndome exclusivamente a los cuestionamientos últimos, he de aventurarme a lo que los sociólogos llamamos “profecía autoverificadora”.  Esta se refiere a que cuando una situación se define y se cree que su definición es real, entonces ella es real con todas sus consecuencias.  El hecho de que la creencia sea verdadera o falsa no afecta a la cuestión de saber si ella tiene consecuencias reales o no. “Si una definición falsa de la situación provoca una conducta que vuelve verdadera la concepción primitivamente falsa, es preciso considerar las implicaciones cognoscitivas del hecho de que lo que está descrito por una proposición’ verdadera’ en el presente, pueda ser la consecuencia del hecho que una proposición “falsa” haya sido tenida por” verdadera” en el pasado” . (Ricoeur, 1.982). 

La Universidad no tiene discurso propio, tal cual como está concebida decía Lyotard en un documento internetiano. El estudiante es el centro del proceso de autogestión. No del servicio y mucho menos de la educación en la Universidad. Al estudiante se le está “preparando” para una “realidad” que ya vivimos. Conclusión: existe la Universidad, en ella está el estudiante y el profesor pero..., una Universidad simulada (simular es fingir ser lo que no se es), un estudiante simulado y un docente simulado. Todo ello producto de la práctica del exceso , lo que permite explicitar que estamos frente a una Universidad hiperreal. El exceso, lo simulatorio, lo hiperreal, permite en centro de estudios superiores, descontextualizado. 

De lo anterior se desprende que  la “intelligentsia” universitaria se ha represado en una época de nostalgias, donde lo particularmente importante es la sucesión del sujeto por el objeto produciéndose situaciones de retención en lo referente a la producción de...lo improducido.  Esa intelligentsia, recurre a la remembranza porque “...nos hemos salido de la esferas referencial de lo real y de la historia”. 

Aún cuando estamos, aparentemente, en una misma organización (la Universidad), el movimiento de la época de nostalgia nos aleja de manera vertiginosa. ¿Nos alejamos  del núcleo? ¿Nos retraeremos hacia el núcleo?. 

Justo allí, aparece la crisis de paradigmas que se puede reportar a través de la más pura diversidad de citas, que establecen una profunda concepción “egolástrica”, tal cual como lo señala Deepak Copra (1.995) al decir... “Vivir de acuerdo a nuestro yo, en una constante autoreferencia, significa que nuestro punto interno de referencia es nuestro propio espíritu, y no los objetos de nuestra experiencia. Lo contrario de la autoreferencia es la referencia al objeto.  (...)  Cuando vivimos según la referencia al objeto , buscamos constantemente la aprobación de los demás.” (...)  

Esta crisis de paradigma  se manifiesta también a través del desvanecimiento: el propio paradigma ha desaparecido (vanishing point). ¿La Universidad ha desaparecido?. Se manifiesta a través del tiempo de Aión (es donde el presente es la intersección de pasado y futuro, “es el instante sin espesor”). 

Una crisis que nos lleva inclusive al retorno de lo mágico-mítico-religioso. Una búsqueda de la referencia cuántica atemporalizada. De esa manera, caemos entonces en la llamada crisis ética: ya no se cree en los valores más altos, ya no se cree en “nada”.  Sólo existe la posibilidad de un intercambio social patentado a través del economicismo, gubernamentalismo y massmediaticismo exagerado y acelerado. Vivimos en una cotidianidad acumulada que nos hace pensar que lo que ya vivimos, todavía lo estamos viviendo y lo podemos vivir hoy, en cualquier momento del día: ¿La constructivilidad que se predica, quién la predica? ¿Tiene quien la predica, sus referentes sociales, políticos o religiosos, claros? ¿Tendrá la Institución sus referentes claros?  ¿Dónde está la verdad?  ¿Le preocupa la verdad, en términos relativos, a esa intelligentsia aludida acá?. 

Esto ha dado origen al nacimiento del “vagabundo académico”, del “buhonerismo universitario” que lejos de resolver cualquier aspecto, problematiza en todas las direcciones, la esencia de la Universidad: ¿Cuál es el proyecto ético de la Universidad? ¿ Cuál es el  proyecto académico?. 

No podemos proponer –y de hecho no lo hacemos-, un reduccionismo de la Universidad, de su componente ético y académico, entre otros. Proponemos, darle un sentido de alteridad, de cibernética y resolver situaciones que aperturen nuevos caminos y nuevas dimensiones a través de una visión del mundo mucho más amplia que existe por demás, cualquier pérdida de sentido, en cualquier dirección. 

Esa crisis simulatoria de la cotidianidad tiene que ver ahora con la des-simulación: le estamos poniendo “fin” a los acontecimientos que se han venido repitiendo en diversas formas. Acontecimientos ambiguos, con una marcada credibilidad impulsada por los mass media.  De las cotidianidades –me refiero a la de la Universidad- , lo que provoca el escándalo, lo que llama la atención no es la moribunda ley,  no es el moribundo recinto sino el cadáver o los cadáveres que transitan universitariamente por un recinto cerovalente, inhabilitado: nos hemos convertido en rehenes de nosotros mismos.  

¿Qué hacer frente a  tales situaciones que decretan la muerte de algo cotidiano dentro de la Universidad, de la familia, ...? La des-simulación-simulación viene dada, al parecer, por el juego a la marginalidad-marginalización de los actores fundamentales (aunque en este caso todos los actores son fundamentales: estudiantes, profesores, personal, infraestructura, gobierno...). Al estudiante participar en los diferentes juegos que se le plantean dentro del sistema “universitario” y obtener como recompensa, la presión de ser la misma “cosa” que le plantea el modelo (caduco, descontextualizado), ya no funciona frente a situaciones que siendo naturales y supuestamente preparado para resolverlas, no lo pueda hacer porque sencillamente su interés se quedó en el “replay” de un día ya pasado en el tiempo de Aión. Obviamente, que la des-formación recibida va a sufrir una perennización cuando posteriormente ese joven se gradúe y repita (sin culpa) el mismo pecado para el cual fue verdaderamente preparado.  Sin embargo no todo puede ser visto a través de un cristal esperpéntico, pues si a ese mismo actor, usted (con verdadera conciencia universitaria) lo prepara, lo forma, lo forja.  La situación va a ser diferente. 

Con el Docente, la situación no va a ser tan distinta pues él ha sido el mayormente presionado por el propio sistema de anteayer que se repite hoy y que de tanto insistir, ha roto el muro de contención ético y moral de ese docente: se le decreta entonces, la muerte a la intrahistoria, a la historia particular de cada individuo. Y si usted sigue el recorrido con ese docente hacia el juego posterior después de los veinticinco años de servicio, observará que como no hay políticas de atención de quien dio más de la cuenta, ahora entra a un Mundo dentro de su propio Tercer Mundo: el autosecuestro de la Tercera Edad. Pero no se preocupe, que el sistema de esa Universidad le va a extender una prórroga, lo va a llamar para que a través de un contrato pueda ser usted continuar haciendo lo de la tarde de ayer. No obstante hay salidas que deben ser tomadas:  

... “siempre hay posibilidad de un nuevo progreso para quien vive en el progreso. Ninguno de los que mueren alcanzan jamás la cima, puesto que ella está situada en el infinito. Abrahán o los campesinos en otros tiempos murieron viejos y colmados por la vida, porque estaban instalados en el cielo orgánico de la vida, porque ésta les había aportado, en el ocaso de sus días, todo el sentido que podía ofrecerles, y porque no subsistía ningún enigma que ellos hubieran querido todavía resolver. Por lo tanto, podían sentirse satisfechos de la vida. El hombre civilizado, en cambio, situado en la corriente de una civilización que se enriquece continuamente en pensamiento, en saber y en problemas, puede sentirse cansado de la vida y no colmado por ella... Es por esto que la muerte es para él un suceso sin sentido, la vida del civilizado como tal tampoco lo tiene, puesto que el hecho de su progresividad despojada de significación, hace igualmente de la vida un suceso sin significación” Max Weber: El Sabio y El Político. 

La propia Institución debe cobrar sentido y no aplicársele esa misma pena de muerte:  

Hasta el siglo XVIII, se ahorcaba,
después de una sentencia legal,
a los animales culpables de haber causado
la muerte de un hombre. Se ahorcaba
igualmente a los caballos.”
 

                 Anónimo. 

  Tanto la Institución Universitaria como su propia infraestructura deben ser empleadas –no subempleadas- de manera tal que se les rescate de la terapia intensiva a que han sido sometida, al menos que su liquidación física sea un acto de justicia, es decir, un acto social, moral y ritual pero sin conciencia. 

El asunto está en que la Universidad como Institución y los estudiantes y profesores deben ser incluidos en una misma planificación de avance no sólo como conceptos, como instancia o como categorías sino en actos de intercambio verdadero es decir, en actos primeramente imaginarios (visión) para luego darles un toque mágico-real con sentido de dirección y esencia (misión). Por lo tanto no debemos perder de vista que la Universidad y todo lo que dentro de ella existe debe tener un sentido coherente que se ocupe por responder, por proponer, por modificar los escenarios posibles. La Universidad, sus docentes y sus estudiantes no pertenecen al tiempo de Aión que se les pueda romper de manera fácil, no son un gel transparente en medio de dos placas. “Son” y como tal deben asumirlo y ser asumidos. 

  

Ò 2.001 Carlos Vásquez Delgado. Este material puede ser utilizado, citando a su autor, con propósitos heurísticos y de discusión académica, exclusivamente.

          

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