((Conferencia
dictada en las I JORNADAS DE ESTUDIANTES DE MATEMÁTICAS de la UPEL-IPB
el 15 de NOVIEMBRE de 1996 en honor a los 400
años del nacimiento de René Descartes y publicada en "El
Impulso" de Barquisimeto, página A-2, el día 16 de septiembre
de ese mismo año).
Aunque
el "Discurso del método"
fue publicado sólo en 1637,
y René Descartes nació en 1596,
no sería paradójico afirmar hoy en día -parafraseando a Sartre-
que "somos arrojados a la
vida, luego existimos". Más en la época en que vivió -y
existió- Descartes, quizás
fuera más importante la inversión del silogismo que luego lo haría
famoso universalmente: "pienso,
luego existo". ¿Por qué había nuestro matemático y filósofo
francés de invertir dicho silogismo? Quizás la respuesta esté
entonces, en la Historia, lo
cual justificaría mi presencia -y mi ponencia- en esta distinguida
reunión de matemáticos, no en calidad de tal, pues no lo soy, sino más
bien en calidad de "amigo de
las matemáticas".
En una época en la que aún Europa
luchaba furiosamente por desasirse de las cadenas de la teología, de la
filosofía escolástica y lo que es peor aún, de la Inquisición, -recordemos la suerte de Giordano Bruno y de Galileo
contemporáneos de Descartes-
hacer una afirmación como la del filósofo y matemático francés de atreverse
a pensar y sólo después de llenar esta condición, reafirmar
el sentido vital y hermoso de la vida, tenía características de un
reto audaz, de un virtual asalto al dogma, a la fé extrema en proceso
de decadencia. Realmente, toda una toma de conciencia…
En efecto, el mundo en el que le tocó desenvolverse a nuestro
personaje, era un mundo turbulento, que oscilaba entre las guerras
religiosas y los primeros grandes descubrimientos científicos, entre la
pasión fanática y el ejercicio reflexivo del pensamiento. Era un mundo
en donde, los grandes sabios de entonces, desde Bacon
a Bruno, desde Erasmo de Rotterdam a Spinoza,
o huían, o se recluían, o eran quemados vivos. Como se puede apreciar,
es un mundo de decisiones claras, sin ambigüedades agradables donde
refugiarse.
El joven aristócrata que en 1616
se había licenciado en Derecho
en la Universidad de Poitiers,
sabía eso perfectamente; pero a diferencia de muchos, este joven no
estaba dispuesto a claudicar
en el ejercicio de su "ratio".
Descartes quería utilizar su razón,
no la emoción., para vencer el miedo
Profundamente decepcionado y descontento de lo que le habían
enseñado en la Universidad, pues pensaba que la filosofía de los
antiguos "...había sido
cultivada durante mucho tiempo por hombres distinguidos, pero a pesar de
ello, no hay ni una sola materia dentro de su esfera que no esté todavía
en discusión..." y que la misma, por tanto, carecía de
verificación en la vida real y en el pensamiento.
Ahora bien ¿cómo pensaba entonces Descartes
que debía ser el mundo? He aquí, pues, su originalidad
como filósofo y como matemático.
Nuestro personaje pensaba en encontrar la solución, si no a todo, sí a
mucho de los problemas y situaciones planteadas por el renacimiento de
las ciencias fácticas, para que, partiendo de allí, redefinir toda una
visión ontológica del hombre, y de éste, a su vez en el mundo.
Aspiraciones similares han tenido siempre los jóvenes en
cualquier época de la humanidad, pero en el caso de este inquieto joven
de sólo 20 años, si iría, con los años, a ejercer una
influencia considerable en el desarrollo del pensamiento matemático y
filosófico.
No sólo iba a hacer todo cuanto soñó y a refundir, de paso, el
pensamiento humano, como sólo lo han hecho escasos hombres en el curso
de la historia; también lo hizo en forma
nueva e inédita. Llevaría
a cabo su íntima resolución a través de las matemáticas,
a través de una "filosofía
fresca" que se nutriera de ellas.
Aquí es donde su "Geometría
Analítica" (La
Géométrie, por su nombre en francés) se constituye en su más
poderoso instrumento para demostrar la validez de sus razonamientos.
Este libro, que había sido publicado sólo como un apéndice de 106
páginas de su obra principal "El discurso del método"(1637) para
demostrar cómo podía ser aplicado su "método"
constituye en realidad una poderosa síntesis de toda la aritmética,
el álgebra y la geometría anteriores a su época.
Según palabras de John
Stuart Mill, este fue "el
mayor paso unitario jamás realizado en el progreso de las ciencias
exactas". En los siglos siguientes, la geometría
analítica iba a dejar atrás a la misma filosofía
como instrumento creador de ciencia, como jamás lo hubiera soñado el
propio Descartes. Y todo esto, a pesar de que él nunca la profundizó más
allá de su original. Veamos por qué.
La Géométrie
de Descartes introducía una
idea nueva que no había sido considerada hasta ese entonces: la idea de que un par de números
pueden determinar una posición en una superficie: un número como una
distancia medida horizontalmente, el otro, como una distancia medida
verticalmente. Hoy en día, esta idea nos parecería demasiado
simple, pues nos es muy familiar cuando utilizamos papel cuadriculado
para hacer estadísticas, cuando consultamos las coordenadas de latitud
y longitud en un mapa o atlas cartográfico o simplemente cuando hacemos
un croquis de una determinada dirección. Lo
nuevo consistía en las
posibilidades gráficas reales, que tal concepto implicaba. Al
introducir el concepto de representación
gráfica de los números como puntos en
un gráfico, se irían desprendiendo sucesivamente ecuaciones
como formas geométricas y éstas,
se podrían representar, a su
vez, como ecuaciones.
A partir de la demostración de cómo con un
par de líneas rectas
que se cortaran entre sí, se podían
construir toda una red de líneas
de referencias, en las que los números
se podían designar por puntos, y las ecuaciones
algebraicas como secuencia de dichos puntos, podían expresarse éstas
como formas geométricas, y,
a su vez, podían convertires nuevamente en secuencia
de números representadas por ecuaciones.
Realmente, una revolución
no sólo aritmética y algebraica, sino también
geométrica y espacialmente estética.
El descubrimiento de Descartes
es pues, de aquellos de los que solemos decir: ¿y
cómo no se me había ocurrido antes? Pero no por ello dejaba de ser
menos hermoso y trascendente.
Hoy en día, llamamos a las líneas básicas originales que se
cortan entre sí, "coordenadas
cartesianas" en la que la línea vertical se conoce como el eje
"y" (abcisa), y la línea horizontal se conoce como el eje
"x" (ordenada).
¿Cómo influiría esto en el desarrollo futuro de las matemáticas?
Simplemente Descartes le ofreció a los matemáticos que lo siguieron cómo se podía trabajar la información matemática. Así por
ejemplo, demostró cómo las ecuaciones de segundo grado, o cuadráticas, cuando se representaban como puntos unidos entre sí
se convertían en líneas rectas,
círculos, elipses, parábolas o hipérboles. Así cumplió el sueño
de Apolonio de Pérgamo y su búsqueda constante de las secciones cónicas casi 1900
años antes.
Todo esto dió origen, en los años siguientes a toda una carrera por representar nuevas formas geométricas a través
de ecuaciones algebraicas, de acuerdo al grado de éstas, partiendo de
las cuadráticas, lo que trajo como consecuencia todas esas bellas
formas que hoy admiramos como la Lemniscata
de Bernoulli, el Follium de
Descartes, el caracol de
Pascal, etc., y ¿por qué no?... hasta el
hermoso cuerpo de una mujer puede ser expresado en forma algebraica.
Bueno, en síntesis, gracias a la geometría analítica, toda
ecuación puede convertirse en una forma geométrica y toda forma geométrica
en una ecuación. Algunas de las primeras a veces llegan a adquirir
formas muy complejas, con muchas discontinuidades
y puntos múltiples que las hacen difícil de visualizar y
viceversa, algunas de las formas geométricas requieren de largas
ecuaciones para ser expresadas.
¿Cómo se conecta todo esto, tan aparentemente frívolo y
formal, con la visión filosófica cartesiana?
El mismo Descartes no lo supo
definir, pues paradójicamente mientras más trataba de hallar verdades
fundamentales -que era su sueño juvenil- menos las encontraba. Por eso,
al fin no pudo encontrar ninguna; a excepción de una sola, que pasó a
la Historia: "pienso, luego
existo", con lo cual simplemente quería decir que “…no
podía hallar bases mejores para comenzar a comprender el mundo real que
la misma habilidad del hombre en utilizar su propia mente...”
Por último, ya para
terminar, si recordamos que:
1.-
Esta parte matemática del pensamiento cartesiano -la geometría analítica- es sólo
una de las tres
demostraciones – y ¡¡ vaya que lo logró!! - con la que Descartes
quería buscar las aplicaciones de su razonamiento sistemático y
aplicado (las otras dos se refieren a teorías sobre el comportamiento
de los lentes y el movimiento de los astros) para justificar el uso de
la razón, del "método".
2.-
Descartes quería encontrar -al igual que Bacon- las vías formales para expresar el método científico y hacerlo fácil de entender para el común de
la gente (de lo cual deriva, en parte, su gran popularidad)
y ...
3.-
La escasa edad que tenía al
hacer estas poderosas reflexiones -sólo 20 años- y por último, el tiempo
histórico pre-renacentista tan adverso a cualquier elucubración
que no fuera religiosa, que le tocó vivir, y que hizo que guardara sus
conclusiones, prudentemente, por más de 18 años, no nos queda más que
admitir, hoy en día, en el 400 aniversario de su nacimiento (1596), que René Descartes representa un paradigma
en la historia de las matemáticas
digno de admiración para los jóvenes estudiantes de matemáticas y
para todos nosotros futuros docentes de la Venezuela
posible.
Muchas gracias, por
su atención...
(ÓCopyright.
1996. Juan Antonio Rodríguez Barroso. Todos los derechos reservados
por el autor. Este material puede ser utilizado
citando a su autor con fines didácticos e instruccionales )