Análisis sobre el Libro “El Paradigma Holográfico”

de Ken Wilber (compilador), Karl Pribram y otros.

 

Prof. Juan Antonio Rodríguez

            El presente ensayo es un breve comentario sobre el libro “El paradigma holográfico” de Ken Wilber (quien es el compilador), David Bohm,  Karl Pribram,  Marilyn Ferguson, y Fritjof Capra. (Barcelona, 1994. Editorial Kairós). Estos autores hacen, a lo largo del libro un análisis del desarrollo científico a la luz de lo que ellos denominan “el paradigma holográfico” que no sería más que suponer que todo el desarrollo científico de la Modernidad no es sino una especie de “representación” de la realidad física, es decir, asoman la interesante y asombrosa idea de que todo nuestros logros científicos no son más que una representación holográfica o construcción mental visible de una realidad más compleja aún, a la cual sólo por intuición podemos acceder. (Lo cual parecería darle la razón al viejo Platón)

            Esta sorprendente idea no sólo se aplicaría al campo de las ciencias naturales y experimentales sino también al de las Ciencias Sociales, incluyendo la Historia. Desde este punto de vista,  los autores elaboran una radical revolución conceptual en las nociones de materia y mente, estableciendo o más bien proponiendo una nueva relación entre cerebro y mente, y entre la materia y el espíritu.

            Así, por momentos parecieran revivir el “mundo de las ideas” de Platón a través de lo que Marylin Ferguson  afirma al decir que “...el cerebro es un holograma que interpreta un universo holográfico...” lo cual nos lleva a preguntarnos entonces sobre la realidad del mundo que captan nuestros sentidos, si ésta es la verdadera o por el contrario sólo consiste en una interpretación, una hermenéutica de la mente humana.

            Desde este punto de vista la contribución principal de los autores es acerca de si la mente resulta como propiedad nacida de la interacción de un organismo con su entorno, o si la mente refleja la organización básica del universo (incluido el cerebro de los diversos organismos). Así, según los autores de “El paradigma holográfico” las imágenes que normalmente vemos son meras construcciones mentales que nacen a su vez de procesos en los que están implicados el cerebro (es decir, el “objeto” que aprehende), los sentidos en sus interacciones con el entorno físico (considerados objetivamente, es decir partículas tales como fotones, átomos, electrones, moléculas, etc.) y las imágenes (que serían la objetivación a nivel sensorial de estas realidades últimas).

            Esta tríada cerebro-sentidos-imágenes constituye en su interaccionar la realidad que percibimos y en la cual vivimos, a través de la fase recíproca entre la “esfera” (universo) holográfica y la “frecuencia”. Según David Bohm, uno de los autores, esta esfera holográfica es responsable no sólo del procesamiento cerebral sino también de la propia realidad física.  Así, y según este mismo autor, “...la fragmentaridad es una ilusión de la mente: el verdadero estado de las cosas es una totalidad indivisible...” .

            De esta forma a cada nivel de materia corresponde un determinado nivel mental que lo interpreta haciendo que la totalidad de la tríada anteriormente citada resulte significativa para nosotros en nuestra interacción con el mundo físico. Ahora bien ¿cómo nace todo esto? La respuesta estaría en los trabajos  pioneros de Karl Pribram neurólogo de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, quien escribió que nuestros cerebros son capaces de construir matemáticamente la realidad “concreta” al interpretar frecuencias de otra dimensión, que es una esfera de realidad primaria significativa que trasciende el espacio y el tiempo. Así, según Pribram el cerebro no es más que un “holograma” que interpreta a su vez un universo holográfico en el cual el todo no sólo es la suma de las partes, sino que cada parte reproduce en sí mismo el todo universal.

            Esta interesante propuesta teórica vino a ser secundada enérgicamente por las investigaciones físicas de David Bohm de la Universidad de Londres, Inglaterra que aseguraban que la física clásica se había venido concentrando en las manifestaciones secundarias, es decir en el “aspecto desplegado” de las cosas y no en su fuente primaria original. Según Bohm, no se puede dividir la realidad de la apariencia observada porque ambas provienen de un flujo intangible, invisible que no se puede componer solamente en partes. Se trata, según Bohm, de una interconexión inseparable.

            De esta forma, el anhelo de la Modernidad, de conocer el todo en sus partes, clasificándolas en complejas taxonomías que denominamos “ciencias” parecían ignorar este importante hecho. Según David Bohm, la ciencia que pretenda separar el mundo en sus partes ignora las más importantes leyes físicas primarias.

            Ahora bien, ¿qué serían estas realidades primarias?  Son las verdaderas leyes físicas que rigen el universo, caracterizadas por ser mucho más sencillas y “crudas” de lo que el hombre en su búsqueda modernista había imaginado y no obstante increíblemente poderosas en sus implicaciones filosóficas que  la de la ciencia clásica “moderna” empeñada en objetivar la realidad a través de sus lentes, siguiendo el dualismo cartesiano de primero pensar y luego existir. Probablemente y según este paradigma holográfico el ser pensante, el ser existente y el ser trascendente son parte de una misma realidad única e indivisible que a su vez se repite continuamente en el todo universal.

            Según Pribram, los intricados dispositivos matemáticos del cerebro pueden depender de interacciones de las uniones entre células (sinapsis) por medio de una red de fibras finas establecida en los axones ramificantes. Los impulsos nerviosos de esta red de fibras finas se manifiestan en “ondas lentas” con capacidad para llevar a cabo las matemáticas. De esta forma, la información del cerebro se reparte como en un holograma. Parece que el cerebro tiene una capacidad de procesamiento paralelo que apunta a una óptica de modelos en donde las conexiones están formadas por “senderos” atravesados por la luz, además de conexiones más limitadas de ordenador digital o lineal. Pribram se figuraba que la famosa “experiencia trascendental” de los místicos es un típico fenómeno de proyección holográfica que realiza la mente al poder acceder, por un instante, a la realidad de un todo más complejo, denso y hermoso.

 

Conclusiones: Aspectos de la vida humana que serían afectados por esta nueva interpretación teórica.

 

Aprendizaje:

 Los métodos de enseñanza se basan a partir de esta interpretación, en el fomento de estados de conciencia armónicos, relajados en los estudiantes, mediante técnicas meditativas o de sugestopedia como el “superaprendizaje” de Lozanov, el “biofeedback” y los ejercicios de respiración combinados con la música.

 

Salud:  

            Se subraya que el individuo puede lograr cierto control en sus propios procesos curativos ya que según esta hermenéutica es evidente que existe un acceso a la esfera primaria de la realidad que crea la enfermedad o la sensación de bienestar. Desde luego, esto no excluye los factores ambientales clásicos que inciden sobre la salud humana tales como los nutrientes, la luz, la ionización y los sonidos que afectan al ser humano al nivel de frecuencias.

 

Psicoterapia y Religión

            Las descripciones figurativas en un sentido de flujo, como ocurre en el amor, la alegría, la confianza y el proceso creativo pueden reflejar realmente estados de conciencia en resonancia con el aspecto de honda holística de la realidad. De esta forma la ansiedad, la cólera y el “bloqueo”  representan estados fragmentarios desarmónicos con el todo.

 


Transformación personal

La experiencia trascendental resulta de una relación fásica entre dos procesos cerebrales que por lo general se consideran mutuamente excluyentes: el analítico y el holístico, el intelectual y el intuitivo.

 

Filosofía y evolución

Esta nueva interpretación de la realidad física reafirma  la idea que tenía el Padre Pierre Teilhard de Chardin de un tejido planetario invisible de conciencia progresiva, la neoesfera; al igual que las antiguas creencias esotéricas de que existen otras dimensiones de la realidad en frecuencias que normalmente no son perceptibles por nosotros.

 

 

 

Referencias

 

v     Wilber,K., Bohm,D., Pribram, K. y otros. (1994) El paradigma holográfico. Una exploración en las fronteras de la ciencia. Editorial Kairós, Barcelona, España. Pp. 7-25, 51.

 

 

 
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